Soplan nuevos vientos

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  • El clima reaccionario que dominó la escena y ponía a la ofensiva a Bolsonaro, Duque, Piñera, e incluso al golpismo con Añez en Bolivia se diluye hasta quedar en inferioridad de condiciones. En síntesis: hoy soplan aires por izquierda en el continente.

Juan Cañumil

El resultado de la elección a constituyentes en Chile ha sido un mazazo al sistema político trasandino, y fundamentalmente a los partidos que son la columna vertebral del régimen neoliberal post pinochetista; pero su significación ha logrado trascender las fronteras, sumándose a la rebelión popular que persiste en Colombia. La región se encuentra en otra ubicación y aquellos gobiernos que hace un año se ponían a tono con Trump, hoy se encuentran en minoría. El clima reaccionario que dominó la escena y ponía a la ofensiva a Bolsonaro, Duque, Piñera, e incluso al golpismo con Añez en Bolivia se diluye hasta quedar en inferioridad de condiciones. En síntesis: hoy soplan aires por izquierda en el continente.

Pero el nuevo clima político a izquierda no nace de un repollo. Se viene forjando en las rebeliones populares que volvieron a aparecer en escena en el 2019, luego interrumpidas (pero no liquidadas) por la pandemia, y que resurgieron en el 2020 con el campanazo histórico del Black Live Matter en el seno del capitalismo mundial. A esas jornadas responden los paquetes de ayuda mil millonarios (hablamos de 2 billones en asistencia social) que impulsa Biden en Estado Unidos, un gobierno imperialista clásico, pero que se ve condicionado a tributar a la rebelión. lo decimos simplemente para reflejar que en el mundo, y particularmente en Latinoamérica, se han acumulado de manera persistente rebeliones populares que, aunque no logran trasvasar los limites de rebeliones a revoluciones (dinámica compleja en la cual cumplen un rol estratégico la clase trabajadora, sus organismos y los partidos revolucionarios) si empiezan a tallar en el clima como una campana alternativa a los elementos reaccionarios, y que a veces se imponen por sobre estos como parece estar ocurriendo en la región.

El régimen político chileno se vuelve a sacudir

Durante los primeros meses del 2021, la coyuntura había pasado a estar dominada por el ingreso a una nueva ola pandémica que, combinada con las medidas altamente represivas del gobierno de Piñera, generaron un clima social deprimido y la situación política dominada por el gobierno reaccionario. El gobierno se ilusionó con lograr el 1/3 de los votos en la elección a constituyentes, número necesario para conseguir el poder de veto sobre cualquier propuesta que cuestionara un ápice del régimen actual. Con la sensación de tener la sartén por el mango, postergó las elecciones previstas para el 10 y 11 de abril en busca de desalentar la participación, cuestión en la que logró efecto: el sábado y domingo pasados la participación apenas superó el 40% (a diferencia de la primera elección donde se elegía la modalidad de elaboración de una nueva constitución y que tuvo una participación récord en la historia del país de prácticamente un 80%). Un dato importante que también se explica por la disminución del transporte y el miedo al contagio, además del desgaste impulsado por el gobierno y con elementos de hartazgo más profundos.

Pero lo destacado es que el resultado de la elección de constituyentes que compondrán la Convención, ha sido la expresión (aún con sus elementos de distorsión) de la rebelión popular del 2019: los grandes derrotados fueron la derecha que no logró el 1/3 de votos que le daba poder de veto sobre propuestas ajenas, y los partidos de la ex-Concertación. Partidos que vienen gobernando alternadamente luego de la dictadura y que de conjunto no alcanzaron el 39% de los votos.[1] Este hecho en sí mismo configura un giro político institucional a izquierda como subproducto de la rebelión popular sacudió al país hasta inicios del 2020, lo cual deja en la incertidumbre a los partidos más estructurales del régimen neoliberal y reaccionario ante posibles cambios que podrían escapárseles de las manos, sobre todo si se combinaran con nuevos eventos de la lucha de clases.

Recordemos por otro lado que la propuesta de la Convención Constitucional que se desarrollará en los próximos 9 a 12 meses, tiene trampas que limitan de por sí las reformas que se pueden llevar adelante, por ejemplo, excluyendo la posibilidad de que se discutan los tratados de libre comercio que subsumen al país al imperialismo.

Junto con este dato, las expresiones a izquierda han sido monopolizadas por sectores independientes. Algunos de ellos coaligados bajo el nombre de “Lista del Pueblo”[2], otros en “Nueva Constitución/independientes no neutrales”[3],otras coaliciones[4], y el resto de ellos inscritos en cupos concedidos por diversos partidos[5]. De conjunto, es un sector heterogéneo que es difícil de caracterizar pero que eventualmente podrían expresar críticas reformistas en un régimen político reacio a las mismas.

Sumado a estos, la alianza “Apruebo Dignidad”, una coalición de 6 partidos de la izquierda del régimen como el PC (partido que de comunista no tiene nada, recordemos que fue parte del segundo gobierno de Bachelet en 2014y que ha jugado un rol de contención durante la rebelión sin sacar nunca los pies de la institucionalidad, además que es parte de la dirección de la CUT) lograron 27 escaños de conjunto (un 18,7%). Uno de los datos destacado fue la conquista de la intendencia de Santiago de Chile por el PC.

Junto con la “perdida de control” que puede imponerse a los partidos más orgánicos del régimen en el marco de la Convención Constituyente-insistimos tanto más cuanto que vuelva a expresarse la lucha de clases en las calles nuevamente-, el otro elemento de crisis es la posición debilitada del gobierno de Piñera que igualmente se encuentra en retirada y a la espera de las elecciones de noviembre (y con elecciones a gobernadores y primarias presidenciales en junio). Un panorama político abierto hacia la izquierda (aún con la presencia de partidos de “izquierda” de contención y con sectores independientes no necesariamente de independencia de clase)como nunca en muchos años en el país, y que ha obligado a Piñera en lo inmediato a reducir el horario del toque de queda.

Todo lo cual no implica facilismos, por eso insistimos por enésima vez contra todo impresionismo “electoral”: aún con la importancia que este resultado tenga, ni la burguesía ni ningún partido del poder garante de un modelo de acumulación tan brutal como el chileno da el brazo a torcer sino se le impone una fuerza mayor en la calle (lo cual debe complementarse además con la disputa política y estratégica por el poder). Aún con todo esto, el hecho de que Chile vaya a una discusión constituyente con este panorama es un índice de la profundidad de la rebelión popular, cuestión que no pasó por ejemplo en Argentina luego del 2001.

Inflación y pandemia: dos elementos que aprietan al gobierno

La escena política nacional está dominada en estos momentos por estos dos elementos que con su dinámica ponen en aprietos al gobierno nacional, y también a los gobiernos provinciales, incluidos los opositores. Con un nuevo récord de contagios que ha quedado cercano a los 40 mil casos y con 745 muertes el día martes, la pandemia ha vuelto nuevamente al centro de la escena, pero no como mera disputa electoral (aunque toda tienda a estar teñido por esta pátina en un año en que se eligen congresales) sino como un problema sanitario que potencialmente podría estallarle en las manos tanto a Alberto Fernández como a algunos gobernadores, incluido Larreta.

El dato más importante es que los picos de contagios se han desplazado a los centros urbanos de las provincias (con 60% del total de casos), donde los sistemas sanitarios son mucho más endebles que en el AMBA (con el 40%). Provincias como Córdoba, Santa Fe (con saturación del sistema sanitario) o Formosa, todos con números mayores a 3 mil contagios diarios (llegando incluso a registrar 5 mil), se suman a un panorama nacional en el cual no hay zona que se encuentre con fuera de peligro, y varias provincias se encuentran en “alto riesgo” o incluso con “alarma epidemiológica”.

A la víspera del anuncio de nuevas medidas a nivel nacional, eventualmente se podrían concentrar en la suspensión de clases y restricciones en la circulación particularmente los fines de semana con aumento de controles por parte de fuerzas represivas en las calles. Bajo la lógica de que en los lugares de trabajo no hay contagios(pero si en las reuniones sociales), intentan garantizar la continuidad de las ganancias empresarias, pero restringir los momentos de recreación los fines de semana.

Todas estas medidas son parciales, y como tales, atrasan en relación a las posibilidades existentes para mitigar la segunda ola y el rebrote actual. Una solución real y acorde a las circunstancias es la inoculación masiva a partir de las vacunas que se producen en el país. Ya no estamos en el 2020 cuando no existían vacunas para contrarrestar el virus; hoy las vacunas están, pero se las apropian un puñado de países imperialistas mientras las farmacéuticas amasan fortunas.  Es urgente declarar de bien público los principios activos que se producen en el país y ponerlos al servicio del conjunto de la población de riesgo, de los trabajadores y trabajadoras esenciales, y de todos los que no estén vacunados, liberar las patentes para su producción masiva, y estatizar el laboratorio mAbxcience.

El otro factor de tensión es el descontrol inflacionario que ya acumula -según cifras oficiales- 17,6% en sólo 4 meses. Una dinámica incontrolada por el gobierno que sólo aspiró seriamente a limitar el aumento de salarios con cifras por debajo del 30%. Esta se replica en todos los alimentos, con el caso destacado de la carne que hace un año atrás costaba un 65% menos, y que en los primeros 4 meses del 2021 acumula un aumento del 20% (superando el promedio de la inflación).

El gobierno de Fernández dice que va a tomar medidas de prohibición de las exportaciones, para evitar que los precios de compra internacionales sean replicados por los productores rurales en Argentina, obligándolos a vender a menores precios. En el caso de la carne, como de todos los rubros, vuelve a quedar claro que el problema de fondo es la dolarización de los precios, precios que se ubican según el mercado internacional contra salarios miserables en pesos. Hoy el principal mercado de exportación es China (1.850 millones de dólares), seguido muy de lejos por la Unión Europea, Medio Oriente y por último Chile.

Más allá de esto lo del gobierno, habida cuenta de las mil y una amenazas incumplidas de afectar en lo más mínimo a la burguesía, parece ser más de lo mismo, es decir amagar para después ceder. Ante la amenaza, las entidades rurales pusieron en práctica un lock out cuyo contenido, como no podía ser de otra manera, es bien reaccionario: no vender cabezas de ganado en el mercado interno de modo tal de desabastecer de carne al país.

Claro que no se avizora una escalada de este conflicto similar a la ocurrida en el 2008 cuando la 125 de Cristina Kirchner, una medida que le valió el odio de las patronales rurales que, según palabras de la propia ex presidenta, nunca se habían enriquecido tanto en la historia como bajo su gobierno. Alberto Fernández aparece a años luz de osar de algún tipo de medida que pueda llevar a un enfrentamiento con algún sector patronal. Pero más allá de los amagues y anuncios para la tribuna, la realidad es que el descontrol de precios y la carestía de los alimentos son un factor que presiona al gobierno en la medida que el mal humor social se viene manifestando por la vía de una miríada de conflictos salariales.

Desde luego que se debería imponer la liquidación de carne de primera calidad en el país a precios populares, a la vez que la expropiación inmediata de los magnates del campo, los mismos gorilas que durante el 2008 tiraban la leche en las rutas y que usan nuevamente métodos de chantaje mediante la amenaza de desabastecer un alimento de primera necesidad.

Hay espacio para la izquierda

Como venimos verificando en la intervención cotidiana en diversos conflictos,hay espacio para la izquierda. Un espacio que no es sólo subproducto de las luchas que surgen por abajo, sino que también aparece por el corrimiento al centro político del gobierno sin grandes medidas de contención social más allá de efectos discursivos y relatos. A esto se suma el aire regional por izquierda que se vive en estas horas y que de estabilizarse como signo podría ampliar aún más el espacio para la izquierda en nuestro país. No ya meramente en el terreno organizativo de las luchas por abajo, sino incluso también en la disputa por la representación política, como -más allá de las diferencias- acaba de ocurrir en Chile.

Pero no sólo a nivel general se verifica más espacio para la izquierda, sino también en el terreno propio de la izquierda. La orientación piquetera del PO oficial que ha abandonado la disputa en la vanguardia política, y la ubicación rutinaria del FITU ante los eventos más diversos (desde conflictos locales y nacionales hasta las acciones de tipo internacionales) a los que va siempre e indistintamente como bloque electoral, una ubicación ombliguista que aburre, nos permite vivenciar un gran espacio en el propio seno de la vanguardia y la izquierda.

Recientemente, el acto por Palestina y en denuncia al ataque genocida del Estado de ocupación de Israel impulsado por nuestro partido en frente único con diversas organizaciones de la izquierda, sectores de la comunidad árabe y personalidades de derechos humanos e intelectuales, dan cuenta de que hay espacio para las organizaciones que ponemos por delante las acciones unitarias frente a los hechos determinantes de la lucha de clases. Hay un cansancio en la vanguardia con las actitudes instrumentalistas típicas de los partidos del FITU, y de algunos partidos en particular, mini aparatos sectarios que pretenden reducir la vida política a su propia existencia sin dar cuenta que el mundo es ancho.

El espacio se abre a aquellas corrientes que vamos a cada conflicto, o evento de la lucha de clases a aportar, a desarrollar y organizar las experiencias de lucha e independientes, que surgen mayormente de sectores tercerizados como los trabajadores de EMA que vienen de realizar un corte en la 9 de julio con el apoyo de la 18 de Diciembre, o los ferroviarios de las distintas líneas de AMBA.

El impacto que ha tenido a nivel nacional el frente provincial junto a los compañeros del Partido Obrero Tendencia en la provincia de Salta es muestra también del enorme espacio que existe para la izquierda y que nos queda cada día más cómodo. La visita de Manuela Castañeira junto a Marcelo Ramal, figuras nacionales y dirigentes de la izquierda, ha trascendido a diversos medios gráficos y audiovisuales del país. Sin dudas, una muestra clara de que a quienes construimos rechazando la lógica asfixiante e instrumentalista de aparatos que venía primando en la izquierda, se nos puede abrir la cancha para ser alternativa a nivel nacional.


 

[1]La derecha coaligada en “Vamos Chile” integrados por Renovación Nacional de Sebastián Piñera con 17 escaños y otras fuerzas derechistas logró de conjunto 37 escaños sobre un total de 155, es decir un 24%. Por su parte las fuerzas de la ex concertación coaligados en la lista “Apruebo” lograron 25 escaños (14.5%) de los cuales el PS es el que ha salido más airoso con 15 escaños.

[2] 24 escaños, cerca del 16%.

[3] 11 escaños, 9%

[4] 30 escaños, 19.5%

[5] Según el Observatorio Nueva constitución los Independientes en cupos de partido suman 40, mientras que los independientes organizados en listas de independientes suman 47.

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