Roberto Sáenz: «Se abrió una puerta histórica para la organización de la nueva clase obrera»

El dirigente de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie en la Convención Nacional del Nuevo MAS.

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Voy a dar algunas definiciones. Compañeros/as: el mundo devuelve imágenes contrapuestas. Hay ventanas de esperanza y también de preocupación. Hechos históricos, fundacionales, todavía del activismo, como el I Congreso Internacional de Trabajadores por Aplicación. Hubo compañeros y compañeras de Nepal, de Hong Kong, de Filipinas, de Amazon State Island, de Alemania, etc. Y frente a ese proceso de recomposición valiosísimo que se da en el que sigue siendo el centro del capitalismo mundial, que es Estados Unidos, también hay preocupaciones, lógico, como el avance de Milei en Argentina, que es la preocupación de todos. También está que las relaciones de fuerzas en el mundo son diversas y cambiantes, no va todo el mundo en la misma ola.

Por eso es importante que toda la militancia y el activismo obrero sepan entender en qué mundo estamos parados, y es que la dinámica tiende a ser que se “pudre” todo, compañeros y compañeras, a una crisis y choques sociales crecientes. Porque la expresión política de que crecen los extremos es un reflejo ideológico de que la lucha de clases tiende a hacerse más dura, y esto lo vengo diciendo hace rato. Va a haber lucha de clases y hay que prepararse para eso compañeros, en Argentina y en el mundo.

Porque lo que irrumpe es el discurso de la extrema derecha, sí, pero ese discurso en un punto es defensivo, de reafirmación del ultra-capitalismo. Y el debate extremo que plantea la extrema derecha abre también las puertas para el debate desde la izquierda.

¿Por qué sino la principal figura política argentina va a decir que el debate no es capitalismo o anticapitalismo? Si ese no es el debate en un país que se hunde, ¿entonces cuál es? Está bien, eso todavía la gente no lo entiende. Se aprovechan de que la gente lo siente y lo vive, pero no lo entiende, no lo hace conciencia; esa es la dificultad que hay. Porque la conciencia es lo más conservador. En todos, en nosotros los revolucionarios también. Trasladar la vivencia en conciencia es la gran dificultad, y obviamente es imposible sin grandes luchas y sin la construcción de organizaciones revolucionarias.

Es una circunstancia anormal la que estamos viviendo en el mundo y en la Argentina. Lógicamente nuestra tarea es traducir esa vivencia en conciencia, lucha, organización, programa, partido. Esa tarea histórica es enorme, nos excede, por eso hay que hacer frentes únicos. Ojalá podamos hacer más frentes únicos en Argentina, pero el encuentro en EEUU fue un frente único de extremada calidad y fraternidad (incluso algo más y más profundo que un mero frente único).

Entonces hay dos ideas. La primera, no equivocarse: la inestabilidad del mundo es un movimiento pendular, que va de derecha a izquierda, y que augura mayores enfrentamientos. Y eso se traduce en el terreno de la conciencia en mayores posibilidades de ir más profundo en el debate.

Lo segundo, Estados Unidos. International Workers of theWorld, a principios del Siglo XX, John Reed, la película Reds, ¿se acuerdan? John Reed era parte de esa IWW y era parte del Partido Socialista de Eugene Debs, que fue el candidato a presidente obrero más votado de la historia de EEUU, pero eso fue a principios de siglo. Siempre costó en Estados Unidos construir un partido obrero independiente. Posteriormente vino la formación de los Sindicatos Obreros por Rama de actividad. En 1934 hubo una huelga dirigida por el trotskismo, de la que en parte fue fundado el gremio de los camioneros, hasta que vino Hoffa y la burocracia sindical. Después, en la década del 50 vino el macartismo, con retroceso de la izquierda y del clasismo.

Después vino un ascenso histórico en los 60, protagonizado por el movimiento de mujeres, LGBT, por la juventud y el movimiento negro, pero no el movimiento obrero. ¡Y hoy en EEUU está pasando algo que es colosal! En EEUU hay un proceso de reorganización obrera, mucho más avanzado que en el sudeste asiático, como pudimos recoger como reflejo del Congreso.

Nuestra corriente es muy internacionalista, compañeros. Es relativamente incipiente todavía. Y sin embargo, en este momento estamos en París, en San José, Costa Rica, en San Pablo, Brasil, en Nueva York, en Los Ángeles, en Barcelona y lógico acá en el teatro Picadero, Argentina, etc.

Lo tercero. Es obvio que la crisis en Argentina es histórica. La burguesía tiene todas las variantes de dolor y más dolor. Acá hay dos cosas. Milei va a hacer una buena votación; no hay que impresionarse. Eso por un lado. Por el otro, hay que insistir en el planteo de PASO y unidad de toda la izquierda. Vamos a insistir en esa batalla porque en el 2024 se va a pudrir todo. Y el partido tiene que estar preparado para eso aunque no sea fácil. Por unas PASO de la izquierda, por instalar nuestra campaña y por intentar obtener representaciones. Porque es dificilísimo que un ajuste tan duro como el que discuten todas las variantes burguesas, pase sin enfrentamiento.

Porque tengan en cuenta que además de Milei también está cuando los colectiveros le pegaron a Berni, y le gritaban: “¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”. El 20% que va a sacar Milei existe, pero ojo, los colectiveros que repudiaron a Berni también. Y Argentina no es igual que Brasil, porque en Brasil hubo un proceso sistemático de movilizaciones de derecha. Y en Argentina eso todavía es muy en frío, muy electoral, por arriba. Ellos quieren tomar las medidas más duras, ok, pero, ¿con qué gobernabilidad? Como nos tienen acostumbrados, la burocracia deja pasar ciertas medidas, pero hay otras que es más complejo.

Hay muchos compañeros en fábrica (varones, no mujeres, porque en este punto el movimiento de mujeres es un contrapeso contra Milei) que están entusiasmados con Milei. Pero a Milei le ponen cualquier cosa. Creen que van a ganar mil dólares billete por mes de salario. Mirá que bárbaro, Milei es como si fuera Papá Noel. Pero cuando no sean mil sino veinticinco…

Lógicamente, nosotros solos no podemos convencer a toda esa gente. Hay una cosa clave en nuestro marxismo, que es la experiencia de la clase. No hay quien reemplace la propia experiencia de la clase, su propia auto-emancipación. Ese es nuestro marxismo revolucionario. Obviamente, el partido da ideas y es parte del debate y está codo a codo con la clase. Pero no los podemos reemplazar, ellos se tienen que dar cuenta lo que significan las variantes de derecha.

Entonces puede ser que haya un movimiento a derecha de la coyuntura con la votación que haga Milei, aunque también va a haber votos para la izquierda, si es que «la jefa» no se presenta… Lo que está crujiendo es el kirchnerismo. Si no se presenta Cristina, muchos van a votar a la izquierda. Hay que ver, no hay tendencias definidas y es algo que pasa en todo el mundo.

Hay mucha crisis, y se está abriendo el corralito. Milei es probable que no gane, pero sí ayuda a inclinar la cancha para la derecha. Gane quien gane, el despertar de la siesta para muchos compañeros que lo voten va a ser feo. Y eso no va a pasar sin enfrentamientos; no puede ser extrínseco a lo que pase en el mundo. Y es que el mundo tiende, lenta pero testarudamente, a choques de clase.

En fin: para terminar quiero hacer algunas precisiones.

Quisiera subrayar que el Congreso de Trabajadores por Plataformas en Estados Unidos fue mucho más que un encuentro sindical. Fue mucho más que eso. Tuvo elementos clasistas, anticapitalistas.

El compañero que recibió a las delegaciones internacionales, Martín, es de una fraternidad colosal. Cuando hicimos la acción en el consulado argentino por el reconocimiento del SiTraRepA había algunos funcionarios muy nerviosos que ya lo conocían. No querían saber nada con que entremos y cuando nos iban a cerrar la puerta, el compañero metió la pata y lo evitó. Eso lo hace un activista, no un burócrata. Dijo: “¡Vamos todos adentro!” y las delegaciones presentes entraron en el edificio. Y cuando los compañeros empiezan a salir, el personal de seguridad quiso provocar y el compañero pegó el grito: “¡Todos adentro de nuevo!” y todos volvieron. Eso lo hace un activista, no alguien de “los gordos”, eso no es puramente reivindicativo. Es más luchador que muchos de los que se dicen luchadores. Lo quisieron acusar de que los presentes tenían armas y grita: “¡las manos arriba para mostrar las armas!” (que, por supuesto, nadie tenía). Todo esto en Los Ángeles; delirante.

No se imaginen un movimiento puramente reivindicativo. El movimiento obrero en el mundo es mucho más que eso, es extraordinario, es enorme.

La compañera de Alemania, Chantal, representa a 17 mil trabajadores. ¡17 mil! ¿Cuántos activistas representan a esa cantidad? Parte de la legislación laboral viene de las conquistas de la revolución frustrada de 1920, durante la República de Weimar. Ella es parte de los “Consejos obreros” y estaba en contra de los “sindicatos” porque esos allá son como la burocracia acá, los “gordos”.

La “propuesta 22”, antisindical, es del siglo XIX. La legislación viene de la tradición de la CommonLaw, de la jurisprudencia. No solamente es político, das un paso más y este movimiento ya es anticapitalista. Es todo muy rico.

Por supuesto que en el mundo hay millones y millones de repartidores, de trabajadores de Uber, de depósitos tipo Amazon, etc. Obviamente, en relación a eso el Congreso fue de vanguardia, del activismo mundial del sector.

El sector es diferente según el país. En Brasil, la “categoría”, que es como le dicen allá, es más proletaria, son los “muchachones”. Es más pesada. Y ahí está comenzando también un proceso de organización del que es parte nuestra corriente. Incluso entre compañeros que son bolsonaristas, como acá hay muchos repartidores mileístas, porque se comen el verso individualista y la organización sindical por la base es un contrapeso a eso, un antídoto a eso.

El Congreso, del que fuimos protagonistas de primer orden, fue efectivamente una ventana que se nos abrió a la nueva clase obrera mundial. Del Congreso participaron unos 80 representantes de 17 países y tres continentes. Tal vez el año próximo podría haber unos 200… y más países y más continentes.

Belén y Emilse decían muy bien que con la Declaración de principios votada el piso del que se parte es muy alto.

Otra cosa importante, hablemos de Argentina. La moneda nacional, aunque esté muy devaluada, opera como mecanismo de protección económica. No está todo dolarizado, en particular el salario. Si dolarizás en Argentina cierran todas las fábricas. Es una propuesta contrarrevolucionaria, contra la clase obrera. Juega con la fantasía de cobrar dólares, apoyándose en el fracaso de este gobierno, que entregó todo.

La moneda nacional funciona como mecanismo de protección nacionalista burgués, o burgués a secas. La falta de productividad en la economía argentina, no es necesariamente dentro de las fábricas. Se da en materia de caminos, de transportes, de servicios. El año pasado se gastaron en Argentina 5 mil millones de dólares en importaciones de gas, de los cuales 1.700 millones fueron en gastos de fletes.

La dolarización es una medida de disciplinamiento social con el desempleo de masas. El proteccionismo de la moneda nacional funciona de manera berreta, es un colador, pero funciona. Por eso la mayoría del empresariado argentino no está a favor. Porque no puede competir con la productividad internacional. Quizá la planta sí, la fábrica, pero no la economía en su conjunto. Ponés un pie afuera y es todo un desastre, el país se cae a pedazos.

La crisis argentina es un alegato contra la dominación capitalista. Quieren seguir dominando pero el país está hundido. Han gobernado todos menos la clase obrera.

Entonces, lo que se discute con la dolarización son medidas terribles contra la clase obrera, peor que un reformismo al revés.

Lo que se discute es la industria argentina, pero no por la burguesía sino por la clase obrera. En América Latina hay realmente tres países con industrias: Brasil, México y Argentina. En países como Perú la mayoría trabaja en la informalidad, como cuentapropistas, la clase obrera está destruida después de años de fujimorismo y neoliberalismo. Rechazar una medida reaccionaria como la dolarización es una posición de defensa de la clase trabajadora.

Es sencillo: los Milei y Bullrich van por la clase obrera. Se amparan en el desprestigio de la burocracia sindical para reventar la organización de la clase obrera.

En el mundo hay campañas multimillonarias contra la sindicalización. Uber te paga campañas de cien millones de dólares contra la sindicalización. Cada depósito de Amazon es una guerra contra millonarios. Argentina tiene un 38% sindicalizado, lamentablemente la mayoría bajo la dirección de la burocracia. Pero ese nivel de organización es una conquista.

Una última cosa, la izquierda y las elecciones. Por ahora el FITU se niega a nuestro llamado a la unidad. Se amparan en el piso proscriptivo de las elecciones como hicieron siempre. Pero no todo está dicho, vamos a dar la pelea hasta el final.

Los argumentos contra la derecha, finalmente, hay que construirlos en la experiencia.

La mayoría de la gente ya está pensando en quién votar como alternativa frente a la crisis. Nuestra tarea en este momento es pelear la consciencia de los trabajadores. La clase trabajadora encuentra, aunque por ahora no decanta, su fuerza social en la lucha. Cuando los compañeros salen a la calle encuentran su propia fuerza. El reconocimiento de clase es en la acción, no en la discusión académica. Se da en el mundo práctico. Para que se modifique la consciencia se tiene que revolucionar el mundo de los trabajadores.

Acá se está abriendo una brecha. Se acabó la “pax” de los últimos 40 años. Pasamos a la acentuación de las contradicciones. Eso va a romper el conservadurismo que queda en la consciencia de los trabajadores.

Muchas gracias.

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