La bancarrota de Argentina y las elecciones que vienen

Todos los escenarios están abiertos.

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Marcha de Antorchas de los Movimientos de desocupados, 19 de abril del 2023.

El siguiente artículo es una versión editada del informe de Roberto Sáenz al Comité Nacional del Nuevo MAS el 16 de abril. Desgrabación y edición: Patricia López.

“(…) un ingrediente adicional es la percepción de que las dos coaliciones principales lucen gastadas, porque ya han fracasado en el pasado y no han logrado hasta ahora reelaborar una propuesta atractiva para el futuro. Un dato estadístico lo grafica: el oficialismo retrocedió visiblemente en las encuestas en el último mes y medio, impactado por la inflación y la inseguridad; sin embargo, JxC no creció en sus indicadores. Esas adhesiones extraviadas fueron a Milei, a la izquierda o a la abstención. En definitiva, más dispersión” (“Una transición incierta, entre el agravamiento económico y el desorden electoral”, Jorge Liotti, La Nación, 16/04/23)   

La Argentina está a la vuelta de una nueva crisis histórica semejante a las de 1989/91 y la del 2001/2. Ese es el contexto de la coyuntura abierta que abarca este año y el que viene. Una coyuntura dominada por una crisis económica y social dramática que se expresa en la superestructura política del país como una crisis de tomar medidas radicales contra las masas y el temor que esto genera y, por abajo, en una mezcla de repudio, odio, desazón, etc. Aunque por el momento sin grandes luchas y estallidos, aunque el asesinato del chofer de la 620 y la golpiza a Berni, festejada por todo el país obrero y popular, fue una advertencia de que las relaciones de fuerzas, degradadas eventualmente y todo, aún están ahí.

Este es el contexto “histérico” y/o “esquizofrénico” en las alturas con el cual se va a las elecciones. Elecciones que ya están funcionando como un canal, con la gente preguntándose a “quién se puede votar” y en el cual el partido tiene que hacer los máximos esfuerzos para tallar en el debate nacional con una propuesta anticapitalista y el planteo de unas PASO de la izquierda que la unifique frente al gobierno del ajuste sin fin, FdT, las variantes de centro derecha y reaccionarias Juntos y el demagogo arribista de extrema derecha de Milei.

Salir ya a una gran campaña electoral, en primer lugar estructural y constructiva, pero también tomar las calles del GBA y las grandes ciudades capitales, a las redes y los medios con nuestros candidatos, candidatas y candidates, y en todos los ámbitos de disputa política de la vanguardia de masas y más allá.

Se viene una pelea dura por imponer un perfil y un programa anticapitalistas y por obligar al FITU a una unidad que no quiere con la excusa proscriptiva de las PASO. Neuquén y Río Negro acaban de demostrar que entre nuestro partido y el FITU hay proporciones, algo que debemos tratar de hacer valer para instalar la doble batalla por la unidad y por una salida anticapitalista para la bancarrota de la Argentina, además de impulsar cada lucha de los de abajo; construir en primer lugar allí la campaña donde las haya.

Dos años que marcarán un giro histórico en la Argentina

Estamos en una dramática “crisis de coyuntura” de dos años: 2023 definiciones electorales; 2024 definiciones estructurales. Aunque el “elástico” puede estirarse hasta que se rompa, y no sabemos hasta qué punto la crisis se va a extender, hubo declaraciones de la segunda del Departamento de Estado yanqui –Wendy Sherman- interesantes acerca de lo que está en juego. Dijo: “la Argentina tiene futuro, pero en el corto plazo tiene que haber medidas dolorosas”.[1]Y también fue significativo lo que afirmóAníbal Fernández si gana la oposición: “va a haber balas y sangre” (ya Macri había dicho que si volvía a ser presidente “no le iba a temblar el pulso si había muertos” por las medidas de ajuste, aunque después se bajó). Son manifestaciones superestructurales de que el elástico de la crisispodría estar a punto de cortarse.La Argentina es un país que vive en crisis, pero evidentemente desde la gestión Macri ha habido un nuevo capítulo particularmente agudo de la misma que se está agravando a ojos vista: una crisis sin fin, y eso no se sabe cuánto tiempo más aguanta.

Esta definición va junto con otra: el desmadre social y económico es tan profundo que se habla de que si el gobierno se “derrumba” en agosto producto de una bancarrota electoral (el escenario de quedar tercero detrás de Juntos y Milei), puede haber una hiperinflación. Y hay días en que la sensación es parecida a la de la crisis del 89/91 o la del 2001/2002, anticipando algún tipo de desborde social. La situación es agónica, no hay ni una divisa, estamos prácticamente en una nueva crisis histórica de esas que marcan giros, para un lado u otro, en la historia del país (dentro de un mundo convulsionado y polarizado como nunca, claro está).[2]

Hay días en que las cosas adquieren dramatismo, aceleramiento, y hay una gran pregunta. Sherman dice “medidas dolorosas” y Aníbal “sangre y balas”: ¿cuánto más aguanta la crisis argentina el centro político? (el centro de Cristina, Massa, Larreta para ponerle nombres). Con lo del colectivero se reflejó el temor del peronismo a un estallido en el Gran Buenos Aires, y fue en La Matanza además, donde Espinoza se escondió debajo de la cama durante días.

Para dar un ejemplo más concreto: un docente del partido de Avellaneda contaba que hay un chico autista en su curso que se puso a llorar, pero se pusieron a llorar en cadena cuatro o cinco chicos más; la angustia de un chico desencadenó la de los demás. Chicos de 12 años, y no en una escuela del fondo de José C Paz, sino en Avellaneda. Otra compañera contaba que hay agobio en los docentes, no aguantan la presión social de contener y contener cosas incontenibles. Es una decadencia descomunal, no estalla nada y hay contención, pero puede estallar en cualquier momento.

El problema es que los que ganen las elecciones tienen que tomar medidas al otro día del triunfo electoral, y es casi seguro que van a ser medidas muy duras, que se viene un ataque muy fuerte al movimiento de masas, casi inevitablemente. Y el problema es entre esa “cirugía mayor” y la gobernabilidad. Hay figuras que no garantizan la gobernabilidad pero sí tienen vocación de cirugía mayor, y los garantes de la gobernabilidad tienen menos vocación de cirugía mayor.

Hay un desacople dramático entre uno y otro término y es muy difícil anticipar cómo será la conjugación de ambos términos, cuánto legitimará la elección uno u otro curso. (Está clarísimo que figuras como la Bullrich y Milei trabajan para legitimar los ataques más duros, pero también es cierto que muchas veces la población vota cosas de las cuales no tiene conciencia cabalmente y luego reacciona cuando aparece algo que no se esperaba.)[3]

Dos factores que marcan la coyuntura

Uno es la crisis social: el asesinato de los choferes, 7,7 de inflación en marzo y 104 en el año, una dinámica casi hiperinflacionaria; una situación de “sálvese quien pueda”, chorros que matan a un chofer por lo que puedan encontrar en un colectivo de La Matanza. Argentina no es el GBA, pero el GBA es una hecatombe social general, es una bomba, que puede ir para cualquier lado: al estallido social o al 30% de votos a Milei; o puede ir para los dos lados, hay que evitar creer que todo va mecánicamente hacia la derecha porque pueden ser las dos cosas (o más bien tres: ¡también se adelanta un importante voto a la izquierda en el GBA!): hoy voto a Milei y mañana exploto y voy a saquear.[4]

El otro factor es el encaminamiento electoral, que ya empezó aunque no haya empezado la campaña electoral. La gente ya empezó a preguntarse a quién va a votar, porque no hay nadie que no se dé cuenta de que la crisis es profunda y se preguntan cuál es la salida. La pregunta por la salida va encadenada a la otra pregunta, a la idea del “no futuro”: ¿a quién votar para que haya una salida? Esa discusión ya está instalada y desde ese punto de vista la campaña electoral ya empezó, y no por razones superestructurales o porque desde arriba se haya largado la campaña electoral, sino por la pregunta del agobio, de cuál es la salida.

Mucha gente, incluso trabajadores, está diciendo: “le meto el voto al peluca Milei y que se pudra todo”. Pero ese “que se pudra todo” no implica una esperanza, es un cachetazo, un hartazgo; Milei no expresa una esperanza, la extrema derecha nunca lo expresa, no es ese el sentimiento, sino más bien de miedo a terminar de perder todo lo que se tiene, un temor que se puede expresar de manera muy agresiva.

Lo que falta en la coyuntura son luchas (salvo en Córdoba y algunas provincias del interior), porque la contención del peronismo sigue funcionando a pesar de su debacle (una contención traidora que le hace el juego a la derecha como ha sido históricamente). No es que los sindicalistas estén“paralizados”, son los bichos más vivos del mundo: “los presidentes pasan, nosotros no” suelen afirmar a sabiendas de su rol y estabilidad; no están pasmados sino haciendo lo que tienen que hacer, que es contener.[5] El sector formal tiene paritarias, entonces putea durante todo el mes, llega el aumento y se distiende, vuelve a putear esperando el próximo aumento, y así les van haciendo la bicicleta con la paritaria (con la idea que sólo importa el día de hoy, no hay mañana).

El ajuste lo están haciendo vía la inflación, no vía paritarias; como dice un economista de LaNación: “los empresarios tienen que cubrirse”, esa es la justificación de la remarcación de precios. El gobierno deja que se remarque, no hace nada contra eso, y después la burocracia da paritarias para “compensar” (compensar malamente porque los salarios reales no paran de caer año a año).

Lógicamente a los precarizados, que son multitud, que los “ampare Dios”. Todo el trabajo en negro, precarizado, por agencia, por aplicación y ni hablar de los desocupados y los jubilados, están a la “buena de Dios”, por así decirlo. Su miserable índice es el del salario mínimo que hoy está en $80.000, pero ni los planes ni las jubilaciones mínimas llegan a eso, sino a un porcentaje de esa cifra. Mientras tanto, la canasta básica está en $200.000 para una familia tipo de 4 personas.

La burocracia no lucha porque está pegada como la sombra al cuerpo a la burguesía, y lo que viene es feo o muy feo: ¿con qué programa van a salir a pelear? La falta de programa alternativo no es solo para el gobierno y los K, también para la burocracia.

En este marco, el canal de la crisis social es de momento electoral, no las luchas. Las dos coaliciones oficiales crujen, porque tienen miedo: ¿quién le pone el cascabel al gato? Hay muy poco margen de maniobra económico, prácticamente cero, y tienen que tomar medidas durísimas. En la dialéctica de medidas duras/gobernabilidad, Bullrich dice “me pongo las botas y elimino todos los planes sociales”: eso implica a millones de personas, movilizaciones, gases, represión, muertos; aun con la sociedad a la derecha contra los piqueteros, son millones de personas: ¿cómo eliminás los planes sociales? Ni Bolsonaro los eliminó (aunque en Brasil la asignación es individual, no vía movimientos sociales que, más allá de todas sus limitaciones, son una conquista).[6]

Hay un problema en la Argentina: la muerte social vale poco, pero la muerte política vale muchísimo, esa es la contradicción que hay. Hay pérdida de conquistas pero hay conquistas inmensas como ésta, que siguen sin estar del todo probadas: la muerte política en la Argentina es cara, el hecho de que una persona muera durante una represión no pasa así nomás.

Larreta dice: “la Bullrich es vieja, se tira esta última cana al aire y se retira; yo tengo futuro, quiero un 70% de apoyo para tomar medidas”. Está bien, pero, ¿cómo arma esa coalición? Larreta tiene más la preocupación de la gobernabilidad, Bullrich y Macri le dicen “vos sos como Macri en 2015 y ya fracasó”, y encima sin un mango porque Macri dejó una deuda de 45 mil millones de dólares “patrón oro” con el FMI; no se puede hacer ninguna quita.

En el peronismo no se ve por ningún lado una discusión de programa, todo es pragmático. Catalano se fue de la reunión que tuvieron él y Yasky con Cristina, sorprendido por “la profesión de fe capitalista de la jefa”.La Nación dice que Massa prácticamente les aseguró a los sindicalistas que va a ser candidato, quizás con Wado de Pedro, y Cristina al Parlasur, que no tiene fueros; se verá.

En el interior no va a pasar nada, porque no hay tanta crisis como en el GBA; siempre es un reservorio de derecha porque es más estable. Decimos esto de manera exagerada: es la dramática crisis social en Rosario, y otros lugares. Pero está claro que lo más explosivo es el GBA, que es el centro absoluto del país.

Votos a Milei y a la izquierda

¿Cuánta es la expresión electoral del dramatismo de la crisis? El voto a Milei. Las proporciones de “voto desquiciado” expresan el nivel de desquicio de la sociedad. Milei no tiene organización ni estructura, es un lumpen; Bolsonaro tenía las Fuerzas Armadas, Milei no tiene tampoco el apoyo de la burguesía que tenía Bolsonaro; lo azuza para llevar la agenda a la derecha, pero hasta el momento no hay ningún sector burgués importante detrás de Milei. Es un advenedizo (oportunista, demagogo; rasgos clásicos de las figuras de extrema derecha) que propone medidas irreales, que no va a ser presidente, pero que puede ayudar un montón a girar la agenda del país a la derecha extrema; por eso tiene de lejos más tiempo de televisión que cualquier otro político en los últimos cinco años.

Pero hay algo que no podemos perder de vista (sería un crimen político hacerlo; impresionarse con Milei): va a haber un montón de votos para la izquierda. Por lo menos tantos como viene sacando, pero puede ser que saque más votos. ¿Por qué? Porque el gobierno es indefendible, todo el mundo lo putea. Si Cristina es la candidata a presidenta va a haber más mediación, pero no se sabe ni si va a estar en la boleta. El peronismo se suicida si no pone un candidato de peso, y Massa lo es aunque no le esté yendo bien. Además, la burocracia va a hacerle campaña porque Juntos no defiende la industria. A los empresarios industriales les gustan las medidas flexibilizadoras, la reforma laboral, etc, pero no les gusta que Juntos hable del campo y las industrias extractivas, y se olvide de las automotrices y del Mercosur. Y también les gusta la moneda estable, pero no la dolarización que reventaría su competitividad, sus costos bajos en divisas fuertes.

Otra cosa es que Massa está viajando todos los días a EEUU para demostrar que tiene aceitadísimo el canal con EEUU, y es antichino; el peronismo de hoy es proyanqui. Y de esa manera se mantiene en el candelero y no se puede descartar que sea el primero en la fórmula del FdT; más bien esa hipótesis volvió en las últimas semanas a pesar de los índices de inflación.

Con la candidatura de Massa ya empezó entre los Ka haber expresiones tipo: “estoy harto, voy a votar a la izquierda”; también escuchamos gente del peronismo rancio decir que van a votar a Larreta para que no gane Bullrich.

Es decir, la izquierda tiene una doble apoyatura electoral: el voto progre que está harto del gobierno, y también el voto trabajador y popular que en vez de mirar a Milei simpatiza con las propuestas pro-obreras de la misma. Y también franjas de la juventud y ni hablar del movimiento de mujeres. De todos estos segmentos vendrá el voto a la izquierda. El que ya tenemos entre el FITU y el NMAS, como acaba de expresarse en Neuquén y Río Negro en proporciones definidas, y el nuevo voto que seguramente va a venir si Cristina no es parte de la fórmula presidencial.[7]

La crisis es tan profunda que estamos en el final de la Argentina bipartidista; salvo EEUU e Inglaterra, en países más parecidos a la Argentina como Francia, se acabó el bipartidismo; los dos partidos tradicionales sacaron el 6% en la última elección. En Francia en realidad hay tres colores, porque hay centroizquierda (Melenchon); en Argentina no hay centroizquierda, hay un “progresismo” burgués degradado que son los K.

Eso quiere decir que podemos ir a unas PASO sin polarización: las encuestas dicen, groso modo, 30% para Juntos, 30 para el peronismo, 20 para Milei y 20 a repartir con una parte –importante- para la izquierda. La crisis del bipartidismo es el reflejo distorsionado de la inestabilidad social.

Eso significa que entramos en otra Argentina social y política; cómo va a ser, no sabemos.Pero sí sabemos dos cosas: una, que Milei va a hacer una muy buena elección (eso ya es ineludible), y no asustarse; otra, que la izquierda puede hacer una muy buena elección (lógicamente, como cuarta fuerza y no tercera como alardeó en su momento el FITU).

La dinámica de todo esto es difícil saberla por anticipado; pero creo que a fin de año va a haber definiciones, y que el próximo año va a ser distinto de este, vamos a tener que hacer la lista de compañeros en las marchas porque va a haber represión, va a haber presos. Pero nadie piense que puede haber solo giro a la derecha, es superficial y está mal; es muy factible que haya después de agosto una enorme crisis política, que haya hiperinflación, que esto asuste y haya disciplinamiento social, hasta que le caiga la ficha a las masas y haya un choque social. Si hayun choque social y de él sale una derrota del movimiento de masas, diremos hay una derrota (lo mismo si dicha derrota ocurre sin tal choque social, lo que sería peor). Mientras tanto, no vamos a decir eso, no vamos a anticipar ninguna derrota ni impresionarnos por los votos que saque Milei (independientemente que en el escenario inmediato tengan su impacto en la cabeza de la gente, lógicamente). El año pasado en Francia todo fue el “ascenso irresistible” de Marine Le Pen y Zemmour, un fascista abierto que sacó el 8%. El posmandelismo del viejo NPA salió a llorar con “el giro a la derecha” (muchos de ellos todavía siguen llorando, como también sus réplicas en otros países que sólo ven derrotas), ¡y ahora hay en Francia un proceso histórico de lucha por la izquierda! Las tendencias del mundo polarizado hay que verlas enteras, no sólo una de sus caras: el mundo es acción y reacción más que nunca aunque el tono lo marque de momento el giro reaccionario.[8]

En Francia no hay la crisis social de acá, la gente vive un nivel de vida alto, defiende conquistas reales (obviamente que por la “gente” no nos referimos a los argelinos ni inmigrantes negros del África subsahariana). El peligro acá es que la crisis social lleve a la desmoralización; la convivencia cotidiana con la miseria desmoraliza. En el GBA podría haber un montón de desmoralización, o bronca, o las dos cosas.

Pero la historia no está escrita y aun si las relaciones de fuerzas podrían estar degradadas hasta cierto punto, falta probarlas.

Unidad de la izquierda y programa anticapitalista

¿Ahora qué hay? Campaña electoral, que tiene dos planos. Por arriba hay un espacio enorme para discutir política, jamás tuvimos tantos medios como en Neuquén y Río Negro en esta campaña provincial, ídem está ocurriendo en Salta.[9] En Córdoba salimos con la campaña de la unidad de la izquierda y tuvimos un montón de medios.

Todo el mundo te pone el micrófono porque hay un problema que abarca incluso al periodismo: hay mucha crisis,y nadie sabe cómo salir de la crisis. Y el partido todavía no giró a la campaña electoral,¡hay que girar ya! Hay que cuidar todo lo constructivo de lunes a viernes, pero el fin de semana hay que salir a la calle (dicho en sentido figurado; se puede combinar todos los días). Además, ninguna actividad se hace sin redes, los candidatos y candidatas tienen que salir, ir a los medios, a “comerse la cancha”, a comerse el mundo como tribunos populares. Lógicamente que donde hay reclamos, conflictos, etc, es todo mucho más fácil (no se nos tiene que escapar nada de eso que esté en nuestro radio de acción).

La parte difícil es la otra, la traducción de la campaña y el perfil en votos; la resolución de eso, por ahora, es “PASO de la izquierda”, la campaña por la unidad de la izquierda y ver qué sale de eso; ojalá logremos la unidad. Esto más allá que sabemos que es una pelea difícilísima porque el FITU está demasiado atado al mecanismo porotero y al rutinarismo (esto último es algo que se ve todos los días por abajo).[10]

Respecto del perfil programático, lo primero, el disparador de nuestra ubicación, es el anticapitalismo. Hay que construir más en concreto qué significa, cuál es el programa (bajarlo a tierra en cada caso saliendo a interactuar con la campaña). Por ejemplo, respecto de la inflación hay que plantear el congelamiento de precios bajo pena de cárcel,bajo aprecibimiento penal. Meter presos a los burgueses que remarquen los precios, porque remarcan para anticiparse, como reconocen los propios economistas burgueses, y remarcan sin límites, sin control en una lógica de hacerse millonarios y multimillonarios a costa de las y los trabajadores. El “control de precios”, los “precios cuidados” es una mentira más del gobierno, es otra de sus tantas muecas vacías que incluso desprestigiaron los elementos de programa nacionalista burgués. Milei quiere meter presos a los políticos, nosotros a los empresarios que remarcan, que especulan, que estafan como Vicentin (que es una vergüenza, está a punto de salvar su negocio).

Tenemos que buscar un guión anticapitalista, no reformista burgués; no decir estatización si no decimos bajo control obrero, y mejor es decir expropiación, que no es solo un término económico sino político. La crisis es tan grave que podés decirlo.[11]

Hay que arrancar por el gobierno: vuelvo a Vicentin. Tendría que haber ido preso hace rato. Hay que convencer de que el peor drama que tiene la Argentina son los capitalistas, además de los políticos que son esclavos de ellos. Pero no como el PO y el PTS, que hablan de la “casta política” como problema en sí mismo, cayendo en la maniobra de dejar desviar el odio a los políticos y a la política en general, y no a la clase capitalista, al empresariado chupasangre (una maniobra clásica de la derecha extrema y la extrema derecha).[12] Frente al ángulo de la casta política de Milei hay que oponerle el ángulo anticapitalista, de clase, amén de la denuncia del ajuste sin fin del gobierno del FdT y la herencia de endeudamiento del macrismo.

Ante el posible derrumbe electoral del peronismo, girar ya a la campaña electoral

El fin de ciclo general también puede ser un fin de ciclo político, de la manera en que está representada la política en la Argentina. La expresión más fuerte de eso no es Milei (Milei en todo caso es el emergente), sino la amenaza de debacle del peronismo. El grado de desmoralización del kirchnerismo por abajo es enorme, y si se derrumba el peronismo pueden haber muchísimos votos para la izquierda (abstención también aunque eso es de otro signo, conservador). Hay un clima de “sálvese quién pueda” en el oficialismo.

No sé si el estado de ánimo en la población es negativo, es más bien esquizofrénico. El voto a Milei también es esquizofrénico, el voto en los márgenes oscila entre la extrema derecha y la extrema izquierda, eso no es nuevo. Pero la extrema izquierda no puede hacer la campaña de la extrema derecha con ángulos del tipo “por qué fracasó la democracia”; ese es el error político (horror, barrabasada) que cometió el estalinismo en la década del 30, se les ocurrió ser nacionalistas como el nazismo, y la gente se fue con el nazismo.

El ángulo no es el del PO sino pegar con el fracaso del capitalismo, algo muchísimo más abarcativo: el sistema. Un ángulo de clase porque, además, se viene un período donde segurámente habrá que defender las conquistas democráticas. Lo del PO, como siempre, es un verdadero mamaracho político y el PTS no le va a la zaga, sin una línea clara.[13]

Si el FITU por aparato está sin duda más instalado que nosotros, por figuras ni empezó la pelea, aunque hayan recorrido la Argentina con Bregman y Del Caño; porque si no, tendría que haber algún reflejo, algún tipo de visibilidad, y no se ve. En los sectores politizados y entre las y los trabajadores y la juventud con sensibilidad más desde la clase, se pide la unidad de la izquierda a la cual el FITU hasta ahora se niega. Hay una enorme oportunidad si salimos rápido. También hay que salir para saber cómo decir las cosas, escuchar lo que dice la gente, construir nuestras formulaciones en el terreno.

No descartaría la hipótesis de que se abra una“paleta de colores” electoral (fragmentación electoral en vez de polarización entre dos fuerzas), si el peronismo tiene una catástrofe electoral no va a ir todo para la derecha; la izquierda también puede hacerse millonaria. Hoy, objetivamente, sin la acción militante, te van a hablar espontáneamente de Milei; en dos meses capaz que no.

Hay una crisis social que se encauza por vía electoral (aunque podría desatarse una corrida en cualquier momento que trastoque incluso la mínima contención que todavía hay, ver la corrida contra el peso que hay al cierre de esta edición). Y el dato político es que el peronismo amenaza con una debacle, y eso es imposible que vaya todo a Milei, no solo el politizado de clase media, también hay voto a la izquierda en los barrios populares, un dato que viene del 2021 donde caló nuestra campaña del salario mínimo de $100.000, pero que la recogió electoralmente el FITU por estructura. Bien, el hecho es que esa votación a la izquierda en el GBA podría crecer, amén del voto de izquierda entre los sectores politizados desencantados del kirchnerismo.

En 1983 hubo una debacle del peronismo, y ahora estamos a las puertas de otra debacle electoral. Y ahí hay para repartir, y si el partido actúa no se va a llevar todo el FITU. Lógicamente que el mejor escenario sería nuestro planteo de unas PASO que una a la izquierda; depende de nosotros dar esa pelea pero no que la unidad se logre (no existe voluntarismo que resuelva la unidad de la izquierda si el FITU se niega a que organicemos juntos una interna donde todo el mundo pueda presentar sus ideas en agosto).[14]

Tenemos que buscar una formulación concreta donde nuestro programa anticapitalista no se pise con el programa desgastado del nacionalismo burgués. Hay que buscar las palabras para eso. Cuando fue lo de Edesur los propios vecinos pedían reestatización. Y cada reivindicación que verbalice un laburante, una persona lgbt, una mujer, un joven, un vecino, hay que vehiculizarla en la campaña. Y hay que decir que los vaciadores de Edesur deberían ir presos, no puede ser que los capitalistas tengan tanta impunidad.

La palabra capitalismo no es un invento nuestro, está dando vueltas lo del sistema porque la percepción es que está todo mal, ¿y qué nombre tiene el todo? En Japón se vendió por millones un libro de un joven marxista llamado Kohei Saito que cuestiona abiertamente que el capitalismo destruye el planeta y reivindica a Marx.

El otro tema es el del salario, que no lo podemos abandonar. El programa tiene que arrancar de lo más elemental y lo más sentido: salario mínimo de $500.000 indexado mensualmente (que es la formulación popular de la escala móvil de salarios y horas de trabajo), así como la pelea contra el trabajo precario, por el pase a planta permanente, por el reconocimiento del SiTraRepA. Y de ahí hacia las cuestiones más generales del congelamiento de precios bajo apercibimiento penal, retenciones al 50%, impuesto a las ganancias de los grandes empresarios, expropiación del comercio exterior y la banca, monopolio estatal bajo control obrero del manejo de las divisas, cárcel a los empresarios fugadores, ruptura con el FMI y no pago de la deuda, etc.Un plan económico y social de los trabajadores que cuestione la propiedad y las ganancias de los capitalistas y que meta presos a los que la fugan.


[1]Textualmente: “La Argentina puede salir adelante si los ciudadanos soportan el dolor a corto plazo”. Y agregó que “la democracia no puede sostenerse simplemente porque se realizan marchas”…

[2]Este texto sería útil leerlo a la luz de nuestra “Guía de estudio sobre la situación mundial: ha comenzado una nueva etapa (parte 1)”, izquierda web.

[3]No es descartable que se dé en la coyuntura bianual que viene esta lógica en dos tiempos.

[4]Lo vamos a retomar abajo pero lo adelantamos ahora: se espera un importante voto a la izquierda en el GBA aunque de eso hablen menos los analistas por razones obvias (una reciente encuesta de analogías da el 8% para la izquierda en el Gran Buenos Aires). Esto por no olvidarnos de los importantes guarismos de la misma en los centros urbanos en general.

[5]La excusa habitual es que “no se le hacen huelgas al gobierno propio”.

[6]Ni Lula ni Bolsonaro dejaron florecer movimientos sociales. Ocurre que en Brasil no hubo rebelión popular.

[7]Las proporciones entre el FITU y el NMAS en Río Negro y Neuquén fueron de 2 x 1 y 5 x 1, más allá que la muestra es muy “sesgada” porque son provincias muy particulares, las cifras algo expresan.

[8]Abundan los marxistas que sólo ven los elementos reaccionarios pero pierden totalmente de vista los elementos de reinicio de la experiencia histórica.

[9]Porque atención que las campañas provinciales son siempre más despolitizadas.

[10]El elemento rutinario es un elemento de adaptación a las reglas de juego existentes, a las dificultades que hay en la construcción, al ir por la línea de menor resistencia, por la vía del movimiento de desocupados (PO) o de lo puramente súperestructural, electoralismo (PTS).

Sin embargo, y como señalamos muchas veces, no existen impedimentos de principios. La independencia de clase es el elemento decisivo en los frentes únicos electorales, y unas PASO entre el FITU y nuestro partido la fortalecería (fortalecería a la izquierda en su conjunto en el difícil escenario que viene).

[11]Otra cosa es tomar los reclamos populares cuando vienen desde abajo. Como en el caso de Edesur, donde los vecinos planteaban “estatización”. En ese caso tomamos directamente su reclamo y le agregamos bajo control de los trabajadores y usuarios.

[12]Solano parece que presentó un “libro” titulado “Por qué fracasó la democracia” en vez de titularlo por qué fracaso el capitalismo, un ángulo mucho más de fondo y de clase y que no cede posiciones a la extrema derecha.

[13]Hace tiempo que el PTS oscila, en general en todos los posicionamientos, desentona hablando de “situaciones pre-revolucionarias” y luego lanzándose a la campaña electoral un año y medio antes de las PASO. Además, sigue viéndoselo desinflado, sin alma en las actividades por la base. Todo es superestructural.

[14]Eso no quiere decir que hablemos sólo de la elección nacional. Hicimos propuestas unitarias en Neuquén, Río Negro y Salta, que no prosperaron. Ahora hay una discusión abierta en Córdoba, es difícil pero se verá. Nuestro partido está abierto a avanzar en la unidad.

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