Se trata de la ópera prima de Beth de Araújo, jóven estadounidense-brasileña que estudió Sociología y Cine en California, y decidió preparar una merienda tan deliciosa como intragable.

Es una producción de Blumhouse y “Second Grade Teacher” (productora independiente que sólo cuenta con esta realización en su haber), disponible en Mubi o algunos pocos clicks de distancia. Es una recomendación enfática pero con advertencia: tan brillante que obliga a entrecerrar los ojos y llevar las manos a la cara para poder enfrentar la realidad que se presenta totalmente cruda.

A quienes traguen saliva y le den play, les espera un plano secuencia de hora y media del más tenso terror cotidiano, suspenso y drama social hiperrealista. Atrapa por completo, estira y comprime los minutos de forma que al finalizar no queda claro si se trató realmente de segundos o años. Y como en toda buena película de suspenso, no podemos precisar demasiado sobre el argumento. Vamos a limitarnos a decir que sigue una tarde en la vida de una profesora de primaria, que organiza una reunión de mujeres.

Araújo, sin una pizca de azúcar, mezcla los ingredientes del resentimiento social y prende el horno a punto para que leven los discursos derechistas y semi-fascistas que tenemos el desagrado de oír a nivel internacional en el siglo XXI. Como se ha ocupado repetidas veces en estas páginas, Soft and Quiet problematiza a la perfección cómo las condiciones barbáricas y la falta de perspectivas del sistema capitalista llegan actualmente a corroer y pudrir a sectores de la sociedad, que compran la construcción de un “chivo expiatorio” frente a tal desasosiego. Veremos personajes frustrados, laboralmente precarizados, incapaces de lograr realizarse como individuos tanto a nivel económico como social, no pudiendo cumplir tampoco con lo correspondiente a su rol de género asignado e incluso veremos también la relación de estos personajes con las fuerzas represivas y, puntualmente, ex militares. Estos personajes serán captados y organizados alrededor del racismo, la xenofobia, una profunda reacción frente al alza del movimiento feminista y sus conquistas y el odio de clase. La película, sin correrse ni por un segundo de esta perspectiva completamente enturbiada, pone de manifiesto la necesidad de combatirlos, al mostrarlos ineludiblemente como lo que son: intolerables.

En cuanto a la forma, básicamente logra todo lo que se propone y más. La progresión dramática es orgánica y fluida, llevada adelante a través de un juego de cámara en mano y sonido interesantísimo, la construcción de personajes es impecable y las actuaciones acompañan. Una premisa simple pero excelentemente presentada: directa, literal, accesible y no por eso menos profunda. Una provocación a los sentidos y a la reflexión política, en momentos de tal incomodidad, que urge organizarse para defender los derechos conquistados y presentar una verdadera salida a la crisis social que nos imponen los fracasos de los gobiernos capitalistas tradicionales.