Argentina: Un país desgarrado por sus propios administradores y la necesidad de unidad de la izquierda

Agónico rumbo hacia las elecciones.

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Las nuevas exigencias de ajuste del FMI, los datos de descomposición del tejido social que quedaron nuevamente al descubierto por el asesinato del chofer de la línea 620, los datos del ranking Forbes con los principales magnates mundiales entre los que figuran 6 empresarios autóctonos, los datos de que casi el 40% de la población es pobre, y una inflación superior al 7% estimada de marzo pasado. Son algunas de las imágenes críticas del caleidoscopio que es el país, en el que la disputa por el diagnóstico y las salidas de fondo se procesan en clave político-electoral. Todos los actores de la política capitalista disputan la interpretación de la crisis con aspiraciones presidenciales. Incluso si aún no hay clima electoral y faltan por definirse los candidatos del FdT, la gente se pregunta a quién votar. La carrera ya está largada.

Los datos de crisis se suman, por la vía económica, social e incluso política y genera alarma en el gobierno y la oposición patronal como ocurrió luego de que Berni fuera aleccionado por los trabajadores de colectivos cansados del “bla bla bla” de los funcionarios luego del asesinato de su compañero. Más allá de los rasgos particulares del ministro de seguridad de la provincia, las trompadas que recibió son producto del hartazgo de quienes viven en carne propia las consecuencias de la descomposición social acumulada gobierno tras gobierno. Hay una causa común al gobierno y la derecha: evitar nuevos eventos de “pérdida del control” como el que expuso al funcionario, con la dificultad que el programa de gobierno actuales de más ajuste en lo que queda del 2023. Un equilibrio entre disputarse el próximo mandato evitando el desmadre.

Así, toda la disputa política aparece enmarcada por el plan del gobierno de “aguantar” hasta la fecha calendario de las elecciones sin mayores sobresaltos, para lo cual el rol de contención de las burocracias sindicales y de los movimientos sociales oficialistas es un punto de apoyo clave. Sin esa loza burocrática que aplasta a los trabajadores (a la vez que negocia algún puntito paritario más, mientras aumenta el deterioro de la vida cotidiana de los trabajadores) la gobernabilidad estaría cuestionada. Con los trabajadores, el movimiento estudiantil, y los movimientos sociales “controlados” (se verá hasta qué punto y hasta cuando), la crisis avanza y se profundiza camino a las PASO como primer posta electoral. Y como consecuencia de este operativo del FdT, la coalición de Juntos (que aparece con posibilidades de gobernar nuevamente) y en segundo lugar de Milei, dominan la escena política por arriba.

Por el contrario, en lo que respecta a la movilización y la representación de las fuerzas sociales en la calle, aparece el contrapeso por izquierda. Las masivas movilizaciones como la del 8M o del 24 de marzo que convocaron a sectores de la amplia vanguardia masiva democrática y progresiva son una muestra de las enormes reservas que existen en el país.Fuerzas que se expresaron a pesar de la agenda desmovilizadora del gobierno que planificó para el 23 el partido de regreso de la selección de futbol al país, y transformó su convocatoria al propio 24 en un acto por Cristina Fernández, mientras que la convocatoria de la izquierda puso en cuestión el ajuste que lleva adelante el gobierno y el FMI, y denunció a la derecha y a Milei. Lo cual deja planteada una tarea de primero orden: la disputa por la salida anticapitalista a la enorme crisis que se vive en el país parte de unificar al conjunto de la izquierda en una PASO para mostrar al conjunto de los trabajadores y sectores progresivos de la sociedad que los intereses de las mayorías sociales son nuestra prioridad por encima de cualquier mezquindad. Y sobre esta base una posibilidad: atraer a cientos de miles de trabajadoras y trabajadores a nuestro lado y demostrarles que la izquierda se propone como alternativa de poder frente al derrotismo, la contención y el macartismo que irradia el kirchnerismo mientras cede terreno a la derecha.

Haciendo el trabajo sucio del FMI

Finalmente se conocieron algunas de las exigencias del Fondo hacia Massa y el gobierno: acelerar el ajuste en la población como contrapeso a la perdida de divisas que genera la sequía en el campo. A cambio de ese ajuste potenciado se reducirá en 1.800 millones de dólares las metas de las reservas a las que debía llegar el Banco central en el 2023, pero mantiene a como dé lugar en 1.9% déficit fiscal primario (es decir el déficit que se genera por inversión social). Sobre la base que todas las estimaciones hablan de recesión para la economía argentina (decrecimiento respecto del año pasado) y por lo tanto que el Estado recaudará menos para pagarle al Fondo, el organismo de crédito le exige al gobierno ir a fondo con el aumento de los servicios y así diluir el “gasto” en subsidios. Un aumento que sólo puede redundar en mayor inflación en el marco de una economía en decrecimiento. Una pésima combinación que afecta fundamentalmente a los asalariados mientras incrementa la pobreza.

Siguiendo el plan del FMI, el gobierno aumentará el precio de la luz en abril según los ingresos declarados en un 19% (altos), 48% (medios) y 30% (bajos). Y para junio, donde las temperaturas bajas llevan a un mayor nivel de consumo, a un aumento del 43% (altos), 114%(medios) y 68% (bajos). De esta manera los subsidios se diluyen en el aumento generalizado del costo del servicio. Además de esto, todos aquellos que no hayan declarado ingresos y por lo tanto no hayan accedido a subsidios de servicios, pasarán a pagar la tarifa completa.

Además, el Fondo había cuestionado la incorporación de 800 mil nuevos jubilados sin aporte, (quienes ya de por sí cobrarían la mínima, hoy en 73 mil miserables pesos, menos los descuentos para compensar la falta de aportes) medida que será revisada para reducir el “costo” que significa al Estado. Y Junto con esto exige el recorte de 400 mil planes Potenciar Trabajo. Un plan de austeridad redoblado sobre la base de la crisis económica que atraviesa el país. La contracara del ajuste aumentado es un nuevo dólar soja a $300 como medida para contentar a las patronales sojeras y recibir divisas.

Toda una ofensiva ajustadora a días de los datos del Indec que alertan sobre el crecimiento de la pobreza hasta fines del 2022que llegó al 40% de la población, y que afecta en mayor medida (54%) a niñes y adolecentes entre los 0 y 14 años: hablamos de que en argentina 1 de cada dos niñes/adolecentes son pobres. Mientras 18 millones de personas caen en la pobreza, acaba de publicarse el ranking de las personas más millonarias del planeta entre los que se encuentran 6 magnates con sede de negocios en Argentina. En el tope Galperin (con USD 4.900 millones de dólares entre los 400 más ricos del mundo); luegoPérezCompanc (USD 2.900 millones), Rocca (USD 2.700 millones), Eurkenian (USD 1.900) y Bulgheroni (USD 1.800), todos entre los mil burgueses más ricos del mundo; y por último Constantini (USD 1.300) entre los 2 mil magnates mundiales.  Una muestra de la desigualdad creciente que genera el capitalismo en el mundo y su expresión voraz en el país, donde la pobreza no se explica exclusivamente por la desocupación, sino incluso por el aumento del trabajo precarizado con salarios que no alcanzan a cubrir la canasta básica familiar.

El desgarramiento social y la bronca de los trabajadores

La crisis social ha dado un salto con el gobierno actual y amenaza con incrementarse bajo los lineamientos económicos del Fondo. Esta crisis refleja un proyecto de país capitalista en crisis que, a fuerza de exprimir hasta la última gota de fuerza de trabajo y de elevar las ganancias privadas de los empresarios reduciendo a la mínima expresión la inversión en infaestructura, socava una de las fuentes elementales de la riqueza: al trabajador y sus condiciones de existencia.  Respecto de las y los trabajadores, la tendencia de los últimos años ha sido llevar los salarios a niveles cada vez más bajos, incluso al punto de violentar la posibilidad de no ser pobre por el hecho de tener un trabajo. En el mundo de los Galperin esta aspiración mínima empieza a aparecer como un imposible.

Junto con esto las recetas del FMI que atentan contra el acceso público a educación y salud de calidad (por decir sólo un aspecto) impactan redobladamente en los estratos más bajos de la clase trabajadora. Miles de jóvenes caen a diario en la miseria que se enquista en amplios barrios del conurbano bonaerense y de las ciudades del país. La falta de posibilidades laborales, de perspectivas de un futuro digno, la violencia familiar, las drogas que se expanden con el narcotráfico y la complicidad de la policía, el alcoholismo, y un sinfín de males enferman a parte creciente de la población y arrastran al lumpenaje a porciones de las jóvenes generaciones e incluso a niños. Los elementos de putrefacción social son inseparables del régimen económico capitalista decadente del país.

El asesinato de Daniel Barrientos, chofer de la línea 620 es una muestra del deterioro social del que hablamos. Un asesinato a las 5 de la mañana, para robar algún celular y unos pesos a gente que usa el colectivo para ir a trabaja, en el partido de La Matanza que concentra casi 2 millones de personas, donde ocurrieron 3 de los 5 asesinatos de colectiveros ocurridos desde el 2017 a la fecha. A raíz del asesinato de otro chofer de la misma línea en el 2018 se había reglamentado una ley provincial que obliga a las empresas de colectivos a poner cámaras en todas las unidades, y para lo cual el gobierno provincial les entregó 2 mil millones de pesos en subsidios. Resultado, menos del 25% de los colectivos cuenta con cámaras de seguridad. Un ejemplo entre muchos de la desidia de los empresarios y del lucro a costa de la vida de los trabajadores.

El estallido de bronca y las trompadas de los trabajadores a Berni muestran que la crisis tiene un elemento de inestabilidad y de cierta imprevisibilidad. Una reacción por izquierda de los trabajadores expresada en su bronca sobre los responsables y cuyo programa plantea reclamos legítimos, aunque insuficientes (cabinas blindadas, más cámaras de seguridad, y en el que no se escuchó el reclamo de más policía). Y intento de instrumentalización político-electoral que fue desde el propio oficialismo hasta la derecha (desde Larreta, Patricia Bullrich hasta Milei) que no buscan resolver ninguno de los problemas sociales que brotan de esta circunstancia de barbarie capitalista.

Un hecho que muestra que las crisis no se traducen con una mecánica política hacia la izquierda, sino que depende de otros factores vinculados a la lucha de clases, a la organización independiente de la burocracia sindical (en este caso de la UTA), y la intervención de los partidos de izquierda con autoridad al menos entre sectores de vanguardia para representar los intereses colectivos de nuestra clase.

Desde el Nuevo MAS y con Manuela Castañeira nos solidarizamos con sus compañeros de trabajo y sus familiares, y exigimos la incorporación de un trabajador acompañante en cada unidad de colectivo que facilite las tareas de cobro y colabore con el cuidado mutuo entre los trabajadores. Junto con esto rechazamos la política del gobierno provincial y nacional que aprovechan como excusa la anomia social y la barbarie surgida de las propias políticas económicas para aumentar las fuerzas represiva en el territorio. Fuerzas que son parte del problema como queda claro con el vínculo de estas instituciones y la organización del robo, la trata de personas y el narcotráfico. De la misma manera rechazamos el intento de alimentar la agenda reaccionaria utilizando el asesinato de un trabajador, por parte de los candidatos de Juntos por el Cambio que son igualmente responsables del curso de crisis del país, luego del gobierno Macri y Vidal.

Hace falta una PASO que unifique a la izquierda

A pesar de las dificultades que presenta la coyuntura, no se puede perder de vista las posibilidades y desafíos que se presentan para la izquierda de cara a las elecciones.

El Frente de Todos transita su propia crisis en dos planos: en tanto gobierno actual bajo el cual defraudó todas las aspiraciones de su base social y de la que se esperan unos meses aún peores. Y de cara a las presidenciales para las cuales de momento no tiene candidato serio, lo cual deja sin perspectivas de poder a la coalición (y sin representación a los sectores de su base social que se consideran “progresistas”). Tal es la desorientación que Massa ha vuelto a la especulación de candidato presidencial bajo una exigencia flexibilizada al máximo: no chocar antes de agosto. La falta de plan alternativo de Cristina Fernández parece ser de momento un argumento de peso para esquivarle a la candidatura.

Junto con la contención a través de los sindicatos y la desmoralización de su propia base, el kirchnerismo refuerza sus rasgos reaccionarios como ocurre por estas semanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA donde la gestión oficialista intenta sancionar a dos compañeras de nuestro partido para castigar que se haga política en la universidad y se exijan condiciones de estudio y presupuesto. La enorme solidaridad de amplios sectores de derechos humanos, personalidades políticas, sociales, del arte, así como organizaciones de un amplio espectro democrático le marcan la cancha a la descomposición y el macartismo de estos funcionarios que le hacen el trabajo sucio a la derecha anti política.

Por su parte la defección de Macri de la candidatura presidencial, que se explica por su alta imagen negativa luego de fracasar como gobierno hace escasos 4 años, desvanece el elemento aglutinador que hubiera tenido en el FdT y abre posibilidades hacia el centro derecha (Larreta) como hacia la derecha reaccionaria (Bullrich). Juntos por el Cambio mira las elecciones con pretensiones ganadoras y se preocupa por recortar votos al provocador Milei (extrema derecha), que aparece como una preocupación incluso para los mismos sectores del establishment que lo alimentaron por configurar un potencial “peligro para la democracia” (una ruptura de las reglas de juego que no se sabe qué respuesta podría tener departe de las masas). De fondo, las preguntas de quién podrá sacar al país de su crisis crónica y en proceso de agudización, y si tendrá suficiente espalda para llevar adelante las contrarreformas que auspician, les carcome la cabeza de los capitalistas.

Por su parte la izquierda tiene su propio desafío de perspectivas inmediatas, pero cuyos pasos deben estar guiados por otra de carácter estratégico. La enorme degradación del país amenaza con arrastrar a la izquierda a la degradación de sus propios objetivos. La crisis estructural del país y la decadencia del capitalismo obligan a mirar al futuro con ambición de poder y poniendo por delante las necesidades de los trabajadores. Sólo desde esa ubicación puede evaluarse la táctica electoral. El país asoma las narices hacia un choque de fuerzas eventualmente bajo un gobierno a la derecha del espectro político, y con la posibilidad de zarpazos bonapartistas que no se pueden descartar de antemano. Es necesario prepararnos con anticipación y dar señales claras al conjunto de la vanguardia de masas y a los trabajadores que la izquierda tiene ambiciones de poder, y que no ha suplantado los objetivos generales de los trabajadores por los estrechos intereses de mini aparatos.

La disputa por la representación política de los trabajadores es aún más importante en cuanto la variante capitalista más a “izquierda” de las últimas dos décadas avanza a pasos agigantados hacia una derrota luego de una defraudación de su propia base social.La unificación de la izquierdaen una Paso, hoy dividida como da cuenta todo el mundo, es una necesidad política. Ante nuestro llamado el FITU ha respondido de manera mediocre y poco seria. Pero aún hay tiempo de revertir esta pobre actitud.

Por nuestra parte seguiremos impulsando en las calles, en cada lugar de estudio, en cada lugar de trabajo y en cada estructura una fuerza anticapitalista que presente a través de figuras como Manuela Castañeira, una alternativa para las y los trabajadores.

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