Argentina: La cocina del país que se viene

Crisis estructural, acechanzas por derecha y respuesta social.

0
16

La acumulación de años de desfinanciamiento ha dado lugar a una crisis estructural del país. Esa es la especificidad de esta crisis sobre la que se montan todos los otros elementos coyunturales. Es el desgaste sostenido en el tiempo de las bases sobre las que se organiza la vida social y económica, remachado actualmente por el acuerdo con el FMI, y no sólo un ajuste coyuntural debido a la orientación económica de tal o cual gobierno, lo que explica el malestar social profundo.

La crisis social que se vive es síntoma de esa desacumulación sistemática, de la degradación y del vaciamiento de los pilares sobre los que se monta la Argentina capitalista que comienza a tocar fondo, como ha quedado expuesto con la crisis hospitalaria, por poner sólo un ejemplo.

De ese tocar fondo puede surgir, lucha de clases mediante, un país capitalista que imponga como“normalidad” una vida miserable y mediocre para la mayoría de la sociedad. O, por el contrario, dar lugar a una radicalización por izquierda que cuestione el statu quo del sistema y al régimen desde los intereses de los trabajadores y el anticapitalismo. Las dos posibilidades conviven porque el derrumbe se procesa sobre fuerzas vivas, sobre una “cultura” y un grado de aspiraciones de vida de los trabajadores que no han sido quebradas. Esas relaciones de fuerzas que han sido y son la piedra en el zapato de la burguesía y su personal político, serán la prueba de fuego por la que tendrá que pasar el proyecto del futuro gobierno.

Estamos ante una larga coyuntura de dos años que se transita entre el 2023 hasta la definición electoral, y la asunción de un nuevo gobierno que tendrá que ejecutar las políticas de ajuste a partir del 2024 (insistimos en que hablamos de ajustes que intentarán consolidar una estructura decadente y reordenar sobre ese subsuelo el “proyecto” de país, y no de un ajuste cotidiano más). Pero si las definiciones gruesas ocurrirán bajo un nuevo gobierno, esto no quiere decir que hasta ese momento el país mantendrá intactas las coordenadas políticas. Por el contrario, ya estamos ante un nuevo país político. Las coordenadas han cambiado y están cambiando. El centro peronismo/kirchnerismo, la derecha de Juntos y la extrema derecha de Milei colocan elementos reaccionarios que tensan la situación por derecha, como se ha visto recientemente en Salta con la ley anti piquetes (volveremos sobre esto), con el clima político que se instala a través de las campañas que hablan de terminar con la protesta social para ir a contra reformas estructurales (desde el peronismo hasta Juntos), o con el programa ultra capitalista de Milei que va, desde terminar con la educación y la salud públicas, el fin de las indemnizaciones, y una ristra de medidas que requerirían ir a un régimen abiertamente reaccionario.

En esta larga coyuntura de dos años,el momento actual hace de preparación del terreno para el ataque que vendrá, para lo cual la burguesía requiere poner en cuestión los derechos sociales, políticos, culturales y también algunas libertades democráticas conquistadas por los trabajadores, como el derecho a la protesta. Desde el cuestionamiento a la salud y la educación como derechos básicos, hasta de la vida de los trabajadores organizada alrededor del salario y las aspiraciones de una existencia digna.

Pero el ejemplo de Salta da cuenta tanto del país que quieren imponer, como de la respuesta social que puede haber ante los ataques. El gobernador peronista Gustavo Sáenz(candidato a vice presidente de Massa en el 2015), a 15 días de haber ganado con el 47% de los votos, llevó adelante una brutal represión contra los docentes que terminó con 19 trabajadores detenidos, entre los que se encontraba nuestro candidato a gobernador Marcos Tognolini. La respuesta ante una represión y un número de detenidos que no se veía hace tiempo en el país, fue una pueblada en defensa de los docentes y los trabajadores de salud que reclaman por aumento de salario. En ese punto el gobierno no pudo trasladar la legitimidad que le dio el triunfo electoral a la legitimidad de la represión, y la reacción social masiva con una movilización de unas 20 mil personas obligó al gobierno a liberar a los docentes. Acción y reacción sobre un terreno político e institucional deslizado hacia la derecha. Y luego de esto una nueva acción reaccionaria por parte del gobierno con la sanción de una ley antipiquete “tatcheriana”(que obliga a notificar en una comisaría con 24 horas de anticipación una protesta), como muestra de una puja por inclinar aún más el terreno institucional a derecha y de regimentar la movilización. Lo cual da cuenta que la pelea por decantar un nuevo “modelo de país” tendrá batallas duras en lasque los políticos del sistema,en todas sus variantes,no darán el brazo a torcer fácilmente.

En esta nueva Argentina política que según las encuestas se dividirá electoralmente en tercios, dos de esos tercios se encuentran a la derecha (Juntos y Milei). El predominio del centro político que se expresó hasta el 2019 tiende a acotarse, al tiempo que el Frente de Todos sigue sin definir fórmula presidencial.En este marco la izquierda no debería desvincular, como hace el FITU de manera irresponsable, las próximas elecciones de sus consecuencias de fondo. La negativa a conformar un bloque común para afrontar la contienda electoral y mostrar un polo fuerte que dialogue desde el anticapitalismo con millones de trabajadores, y que sea representante de esos sectores de cara a las definiciones de fondo que tomará un nuevo gobierno, hablan de una degradación grave de las aspiraciones revolucionarias. Si las elecciones entran en el terreno de la táctica, tanto los trabajadores como la burguesía se encuentran ante una encrucijada estratégica. No es una elección más. La estrechez de miras que ha demostrado el FITU habla de la crisis política del frente y de sus integrantes.

Desde el Nuevo MAS, junto con Manuela Castañeira, hemos hecho todos los esfuerzos por unificar a la izquierda de cara al desafío electoral que viene. Ante la negativa vergonzosa del FITU, venimos desarrollando una gran campaña anticapitalista que pone énfasis en un salario mínimo que parta de los 500 mil pesos para colocar en el centro de la escena las necesidades de los trabajadores. Y junto con esto, una campaña que advierta el ataque a las libertades democráticas que comienzan a esbozarse y denuncie ante los trabajadores sobre la puja por derechizar el clima político del país por parte de las variantes políticas del peronismo y el kirchnerismo, de Juntos, y de Milei.

Las internas por definirse en una elección de tercios

La fragilidad del sistema público de salud quedó nuevamente en evidencia ante la epidemia de bronquiolitis infantil. Los hospitales de la mayoría de las provincias del país se enfrentan a la crónica falta de insumos mínimos para su funcionamiento, a las condiciones edilicias en pésimo estado e, incluso, la falta de gas o de teléfonos para la comunicación interna, además de camas y un sinfín de elementos. La desfinanciación sistemática del sistema de salud dejó al descubierto estas semanas la falta de médicos pediátricos en los hospitales de niños.

Los salarios cercanos a la línea de pobreza de las más diversas especialidades pediátricas obligan a muchos profesionales al pluriempleo, a la sumatoria de guardias de 24 horas para compensar los salarios y, en algunos casos,a abandonar el hospital público por instituciones privadas. Esto ha generado una ola de vacantes de profesionales pediátricos en muchos hospitales, que se relaciona también con la escasez de estudiantes de Medicina que eligen orientaciones clínicas por ser peor remuneradas y con mayor precarización laboral, en el marco que formarse en orientaciones pediátricas insume entre 10 y 15 años. La denuncia de usuarios y de médicos por la falta de guardias en hospitales provinciales de Buenos Aires como el de Niños de La Plata o el de Niños de San Justo expuso la realidad salarial de los profesionales que reclaman que deberían ganar entre 400 y 500 mil pesos, mientras que los salarios llegan a duras penas a 220 mil pesos, como nos contaba una cirujana pediátrica del Sor Ludovica.

Este ejemplo es una medida de la desinversión sistemática que empieza a colapsar los hospitales en este caso, pero que puede ampliarse como ejemplo a la educación, y a otros pilares sociales del país. Un informe de enero del 2023 del Ministerio de Economía sobre el gasto público consolidado entre el 2009 y el 2021 (el informe no abarca ni el 2022 ni en actual) muestra que a salud se ha destinado a lo largo de esos años un promedio de apenas un 6% del PBI (contra 16% en EEUU, 11% en Alemania, y 10% en Cuba o Francia, por poner solo algunos ejemplos). Una miseria que da cuenta que la desacumulación persistente en las áreas sociales lleva décadas y no ha sido modificada por ningún gobierno a la fecha. Esta lógica política reforzada por la desinversión (estatal y privada) en infraestructura que hace al funcionamiento de la economía (sean rutas y vías férreas, gasoductos o tendido eléctrico, puertos, y un largo etc) ha llevado al país a la crisis estructural a la que nos referimos anteriormente, una crisis que tiende a totalizar los déficits del país y a condensarlos en el momento actual.

Sobre esta base crítica el gobierno del FdT, a través de Massa, intenta impedir, ya no un índice de inflación alto para mayo,el cual se descarta que estará en 9% y podría llegar a dos dígitos, sino una nueva corrida cambiaria que presione hacia una devaluación en regla. Es lo que explica la hiperactividad del ministro de Economía, que viajó a China junto a Máximo Kirchner y obtuvo el aval para ampliar el uso de reservas en yuanes de manera libre (es decir, para usarlos en el mercado cambiario si fuera necesario) en 5 mil millones de dólares. Pero, aparentemente, a condición que se logre un acuerdo con el FMI, del cual China es un miembro de peso. Así las cosas, Massa se encuentra nuevamente negociando con el FMI para un adelantamiento de fondos que le permita evitar una corrida cambiaria previa a la larga jornada electoral del 2023. Una hiperactividad defensiva, que tiene como objetivo intentar contener la economía por los próximos escasos meses, y pasar el mando al futuro gobierno sin sobresaltos previos.

Asediados por los peligros de la coyuntura económica y la responsabilidad de gobierno, el FdT no ha resuelto aún su fórmula presidencial. La imagen del acto del 25 de Mayo en que Cristina Fernández colocó detrás suyo a Wado de Pedro y a Massa fue una señal de un posible binomio. Pero las tareas del presente y las dificultades de la economía impiden a Massa lanzarse como candidato en lo inmediato. Su tiempo se debate entre una posible candidatura presidencial que podría darle chances al FdT de ir a un ballotage, y un posible fracaso inmediato si la economía da un nuevo giro crítico. Mientras que, por su parte, la posible candidatura presidencial de Wado de Pedro aseguraría una derrota, y dejaría al frente fuera del ballotage. A esta altura de las circunstancias, el kirchnerismo y sectores del peronismo filo K, hábiles para el pragmatismo y la realpolitik, se debaten sobre cómo conservar posiciones parlamentarias y no ir a un fracaso rotundo también en ese plano.

Por su parte, la pelea intestina ha llevado a la crisis del espacio de Juntos por el Cambio. De fondo se disputa, no el grado de ajuste o las tareas que debe encarar el próximo gobierno, sino la forma de llevar adelante el plan neoliberal. Larreta representa la preocupación por la gobernabilidad y la necesidad de un acuerdo amplio (que abarque al 70% de las fuerzas, en sus palabras) para evitar que el desmadre en las calles que pueda ocurrir ante los ataques que planifican, sean contenidos por arriba entre las fuerzas políticas del régimen, los grandes empresarios y la burocracia sindical, para evitar una crisis que ponga en cuestión la viabilidad del gobierno. El intento de incorporar de Schiaretti (peronista anti kirchnerista, como él mismo se definió), al igual que el de Espert en provincia de Buenos Aires, van en este sentido. Para no dejar dudas del contenido reaccionario del agrupamiento que impulsa Larreta al interior de Juntos, el radical y ex gobernador Morales (aliado suyo) ha lanzado un spot electoral en el que se jacta de “haber terminado con los piquetes y los cortes de ruta en Jujuy” y que va a hacer eso posible en el país.

Bullrich, por el contrario, representa junto con Macri el sector que pretende desafiar las relaciones de fuerza con ataques más directos, yendo a un choque entre clases abierto, sin necesidad de ningún gran acuerdo que pueda condicionar la ofensiva reaccionaria en el caso que los trabajadores respondan, como le ocurrió al propio Macri en el 2017, con una movilización radicalizada. Es decir, imponer su plan de gobierno por la fuerza, con el apoyo del sector de Milei, a quien ven como competidor de cara al ballotage. Así las cosas, la crisis de Juntos por el Cambio se dirime entre el acuerdo político amplio o el choque directo, para imponer un programa neoliberal sin medias tintas.

Por su parte, Milei aparece en las encuestas como el candidato individual con mayor intención de votos, llevándose uno de los tercios en los que se dividiría la elección. La publicación de su programa de gobierno implica el cierre de los hospitales públicos (que atienden a 25 millones de personas en todo el país y emplean a cientos de miles de trabajadores de salud), de las escuelas públicas (en la que estudia cerca del 70% de los alumnos), y el cierre masivo de fábricas y la destrucción del tejido laboral urbano mediante la dolarización de la economía, prohibición del derecho al aborto, entre otras tantas medidas. Si este plan es rechazado por todo un sector mayoritario de la burguesía, ha ganado cierta orgánica con el apoyo de Eurkenian (empresario mediático y uno de los más ricos del país), además de sumar a sus filas a ex ministros menemistas como Carlos Rodríguez y Roque Fernández. Dicho esto, un plan de destrucción directa de las condiciones sociales y económicas del país que requeriría un régimen abiertamente reaccionario y con elementos bonapartistas que reduzcan al mínimo las libertades democráticas. Nada de esto está garantizado en un país en el que los trabajadores, la juventud, las mujeres y LGBT han dado muestras, en más de una ocasión, de defender a brazo partido sus conquistas históricas.

Crisis del FITU y el desafío de una campaña anticapitalista

La total desconexión del FITU respecto de la crisis que atraviesa el país, y los desafíos que se desprenden para la izquierda son una muestra de la profundidad de la crisis del frente y de sus organizaciones. Una crisis que hemos desarrollado en otras notas, y que tiene como trasfondo una tendencia a la representación unilateral del movimiento piquetero en desmedro de los trabajadores, la clase obrera, la juventud y los sectores estructurales que han sido tradicionalmente (y son) el principal punto de apoyo para las organizaciones revolucionarias y su política.

Esta puja movimientista impulsada por el PO y el MST ha sido consentida por el PTS, que supo dirigir el frente hasta hace un tiempo. El conservadurismo electoral de esta fuerza lo ha llevado a ceder en todos los terrenos al resto de las organizaciones, y a reforzar una lógica sectaria, rechazando una vez más la posibilidad de incorporar a nuestra fuerza mediante unas PASO o, incluso, de conformar una fórmula común para disputar la orientación del frente. Por el contrario, han ratificado al extremo ridículo su incapacidad de superar el autoconsumo con una fórmula PTS-PTS (Bregman-Del Caño). Junto con esto, el rutinarismo de la campaña por las 6 horas que plantean, en el marco que el fenómeno que sufre la clase trabajadora en la actualidad no es de desocupación sino del empleo con salarios de pobreza, son una muestra de la crisis política a la que nos referimos. Hacemos responsable a ellos y al resto de las fuerzas del FITU por dividir a la izquierda en un contexto donde el capricho porotero es inadmisible.

El resultado es catastrófico: un Frente que se cocina en su propia crisis, sin unidad política ni electoral más que el usufructo común de un sello. Y peor aún,una orientación política electoral desconectada de la enorme crisis capitalista del país y de la acechanza por derecha que se esbozan desde el peronismo, JxC y Milei y que intentarán consolidar y profundizar en el 2024.

Como dijimos anteriormente, si las elecciones y los frentes remiten al terreno de la táctica, la política revolucionaria hace de puente siempre entre la táctica y la estrategia. Y lo que está en discusión en el país no es solamente tal o cual orientación económica, tal o cual matiz político, sino fundamentalmente el intento de resolver la encrucijada estratégica ante la que se encuentra la burguesía en un país cuyas relaciones de fuerzas ponen a los trabajadores como un obstáculo para los planes capitalistas. La gravedad de la pérdida de parámetros de las fuerzas del FITU y la ausencia de un programa para dialogar con los trabajadores es alarmante.

Por nuestra parte, venimos desarrollando una enorme campaña anticapitalista recorriendo medios nacionales, provinciales y regionales, con mucho impacto. También venimos recorriendo distintos puntos del país y del conurbano bonaerense,visibilizando el problema más sentido por todos los trabajadores: el salario, el tema del que nadie habla, salvo Manuela Castañeira. Nuestra pelea por un salario que parta de los 500 mil pesos indexados por inflación es la punta de lanza y el motor de un programa anticapitalista sin el cual sería imposible conseguirlo. Así, la táctica electoral y la estrategia política se conectan en el marco de la campaña electoral y con los pies en el país donde la crisis es sistémica.

Recientemente, en la visita a FATE, los compañeros nos han contado que muchos de ellos trabajan sin tomar franco y haciendo extras todos los días para poder llegar a los 500 mil pesos. Es decir, trabajan de lunes a domingo, todos los días del mes durante 12 horas para poder conseguir un salario que les permita cubrir necesidades elementales, como es terminar de construir una pieza en sus casas, o pagar gastos familiares por los cuales hay que endeudarse. Para muchos trabajadores 500 mil es una suma necesaria para la vida cotidiana, ¡ni siquiera hablamos de darse grandes lujos! Pero las patronales les exigen a cambio que vivan adentro de la fábrica sin descanso.

También hemos recorrido varias universidades del Gran Buenos Aires, donde la juventud se acerca a conocer nuestras propuestas anticapitalistas y nos acercan su preocupación por la precarización laboral, las dificultades para poder estudiar, su negativa a resignarse a que sigan gobernando los mismos de siempre, y el rechazo a Milei que pretende que las personas seamos mercancías, sin derecho a nada. El anticapitalismo y nuestro programa de 7 medidas son una perspectiva y un horizonte que entusiasman a sectores importantes de esos jóvenes que pelean para tener un futuro mejor.

Es por todo esto que estamos apostando a construir nuevas figuras y candidaturas jóvenes que impulsen la campaña por los 500 mil, que dialoguen con la enorme cantidad de trabajadores, jóvenes, mujeres y LGTB que rechazan el intento de girar el país a la derecha y a la destrucción salarial, que levanten una campaña por la defensa de los derechos democráticos puestos en cuestión por los políticos capitalistas  y que, junto con Manuela Castañeira y toda nuestra militancia, desarrollen la pelea política anticapitalista que impulsamos en cada estructura laboral y estudiantil, en cada plaza, estación de tren y en cada esquina.

El próximo viernes 23 de junio haremos el lanzamiento de nuestros principales candidatos en una conferencia de prensa, para dar a conocer el equipo que pondrá rostro a esta campaña para que la crisis la paguen los capitalistas. Vamos por una enorme campaña que denuncie los ataques reaccionarios que impulsan el peronismo, Juntos y Milei, y que ponga bien arriba los intereses de los trabajadores.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí