Estados Unidos: 2023 es el año con más huelguistas en 4 décadas

El movimiento sindical en el centro de la escena.

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Las últimas semanas estuvieron llenas de importantes novedades en el movimiento sindical de Estados Unidos. La huelga automotriz avanza y ya involucra a 25 mil trabajadores, e incluso ha obligado a Biden a pronunciarse. A esta pelea se sumaron este miércoles los 75.000 trabajadores de Kaiser Permanente en el mayor paro de trabajadores de la salud de la historia del país. Mientras tanto, los guionistas y los sectores precarizados de Starbucks, repartidores y comidas rápidas lograron importantes triunfos.

La oleada de lucha sindical en Estados Unidos no se detiene. La huelga automotriz se está endureciendo, entre el aumento en el número de huelguistas, que ya son más de 25 mil trabajadores, y los ataques de las patronales con cientos de despidos en el sector. Por su parte, la coalición de 8 sindicatos que representan a los trabajadores de Kaiser Permanente, la mayor proveedora de salud privada de EE.UU. entraron en una huelga de 3 días este miércoles, que podría ampliarse en noviembre cuando vence otro de los contratos con esta empresa.

Por su parte, 53.000 camareros, trabajadores de cocina y limpieza de los hoteles y casinos de Las Vegas votaron a fines de septiembre la autorización a su sindicato para la huelga que podría desencadenarse en cualquier momento.

Mientras tanto, las últimas semanas trajeron también importantes triunfos en varios sectores de trabajadores. En primer lugar, los guionistas lograron un importante acuerdo tras una histórica huelga de 148 días, donde fue clave la confluencia con el sindicato de actores, que aún sigue de paro.

Por su parte, los trabajadores de Starbucks lograron un golpe contra la estrategia antisindical de la empresa, que venía pagando mejores salarios a las tiendas no sindicalizadas: la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo (NLRB) falló en contra de la patronal exigiendo que iguale los salarios en las tiendas sindicalizadas.

En California, los trabajadores de comidas rápidas lograron un histórico triunfo, que recoge la pelea de más de una década del movimiento del “Fight For 15”. A fines de septiembre el gobernador promulgó una ley que eleva el salario mínimo del sector a 20 dólares la hora (un aumento de más del 20%)[1] y la creación del primer “consejo de comidas rápidas” con representación de los trabajadores, donde se discutirían aumentos salariales y condiciones de trabajo. Esto fue percibido como un gran triunfo por los trabajadores, que tienen voz sobre sus condiciones laborales por primera vez, a pesar de que muy probablemente este “Consejo” busque limitar sus reclamos.

Por su parte, los repartidores por aplicación de Nueva York lograron que el tribunal supremo falle a su favor, ratificando el triunfo de meses atrás donde se imponía a las empresas de plataformas Uber, Doordash y Grubhub que deben pagar un salario mínimo de 17,96 dólares la hora.

El movimiento sindical en el centro de la escena

Hoy es innegable que muchas las principales novedades políticas de Estados Unidos están vinculadas al movimiento sindical. Sin ir más lejos, la huelga automotriz se colocó en el primer plano del debate nacional, con la participación del mismísimo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en uno de los piquetes, la primera vez que un presidente yanqui lo hace en la historia. Sin embargo, está claro que su participación, al igual que sus declaraciones sobre ser “un presidente pro sindicatos” se tratan de un cinismo total en busca de votos para las elecciones del año que viene, especialmente de los votos obreros.

Es por esa misma razón que, dos días después, Donald Trump se acercó a otra fábrica de autopartes (pero eso sí, una fábrica no sindicalizada e invitado por los jefes), a decir que “no va a permitir que la industria automotriz muera”, aunque sin referirse específicamente al paro, ni a favor (por supuesto) ni tampoco en contra, algo claramente motivado por la gran simpatía que genera el reclamo de los trabajadores.

Como decíamos al principio, el 2023 se convirtió con la huelga de Kaiser Permanente en el año con más huelguistas desde la década del 80. Pero la pregunta que podría surgir es, ¿por qué hay tanta actividad sindical? Ahí entra en juego uno de los grandes factores de la economía mundial, que es la inflación, que genera una enorme presión sobre las condiciones de vida de los trabajadores y empuja las peleas reivindicativas. A este elemento se suma la vivencia de cómo las empresas aprovecharon la pandemia para multiplicar sus superganancias mientras aplastaban los salarios obreros. Eso es lo que se expresa en reclamos como el de la UAW que exige un aumento del 40% de los sueldos, porque mientras los salarios perdieron con la inflación, las ganancias de las empresas y sueldos de sus CEO se multiplicaron como nunca.

Es claro que está en marcha un proceso de recomposición de la clase obrera yanqui, y este es un gran contrapeso por izquierda en la coyuntura mundial. A pesar de partir de un piso muy bajo, es una realidad que irrumpe por todos lados: es casi literal que todos los días hay nuevos lugares de trabajo donde se vota la conformación de sindicatos. Hoy el 65% de la población en EE.UU. opina que los sindicatos son positivos: eso es un cambio inmenso respecto de 40 años atrás. Y la irrupción de sindicatos refleja la pelea por el derecho de organización de la clase obrera, algo que estaba totalmente fuera de escena.

Desde ya que el proceso es reivindicativo y sindical, y el salto hacia una conciencia más política es difícil. Pero nada de eso niega en absoluto que se trata de un proceso enormemente progresivo. Que la enorme clase obrera de un país como Estados Unidos comience a levantarse, a reclamar, incluso ganando conflictos, a generar nuevos dirigentes, y sobre todo a movilizar a miles de trabajadores no puede más que tener un impacto positivo.

La defensa del derecho a la organización como clase y la pelea contra nuestros enemigos de clase, la burguesía, son un comienzo importantísimo. Luego deben continuar por sacarse de encima todas las trabas, como los dirigentes burocráticos, confiando en las propias fuerzas de los trabajadores como fundamento para poder ganar. Y sobre todo, superar las trampas del Partido Demócrata y figuras como Biden, que buscan instrumentalizar a los sindicatos para fortalecerse electoralmente mientras gobiernan para los empresarios y frenan la organización independiente de los trabajadores. Por eso es fundamental la conformación de un partido propio, de la clase obrera, socialista y anticapitalista, que ofrezca un camino para todos los explotados y oprimidos en la perspectiva de transformar toda la sociedad organizándose contra este sistema capitalista.

 


[1] Es un salario considerablemente mayor al salario mínimo del Estado de California (uno de los más altos del país), que está en 15,5 dólares. En EE.UU hay diferentes regulaciones en cada estado, mientras que el salario mínimo federal está desde 2009 en un escandaloso número de $7.25 por hora.

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