Argentina: La izquierda y qué estrategia desarrollar frente a Milei

La movilización histórica en defensa de la Universidad pública y contra el plan global de Milei marcó la potencialidad que tiene la calle para sacudir al gobierno y abrirle crisis.

0
4
OLYMPUS DIGITAL CAMERA

La movilización histórica en defensa de la Universidad pública y contra el plan global de Milei marcó la potencialidad que tiene la calle para sacudir al gobierno y abrirle crisis, como ocurrió hasta la votación de la Ley Ómnibus pero, como contrapartida, también marcó un alerta al arco político garantista de la gobernabilidad (desde el PRO hasta el kirchnerismo) incluida la CGT y el conjunto de las instituciones del régimen. Podríamos resumir el alerta roja en la siguiente pregunta: “¿Si la dinámica ataque bonapartista-movilización masiva se proyecta luego del 23, a dónde vamos a parar?”

Ese temor al abismo explica el marco en el que se dio el triunfo parcial pero importante del gobierno en Diputados, con una votación favorable de la Ley Bases y el proyecto tributario. El régimen salió al rescate del gobierno y disipó el clima de crisis, a la vez que le fue limando en los días previos los aspectos más claramente bonapartistas al proyecto de ley. Un arbitraje en el que la resultante pretendida es la de contener la política que se hace carne en la calle mediante la movilización dándole resolución institucional/parlamentaria (podríamos agregar judicial) a los asuntos políticos el país; darle un punto de apoyo al gobierno que no había logrado ningún avance parlamentario en casi 5 meses de gobierno; a la vez que contener a Milei en desafío permanente por extrema derecha.

La mediación institucional tuvo un elemento clave: la pasividad (antecedida por la negociación de la contra reforma laboral) de la CGT el 29 y 30 de abril, sin llamar a paro ni movilización, además de ocultar a las y los trabajadores el contenido reaccionario de la ley de conjunto y los ataques en materia laboral y jubilatoria. Rol desorganizador al que se sumó todo el peronismo y los K, además de los medios masivos de comunicación.

El paro convocado por la CGT puede mostrar el hartazgo extendido entre las y los trabajadores contra el ataque permanente de Milei. Alentamos su contundencia y extensión contra todo intento patronal e incluso sindical de dividirlo, presionando por la vía de descuentos y amenazas. A su vez, el carácter pasivo impuesto por la CGT evita un nuevo escenario de desborde en la Plaza de Mayo como ocurrió semanas atrás. Junto con esto, el contenido político limitado a presionar a los senadores por el rechazo del aberrante impuesto a las ganancias y algunos aspectos fragmentarios de la Ley, pero no a un enfrentamiento integral a la misma, actúa en el mismo sentido que lo dicho anteriormente. Evitar la dinámica acción-reacción, y dar un marco de previsibilidad de cara al debate en el Senado, que se descarta sería posterior a las semanas del 16 y eventualmente luego del 25 de Mayo, en que el gobierno pretendía capitalizar un pacto social. Todo esto pone el acento en la necesidad de denunciar a la CGT, pero también exigirle un paro y movilización para el día que se trate la ley.

Es importante señalar que, salvo un rechazo integral a la Ley de Bases en el Senado que la haría caer, cualquier modificación habilita una vuelta a Diputados que podría o bien tomar las modificaciones, o votarla con la formulación original sin necesidad de mayoría especial. Es decir, cualquier vía que no sea el rechazo pavimenta de manera más o menos recortada, el piso sobre el que se para el gobierno.

Este marco de frágil y relativa estabilización del gobierno se explica entonces tanto por la media sanción en Diputados, como por el hecho que no han logrado derrotar las relaciones de fuerza. A la vez que Milei es Milei y su naturaleza bonapartista es un factor permanente del gobierno, puede contenerse pero no eliminarse, no al menos por la vía institucional. Su derrota depende pura y exclusivamente de la lucha de clases directa. Esta frágil y relativa estabilización pretende concretarse subsumiendo la polarización política a los tiempos, pasos y calendarios institucionales, y postergar los choques sociales por algún tiempo.

Agregamos someramente a esto que la economía aparece contenida, aunque sin signos de recuperación; que se acumulan contradicciones entre la apreciación del dólar raleado por el aumento del costo de vida general, y la productividad de la fuerza laboral estancada por la falta de inversión estructural. La caída del salario entre el 25 y 30% según las estimaciones muy generales, comienza a ser un elemento que inquieta a amplios sectores de trabajadores, pero que no llegan por el momento a explotar contra el gobierno ni a desbordar a la burocracia. Junto con esto, la dificultad de la economía mundial, en una etapa que reedita en forma muy aumentadas las crisis, guerras, barbarie y abren la puerta a nuevas revoluciones, podría trasladar al país nuevos elementos de inestabilidad.

La izquierda y las perspectivas

Partimos de la definición que hemos desarrollado en otros textos, que nos encontramos en una etapa reaccionaria con crisis permanente, que se ha corroborado a lo largo de los últimos meses. Una etapa cuya extensión puede extenderse más o menos, pero cuya resolución dependerá en última instancia de la lucha de clases y del triunfo o la derrota de las relaciones de fuerzas, cuyo enfrentamiento directo aparece mediado o amortiguado por el régimen político.

Es claro que el gobierno necesita, aún a costa de ver retaceadas sus pretensiones reaccionarias, lograr que la ley salga y darle un algún grado de previsibilidad política, legal y económica a la burguesía, y ganar tiempo para el redoble bonapartista. Ya lo dijo el propio Milei: “llego al 2025, arraso en las elecciones, y meto 6 mil leyes todas juntas”. Queda por delante la jornada de la votación en el Senado, para la cual debemos hacer todos los esfuerzos para que se transforme en una jornada radicalizada que ataque al conjunto de la Ley, una estrategia opuesta a la del peronismo, el kirchnerismo y las centrales sindicales que buscan modificaciones parciales.

En este punto hay que destacar que el gobierno llega al debate con menos incertidumbre que la de febrero, mes en que la ley fracasó estrepitosamente, entre otras cosas, por el paro del 23/1 convocado por la CGT contra todo el plan de Milei. Ahora los “patitos” aparecen más alineados: “oposición sí, pero sin hacer locuras porque hay que llegar al 2025 y al 2027.” Es por esto que el debate con el amplio arco peronista/K (político y sindical) no se limita simplemente a la convocatoria masiva, para lo cual desde Katopodis hasta sectores de la burocracia sindical vienen haciendo sus agitaciones, sino a cuál es el objetivo de la movilización propiamente dicha.

Dos perspectivas se abren en este escenario: la de la “normalización” de la coyuntura y la institucionalización de la política vía parlamentaria con la que presiona y se abroquela todo el arco opositor patronal, versus la perspectiva del desborde y la radicalización del proceso que debe ser el norte de la izquierda revolucionaria. Ambas tendencias están colocadas en la realidad y compiten entre sí. Una le alarga la vida a Milei, la otra empuja por romper el pretendido marco de gobernabilidad y busca colocar a la izquierda junto a los trabajadores, el movimiento estudiantil y todos los sectores que rechazan al gobierno, como alternativa de poder. Este es el debate estratégico ante el cual nos encontramos.

En este sentido, queremos llamar la atención respecto de la reducción de la política a los tiempos del parlamento y a las intervenciones de los diputados denunciando las trampas del gobierno, la oposición y el régimen, como ocurre con los compañeros del PTS. Desde luego que el rol de los diputados conquistados por la izquierda debe ser el de alzarse como voceros de los explotados y oprimidos, a la vez que señalar los límites de la democracia de los ricos y el llamado a confiar en la fuerza de la movilización independiente. Pero otra cosa es ordenar toda la intervención política alrededor de la dinámica parlamentaria, y pretender establecer desde alrededor del parlamento los tiempos y la orientación política revolucionaria. Esa ubicación conduce de manera más o menos clara, más o menos insensible, al terreno del régimen y de las instituciones que, aún si le pone límites al gobierno, juega a la vez un papel reaccionario garantizando la continuidad y allanándole el camino a Milei en su plan de guerra contra los de abajo.

Para bajar a tierra lo antedicho, señalemos que la ubicación de esta corriente de cara al proceso que fue gestándose en las Universidades ante el ataque del gobierno y que culminó con una movilización histórica a Plaza de Mayo y en todo el país (con 1 millón en CABA y 2 millones en todo el país) fue de rebajarlo y subordinar su importancia a “el día que se vote la ley en Diputados”. Finalmente se corroboró lo contrario: que la movilización estudiantil, docente, no docente, y de amplios sectores de la sociedad fue el pico de masividad lograda hasta el momento; que dejó planteada la tarea de desbordar a las direcciones universitarias (desde funcionarios hasta centros de estudiantes y sindicatos); y que, a su vez, alertó a los sectores garantes de la gobernabilidad para que inhibieran la movilización al Congreso. Finalmente, a la inversa de la orientación del PTS, la crisis se abrió el 23 con la movilización educativa y se cerró (momentáneamente veremos qué pasa en adelante) el 29 con la media sanción de la Ley en Diputados.

Junto con esto, la apuesta unilateral a las asambleas populares (en las que intervenimos varias fuerzas de izquierda) que habían cumplido un rol importante en febrero con la primera Ley Ómnibus, no se comprobó en abril con el tratamiento de la “bis”. Una teorización exagerada sobre las potencialidades de las asambleas, además de contrapuesta innecesariamente a la organización desde abajo en los ámbitos orgánicos de la sociedad, como son las Universidades, abonaron una orientación sectaria de esta corriente respecto del movimiento estudiantil. Justo cuando la organización que podía surgir y que surgió con el reinicio del calendario universitario y el conflicto en desarrollo, ponen a la orden del día el desborde de las conducciones burocráticas y la disputa por conquistar los centros de estudiantes.

Esa orientación política ha redundado en una orientación constructiva que prioriza los ámbitos inorgánicos (lo cual no quiere decir que no haya que intervenir y disputar la dirección de los espacios asamblearios populares o culturales reales como hace nuestro partido) y abandona ámbitos orgánicos estratégicos para la pelea contra Milei, sean ámbitos laborales o educativos. Junto con esto, es importante señalar que en las asambleas se expresa una disputa con sectores autonomistas y anti izquierda a los que no se debe hacer demagogia, ni colocarlos falsamente a la par o por encima de los sectores orgánicos que entran en la pelea contra el gobierno.

En este sentido, reivindicamos la orientación de nuestro partido que apostó a la irrupción del movimiento estudiantil desde inicios de febrero (cuando realizamos el 4to Campamento Anticapitalista), sin desatender la intervención en las asambleas barriales y culturales, además de impulsar la organización en los ámbitos de trabajo estatales y del movimiento obrero. Una orientación que se comprobó acertada el propio 23 y que puede tener nuevos capítulos por delante en la medida que el problema presupuestario no se ha resuelto (ver respecto de las tareas del movimiento estudiantil la nota presente en esta edición). Además del rol clave que puede jugar el movimiento estudiantil entablando vínculos con el movimiento obrero, alentando la participación independiente en la vida política y en la lucha contra el gobierno como ha ocurrido históricamente en el Cordobazo o el Mayo Francés.

Sumamos a esto que el despertar internacional del movimiento estudiantil que abraza la causa palestina y lleva adelante acampes y acciones solidarias como no se veía desde los 60 en EEUU, Francia, Alemania, Canadá, Sao Paulo, Costa Rica y también Argentina, de las cuales el ¡Ya Basta! es impulsor y protagonista, dan cuenta del rol enormemente progresivo que empieza a jugar este sector. Un movimiento estudiantil cuya acción internacional muestra el recomienzo de la experiencia de toda una nueva generación con la extrema derecha, las guerras y el genocidio sionista, y que alimentan al mundo con la esperanza de una alternativa a la barbarie capitalista.

A propósito del 1° de Mayo unitario y el paro pasivo de la CGT

El 1° de Mayo unitario ha sido una conquista de toda la izquierda, luego de 13 años de sectarismo del FITU que se negaba a confluir en un acto común. Reivindicamos esa reubicación de los compañeros y alentamos a avanzar por ese camino.

Dicho esto, el mismo quedó por detrás de las posibilidades objetivas que estaban planteadas: colocar una referencia alternativa de la izquierda, los sindicatos y centros de estudiantes independientes de cara a millones que nos siguen atentamente, en el marco del fraude que significa el peronismo/kirchnerismo al ubicarse como garantes de la gobernabilidad.

Por vías distintas, tanto los compañeros del PO como del PTS especularon hasta último momento, literalmente hasta el 29/4 a última hora, en hacer o no un acto independiente y alternativo al de la CGT. Nuestra definición fue clara y con varias semanas de anticipación: no dejar pasar la posibilidad de capitalizar el amplio auditorio que simpatiza con la izquierda por su lucha consecuente y en las calles contra Milei, y rechazar la participación en el acto político de la CGT que estaba transando una contra reforma laboral, cuestión que quedó evidenciada por la negativa de la burocracia a convocar a un paro ante el tratamiento en Diputados. Un acto independiente convocado con al menos una semana de anticipación podría haber contribuido a clarificar de cara a ese amplio auditorio el rol de la burocracia, del peronismo y a difundir la estrategia alternativa de la izquierda.

Si la resultante de la indefinición de ambos partidos es la misma, están ligadas a condicionamientos distintos. En el caso del PO la presión del SUTNA, cuya dirección está compuesta por compañeros independientes y sectores peronistas influenciados por la CGT y los Moyano, los metió en un brete político. Desde luego que no se trata de decir de manera facilista que no había que participar en el acto de la CGT y punto. Pero sí es importante señalar que hace varios años venimos insistiendo con la importancia de apoyarse en los sectores independientes que existen en las fábricas, y dar una batalla común por mantener la independencia del gremio y por influenciar con esa impronta independiente a la base. Se trata de la ubicación política estratégica que debe asumir cada partido, sin desconocer que los sindicatos son organismos de masas y no “sindicatos rojos”, pero a la vez preparando cada día el terreno para las batallas como las que se presentan bajo Milei y con las centrales. Pero incluso, si consideramos un error participar del acto de la CGT como hizo el PO que podría haber acompañado al SUTNA en esa experiencia sin desplegar sus propias banderas, el error más grave fue la falta de definición respecto del innegociable acto propio de la izquierda.

Volviendo a la sumisión de la intervención política respecto del calendario parlamentario, el PTS también postergó una definición respecto de hacer un 1° de Mayo independiente hasta el 29 de abril a última hora. Como si uno u otro resultado en el parlamento habilitara o negara una necesidad que iba más allá: colocar en el terreno de la representación extra parlamentaria a la izquierda como alternativa al resto de las fuerzas del régimen.

Así las cosas, lamentablemente, vamos a un paro de la CGT pasivo y sin acción independiente impulsada por la izquierda, más allá de una conferencia de prensa que tendrá al SUTNA, el SiTraRepA, la AGD UBA y otros sindicatos y sectores independientes como protagonistas. Desde el Nuevo MAS propusimos a distintas fuerzas del FITU impulsar acciones comunes de cortes de accesos o incluso avenidas, para darle un carácter activo al paro. Por el contrario, el PO privilegió una acción desde los movimientos sociales el día 7, y le restó importancia a ocupar el espacio vacío que deja la burocracia sindical con el llamado a un paro dominguero. Nuevamente dejan pasar una oportunidad para representar, mediante una acción concreta, la bronca que existe entre los trabajadores, y colocar a la izquierda como voz alternativa. Tampoco el PTS acompañó nuestra propuesta. Así las cosas, toda enunciación de “ser alternativa”, “apostar a la irrupción independiente de los trabajadores”, y “disputar poder” queda reducido a palabras, en la medida que no se construye de manera persistente, testaruda y sin dejar pasar oportunidades claras, una representación por izquierda en el terreno de la lucha de clases.

Dejamos estas líneas como aporte al debate colectivo, en el marco que valoramos la coordinación que hemos logrado a través del espacio en el cual participa el conjunto de la izquierda y sectores independientes. Como parte de este trabajo unitario en el espacio de coordinación impulsamos un Encuentro Nacional de trabajadores ocupados, desocupados, sindicatos, centros de estudiantes y asambleas a realizarse el 25 de mayo, como contrapunto al intento de “pacto de mayo” del gobierno. Un nuevo paso unitario en el camino a construir una integración mayor de las fuerzas del FITU y el Nuevo MAS, tarea que consideramos imprescindible para superar las estrecheces y demostrar a los crecientes sectores que simpatizan con la izquierda que nuestra apuesta a dar por tierra con el gobierno de Milei y poner los intereses de los trabajadores al mando del poder, es la guía privilegiada de nuestra acción.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí