Elecciones clave en EE.UU: escenario complicado para Biden e inicio del operativo «Trump 2024»

Entre la nueva configuración parlamentaria, las elecciones a gobernador en la mayoría de los Estados (lo que incluye referéndums clave como el derecho al aborto) y el escenario presidencial que quedará planteado para dentro de dos años, estamos ante una de las elecciones de medio término más importantes de los últimos años en el país norteamericano.

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Desde esta mañana se desarrollan las elecciones de medio término en los Estados Unidos. Tras dos años de gobierno demócrata, el presidente Biden se juega una parada muy complicada de cara a lo que resta de su mandato.

Atravesando niveles récord de inflación, y con disputas geopolíticas muy complejas tanto por la guerra en Ucrania como el enfrentamiento con China, la gestión Biden enfrenta un escenario a priori adverso, en el que puede llegar a quedar en minoría en ambas cámaras.

Sus rivales republicanos, mientras tanto, no sólo fantasean con la posibilidad muy factible de quedarse con la mayoría en la Cámara de Representantes, sino también en el Senado, lo que significaría una derrota categórica para los demócratas.

Pero hay mucho más en juego que el escenario parlamentario con el que Biden deberá gobernar la mitad restante de su mandato. Las elecciones de medio término se han convertido en una especie de señal de largada por la carrera presidencial en 2024. Es por eso que el que se puso a la cabeza de la campaña de los republicanos a nivel nacional no fue otro que Donald Trump.

Entre la nueva configuración parlamentaria, las elecciones a gobernador en la mayoría de los Estados (lo que incluye referéndums clave como el derecho al aborto) y el escenario presidencial que quedará planteado para dentro de dos años, estamos ante una de las elecciones de medio término más importantes de los últimos años en el país norteamericano. En todo este contexto, una polarización política inédita desde hace por lo menos cuatro décadas en EE.UU.

El panorama político

Las elecciones intermedias suelen oficiar de referéndum sobre la actual administración. Por eso, el panorama no es bueno para el gobierno demócrata, que encuentra a Biden en el ojo de un descontento que pasa principalmente por la situación económica.

La inflación y la consecuente caída del salario real es sin duda el factor que más ha golpeado la popularidad del gobierno. Los estadounidenses lo sienten cada vez que llenan el carrito del supermercado, y sobre todo cuando tienen que cargar combustible. Es en ese marco que los últimos sondeos de popularidad no han arrojado buenos números para el presidente.

A pesar de que el empleo se ha recuperado después de la catastrófica caída durante la pandemia, la situación del poder adquisitivo en la principal preocupación de las mayorías trabajadoras. Esto golpea especialmente en una parte del electorado que suele votar demócratas, como los inmigrantes.

Biden tampoco ha tenido una buena performance en el frente externo. De hecho, su pico de impopularidad llegó tras la desastrosa retirada de Afganistán. Para los estadounidenses, fue una larga y costosa ocupación, tanto en términos humanos como materiales. Las crecientes rispideces con China y el estallido de la guerra en Ucrania tampoco han mostrado a un EE.UU. fuerte en el escenario internacional.

Atento a este panorama, en la vereda de enfrente Donald Trump afila los colmillos. Ve en el bajo apoyo que tiene la gestión de Biden una oportunidad para volver a la Casa Blanca en 2024. Es por eso que Trump se ha involucrado especialmente en la campaña para estas elecciones de medio término.

Aunque no terminó de confirmarlo explícitamente -se dice que un triunfo republicano hoy es lo único que falta para hacerlo- están bien claras sus intenciones de ser candidato a presidente. Trump participó en decenas de actos de candidatos propios en los más diversos Estados. En todos barajando la misma idea: estas elecciones de medio término son el paso previo para su retorno triunfal a la presidencia en 2024.

El expresidente cuenta todavía con un fuerte apoyo, luego de haber sido el candidato a presidente más votado de la historia, a pesar de que perdió. Este 8 de noviembre, un eventual triunfo de los candidatos trumpistas le daría un impulso político importante no sólo frente a sus rivales demócratas, sino también al interior de su propio partido.

Contra la voluntad de muchos dirigentes, Trump logró copar al Partido Republicano, imprimiéndole una política ultra-derechista. Pero más importante aún, logró agrupar a todo un sector de la sociedad detrás de su programa reaccionario: anti-inmigración, anti-derechos de las mujeres y comunidad LGBT, racismo y nacionalismo.

La radicalización de los republicanos de la mano del trumpismo le ha abierto, paradójicamente, una luz de esperanza a los demócratas, que confían en que puedan captar algo del voto «moderado» que rechaza el extremismo trumpista, incluso entre votantes republicanos. De hecho, bajo esa lógica los demócratas han preferido polarizar con los candidatos trumpistas por sobre los «republicanos moderados». Una arriesgada apuesta que puede llegar a ser contraproducente y terminar por fortalecer aún más al trumpismo y su proyecto presidencial.

Lo que está en juego

Las elecciones definirán el escenario parlamentario para los últimos dos años del mandato de Biden. Los demócratas corren serios riesgos de perder la mayoría en la cámara de representantes. En el Senado se prevé un escenario más parejo, pero no es para nada descartable que también allí se impongan los republicanos. En ese caso, la derrota de la administración Biden sería categórica y sus chances de reelegirse quedarían seriamente dañadas.

La Cámara de Representantes se renueva por completo en estas elecciones. De sus 435 escaños, actualmente 222 pertenecen a los demócratas y 213 a los republicanos. Las encuestas auguran que los demócratas perderán la mayoría.

En el Senado, el escenario es más incierto. Ambas fuerzas tienen 50 senadores. De los 100 escaños que totalizan, hoy se ponen en juego 35 de ellos, 14 de los demócratas y 21 de los republicanos. El foco está puesto en tres Estados que auguran una elección muy igualada: Pensilvania, Georgia y Nevada. Quien gane en dos de esos tres Estados probablemente conquiste la mayoría en el senado. En 2020, las elecciones en estos Estados fueron tan igualadas que los resultados no se conocieron hasta varios días o incluso semanas después. Es probable que el escenario se repita.

Como si esto fuera poco, 36 de los 50 Estados además eligen gobernador. A pesar de que cada Estado suele votar históricamente al mismo partido, este año hay algunas excepciones notables. Una es la del Estado de Nueva York, tradicionalmente demócrata, pero que presenta un escenario fuertemente polarizado y los republicanos podrían dar la sorpresa. Lo contrario podría pasar en Georgia, donde los demócratas tienen la chance de arrebatarle el Estado al actual gobierno republicano.

Las elecciones a gobernador, además de la importancia que tienen en sí mismas, acarrean también elecciones en materia legislativa, como suele ser usual. Pero este año un referéndum se lleva casi toda la atención a nivel nacional: el del derecho al aborto.

Sucede que estas elecciones son las primeras luego de que la Suprema Corte (de mayoría conservadora) derogara el fallo Roe vs. Wade de 1973, que garantizaba el derecho al aborto legal a nivel federal.

Hoy cinco Estados llevan a referéndum el derecho al aborto: California, Michigan, Vermont, Kentucky y Montana. Los referendos se dan luego de que, anulado el histórico fallo, muchos Estados tradicionalmente conservadores hayan promovido leyes que restringen amplia o completamente el derecho al aborto.

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