Los primeros ataques al PST de la banda fascista Triple A

Ellos fueron: el “Indio” Fernández, delegado de la fábrica Cormasa de la Zona Norte del Gran Buenos Aires; cuando se dirigía hacia su trabajo el 8 de mayo del 74. Había organizado con sus compañeros una lista antiburocrática a la “sagrada” conducción de la seccional local que respondía al secretario general nacional Lorenzo Miguel.

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Al día siguiente del entierro, martes 14 de mayo, sus compañeros de trabajo iniciaron una huelga, exigiendo Justicia por el “Indio” y la renuncia inmediata de los delegados elegidos en forma fraudulenta. Los trabajadores pusieron en marcha su experiencia con la patronal y la burocracia y, ante la publicación de una solicitada de la UOM condenando el crimen y exigiendo justicia, al día siguiente pararon la fábrica, luego de un día difícil; con amenazas policiales, ministeriales y burocráticas mediante, se levantó la medida. La base de los trabajadores habían ganado esta pulseada: la patronal reconoció la gestión de una comisión obrera, elegida democráticamente, elegida por el personal.

Sus compañeros de fábrica le hicieron el mejor de los homenajes: pelearon a brazo partido por el reconocimiento de una representación democrática, echando a los burócratas de la UOM.

Un nuevo ataque criminal en la misma Zona Norte

Esta vez fue al local del PST en la localidad de General Pacheco el 30 de mayo del mismo año 74. Fue asaltado por esta banda profascista, secuestrados compañeros, quienes luego aparecieron asesinados. Ellos fueron tres jóvenes trabajadores, uno de ellos también estudiante: Oscar Meza “Hijitus”, 26 años, obrero de Astilleros Astarsa; Antonio Moses “Toni”, 24 años, obrero metalúrgico de Wobron y Mario Zidda “Tano”, 22 años, estudiante, dirigente estudiantil de la Técnica N°1 de Tigre y también trabajador de la zona.

Portada de Avanzada Socialista, periódico del PST, depsués de la masacre.

Este brutal atentado fue repudiado en un acto unitario, multitudinario, con todas las corrientes de la vanguardia presentes, incluyendo las corrientes peronistas que también eran atacadas a mansalva por ser luchadoras, que se expresaron con sus oradores.

El PST siguió sufriendo atentados a sus locales partidarios y nuevos crímenes taparon con sangre su actividad clasista y revolucionaria. Pero no la sacaron de la escena de la pelea cotidiana.

La Triple A: banda parapolicial al servicio de intentar “liquidar” la nueva vanguardia insurgente

Después de los “azos” que irrumpieron a lo largo y ancho del país, un fuerte incremento de las luchas estudiantiles y obreras, los militares se tuvieron que ir y, después del fracaso del alfil del general Perón, Héctor Cámpora, el mismo general Juan Domingo Perón vino a intentar poner en orden las cosas.

Pero no era nada fácil. Los mismos trabajadores, que la mayoría de ellos lo defendían “a rajatabla”, peleaban a “brazo partido” por su salario, las condiciones de vida de ellos, de sus familias y de sus compañeros/as de trabajo.

En ese entorno político y social, de gran conflictividad surgen las bandas parapoliciales: la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria), el C de O (Comando de Organización), la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Sus víctimas  sumaron miles en esos pocos años, antes del golpe del 76. Después del golpe, se pusieron a sus órdenes, por supuesto. Los registros oficiales contabilizan en su “haber” 1.500 asesinatos, 600 desapariciones y centenares de atentados.

Esta fue su presentación “oficial”: El 30 de enero de aquel 1974, la Triple A había enviado a los medios de prensa su primera lista de condenados a muerte: los coroneles retirados César Perlinger y Juan Jaime Cesio, el obispo de La Rioja Enrique Angelelli, el senador (FREJULI, Córdoba) Luis Carnevali, el diputado (sumado al bloque peronista, Capital) Raúl Bajczman, los dirigentes trotskistas Homero Cristaldo (Jorge Posadas, PORT) y Hugo Bressano (Nahuel Moreno, PST), los abogados Silvio Frondizi, Mario Hernández y Gustavo Rocca, los jefes guerrilleros Mario Santucho (PRT) y Roberto Quieto (Montoneros), los gremialistas Agustín Tosco, Raimundo Ongaro, René Salamanca y Armando Jaime, el dirigente del PC Ernesto Giúdice, los directores de los diarios Noticias, Miguel Bonasso, y de El Mundo, Manuel Gaggero, el ex rector de la UBA Rodolfo Puiggrós y el ex subjefe de la policía bonaerense Julio Troxler. (…)” (Infobae 2/1/21)

No surgieron de ningún “cambio climático”. Surgieron de la mano del general Perón y sus colaboradores más cercanos, que pusieron todo su empeño en llevar hasta las últimas consecuencias la “liquidación de los/as rebeldes”.

Un luchador emblemático lo expresó claramente, a costa de su vida: “ ‘La responsabilidad por estos asesinatos tiene nombre y apellido: Juan Domingo Perón’ ”. (Diputado Rodolfo Ortega Peña, abogado defensor de presos políticos, durante el acto de repudio por la muerte de los tres militantes del PST asesinados en General Pacheco, asesinado él también poco tiempo después).

“(…) Además, es un hecho que los principales miembros de la Triple A fueron nombrados por decreto, por Perón: Rodolfo Almirón y Juan Ramón Morales habían sido dado de baja en la Policía Federal (acusados de ilícitos con drogas) y fueron reincorporados y ascendidos. También los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride fueron elevados a jefe y subjefe, respectivamente, de la Federal. Villar y Margaride fueron principales organizadores de la Triple A. Osinde y López Rega también fueron ascendidos por Perón.(…)” (Sin Permiso, Rolando Astarita, 25/3/2018)

Un logro en la pelea por Justicia que no pudo avanzar

Familiares y compañeros/as de las víctimas hicieron “lo imposible” para que hubiera castigo por estos crímenes. Hubo un juicio en Bahía Blanca, otro en Santa Fe, recibieron condenas algunos de sus integrantes, no sus principales dirigentes y fundadores. Lograron, incluso, que el juez Oyarbide, en el año  2006, considerara sus crímenes de “lesa humanidad”, confirmado por la Cámara en 2008. ¡Gran paso adelante!

Pero luego al paso adelante se lo hizo retroceder “a cascotazos”. No arrancados de las veredas, sino de las resoluciones de los despachos judiciales; esta vez desde el exterior. El juez Oyarbide pidió la extradición de la ex presidenta Isabel Martínez de Perón. Pero la Justicia española la denegó. El resto de los acusados ya habían fallecido. El señor López Rega fue condenado postmorten…

Como el pedido de extradición de la ex presidenta María Estela Martínez de Perón quedó flotando en el aire, en el año 2007, en el 2022… volvió a aparecer como un fantasma. Y ahí, el secretario de Derechos Humanos de la CGT, el señor Julio Piumato (que no recordamos haberlo visto en ningún reclamo ni protesta por ataques a los derechos humanos de ayer o de hoy) fue corriendo al Juzgado a presentar un escrito para defender a la señora, pidiendo su sobreseimiento. Además, aseguró el apoyo a su presentación del Consejo Directivo de la CGT en su próxima reunión. No dudamos de su palabra… Era casualmente el día que ella cumplía 91 años. ¡Excelente regalo de cumpleaños!

No para los/as trabajadores/as y el pueblo de nuestro país, que sigue sin ver en marcha ningún juicio y castigo a los crímenes de las bandas armadas profascistas que actuaron antes del golpe del 76.

Con todos estos tropiezos y emboscadas, familiares y luchadores por los derechos humanos de ayer y de hoy no daremos el brazo a torcer y seguiremos reclamando, a pesar de los obstáculos que nos pone el gobierno mileísta, la entrega de los archivos del 74 hasta la caída de la dictadura a los organismos de derechos humanos independientes y porque el Juicio y Castigo llegue, aunque ya sea muy tarde, a los responsables que aún se puedan enjuiciar, estén en el país o fuera de él.

Y levantando la Memoria de sus víctimas como lo que fueron: abnegados luchadores/as de la clase obrera y del pueblo.

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