Argentina: El ajuste del gobierno le abre paso a la derecha

La combinación del triunfo electoral en las PASO de Milei el pasado 13 de agosto, combinado con la devaluación del 22% del 14 de agosto impulsada por el gobierno en acuerdo con el FMI, han abierto una coyuntura reaccionaria.

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La combinación del triunfo electoral en las PASO de Milei el pasado 13 de agosto, combinado con la devaluación del 22% del 14 de agosto impulsada por Massa y el gobierno en acuerdo con el FMI, han abierto una coyuntura reaccionaria. Una suerte de contracara a las Jornadas del 14 y 18 de diciembre del 2017 con la derrota de la reforma jubilatoria impulsada por Macri y que sepultó a su gobierno, o incluso de las jornadas del 19 y 20 de Diciembre del 2001. Una coyuntura reaccionaria cuyos alcances y límites están determinados por el hecho concreto que se han procesado por arriba; es decir, de manera electoral y mediante una medida de ajuste devaluatoria, pero sin derrota en la lucha de clases, y sin resolución electoral definitiva.

Este elemento gravitatorio de la realidad política y social, nos referimos al tamiz de la lucha de clases por la cual deberán transcurrir las definiciones y los programas que agitan los candidatos Massa, Bullrich y Milei, dan un marco anti impresionista del proceso por el que transcurre el país, sin menospreciar su alcance coyuntural reaccionario. Si el ajuste del gobierno le abre el camino electoral a Milei o Bulrich, será necesario un fuerte choque de clases para que se defina un período de mayor alcance; es decir, una etapa que podría ser reaccionaria o, por el contrario, dar lugar a una respuesta que coloque a la clase obrera y los sectores democráticos en la disputa por la orientación del país. La lógica de acción y reacción funciona tanto para la revolución como para la contrarrevolución, dicho de manera ilustrativa.

Esta coyuntura reaccionaria aparenta estar atada indisolublemente al calendario electoral del régimen (y en este juego de apariencia hacen causa común todos los partidos tradicionales empezando por el gobierno, para evitar desbordes). Primero agosto, luego octubre y, si no hubiera resolución, ballotage en noviembre. Pero la realidad es que aún restan por transcurrir todo septiembre y luego todo octubre, y que sobre la acumulación de crisis económica y social, sumado el ataque salarial que significó la devaluación del gobierno del FdT y la inflación que se estima cercana al 30% para los próximos 2 meses, la olla a presión del país podría dar lugar a una eventual irrupción reivindicativa contra el gobierno (salarial o democrática), que sacuda el interregno electoral colocando un signo a izquierda. La realidad es mucho más rica y compleja que el mero calendario electoral y no está escrito en ningún lado que su curso se defina sin conflictividad en el lapso de los meses siguientes. El desenlace de esta coyuntura es indefinido, y sólo se definirá por la vía de la lucha de clases y su efecto sobre el clima político electoral, o por la vía electoral a secas, lo que ocurra primero.

Junto con esto existe una dualidad en la coyuntura reaccionaria que explica el curso de los hechos políticos del país. Por un lado, la acción del gobierno que acelera el ajuste luego de su derrota en las PASO y le abre el camino a la derecha y, por otro, la presión del régimen político de conjunto hacia un curso derechista en el manejo de los asuntos del país, sin avasallar la gobernabilidad del FdT, para lograr una transición sin sobresaltos. Es que el resultado electoral ha dado lugar a un corrimiento a derecha del régimen político, y no sólo de las campañas de los partidos y de las medidas del gobierno actual. Corrimiento del régimen como resultado combinado de varios elementos: la presión que ejerce la burguesía del país para hacer pesar sus intereses desde ya, sin mediar resultado electoral definitivo, mediante la reivindicación a ultranza de la propiedad privada (la negativa a pagar la mísera suma fija de 60 mil pesos de Massa y pasando incluso por encima de la actual ley de alquileres que, aún sin haber sido modificada definitivamente en el Senado, ya es desconocida en los hechos por los propietarios al momento de hacer un contrato); la utilización de elementos de provocación para legitimar la presencia policial en los barrios y generar clima de miedo social y resentimiento, como ocurrió con los falsos saqueos impulsados desde el propio régimen; el intento de legitimación por arriba del discurso que responsabiliza a los trabajadores estatales y privados, y al derecho a salud, educación y jubilación por la crisis del país (déficit fiscal, industria del juicio, etc); e incluso la colaboración de cuadros técnicos/políticos que le ofrecen a Milei desde JxC  en caso de ser gobierno, que muestra que un eventual gobierno de extrema derecha puede cosechar personal del régimen actual para ir, lucha de clases mediante, a un régimen abiertamente reaccionario. Insistimos, no es lo mismo la derechización del régimen político que un cambio de régimen (que niegue los elementos de democracia obrera en el seno de la democracia burguesa) que requeriría una prueba de fuerzas consumada.

Esta derechización del régimen se había empezado a procesar durante la campaña electoral e intensificado sobre el final con el asesinato de Morena (la niña de 11 años de Lanús) que fue instrumentalizado por la derecha para obligar a todas las fuerzas políticas a que levantaran los cierres de campaña (cuestión en la que tenemos el orgullo de decir que fuimos la única corriente de izquierda que no cedió ante tamaña presión electoral y del régimen, que intentaba poner en igualdad de responsabilidad a todos los partidos, a la vez que a ceder la calle como terreno de reclamo político), además  del asesinato de Facundo Molares, víctima de la policía de Larreta.

En esta doble presión que combina el ajuste del gobierno y la derechización del régimen, Bullrich y Milei aparecen con un camino semi allanado de cara a octubre, de no mediar una irrupción de la lucha de clases desde abajo. Nuestra apuesta es a la organización de la vanguardia de trabajadores, la juventud, del movimiento de mujeres, de las personas lgbt y de todos los sectores democráticos para impulsar todo evento real de lucha reivindicativa, sea salarial, sea por derechos, o por el más mínimo reclamo sentido. Toda posibilidad real de que irrumpa la lucha está ligada al sufrimiento de la vida cotidiana que es responsabilidad de este gobierno y sus medidas de ajuste, y desde ahí construir un polo que derrote el ajuste en curso y rompa el curso derechista impuesto desde la superestructura evitando un triunfo electoral de Milei o Bullrich.

¿Quién manda en el país?

Las medidas miserables de Massa que convalidan el ajuste devaluatorio generaron nuevo desazón entre un amplio sector social que esperaba una compensación real. Son 60 mil pesos para los trabajadores registrados en el ámbito público o privado que ganen menos de 400 mil, y que se descontarían de futuras paritarias, mientras se espera una inflación cercana al 30% para los próximos dos meses. Es decir, 30 mil en septiembre y 30 mil en octubre, que deja por fuera al 60% de los trabajadores que, como denunciamos sistemáticamente a lo largo de nuestra campaña, están en negro, fuera de convenio o sin registro. Sumado a esto, un aumento por los próximos dos meses a los jubilados que tienen la mínima llevándola a 124 mil pesos; o sea, por debajo de la línea de pobreza.

Pero la medida miserable, rápidamente respaldada por la CGT, ha sido rechazada por CAME y otras asociaciones de empresarios medianos, por 14 provincias que dicen que no pagarán esos montos, y por la UIA que, sin desestimar el pago, salió a cuestionar el anuncio por entrometerse en el mecanismo paritario entre empresarios y trabajadores. Asimismo ocurre con el mercado inmobiliario que ya no respetaba en muchos casos la limitada ley de alquileres (de 3 años de contrato con actualizaciones anuales por vía de un índice) y que luego del nuevo proyecto de ley (aún no sancionado en el Senado) de Juntos por el Cambio que habilita a contratos cada 2 años con actualizaciones cuatrimestrales y sin índice claro de referencia, actúa sin otra ley que la del imperio de la propiedad privada y la ganancia a costa de los inquilinos. Entonces, ¿quién manda?

En la medida que el régimen político se pone a tono con la reafirmación a ultranza de la burguesía del imperio de la propiedad privada, el gobierno aparece arrastrado de las narices, aun cuando demuestra una y otra vez que está dispuesto a hacer el trabajo sucio del ajuste. Las acciones del gobierno están condicionadas por esta derechización del modo en que se administra el poder, lo cual no le quita un gramo de responsabilidad. Es, eventualmente, el mismo régimen democrático burgués derechizado el que le abre el camino a un reaccionario como Milei que cuestiona, justamente, los elementos progresivos conquistados por la clase obrera y sectores democráticos, y al régimen de conjunto. La acción desmoralizante del gobierno mediante el ajuste, sumado a una serie de medidas miserables y además cuestionadas en su aplicación, y una orientación exclusivamente electoral para no sacar un dedo del plato del régimen (como hacen los sindicatos burocráticos que evitan convocar a una sola medida en medio de un ajuste brutal) dan cuenta de una coalición (Massa-PJ-Kirchnerismo) dispuesta a hacer de organizadores de derrotas.

La campaña del Massa en referencia a que el suyo será un gobierno de unidad nacional, da cuenta de que en el caso de triunfar (algo altamente improbable, aunque habrá que ver cómo se desarrollan los próximos meses) nos encontraríamos ante un gobierno reaccionario dispuesto a ir contra las conquistas de los trabajadores. ¿Alrededor de qué programa podría unificarse un eventual gobierno de Massa, la burguesía, JxC, Milei y la burocracia sindical, si no es en torno a un ajuste estructural de contrarreformas?

Por su parte, el plan bimonetario que agita Bullrich con su economista aliado Melconian aparece como un plan más realista que el de la dolarización de Milei, por el simple hecho que en el país escasean los dólares como para dolarizar la economía sin reventar al país en el camino. Por el contrario, el plan bimonetarista habilitaría la “dolarización” de los contratos y todas las transacciones, a excepción exclusiva de los salarios que se mantendrían en pesos. Pero el plan de Bullrich-Melconian va mucho más allá, parte de la necesidad de terminar rápidamente con la inflación; es decir, reventar el salario y dejando los precios correr hasta encontrar “su punto de equilibrio” y terminar drásticamente con el déficit fiscal llevándolo a 0 (es decir reventando jubilaciones, salud y educación). Un plan económico/político reaccionario más “realista” desde el punto de vista capitalista.

Aun así, el clima reaccionario empujado por el gobierno con sus medidas de ajuste ponen al país ante el peligro de un eventual nuevo triunfo electoral de Milei, cuya demagogia contra la educación y la salud públicas, contra el peso, contra los Ministerios como el de la Mujer, hacen pie en un sector de la sociedad cuya vivencia de los últimos 20 años ha sido que los derechos de los cuales se les habla, no existen en la realidad. Un sector social que ha acompañado sus propuestas mediante un voto reaccionario (entre los que se pueden encontrar votos bronca, pero cuya resultante no deja de ser reaccionaria) y que, dado el curso a derecha del gobierno, podría crecer de cara a octubre.

Las tareas de la izquierda

La izquierda revolucionaria se encuentra ante dos peligros: por un lado, la presión oportunista/electoralista agravada por el hecho que es el mismo régimen que colabora para abrirle paso a la derecha y eventualmente (y más grave aún) la extrema derecha por la vía del voto. Argumentos ad hoc como decir que “Milei ya ganó, entonces hay que votar a la izquierda”, o que “con más diputados de izquierda la nueva ley de alquileres no pasaba” (PTS),  son de una irresponsabilidad oportunista y de adaptación al régimen que desarman frente a una coyuntura que sólo puede ser revertida si irrumpe la lucha de clases. La vía regia electoral hoy, es un camino a la derrota. En este sentido, la adaptación electoral oportunista es en este momento de una gravedad renovada, incomparable con el electoralismo de años anteriores, que cierra los ojos ante los peligros que entraña el crecimiento de la derecha y la extrema derecha en el país.

Por otro lado, el peligro de un sectarismo que obture o impidan acciones unitarias o incluso frentes únicos para impulsar medidas o movilizaciones contra el ajuste del gobierno y el peligro de la derecha, exigiendo la “ruptura con el gobierno” o el “no voto a Massa” como condición para la acción, como pretende el PO. Un error sectario que tiende a aislar a la izquierda del resto de los sectores que podrían estar dispuestos a actuar en conjunto. Por el contrario, en la medida que las acciones se organicen alrededor de consignas que cuestionen el ajuste del gobierno que le abre el camino a la derecha, estamos dispuestos a pelear codo a codo con todo el mundo, voten a quien voten. Es esta actitud principista la que nos ha dado un lugar como protagonistas en la organización de la Jornada del 28 de Septiembre por el derecho al aborto, en una movilización que irá de Plaza de Mayo al Congreso.

Dicho esto, nuestro partido ha confluido recientemente con el Polo Obrero en la movilización pacífica contra el hambre llevada adelante días atrás, una acción que era absolutamente correcta, en el marco de los ataques que se sufren bajo este gobierno y los que pueden venir, y que obligaba a todas las corrientes que decimos defender a los trabajadores (sean ocupados o desocupados). La ausencia de todas las corrientes del FITU, empezando por el PTS, que tiene mayor responsabilidad por ser la referencia del frente electoral, es un desastre que da cuenta de la desubicación oportunista, de la pérdida de brújula en un momento tan delicado.

Por el contrario, las tareas de la izquierda se anudan alrededor de impulsar la organización en la medida que dé la realidad, y en empujar las acciones que tengan anuencia y amplio apoyo. No hablamos de cortarnos solos o hacer acciones que no recojan un sentimiento mayoritario. Por el contrario, hablamos de organizar en la medida que sean sentidas, acciones alrededor de reivindicaciones mínimas (contra el hambre, por el salario, en defensa del derecho al aborto, por bandas horarias o boleto educativo, por poner sólo algunos ejemplos). Medidas que por ser mínimas tienen más legitimidad, y las que más pueden facilitar la acción colectiva en el interregno electoral para torcer el curso reaccionario de la coyuntura.

Dicho esto, el Nuevo MAS llamará a votar críticamente a la izquierda de cara a las elecciones de octubre, un voto de clase y de independencia política.

La extraordinaria campaña electoral que hemos realizado con Manuela Castañeira como referente de nuestro partido y vocera de los trabajadores, sigue cosechando el reconocimiento de trabajadores, trabajadoras, jóvenes y mujeres, por la coherencia de clase y por haber puesto en el debate nacional los problemas de los de abajo mediante un programa de medidas anticapitalistas. Las “gracias por lo que hicieron” y las felicitaciones son un espaldarazo para los momentos que están en el futuro inmediato.

Asimismo, el giro “antielectoral” que realizamos el jueves 10 de agosto manteniendo el cierre de campaña, cuando los partidos del régimen y los medios de comunicación masivos instrumentalizaban el asesinato de Morena para que se levantaran escenificando la “unidad de todos” ante lo ocurrido, fue un acierto del cual estamos orgullosos. El Nuevo MAS fue el único partido de izquierda que mantuvo su cierre, y que anticipó en la acción un gesto antielectoral y de independencia política del régimen que, no sólo pretendía igualar en responsabilidad a todos los partidos ante la crisis social y el asesinato de Morena, sino que 3 días más tarde iba a validar a la extrema derecha como triunfadora parcial de las elecciones. Una pequeña gran acción cuyo valor es una enseñanza de que la independencia política no sólo de los partidos patronales sino también del régimen son innegociables, incluso si esto puede “piantar” algún voto, como señaló en el discurso de cierre Roberto Sáenz, dirigente del Nuevo MAS y de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie. Fue desde el mismo cierre en Callao y Corrientes que nos movilizamos con una delegación para hacernos presentes en el Obelisco, donde ocurría en paralelo la represión y el asesinato de Facundo Molares.

De manera principista, sin concesiones al régimen y con un gran despliegue y esfuerzo militante, hemos conquistado un lugar en la tribuna de quienes defienden los derechos de las y los trabajadores en la lucha inclaudicable por una salida anticapitalista y socialista a la crisis. Más temprano que tarde y junto a la clase obrera colocaremos los intereses de los explotados al mando de los destinos del país.

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