¿Qué cantaban los revolucionarios rusos de 1917?

Día Internacional de la Música.

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Articulo de Notas Periodismo Popular

Desde la revolución de febrero de 1917 que derrocó la autocracia y dio paso al gobierno provisional, las canciones fueron un eje articulador del proceso político y social en Rusia. «Cantar era la señal para una manifestación», explicaron los historiadores Orlando Figes y Boris Kolonitskii en su libro Interpretar la Revolución Rusa. El lenguaje y los símbolos de 1917.

«El sonido de la multitud atraía a otros a las calles y por tanto ‘a la revolución’ (…) Las canciones unificaban a los manifestantes, otorgaban cohesión y una identidad colectiva», añadieron.

Incluso los informes oficiales de la policía daban cuenta de esta particularidad: «El interminable mar de cabezas ronronea de manera cada vez más amenazante y bulle con más fuerza e insistencia. En un sitio cantan la ‘Marsellesa’, en otro la ‘Varshavianka’ [Varsoviana], en un tercero ‘Los camaradas se mantienen valerosamente unidos’. Al llegar los cosacos se hace silencio y después comienzan a cantar de nuevo».

El mensaje revolucionario cantado

Si bien es cierto que en la Rusia revolucionaria se cantaba la famosa «Marsellesa», en realidad no se trataba de la versión original francesa que hoy es himno del país galo. En 1917 en las calles de Petrogrado se entonaba la versión escrita por Piotr Lavrov y publicada por primera vez el 1 de julio de 1875.

La misma no sólo cambiaba la letra -impriméndole un sentido socialista- sino que también implicaba leves variaciones en la música. Fue utilizada masivamente durante la Revolución de 1905 e hizo las veces de himno nacional durante el gobierno provisional que duró de febrero a octubre de 1917.

«Renuncia al viejo mundo / sacude sus cenizas de nuestros pies / somos hostiles a los ídolos de oro / odiamos el palacio real», comenzaba esta particular versión.

Pero la «Marsellesa» no era la única canción entonada por las y los revolucionarios. La «Varshavianka» era también muy popular. Se trata, en realidad, de una canción polaca que se remonta a la primera mitad del siglo XIX. El poeta socialista y dirigente sindical polaco Wacław Święcicki le puso letra en 1883 mientras estaba preso en Varsovia y rápidamente fue adoptada por los círculos obreros de la región.

En 1897 fue traducida al ruso y en 1902 se incluyó en la colección de «Canciones de la Revolución» que publicó Iskra, el periódico del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Al igual que su prima de origen francés, se hizo masiva durante las jornadas revolucionarias de 1905 y por supuesto también en 1917.

Sin embargo, su expansión a nivel mundial se dio durante la revolución más internacionalista del siglo XX: la española. Valeriano Orobón Fernández fue quien adaptó la letra al castellano en una partitura de 1933 que se publicó con el nombre de ¡Marcha triunfal! aunque es más conocida por su subtítulo ¡A las barricadas!

Hostiles torbellinos soplan sobre nosotros
fuerzas oscuras nos esclavizan con furor
En mortal combate entramos con el enemigo
y todavía un extraño destino aguarda

Pero vamos a plantar con orgullo y valor
la heróica bandera del trabajador
bandera de lucha de todos los pueblos
por la libertad y un mundo mejor

A sangrienta batalla
sacra y justa
marcha, marcha y sigue al frente
proletariado

El soviet elige La Internacional

Frente a la utilización de la «Marsellesa» como canción oficial por parte del gobierno provisional, el soviet de Petrogrado comenzó a utilizar en sus actividades una melodía difundida por todo el movimiento obrero europeo: La Internacional.

La letra original, también de orígen francés, fue elaborada por Eugène Pottier quien la escribió en 1871. Sin embargo fue recién en 1888 que Pierre Degeyter la musicalizó. Cuatro años después la Segunda Internacional la adoptó como himno propio y se extendió por todos los partidos socialistas que reunía dicha organización.

Esta canción que ha sido traducida a infinidad de idiomas sirvió como himno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde el ascenso de los bolcheviques al poder hasta 1943. En el año 1928, durante el VI Congreso de la Internacional Comunista celebrado en Moscú, el propio Degeyter dirigió el coro que entonó las estrofas que llamaban a hundir el imperio burgués.

No tan conocidas

La lista de canciones revolucionarias rusas es interminable así que más allá de las tres principales señaladas anteriormente se pueden mencionar algunas más que, indefectiblemente, suponen una selección arbitraria pero no por eso menos significativa.

«Smelo Tovarishchi, v Nogu» («Marchemos, bravos camaradas») es una obra del ruso Leonid Radin y según la mayoría de los relatos fue hecha a pedido del propio Lenin cuando este vivía en el exilio en Zurich. Se trata de una canción exlcusivamente rusa -y no adaptada como las otras- que no sólo fue utilizada por los bolcheviques sino que se extendió entre el movimiento espartaquista alemán que intentó -sin éxito- llevar a cabo la revolución en su país.

El famoso director Serguéi Eisenstein incluyó en su película Octubre de 1928 una parte de la canción.

Otra canción importante de aquella época es la que destacó la lucha heróica de los partisanos de Siberia contra los ejércitos blancos que intentaron liqudiar la revolución soviética durante la Guerra Civil (1918 – 1921). «Por montañas y praderas» -que tuvo una versión en español hecha por Quilapayún- pasó a formar parte del repertorio oficial del Ejército Rojo y fue luego adoptada por los guerrilleros yugoslavos comandados por Jozip Broz, el Mariscal «Tito» durante su lucha contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

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