Ucrania: Putin reconoce a las repúblicas del Donetsk y Lugansk

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  • Al reconocer a las dos repúblicas separatistas del este ucraniano, el gobierno ruso pone al rojo vivo las tensiones. La partición de Ucrania como peligro real.

Redacción

Las potencias militares y económicas de la OTAN y Rusia juegan a la posibilidad de guerra y la integridad del territorio ucraniano parece estar en riesgo cierto.

Las dos repúblicas separatistas del este de Ucrania existen (sin reconocimiento diplomático alguno) desde el conflicto en 2014. A ese entonces es que se remontan las crecientes tendencias centrífugas del país europeo oriental.

Las tensiones comenzaron con la llamada revuelta del «Maidan». Fue entonces cuando sectores de las clases medias del oeste del país, cultural y económicamente más vinculados a occidente, lograron forzar la caída de un gobierno.

El resultado de esos reclamos y la conformación de un nuevo gobierno fue la creciente influencia de las potencias occidentales sobre Ucrania, hasta entonces parte de la zona de influencia puramente rusa.

Son dos los grandes pasos que quieren dar los gobiernos ucranianos desde entonces: el ingreso as la Unión Europea y a la OTAN. Éste último haría del país zona de maniobras militares del imperialismo occidental en las narices mismas de Rusia.

Pero las zonas del este respondieron con movilizaciones populares de rechazo. El protagonismo fundamental lo tuvieron las zonas obreras, industrializadas en la época de la URSS y culturalmente más «rusas» que el oeste. Por esas movilizaciones es que el gobierno de Kiev perdió el control territorial en la zona.

La bandera de la «República del Donetsk» en zona fuera del control de Kiev.

Desde entonces se vive una suerte de lenta guerra civil no declarada, con miles de muertos desde el 2014 (se estiman unos 14 mil).

La creación de las repúblicas de Donetsk y Lugansk se debió a una primera motivación no menor: era ampliamente mayoritaria la opinión (completamente fundada) de que el ingreso a la UE implicaría la ruina de la industria local. Además, ésta depende en gran medida de sus relaciones con Rusia.

Pero en estos largos años, Rusia nunca reconoció a estas pequeñas «repúblicas» controladas por sectores pro rusos pero con cierto apoyo popular. Su aspiración era recuperar el control sobre todo el país (o al menos frenar la de la OTAN) sin apoyar algo que no había sido iniciativa suya.

Pero el crecimiento de las tensiones dieron un vuelco y las cosas se ponen al rojo vivo: reconocer esas repúblicas de parte de Rusia es manifestar su voluntad de desmembrar Ucrania.

La política de Kiev venía siendo la de forzar a toda costa la subordinación a la OTAN y la UE aplastando a quien se oponga.

Los acuerdos de Minsk en 2014 sirvieron para aliviar las tensiones por algunos años. En ellos se estipulaba no el reconocimiento de las «repúblicas» en cuestión sino la concesión de Kiev de cierta autonomía. Ésta permitiría que no se rompan los lazos económicos y de influencia con Rusia sin partir el país.

La tensión crece. Las potencias occidentales rechazan todo lo que no sea la voluntad de Kiev y vienen reforzando el armamento de la OTAN no solo en Ucrania sino también en los países bálticos.

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