La Nueva Política Económica (NEP)

La política monetaria y la planificación económica bolchevique.

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5.1 La política económica de la NEP

En febrero de 1921 Lenin introdujo por primera vez en el partido la discusión sobre la que sería la primera medida de la NEP, que fue aprobada el 21 de marzo por el gobierno: el reemplazo de las requisas forzosas de granos por un impuesto en especie, que permitiera a los campesinos apartar de su producción una parte para el consumo familiar, otra para pagar el impuesto y disponer del excedente para el intercambio[21].

En un primer momento se seguía pensando en los términos del Comunismo de Guerra, de abolición del dinero y desarrollo del simple intercambio de productos del trabajo, el trueque. Rápidamente la realidad económica forzó a las autoridades soviéticas a habilitar el intercambio más allá de las localidades y volver a permitir el uso generalizado del dinero, limitado en los últimos años del Comunismo de Guerra. Los productos del campo volvieron a ser mercancías (Yurovsky, 1925, p. 38).

El abandono de las requisas significaba que, hasta que lograra recaudar efectivamente el nuevo impuesto a partir del incremento de la producción agraria, el gobierno dejaba de disponer de la principal fuente de ingresos -en especie- para entregar materias primas a la industria y disponer de servicios gratuitos para la población urbana y el pago de los salarios de los trabajadores del estado y la industria en especie. Si en 1920-21 había logrado recolectarse 283 millones de puds de cereales, la expectativa de recaudación del impuesto en especie era de 200 millones para 1921-22, y debió reducirse a 140 millones debido a la hambruna producto de la mala cosecha (Dobb, 2012, pp. 75-76 y 151-152). En el Comunismo de Guerra el estado se había hecho cargo del conjunto de los gastos de la industria y del sostenimiento de la población urbana mediante la provisión de servicios públicos -vivienda, alimentación, entre otros- de manera gratuita. Para revertir esa situación se tomaron una serie de medidas en relación con la industria.

En primer lugar, se avanzó en una política de orientar la restauración de la producción hacia la pequeña industria liviana, que necesitaba menos inversiones en maquinaria e insumos para funcionar que la gran industria pesada e iba a permitir contar con mercancías para intercambiar por los productos del campo.

En segundo lugar, se impuso una política de alquiler de las pequeñas empresas de la industria liviana a “personas privadas, cooperativas y asociaciones” (Carr, 1966b, pp. 296-298), con la doble finalidad de impulsar la producción mediante el crecimiento de la iniciativa individual y quitarle al estado el peso del financiamiento de estas industrias. Para septiembre de 1922 unas 3800 empresas fueron alquiladas, totalizando unos 68.000 trabajadores (un promedio de 18 por empresa) y representaba no más del 5% de la producción industrial. Menos de la mitad de las empresas se encontraban en manos privadas, en la mayoría de los casos de sus antiguos dueños. La mayoría en manos de cooperativas o incluso instituciones del estado (Carr, 1966b, p. 301 y Dobb, 2012, p. 152). Aquellas empresas que no pudieran ser alquiladas debían cerrar.

La industria pesada y la que se consideraba de vital importancia para el estado debía pasar a organizarse bajo estrictos criterios de contabilidad económica y a ser responsables de manera individual de sus resultados. Asimismo, se procedió a organizar las distintas ramas de la industria en uniones o trusts locales (Carr, 1966b, p. 303).

El estado procedió a reducir la cantidad de población que dependía de sus ingresos, con un fuerte recorte en las plantillas del estado y de la industria estatal. En los ferrocarriles la plantilla se redujo casi a la mitad entre julio de 1921 y julio de 1922. En la industria textil se redujo a la mitad el número de trabajadores productivos por huso. Esto llevó a que por primera vez se estableciera en las ciudades de la Rusia Soviética un “ejército industrial de reserva”, como Marx había denominado a los desocupados, de 150.000 en octubre de 1921, 175.000 en enero de 1922, 625.000 en enero de 1921 y 1.240.000 en enero de 1924 (Carr, 1966b, p. 322, Dobb, 2012, p. 153).

Por último, todas las empresas (incluyendo las estatales) debían regirse por “principios de contabilidad económica precisa”, y debían tender a generar ingresos. El objetivo era que dejaran de depender de subsidios del estado y, por el contrario, generaran ingresos monetarios al mismo. Este proceso de racionalización llevó a que, por ejemplo, de las 920 minas en producción en enero de 1921 en la zona del Donetsk, luego de la confirmación de un trust único y la intervención de un enviado del gobierno, solo 471 se mantuvieron abiertas para fin de año. Lo mismo se replicó con otros trusts mineros (Dobb, 2012, p. 153-154).

En el terreno laboral y salarial, el criterio de racionalización económica era incompatible con los criterios anteriores de pago de salarios a través de raciones y prestaciones gratuitas de servicios públicos. Se eliminó el sistema de trabajo compulsivo, obligatorio, a cambio de raciones. Volvió a instalarse el pago de un salario, en muchos casos atado a la productividad del trabajo y al presentismo. Esos salarios se fijaban en dinero, pero al comienzo se pagaron en especie, debido a la negativa de los trabajadores de cobrar en papel moneda de rápida depreciación. Estos cambios comenzaron a aplicarse en noviembre de 1921, donde también comienzan a implementarse acuerdos salariales y convenios colectivos de trabajo entre los sindicatos y los trusts o empresas de cada sector (Carr, 1966b, pp. 319 y 320).

Como corolario de todas estas medidas, luego de aceptada la realidad de la necesidad de la vuelta a la circulación monetaria, todos los emprendimientos industriales, incluidos los del estado, tuvieron autorización para utilizar el mercado libre para la compra de insumos y materias primas y también para la venta de sus productos, convirtiendo en mercancías no sólo la producción agraria sino también la producción industrial (Yurovsky, 1925, pp. 39-40). El sistema de administración de la industria por la vía de una planificación rudimentaria del Comunismo de Guerra daba lugar a la organización por la vía del mercado y con iniciativa e independencia de parte de las empresas y los sindicatos.

Los bolcheviques buscaban restaurar los criterios de la ley del valor, de eficiencia económica y de iniciativa individual para reactivar y organizar la industria. La industria liviana directamente en manos privadas, y la industria pesada y estratégica en manos del estado, pero con administraciones independientes y responsables de mostrar resultados positivos. Pero siempre manteniendo la mayor parte de la producción industrial en manos del estado obrero.

5.2 La restauración de la circulación monetaria

El retorno de la circulación monetaria, que fue inicialmente resistida por los bolcheviques, implicó una serie de consecuencias financieras y económicas inesperadas que fueron desenvolviéndose en los meses subsiguientes. El primero en presentar una alerta fue Preobrazhensky, que señaló que, si el partido pretendía abandonar el rumbo de una economía sin dinero al intercambio de mercancías, era muy difícil utilizar una moneda cuya depreciación ya no era diaria sino incluso hora a hora (Carr, 1966b, p. 343).

Luego de la experiencia del proceso de desmonetización del rublo durante el Comunismo de Guerra, Lenin y la mayoría del partido bolchevique estaban convencidos de que era necesario reducir el déficit fiscal y su monetización para lograr unas finanzas estables. Incluso economistas del ala izquierda como Preobrazhensky sabían que, si se quería restaurar la circulación monetaria, era necesario estabilizar la moneda controlando las finanzas del estado.

Las medidas citadas tenían la potencialidad, en el futuro, de mejorar la posición del presupuesto del estado: eliminación de la las raciones; pago por la prestación de servicios públicos, incluyendo los ferrocarriles, el servicio postal, agua, electricidad, gas, baños, lavanderías, deshollinadores, entre otros; desprendimiento de las industrias livianas y cobro de alquiler; racionalización y descarga del presupuesto de las empresas estatales; reducción del personal en las distintas dependencias del estado y de la industria; independencia financiera de los soviets locales, dejando la administración central de financiar sus déficits. Además, se introdujeron en julio de 1921 impuestos a la industria, luego en 1922 impuestos a los altos ingresos personales e impuestos indirectos al consumo tabaco, cigarrillos, bebidas alcohólicas, te, café, azúcar, sal, y productos derivados del petróleo.

Pero en el corto plazo se agregaban gastos monetarios, como el pago de salarios, la obligación del estado de comprar a sus propias empresas y a las privadas la producción a precios de mercado, que significaban nuevos gastos en dinero. Para fines de 1921 e incluso 1922 todavía no se encontraba desarrollado el aparato impositivo, así como tampoco estaban maduras las fuentes de esos impuestos: habían sido directamente destruidas durante los casi tres años del Comunismo de Guerra. La industria recién estaba comenzando a funcionar bajo los nuevos criterios comerciales y el campo se encontraba atravesando una mala cosecha y la hambruna de 1921. Todavía se arrastraban resabios de la economía natural. Los procesos de reducción del personal en la industria estatal y la administración también fueron severos, con una reducción de más del 50% del personal del gobierno, pero paulatinos.

En agosto el gobierno decretó el retorno al funcionamiento del estado a partir de un presupuesto monetario, con el difícil objetivo, impuesto por el noveno Congreso de los Soviets de toda Rusia de “reducir y eventualmente eliminar la necesidad de financiar el déficit mediante la emisión monetaria” para 1922 (Yurovsky, 1925, pp. 41 42).

La confección del presupuesto no era más que el primer paso en la estabilización de las finanzas. El crecimiento de los gastos monetarios, el lento avance de los ingresos impositivos y del propio proceso gradual de descarga del presupuesto del peso del conjunto de la economía nacional produjeron que durante los primeros años de la NEP el gobierno, si bien tenía la intención de reducir la emisión monetaria, tuviera que depender de ella casi exclusivamente para financiar sus gastos. En 1921 se emitieron más de 16 billones de rublos y en 1922 casi 2.000 billones. Se llevó adelante, a fines de 1921 y 1922 una desvalorización del papel moneda: los rublos emitidos en 1922 equivalían a 10.000 de las emisiones anteriores, y los posteriormente emitidos en 1923 a 100 rublos de 1922. De esta manera, la emisión de 1923 equivalía a un millón de rublos previos a 1922. Estas desvalorizaciones buscaban ayudar a restaurar la confianza en el dinero instaurando denominaciones monetarias más parecidas a las de antes de la guerra. Pero no había ninguna esperanza en el gobierno de que una simple quita de ceros a la moneda resolviera los problemas monetarios y financieros del país (Yurovsky, 1925, pp. 47-48).

En la práctica resultaba imposible garantizar realmente la independencia financiera de la industria, sin resignarse a una profundización de la destrucción industrial. Obligar a empresas quebradas, con pocas materias primas, sin reservas para pagar los salarios y con equipamiento agotado por la depreciación durante el Comunismo de Guerra, a funcionar de un día para otro sin recursos adicionales significaba condenar a la industria pesada, la más importante para el desarrollo económico e industrial que seguía siendo el objetivo de los bolcheviques, al raquitismo. Lo primero que hicieron las empresas para sobrevivir en los primeros meses de la NEP fue vender sus stocks. Durante los años del Comunismo de Guerra los precios, tanto fijos como libres habían estado en favor de los productos industriales con respecto a los agrarios. Con la liquidación de stocks industriales, sumado a la mala cosecha de 1921 que reducía la capacidad del consumo del campesinado, los precios relativos de las mercancías manufacturadas llegaron a sus peores niveles desde la guerra en comparación con los productos del campo. Es uno de los factores que explican la desaceleración e incluso disminución en julio y agosto de 1921 del índice de precios de (ver tabla 6). Fue tan generalizado este fenómeno que fue debatido en el noveno Congreso de los Soviets de toda Rusia a fines de año, donde se lo denominó “razbazarovanie” o despilfarro en los bazares (Carr, 1966b, pp. 311-312). Para financiar a la industria sin comprometer en principio el presupuesto del gobierno se creó en noviembre de 1921 el Banco del Estado (Gosbank), la primera entidad financiera soviética desde el cierre del Banco del Pueblo en diciembre del año anterior.

El propio hecho de haber tomado medidas en favor de la re-mercantilización de la economía también ayudó a reducir el ritmo de la inflación. Incluso cuando durante 1921 no se registraron mejoras significativas en la producción, sino lo contrario (ver tabla 3), el propio hecho de rehabilitar la circulación monetaria, la comercialización de productos agrícolas e industriales, generó una fuerte demanda de circulante. No hubo un aumento de la producción hasta 1922, pero sí un incremento significativo de la cantidad de mercancías intercambiadas. Incluso el alquiler de las fábricas livianas creaba una propia demanda de dinero para poder abonarlo. La colocación de la mayoría de la industria por fuera del “libro de contabilidad” del presupuesto del estado también generó una propia demanda de circulante por parte de las empresas.

Por ese motivo, si bien el Comisariado de Finanzas se vio obligado a continuar emitiendo papel moneda a tasas crecientes, la tasa de inflación mensual fue en general en 1921 menor a la de emisión. Esto revirtió el fenómeno contrario verificado desde antes de la revolución, donde el aumento de los precios superó ampliamente el aumento de la emisión, y logró restablecer el valor real del dinero total circulante en el país, además de permitir al estado incrementar el valor real apropiado mediante la imprenta. Durante el segundo semestre de 1921 se obtuvieron 142 millones de rublos de 1913, frente a los tan solo 38 millones que se habían obtenido durante el primer semestre. En 1922 la imprenta generó ingresos reales por 165 millones de rublos de 1913 durante el primer semestre y 199 millones durante el segundo (ver tabla 6).

Tabla 6: Emisión, inflación y valor real de la emisión monetaria
Año Mes Cantidad de papel moneda (rublos) en circulación Emisión (rublos) Tasa de emisión Índice de precios Tasa de inflación Valor real de la emisión de papel moneda (rublos)
1920 enero 225.014 35.186 15,64% 2.420 27,69% 14,5
febrero 260.200 32.800 12,61% 3.090 23,30% 10,6
marzo 293.000 47.600 16,25% 3.810 25,20% 12,5
abril 340.600 47.100 13,83% 4.770 21,17% 9,9
mayo 387.700 62.900 16,22% 5.780 13,67% 10,9
junio 450.600 61.200 13,58% 6.570 23,90% 9,3
julio 511.800 68.900 13,46% 8.140 11,43% 8,5
agosto 580.700 70.600 12,16% 9.070 1,76% 7,8
septiembre 651.300 93.900 14,42% 9.230 4,23% 10,2
octubre 745.200 117.600 15,78% 9.620 9,15% 12,2
noviembre 862.800 132.800 15,39% 10.500 20,00% 12,6
diciembre 995.600 173.000 17,38% 12.600 33,33% 13,7
1921 enero 1.168.600 130.300 11,15% 16.800 28,57% 7,8
febrero 1.298.900 189.300 14,57% 21.600 27,78% 8,8
marzo 1.488.200 198.500 13,34% 27.600 29,35% 7,2
abril 1.686.700 230.500 13,67% 35.700 19,61% 6,5
mayo 1.917.200 205.100 10,70% 42.700 45,20% 4,8
junio 2.122.300 224.800 10,59% 62.000 30,16% 3,6
julio 2.347.100 461.000 19,64% 80.700 -0,50% 5,7
agosto 2.808.100 702.600 25,02% 80.300 -4,86% 8,7
septiembre 3.510.700 1.023.700 29,16% 76.400 7,20% 13,4
octubre 4.534.400 1.950.300 43,01% 81.900 16,61% 23,8
noviembre 6.484.700 3.365.000 51,89% 95.500 44,50% 35,2
diciembre 9.849.700 7.694.200 78,12% 138.000 108,70% 55,8
1922 enero 17.543.900 12.021.900 68,52% 288.000 89,24% 41,7
febrero 29.565.800 18.832.100 63,70% 545.000 111,01% 34,6
marzo 48.397.900 32.824.300 67,82% 1.150.000 119,13% 28,5
abril 81.222.200 46.634.200 57,42% 2.520.000 65,08% 18,5
mayo 127.856.400 85.792.800 67,10% 4.160.000 22,36% 20,6
junio 213.649.200 106.847.800 50,01% 5.090.000 9,43% 21,0
julio 320.497.000 154.296.000 48,14% 5.570.000 -1,26% 27,7
agosto 474.793.000 221.348.600 46,62% 5.500.000 6,91% 40,2
septiembre 696.141.600 217.566.000 31,25% 5.880.000 24,83% 37,0
octubre 913.707.600 304.125.400 33,28% 7.340.000 56,63% 41,4
noviembre 1.217.833.000 261.385.800 21,46% 11.497.000 49,83% 22,7
diciembre 1.479.218.800 515.281.200 34,83% 17.226.000 22,00% 29,9
Fuentes: Arnold, 1937, pp. 91, 128 y 129, Katzenellenbaum, 1925, pp. 56-57 y 74-75. Las cifras de emisión monetaria están en millones de rublos previos a la desvalorización de 1922. El valor real del volumen de circulante y de la emisión está en millones de rublos de 1913, indexados mediante los índices de precios citados por Arnold y Katzenellenbaum.

 

Si bien el gobierno logró durante 1921 y 1922 generar ingresos reales por la vía de la emisión monetaria, esto no significaba que los precios estaban bajo control, sino que las astronómicas cifras de emisión (500 billones de rublos tan solo en diciembre de 1922) eran acompañados por no tan astronómicos incrementos en los precios. El rublo seguía depreciándose rápidamente.

5.3 En busca de una medida del valor

La rápida depreciación del rublo volvía a ponerlo en cuestión como medida de los valores. En septiembre de 1922 el Congreso de Sindicatos de toda Rusia votó que, para enfrentar la volatilidad de la moneda, los salarios debían indexarse a una determinada canasta de mercancías denominado “Número Índice de las Estadísticas Laborales” (Yurovsky, 1925, p. 66).

En la industria estatal se intentaron distintos métodos para el cálculo económico ante la ausencia de una medida estable del valor. El trust de fabricantes de leña resolvió calcular sus costos de producción con el valor de mercado del pud de centeno, ya que su mayor gasto era salarial. La Administración de Minas de Carbón de Moscú basaba sus cálculos en los precios de 1913. Los precios de los materiales y equipos eran multiplicados a su vez por 1,5 y los bienes salariales por 3. Ese número, a su vez, se traducía en rublos corrientes multiplicando por el precio del oro en el mercado libre de Moscú. Como puede observarse, si bien se trata de intentos saludables de realizar un cálculo económico en medio de la depreciación de la moneda, ninguno de estos métodos permitía calcular realmente los costos de producción (Yurovsky, 1925, pp. 76 – 77).

Este problema se daba también a nivel presupuestario: el Comisariado de Finanzas necesitaba que el presupuesto se pautara en una medida estable del valor para poder cumplirlo de manera estricta. Un presupuesto valorado en rublos corrientes de depreciación incierta llevaba al descontrol del gasto. En noviembre de 1921 se decretó que el presupuesto del año siguiente debía conformarse en rublos de 1913 o “rublos de preguerra”. Un nuevo decreto pocos días más tarde cambió esta denominación por “rublos de oro”. También se utilizó alternativamente “rublo de bienes”, “rublo de mercancías” y “rublo indexado”. Este método no era más que la utilización del índice de precios del Comisariado de Finanzas para calcular los precios en términos reales (Yurovsky, 1925, pp. 71-73).

Se dio un fuerte debate en el partido bolchevique acerca de si lo mejor era indexar los precios con este método. En primer lugar, se encontraba el problema de que el Comisariado de Finanzas realizaba el cálculo con motivos presupuestarios, por lo que el índice se publicaba de manera mensual, llevando a bruscos incrementos discretos (Yurovsky, 1925, p. 79-80). Esta parece esconder una objeción “técnica”, que podría haberse resuelto con la publicación de un índice diario, aunque el Comisariado de Finanzas ni ningún otro órgano soviético en ese momento tuviera la capacidad real de poder hacerlo. Pero en realidad era una objeción teórica: un índice diario también presentaría saltos discretos, dada la tasa de depreciación horaria del rublo. Quienes lograran comprar mercancías por la mañana estarían obteniendo un beneficio por sobre los que lo hicieran por la tarde.

Otra objeción a la utilización del rublo indexado era que sería imposible utilizar un índice como medida generalizada del valor (Yurovsky, 1925, p. 81). El método solo se puede utilizar hasta tanto la mayoría de las mercancías del país sigan calculando sus precios en rublos corrientes. En cuanto toda la economía pasa a medir los valores en rublos indexados, es imposible calcular el número índice del siguiente día. Una vez que todos los precios se encuentran calculados en rublos de pre guerra, ¿cómo calcular el impacto de una nueva emisión del gobierno? Supongamos el número índice de enero de 1922, de 288.000. Si en febrero el Comisariado de Finanzas emite 288 billones de rublos, estaría arrojando 1.000 millones de rublos de 1913 a la circulación. En un primer momento parecería ser muy bueno para el gobierno: logró emitir una gran cantidad de dinero con el mismo poder adquisitivo que tenía el mes anterior. Sería la fórmula para crear valor de la nada. pero en cuanto la sociedad descubriera que hay en circulación más símbolos de dinero de los que demandaba, necesariamente se buscaría un aumento de los precios. Sin un mecanismo para el aumento de los mismos (se supone que el objetivo de calcular en rublos índice es que los precios no varíen), rápidamente quedaría sin efecto esa nueva medida del valor. El Comisariado de Finanzas podría intentar solucionar este problema incrementando el índice de acuerdo con la emisión monetaria. Pero como hemos visto a lo largo de todo este trabajo, es imposible predecir de manera exacta el incremento “normal” del nivel de precios que corresponde a un incremento en la cantidad de papel moneda circulante. Cualquier modificación de este tipo traería una sub o sobrevaluación sistemática del rublo de papel que eliminaría cualquier ventaja de utilizar el rublo de 1913 como medida del valor.

“El sistema de calcular en “rublos de bienes” es por lo tanto posible sólo temporalmente, pero es por su propia naturaleza autodestructivo. En otras palabras, si el “rublo de bienes” o “índice” se deduce del actual nivel de precios [en rublos corrientes], no puede servir al mismo tiempo de estándar para medir esos precios” (Yurovsky, 1925, p. 81-82).

Quienes utilizaban estos argumentos proponían la utilización de un verdadero “rublo de oro”, basado en la cotización del metal precioso en el mercado. Argumentaban que, por un lado, el rublo de pre guerra en realidad también miraba al oro, ya que el rublo de 1913 era una moneda convertible. Sin embargo, utilizar la cotización corriente del oro era beneficioso ya que incorporaba el cambio en los valores relativos del oro (el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo) con respecto a las mercancías luego de la guerra. Además, como Rusia estaba comenzando a abrir su mercado a la exportación e importación de bienes, era conveniente establecer una conexión directa entre la moneda rusa y las divisas internacionales, con lo que Marx llamaba “dinero mundial”. Los críticos de esta propuesta señalaban que el precio del oro estaba regido por un mercado demasiado regulado, por lo que necesariamente su precio estaría sujeto a grandes variaciones: en el fondo sería una decisión del organismo encargado de comprarlo.

Ambas propuestas comenzaron a utilizarse simultáneamente: el Comisariado del Pueblo de Finanzas confeccionó el presupuesto de 1922 en rublos indexados y ordenó calcular todas las tasas e impuestos en esa moneda. El Banco del Estado, a cuya creación nos referiremos a continuación, convirtió los depósitos y préstamos en papel moneda a rublos de oro utilizando su cotización del metal. En el mercado se celebraban contratos con estos u otros índices o métodos. La multiplicidad de índices, y sus propios problemas que hemos mencionado, hicieron de la economía un terreno de pura especulación: las empresas ganaban o perdían dinero no por producir mejor o peor, sino por lograr o no hacer buenos negocios con las distintas tasas, índices y precios. Arnold (1937, pp. 142-144) señala que, si bien desde un punto de vista legislativo ganó la posición del Banco del Estado y el rublo de oro, en los hechos al ser este precio regulado sumamente variable con respecto al resto de las mercancías (Katzenellenbaum, 1925, p. 158), se siguió utilizando el rublo índice como medida de los valores incluso hasta 1924.

Sin embargo, Rusia necesitaba ir hacia la estabilización monetaria: que el mismo instrumento cumpliera todas las funciones del dinero. El rublo índice no podía utilizarse como medio de intercambio real. Sokolnikov (citado por Arnold, 1937, p. 145) y Yurovsky (1925, pp. 85-86) señalaba que, con el retorno del comercio, la propia sociedad empezó a buscar un instrumento que cumplieran de manera adecuada todas las funciones del dinero. En ese camino comenzaron a utilizarse divisas extranjeras, e incluso rublos de oro reales de antes de la guerra que volvían a aparecer no solo como reserva de valor, sino incluso como medio de intercambio. En particular, este abandono del rublo tomó más fuerza en las provincias más alejadas del centro, como Transcaucasia, Ucrania y el extremo este, pero incluso empresas privadas y públicas y hasta organismos del estado comenzaron a utilizar monedas de oro. Esto se vio reflejado en el desplome de los ingresos reales de la emisión monetaria y el valor real (en rublos de 1913) de todo el papel moneda en circulación. Abril y mayo de 1922 fueron mínimos históricos, al igual que julio de 1921. La destrucción del dinero, a pesar de la restauración de la circulación mercantil, estaba superando incluso a la del Comunismo de Guerra (ver gráfico 1). Lo peligroso de esto es que, a diferencia del período anterior, donde los ingresos más importantes del estado eran en especie, los ingresos de la emisión monetaria sí tenían un rol importante en el presupuesto del estado en 1922. Sokolnikov llegó a decir que durante el primer semestre de 1922 la economía rusa había estado “al borde de la bancarrota” (Arnold, 1937, p. 131). El peor momento quedó atrás producto de la recuperación de la producción: a mediados de 1922 comenzaron a crecer tanto la industria como la agricultura, luego de la hambruna del año anterior. De todas formas, el dramatismo de la situación descripta por Sokolnikov puede apreciarse en los decretos de junio, julio y agosto reclamando la reducción de más del 50% del personal del estado (Davies, 1958, p. 57).

Fuentes: Arnold, 1937, pp. 91, 128 y 129, Katzenellenbaum, 1925, pp. 56-57 y 74-75. El valor real de la emisión está en millones de rublos de 1913, indexados mediante los índices de precios citados por Arnold y Katzenellenbaum.

Era la segunda vez en menos de un año que la completa desmonetización del rublo amenazaba a la Rusia revolucionaria. Además de la recuperación de la economía, hacían falta medidas en el terreno financiero para poder recuperar una moneda soberana. Ningún cálculo matemático podía resolver un problema que en el marxismo es social: el de la mercancía -o símbolo de esta- que ejerce la función del dinero, el equivalente general de todas las mercancías, el instrumento que garantiza la posibilidad de convertir millones de trabajos privados e independientes en trabajo social. Si el estado revolucionario no lograba imponer socialmente un símbolo emitido por él, la misma sociedad se encargaría de encontrar uno más adecuado, con grandes perjuicios políticos y económicos para el estado obrero y el proyecto de transición al socialismo.

5.4 La creación del Banco del Estado

La liquidación de los stocks industriales colaboró con el amesetamiento de los precios y contribuyó a mejorar la situación del campesinado. Pero también alertó a los dirigentes bolcheviques: las medidas tomadas beneficiaban demasiado a la población del campo en detrimento de la industria y la clase obrera, que era el fundamento del proceso revolucionario ruso. No podía permitirse el hundimiento de la industria. La misma siguió operando con grandes déficits: la volatilidad de los precios hacía difícil calcular adecuadamente los costos de producción, las maquinarias y los stocks de materias primas estaban muy deteriorados e incluso el gobierno compraba mercancías a precios menores a los de mercado. En los hechos, hasta finales de 1922 la industria debió ser subsidiada por el presupuesto. Pero para comenzar a revertir esta situación se puso en funcionamiento el Banco del Estado, conformado como un organismo del Comisariado de Finanzas. Este último supervisaba la actividad del banco, elegía a su junta de directores y proponía al Consejo de Comisarios del Pueblo -el gobierno- el presidente de la junta. También aprobaba la tasa de interés y las comisiones, así como los estimados de gastos y los reportes financieros. El objetivo del Banco del Estado de acuerdo a sus estatutos era “colaborar en el desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio por medio del crédito y otras operaciones bancarias y con el objeto de concentrar las transacciones monetarias y adoptar otras medidas para asegurar un sistema monetario sólido” (Arnold, 1937, pp. 120-121, Katzenellenbaum, 1925, pp. 154-155).

El Gosbank abrió sus puertas el 16 de noviembre de 1921. El banco, como cualquier otra empresa en este período, debía funcionar bajo estrictos criterios comerciales (Arnold. 1937, p. 120). Fue creado como un banco de crédito, a diferencia del antiguo banco del estado pre revolucionario que era un banco central con el privilegio de emisión de papel moneda. Sus funciones estaban fuertemente condicionadas por la situación general de depreciación del rublo. En primer lugar, no estaba habilitado para emitir dinero: esa prerrogativa la seguía manteniendo el Comisariado de Finanzas, por lo que tenía pocas herramientas para “asegurar un sistema monetario sólido” como pedía su estatuto. Estaba autorizado, de acuerdo con Arnold (1937, pp. 121-122), para otorgar créditos de corto y largo plazo, descuento de notas, facturas y cheques, y adelantos y giros en descubierto, que podían respaldarse en garantías, facturas y otros instrumentos comerciales, valores, letras de cambio y divisas extranjeros, oro y mercancías. A su vez, el banco estaba autorizado a vender esas mercancías y comprar otras, una función extraña a un banco, pero fundamental por dos motivos: para cubrirse de la depreciación de la moneda y además para impulsar el intercambio a nivel nacional, dado el escaso desarrollo de la red de distribución e intercambio de mercancías en el interior del país. También estaba facultado para comprar y vender divisas y oro (Arnold, 1937, pp. 121-122).

La depreciación de la moneda era el principal obstáculo para realizar una política crediticia coherente. El banco no podía cargar con la totalidad del costo de la depreciación del rublo a sus clientes, que no estaban en condiciones de pagar tasas de interés iguales o mayores que la inflación. De todas formas, se establecieron altas tasas de interés nominales, inauditas hasta el momento (Katzenellenbaum, 1925, p. 157): entre el 8 y el 12% mensual[22], que rápidamente en enero se incrementaron a entre el 12 y el 18%. Estas altas tasas de interés nominales se encontraban de todas formas muy por debajo de la inflación, que en ese período se ubicó entre el 44% de noviembre de 1921 hasta llegar al 119% mensual en marzo de 1922. El banco pagaba un interés por los depósitos de entre el 36% y el 60% anual entre diciembre de 1921 y marzo de 1922, y se elevaron a entre 48 y 72% anual entre marzo y julio de 1922. No es de extrañar que solo el Comisariado del Pueblo de Finanzas y otros organismos del estado depositaran sus fondos en el banco, teniendo en cuenta las tasas de interés reales negativas.

En un primer momento el financiamiento de la descapitalización del banco quedó en manos del presupuesto: se creó con un capital de 2 billones de rublos, que en noviembre de 1921 representaban unos 20 millones de rublos de 1913. En marzo de 1922 tuvo que aumentar a 5,750 billones de rublos, pero que sólo representaban 5 millones de 1913. El incremento a 130,750 billones en noviembre no llegó a igualar el capital inicial, quedando en 11 millones de rublos de 1913 (Arnold, 1937, pp. 126-131).

En los hechos el crédito se realizaba sobre la base de subsidios del presupuesto, exactamente lo que se quería evitar cuando se eliminó a la industria del presupuesto nacional. Además de poner al Comisariado de Finanzas en la situación de tener que emitir papel moneda para hacer frente a la depreciación del mismo papel moneda emitido anteriormente, una situación explosiva e insostenible en el largo plazo, donde parte del impuesto inflacionario lo terminaba pagando el propio estado.

Para comenzar a revertir la depreciación del capital del Gosbank se establecieron diversas prácticas. En primer lugar, el banco comenzó a participar de las ganancias por las ventas de mercancías de las empresas deudoras. En el caso del comercio exterior, el crédito se otorgaba en rublos, pero se registraba en libras esterlinas. El prestatario debía devolver el crédito de acuerdo con la cotización de la libra el día de la devolución. A partir de esa práctica el banco comenzó a acumular una reserva de metálico y divisas (Katzenellenbaum, 1925, p. 157). Arnold (1937, pp. 134-135) señala que el banco comenzó a exigir que los créditos se paguen no en dinero sino en la mercancía que el deudor producía o vendía. En poco tiempo el banco estaba otorgando créditos y recibiendo pagos en mercancías, y comenzaba a tomar un importante rol comercial. Finalmente, el banco comenzó la práctica de otorgar créditos de acuerdo a un patrón oro (ver la discusión del punto anterior).

Sin embargo, a pesar de estas medidas para contrarrestar la depreciación del rublo, el balance del banco no cesaba de deteriorarse y dependía de nuevas inyecciones de efectivo por parte del Comisariado del Pueblo de Finanzas para sostener el valor real de sus activos. Así como el aumento en la cantidad de dinero no significaba un aumento real del circulante, el flujo continuo de efectivo en la caja del Banco del Estado no significaba un crecimiento real de sus recursos ni de su importancia en la economía ni su rol de “colaborar en el desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio por medio del crédito” (Katzenellenbaum, 1925, p. 159-160).

Para ayudar al Banco del Estado en el crecimiento de su activo y brindar a la economía una medida estable de los valores, se le otorgó a finales de 1922 el derecho de emitir billetes de banco, los chervonetsi[23].

5.4.1 El chervonetz

A partir de noviembre de 1922 el Banco del Estado se transformó en un banco de emisión. Tenía la potestad de emitir billetes de banco, chervonetsi, para llevar adelante sus operaciones de crédito. No se fijó ninguna tasa de cambio entre los billetes de banco y el papel moneda, que seguía siendo emitido por el Comisariado de Finanzas, pero sí se estableció una relación con el rublo de oro de 1913: un chervonetz equivalía a 10 rublos de oro o 7,743 gramos de oro fino. El banco podía emitir billetes de 1, 2, 3, 5, 10, 25 y 50 chervonetsi. Cómo se ve, el billete de menor denominación contaba con un gran valor real.

Si bien no se declaró su convertibilidad, debían estar totalmente respaldados: en un 25% por metales preciosos o divisas y el 75% restante en mercancías, facturas u obligaciones de corto plazo. Sin embargo, la legislación prometía pasar a la convertibilidad del chervonetz en el lapso de dos años[24]. La única excepción a la norma de emisión del chervonetz para sus propósitos comerciales era la posibilidad de emitir billetes para otorgar adelantos al Comisariado de Finanzas, que debían estar respaldados en un 50% por metales preciosos y el otro 50% en obligaciones del tesoro pagaderas de interés. La “barrera de oro” impuesta por el Comisariado de Finanzas a su propio financiamiento sólo puede explicarse por la voluntad del gobierno de “proclamar a la nación y resto del mundo que el estado busca salvaguardar a su banco central de convertirse en un mero departamento del tesoro” (Arnold, 1937, pp. 153-154). Yurovsky señala (1925, p. 89) que para 1925 el tesoro nunca había apelado a esa excepción.

Mención aparte merece el debate acerca de la reserva metálica del 25%, escasa para los patrones de la época (Arnold, 1937, p. 149-151) pero muy alta para algunos dirigentes bolcheviques, que consideraban un lujo innecesario en un país con tantas necesidades tener una reserva en metálico en las arcas del Banco del Estado, en lugar de utilizarla para importar la maquinaria que tanto necesitaba la industria[25]. Por un lado, es evidente que para Marx el oro es el fundamento de cualquier sistema monetario, en el cual el papel moneda solo circula en tanto símbolo del oro en la circulación. Esto no significa para Marx que el dinero de papel representa la misma cantidad de oro que se encuentra en las reservas del Banco Central. Por el contrario, señala como el Banco de Inglaterra tiene una proporción de oro mucho menor a la del papel moneda circulante, y que la acumulación de enormes cantidades de oro en las bóvedas del Banco era un síntoma de atraso, no de modernidad (Astarita 2014, p. 54 y Marx, 2002, p. 177). Sin embargo, en el contexto de crisis económica y en particular crisis monetaria rusa, es entendible que las autoridades hayan resuelto ir hacia una estabilización con fuertes reservas, con el fin de asegurar la confianza necesaria, en Rusia y en el extranjero, para garantizar estabilidad de la moneda. No era necesaria una reserva mayor, debido a que por un lado el chervonetz no era aún convertible y, por el otro, la mayor parte de los actores de la economía seguían siendo empresas del estado, que no deberían provocar corridas contra el nuevo billete. De todas formas, una vez terminada la estabilización, esta misma discusión volvería sobre el problema de la planificación de la economía versus el libre juego de la ley del valor y las fuerzas del mercado.

El Comisariado del Pueblo de Finanzas no interrumpió la emisión del rublo de papel, ya que debía seguir cubriendo su déficit. El chervonetz no fue desde el comienzo una moneda de curso legal, sino que era esencialmente dinero crediticio. Sin embargo, se legisló la obligatoriedad de aceptar el chervonetz en pago de cualquier impuesto o tasa denominada en rublos de oro, en particular para pagar los derechos aduaneros. También se otorgó al Banco el derecho de exigir el pago de los créditos en chervonetsi, creando una demanda inicial para el mismo (Yurovsky, 1925, p. 89 y Arnold, 1937, pp. 148-149).

En los primeros meses de 1923 la circulación del nuevo billete todavía era escasa. Las empresas que recibían créditos en chervonetsi rápidamente los cambiaban por rublos para efectuar sus gastos: todavía no era un verdadero medio de cambio. Uno de los motivos de este fenómeno era su alta denominación, que lo dejaban fuera de la circulación de pequeña escala. Diversos autores (Yurovsky, 1925, p. 91, Arnold, 1937, pp. 155-156 y Katzenellenbaum, 1925, pp. 103-105) señalan que el Comisariado del Pueblo de Finanzas no estaba interesado -no tenía opción- en que el chervonetz ganara popularidad como medio de cambio demasiado pronto, ya que seguía dependiendo de la emisión de rublos de papel para financiar al gobierno. En un primer momento los chervonetsi volvían al Banco del Estado al finalizar las operaciones crediticias. Hacia mediados de 1923 ya había más billetes del banco en circulación (ver tabla 8), aunque más bien funcionando como reserva de valor (Arnold, 1937, p. 156).

Como reserva de valor el chervonetz demostró ser mucho más estable que el rublo. Tuvo una importante pérdida de su valor en mayo y junio de 1923, producto del alza de los precios industriales: la cartelización de la industria y el apoyo crediticio del propio Banco del Estado, produjo que esta pasara de la necesidad de malvender sus mercancías para obtener fondos para funcionar (la “razbazarovanie”), a tener una base financiera sólida para acumular su producción e incrementar sistemáticamente sus precios con respecto a las mercancías agrarias y al chervonetz. Arnold (1937, pp. 170-171), en cambio, señala que la depreciación se debía en realidad a una sobre expansión del crédito, que luego se contrajo hacia fines de año resultando en una caída en los precios medidos en chervonetsi. Obviamente estos dos fenómenos están relacionados, uno desde el punto de vista financiero y otro desde la economía de las firmas. Más adelante discutiremos las implicancias de estos movimientos en relación con la ley del valor de Marx.

En general la depreciación del chervonetz fue menor al 10% mensual: para diciembre de 1923, mientras que el rublo había perdido el 99% de su valor, el billete del banco había perdido sólo el 39% (ver tabla 7).

Tabla 7: Índice de precios en chervonetsi y rublos (enero 1923 = 100)
Año Mes Índice de precios en chervonetsi Inflación en chervonetsi Índice de precios en rublos Inflación en rublos
1923 enero 100 8,11% 100 32,63%
febrero 108 11,47% 133 11,58%
marzo 121 -0,80% 148 26,24%
abril 120 -5,23% 187 39,43%
mayo 113 15,91% 260 41,67%
junio 131 15,12% 369 57,15%
julio 151 8,86% 580 54,12%
agosto 165 -0,63% 894 75,83%
septiembre 164 -0,47% 1.572 96,27%
octubre 163 -4,63% 3.085 69,96%
noviembre 155 5,35% 5.242 110,11%
diciembre 164 7,43% 11.015 135,74%
1924 enero 176 10,45% 25.967 198,88%
febrero 194 3,47% 77.611 279,64%
marzo 201 -6,33% 294.647
Fuente: construcción propia en base a Arnold, 1937, pp. 168, 186-187 y Katzenellenbaum, 1925, pp. 74-75, 108.

 

Contradictoriamente, la pérdida de valor del chervonetz, al reducir el valor real del billete de menor denominación, posibilitó su utilización en transacciones cotidianas y lo convirtió en un medio de circulación y pago generalizado (Yurovsky, 1925, pp. 95-96). Yurovsky relata como para fines de 1923 incluso sectores campesinos más conservadores como los algodoneros de Turkestán (de los que se creía desde el gobierno que no aceptarían la nueva moneda en el corto plazo) ya reclamaban el pago de la cosecha en chervonetz y rechazaban el rublo. Los precios comenzaron a medirse en chervonetz, mucho más estable, y por lo tanto volvieron a relacionarse de manera directa con el valor del oro. El nuevo billete de banco se transformó definitivamente en dinero, cumpliendo todas sus funciones, consolidándose en la Rusia Soviética un sistema bimonetario.

Por último, esta relativa estabilidad del chervonetz con respecto a las mercancías rusas también se tradujo en el mercado de oro y de divisas. Esto, que en otros momentos de la economía soviética no tenía ninguna importancia, era fundamental en el marco de las reformas monetarias durante la NEP. En primer lugar, porque el gobierno pretendía aumentar el volumen del comercio internacional del país, y por ese motivo era importante volver a relacionar la moneda rusa con las principales monedas del mundo. En segundo lugar, para reforzar la confianza en el mercado interno. En su relación con el oro y el resto de las divisas, el chervonetz recuperaba su relación con el dinero mundial, perdida por el rublo durante el Comunismo de Guerra. La cotización con otras divisas se realizaba tanto en el mercado oficial -se legalizó la compraventa de divisas, aunque el Banco del Estado tenía el privilegio de comprar toda divisa producto de una exportación- como en el mercado libre, donde se registró una estabilidad incluso mayor a la de los precios de la economía medidos en chervonetz (Arnold, 1937, pp. 162-163). Esto se tradujo en un aumento de los precios internos durante 1923 y 1924 en relación con el oro, el dólar y la libra esterlina. La fortaleza del chervonetz en términos internacionales no podría haberse dado sin el apoyo de la “economía real”: superávit comercial positivo de entre 150 y 175 millones de rublos de oro durante el 1923 que, sumado a que Rusia era un productor de metales preciosos, llevaron a la conformación de importantes reservas en metálico y divisas.

5.4.2      El bimonetarismo soviético

Yurovsky caracteriza el nuevo sistema como un “sistema consistente en dos monedas de papel inconvertibles [unrated]” (1925, p. 106), Arnold (1937, p.176) como un “estándar bimonetario de papel [bipaper standard]” y Katzenellenbaum (1925, p. 117) como un “sistema de dos monedas de papel paralelas […] no conectadas por ningún tipo de cambio obligatorio”. El intercambio entre ambas monedas no se regía por ningún tipo de cambio fijo por ley, aunque Arnold sostiene que sí había un tipo de cambio oficial fijo diario, que coexistía con el tipo de cambio en el mercado negro que se modificaba a lo largo del día.

La pregunta central era sobre la estabilidad del sistema. El Comisariado de Finanzas había intentado retrasar la utilización del chervonetz como medio de circulación, pero para agosto de 1923 el valor real de los chervonetz en circulación había igualado al de los rublos de papel (ver tabla 8).

Tabla 8: Chervonetz y Rublos en circulación enero 1923 – febrero 1924
Año Mes Chervonetz en circulación Rublos en circulación (en chervonetz) Chervonetz como porcentaje del total del dinero en circulación
1923 enero 356.000,00 11.397.000,00 3,0%
febrero 855.000,00 12.701.000,00 6,3%
marzo 1.604.000,00 13.514.000,00 10,6%
abril 2.567.000,00 14.844.000,00 14,7%
mayo 3.754.000,00 13.298.000,00 22,0%
junio 4.748.000,00 12.371.000,00 27,7%
julio 7.000.000,00 11.885.000,00 37,1%
agosto 11.120.000,00 11.122.000,00 50,0%
septiembre 16.518.000,00 8.342.000,00 66,4%
octubre 21.403.000,00 5.700.000,00 79,0%
noviembre 23.417.000,00 8.073.000,00 74,4%
diciembre 23.607.000,00 7.714.000,00 75,4%
1924 enero 24.917.000,00 6.912.000,00 78,3%
febrero 27.297.000,00 5.304.000,00 83,7%
Fuente: Katzenellenbaum, 1925, p. 104.

Al ser desplazado de la circulación, el rublo comenzó a acelerar su depreciación. En la medida en que socialmente el chervonetz se transformaba en dinero, la cantidad total de medios de circulación demandados en la economía pasó a ser la cantidad de rublos sumada a la cantidad de chervonetz. Esto objetivamente quitaba lugar a la demanda del rublo y contribuyó, junto con las gigantescas emisiones para financiar el déficit, a la aceleración de la depreciación del mismo, y a la reducción del valor real de los rublos en circulación (ver tabla 9).

Tabla 9: Cantidad de rublos, emisión y precios 1923 – 1924
Año Mes Cantidad de rublos en circulación Emisión mensual Tasa de emisión Índice de precios en rublos Inflación en rublos Valor real de los rublos en circulación (en rublos de 1913)
1923 ene 1.994.464.454 633.677.519 32% 21.015.000 33% 95
feb 2.628.141.973 607.389.981 23% 27.872.000 12% 94
mar 3.235.531.954 1.246.161.174 39% 31.100.000 26% 104
abr 4.481.693.129 1.594.142.568 36% 39.260.000 39% 114
may 6.075.835.697 974.422.268 16% 54.741.000 42% 111
jun 7.050.257.965 1.981.104.524 28% 77.549.000 57% 91
jul 9.031.362.489 3.424.195.961 38% 121.870.000 54% 74
ago 12.455.558.450 4.399.814.477 35% 187.830.000 76% 66
sep 16.855.372.927 12.898.315.594 77% 330.270.000 96% 51
oct 29.753.688.521 39.190.451.299 132% 648.230.000 70% 46
nov 68.944.139.819 46.720.269.657 68% 1.101.700.000 110% 63
dic 115.664.409.477 109.972.964.538 95% 2.314.800.000 136% 50
1924 ene 225.637.374.014 222.537.345.293 99% 5.457.000.000 199% 41
feb 448.174.719.307 361.450.497.360 81% 16.310.000.000 280% 27
Fuente: Arnold, 1937, pp. 186-187.

 

El sistema bimonetario trajo una serie de beneficios: en primer lugar, otorgó a la economía nacional una medida estable de los valores, que permitía por primera vez a las empresas lanzadas a la competencia comercial conocer sus verdaderos costos e ingresos. En segundo lugar, logró resolver el problema de la búsqueda espontánea de un nuevo dinero: se interrumpieron todos los intentos de reemplazar una moneda soberana soviética por divisas extranjeras u oro. En tercer lugar, incrementó fuertemente el valor real del dinero en circulación, que venía de un piso, fundamental para seguir impulsando la economía monetaria.

El chervonetz, al ser mejor dinero -en el sentido de ser una mejor medida de los valores y mejor reserva del valor- tendía a reemplazar al rublo, en una suerte de “ley de Gresham” a la inversa (Sturzenegger, 1994, p. 393, Guidotti y Rodríguez, 1992, 520)[26]. En ese sentido, el chervonetz reemplazaba mes a mes a la moneda del gobierno en el agregado monetario nacional (ver tabla 8).

Pero, al mismo tiempo que perdía peso, el rublo adoptaba una nueva función que lo ubicaba en un lugar privilegiado en el momento de la circulación. Todos los días se fijaba por la mañana el tipo de cambio del chervonetz con respecto al rublo. Sin embargo, a lo largo del día, se verificaba un aumento relativo del precio del chervonetz. Es el fenómeno análogo al que menciona Marx en El Capital (2002, pp. 118-119) para el caso de un sistema de dos monedas metálicas con una tasa de cambio fija. En ese sentido, acordamos con el argumento de Arnold que, contra Yurovsky y Katzenellenbaum, sostiene que sí había una relación legal entre ambas monedas: la diferencia es que, en lugar de ser un tipo de cambio fijo que se mantenía estable por décadas, el tipo de cambio entre el chervonetz y el rublo se fijaba y modificaba día a día. Pero todos los defectos de ese tipo de sistemas se sostenían: la moneda “sobrevaluada” al tipo de cambio oficial tiende a desplazar a la moneda “subvaluada” en la circulación. Yurovsky aplica la “ley de Gresham” en su formulación original (pp. 111-113) para entender este fenómeno.

Cualquier transacción en el territorio soviético podía saldarse en rublos o chervonetsi, aunque el precio estuviese fijado en la segunda moneda, de acuerdo al tipo de cambio oficial[27] del día de la operación. Esto generaba la posibilidad de enormes ganancias. Por ejemplo, una mercancía que costara un chervonetz el 1ero de enero de 1924 correspondía, de acuerdo al tipo de cambio oficial, a 30.000 millones de rublos. Ahora ese mismo día por la tarde en el mercado libre se podía intercambiar el chervonetz por 30.750 millones de rublos, un 2,5% más. Este mecanismo llevaba a realizar las transacciones en rublos, quitando al chervonetz de circulación y relegándolo a mero instrumento de atesoramiento.

Así como se podían obtener enormes ganancias especulativas utilizando rublos, también grandes pérdidas. Katzenellenbaum señala que muchas empresas públicas estaban perdiendo en el intercambio de monedas y cita en particular el caso de los ferrocarriles que perdieron la importante suma de 10 millones de rublos de oro (1925, p. 125).

El bimonetarismo ponía en cuestión los triunfos del chervonetz como medida de los valores. En primer lugar, los vendedores de mercancías estaban obligados a ofrecer sus productos en chervonetsi y rublos al tipo de cambio oficial. Para cubrirse de los costos financieros de vender en rublos, comenzaron a subir los precios en chervonetsi, le sumaban al precio del día el porcentaje de depreciación del rublo que se estimaba para el día siguiente. Si resultaba mayor al aumento de precios, tenían pérdidas, si resultaba menor, ganancias. Esto comenzó a cuestionar la estabilidad del poder adquisitivo del chervonetz, por razones ajenas a su propia circulación.

Además, nuevamente la especulación financiera comenzó a ser la principal causa de ganancias o pérdidas. Un administrador de trust era exitoso si lograba predecir con éxito el ritmo de depreciación del rublo, sin importar los costos de producción, la mejora de la productividad o cualquier otro criterio de la economía real. El principal objetivo de la NEP en la industria, instalar la contabilidad de costos y favorecer la obtención de beneficios de acuerdo con avances en la productividad del trabajo y la economía de costos, se veía “derrotada, ya que operar sobre una base comercial presupone la habilidad de calcular con precisión los costos, algo que las condiciones mencionadas estaban volviendo imposible” (Arnold, 1937, p. 198).

Finalmente, los mayores costos de la depreciación del rublo los terminaba pagando el propio estado. Con las pérdidas de las empresas del estado, por el hecho de tener que otorgar cuentas de depósitos en rublos, pero valuados como chervonetz, por la disminución en los ingresos del impuesto agropecuario, que se fijaba en chervonetz, pero se podía pagar en rublos, y para cuando llegaban los fondos a las arcas públicas ya se habían depreciado significativamente (Arnold, 1937, p. 199). El impuesto inflacionario lo estaba pagando el mismo estado, lo que volvía cada vez menos rentable la emisión: no solo no podía “crear valor de la nada”, sino que incluso era cada vez más impotente para apropiarse de una parte significativa del valor producido en la sociedad rusa.

Fuentes: Arnold, 1937, pp. 91, 128 y 129, Katzenellenbaum, 1925, pp. 56-57 y 74-75. El valor real de la emisión está en millones de rublos de 1913, indexados mediante los índices de precios citados por Arnold y Katzenellenbaum.

La brutal depreciación del rublo (el valor real de los rublos circulantes llegó al piso histórico, ver gráfico 2), los trastornos que estaba generando en la organización de la industria, el peligro que corría el chervonetz por ese motivo y, fundamentalmente, una nueva crisis en el campo (la crisis “de las tijeras”) llevaron al gobierno a emprender una radical reforma monetaria en 1924 que terminaría con el régimen bimonetario.

5.5 La crisis “de las tijeras”: inflación y transferencias de valor

La crisis “de las tijeras” comenzó con el aumento de los precios relativos de las mercancías industriales de mediados de 1923 que analizamos anteriormente. Para entender el fenómeno, los economistas soviéticos compararon la relación entre el precio de los productos manufacturados y agrícolas, estableciendo la relación de 1913 como 1 a 1, y procedieron a compararla con la que existía luego de la revolución.

Dobb (2012, pp. 178-181) señala que efectivamente la industria había sufrido más que la agricultura las consecuencias de la guerra. En la tabla 3 se puede observar que la producción agraria, para 1923, se había recuperado a un 88% de la producción de antes de la guerra, mientras que la industria en su conjunto, si bien ya había comenzado su recuperación, aún estaba en el 38% de antes de la guerra. El deterioro del equipamiento, la reducción en la cantidad de trabajadores, eran factores objetivos que se podría decir afectaban al valor de los productos industriales, y expresaban que el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir mercancías industriales en Rusia había aumentado con respecto a los productos agrarios. Pero Dobb afirma que esto como mucho podría explicar una diferencia de 2 a 1. En cambio, para octubre de 1923, la relación se verificaba en 3 a 1, en contra del campesinado.

El incremento de los precios industriales “por encima” de lo que es esperable se atribuyó tanto a causas monetarias como económicas, como ya hemos mencionado. La más popular entre los economistas soviéticos era atribuirla a la posición monopólica que habían logrado los trust industriales, apoyados por el crédito del Banco del Estado (Dobb, 2012, pp. 187-188).

El peligro era que, en el marco de la continua depreciación del rublo, sumado al deterioro de los términos del intercambio, el campesinado se rebelara una vez más contra la moneda y dejara de vender su producción en el mercado. A fines de 1923 se verificaban tendencias en este sentido. Yurovsky (1925, p. 118) señala que los campesinos ya estaban repitiendo las prácticas de 1921, llevando al mercado exclusivamente lo que necesitaban para realizar las compras del día. Esto era peligroso para la industria, la clase obrera y el rublo soviético, que veía multiplicada su depreciación.

Fuente: elaboración propia en base a Arnold, 1937, p. 173. Para construir el gráfico se tomó el índice de precios mayorista del Gosplan para la industria y la agricultura y para cada medición se la centró en 1, con el objetivo de no tener en cuenta los aumentos o disminuciones del índice general de precios, sino solamente la relación entre ambos y sus proporciones. La apertura de las “tijeras” es el resultado de dividir el índice de la industria por el de la agricultura.

La posición oficial del gobierno fue la de reducir los precios de la industria a través de medidas contractivas y antimonopólicas. Se restringieron los créditos del Banco del Estado, se creó el Comité de Comercio Interior, para establecer precios máximos y se habilitó la importación de manufacturas a bajos precios, aunque de manera limitada para sostener el superávit comercial. Además, se incrementaron los créditos a las agencias que compraban grano y se estimuló la exportación de cereales, para apuntalar su precio. Este conjunto de medidas revirtió la situación y para enero de 1924 la relación era de 1,8 a 1, y seguiría bajando hasta igualar la paridad de preguerra en julio de 1925.

Una oposición de izquierda, liderada por Trotsky y en la que militaba Preobrazhensky, comenzó a gestarse frente a estas medidas, que claramente beneficiaban al campesinado (la pequeña burguesía) contra la industria y la clase trabajadora.

Este sector sostenía que la crisis de las tijeras no se originaba en la posición monopólica de la industria, un problema del terreno de la circulación, sino de la producción misma. La industria se habría atrasado con respecto a la agricultura y seguía siendo más ineficiente, y no iba a mejorar su performance sin importantes inversiones de capital. Las medidas tomadas por el gobierno de reducir los precios de las mercancías industriales y aumentar los de las agrícolas atentaba directamente contra la perspectiva de un crecimiento y desarrollo de la industria en el futuro (Arnold, 1937, 201-202). Lo que hacía falta era planificar la producción industrial, reducir de manera real el valor de las mercancías industriales, es decir, el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Esa planificación requería recursos, que solo podían ser obtenidos mediante la “explotación” del campesinado, por ejemplo, a través del cobro del impuesto inflacionario, y unos términos del intercambio desfavorables, transferencias de valor de una rama a otra de la producción. Un proceso que Preobrazhensky emulaba con la “acumulación primitiva” del capitalismo y llamaba “acumulación socialista primitiva” (Arnold, 1937, p. 203, Preobrazhensky, 1968). También criticaban la acumulación de reservas metálicas para estabilizar la moneda, proponiendo la utilización de esos recursos para importar las maquinarias y materias primas que necesitaba la industria justamente para poder desarrollarse. Con respecto a este debate, vale la pena recordar lo que mencionamos en el punto acerca del “dinero mundial” de la teoría monetaria de Marx: los países capitalistas modernos no buscan constituir enormes reservas de metálico en sí mismas, siendo esta última un síntoma de atraso y estancamiento. Vale la pena preguntarse si la incipiente reserva del Banco del Estado constituía una reserva mayor a la que Marx tenía en mente como nivel medio.

En ese sentido, Trotsky y sus partidarios se oponían a la estabilización de la moneda en los términos en que la defendía el Comisariado de Finanzas y el gobierno, y denunciaban que la línea oficial impulsaba una dictadura de las finanzas, cuando hacía falta una de la industria (Trotsky, 1971, p. 67).

Eran dos propuestas distintas. La oposición pretendía encarar primero los problemas productivos, para, con la mejora de la productividad de la industria y el campo, estabilizar los precios y las finanzas. La línea oficial del Comisariado de Finanzas y la mayoría del gobierno proponía comenzar por estabilizar las finanzas, para que luego, paulatinamente, pudiera desarrollarse la industria, impulsada por las propias condiciones del mercado. La oposición de izquierda perdió la discusión por dos motivos: en primer lugar, porque subestimaba el peligro de la huelga campesina, que debía ser atendida con urgencia. En segundo lugar, porque no vislumbraba que para garantizar una planificación racional de la industria era fundamental lograr estabilizar la moneda (Arnold, 1937, p. 205).

Sin embargo, sus alertas fueron muy certeras, ya que la inclinación por el campesinado llevaría a que en los años subsiguientes la industria no se desarrollara con la velocidad suficiente, y el problema de las “tijeras” volviera a aparecer de forma más dramática hacia finales de la década de 1920, que terminó con el desastre de la colectivización forzada estalinista y el reemplazo del estado obrero por un estado burocrático.

Años más tarde, en La revolución traicionada, evidentemente luego de haber reflexionado sobre estos debates, Trotsky rescata la importancia de sostener unas finanzas estables, sin perder de vista su ubicación anterior: es fundamental la planificación de la producción y el desarrollo industrial en la transición al socialismo. Dejar la economía puramente al arbitrio del mercado solo contribuye a fortalecer a los sectores pequeños burgueses de la economía y genera contradicciones que ponen en riesgo la dominación de la clase obrera. Esta ubicación de Trotsky se rebeló profundamente certera con la crisis agraria que comenzó en 1928 y que el estalinismo pretendió resolver con una feroz colectivización forzosa e industrialización acelerada que fueron una verdadera contrarrevolución que terminó con el poder de la clase obrera en Rusia e instauró un “estado burocrático con restos proletarios y comunistas”, como lo definiera Christian Rakovsky (1980, p. 97).

5.6 La reforma monetaria de 1924

Para finales de 1923 la emisión monetaria cubría una porción cada vez menor del gasto del estado nacional: 30,8% en el primer trimestre, 26,4% en el segundo, 14,2% en el tercero y 9,6% para el último (Yurovsky, 1925, p. 124). Los bolcheviques habían logrado reducir el déficit fiscal a partir de una serie de circunstancias y medidas: la recuperación de la economía, el desarrollo de un aparato impositivo que permitió incrementar la recaudación de impuestos indirectos, el pasaje de impuestos en especie a impuestos en dinero. Incluso se logró imponer una regla presupuestaria, donde el gasto estaba directamente relacionado con los ingresos esperados (Davies, 1958, p. 60). La reducción del déficit hacía pensar al Comisario de Finanzas, Sokolnikov, que era el momento para abandonar definitivamente el depreciado rublo de papel.

El Comisariado de Finanzas buscó realizar una reforma que mantuviera el prestigio que había alcanzado el Banco del Estado. Una primera opción era habilitar al banco a emitir chervonetsi de baja denominación. Pero esto obligaría al tesoro a endeudarse con el Gosbank, minando la confianza que se había ganado en los últimos años. Recordemos que el tesoro nunca utilizó la prerrogativa de solicitar fondos al Banco (Yurovsky, 1925, p. 126).

Finalmente se decidió crear una nueva moneda, emitida por el Comisariado de Finanzas, y relacionada directamente con el valor del oro y del chervonetz: el billete de tesorería, con denominaciones de 1, 3 y 5 rublos de oro, equivalente a un décimo de chervonetz (Arnold, 1937, pp. 211-219, Katzenellenbaum, 1925, pp. 138-148, Yurovsky, 1925, pp. 120-136). También se habilitó la emisión de monedas de plata y cobre con denominaciones menores. Como una medida adicional contra la sobre emisión, se estableció por ley que la cantidad de rublos de oro en circulación no podía superar la mitad de los chervonetsi en circulación, estableciendo una relación de 33,3% de billetes de baja denominación y un 66,6% de billetes de alta denominación. Todos los organismos del estado comenzaron a intercambiar los nuevos billetes de la tesorería por chervonetsi y vice versa, a razón de 10 rublos de oro por cada billete de banco. El Banco del Estado no estaba habilitado a emitir chervonetsi para comprar billetes de tesorería, debiendo utilizar los que tenía en caja, como medida adicional contra la sobre emisión.

Los anteriores rublos (los “sovsnaks”) circularon hasta mayo de 1924, cuando dejaron de ser de curso legal y debieron cambiarse por los nuevos billetes a razón de 50 mil millones de sovsnaks por cada nuevo rublo de oro.

A fines de la estabilización de los precios, se prohibió la fijación de cualquier precio en los viejos rublos indexados. Además, se establecieron por algunos meses precios fijos en chervonetsi, para luego ir liberándolos paulatinamente a medida en que el nuevo billete de tesorería ganaba aceptación en todo el país.

Luego de la reforma, el gobierno estaba habilitado a emitir hasta 15 millones de rublos en billetes de tesorería por año. Por su parte, se suponía que el Banco del Estado, al crear chervonetsi con instrumentos comerciales como garantía, estaría encargado de suministrar a la economía los nuevos medios de circulación necesarios para acompañar el crecimiento de comercio y la producción con nuevas emisiones. La típica creación de dinero crediticio analizada por Marx.

Desde el punto de vista de la estabilidad monetaria la reforma fue un éxito. En 1924 no hubo aumentos de precios, y entre enero de 1924 y diciembre de 1925 el índice de precios aumentó en un 6,1% (Arnold, 1937, p. 230). En un país con donde la inflación del año anterior había sido de casi 26.000%[28] es un logro formidable. La estabilidad de precios fue acompañada por un crecimiento sostenido en el valor real de la totalidad del dinero en circulación que prácticamente se duplicó en 8 meses, pasó de 326 millones de rublos de oro en febrero de 1924 a 623 millones en octubre del mismo año.

El éxito de la reforma monetaria de 1924 se debió tanto a factores monetarios como financieros y económicos en general. Los años 1924 y 1925 fueron de franco crecimiento de la producción, con la agricultura superando incluso los niveles de 1914 (ver tabla 3). Además del incremento de las cantidades producidas, la instauración progresiva de la NEP fue aumentando el rango de utilización del mercado. El abandono progresivo del impuesto en especie por un impuesto en dinero marcó claramente esta tendencia. A nivel financiero, producto tanto del crecimiento de la economía como de la racionalización del estado y los avances organizativos, el gobierno bolchevique logró reducir fuertemente el déficit fiscal, haciendo cada vez más independiente al estado de la necesidad de financiarse mediante una emisión monetaria descontrolada. Desde el punto de vista monetario, la introducción un billete respaldado en reservas metálicas y divisas y con una emisión controlada mediante reglas claras logró generar la confianza necesaria para poder instalar una moneda estable que permitió a la sociedad rusa contar con una medida estable de los valores. El crecimiento de la economía y el control de las finanzas permitieron que el éxito inicial del chervonetz pudiera ser aprovechado por el gobierno para recuperar el control del dinero en todas sus formas: como medida estable del valor, como medio de circulación y de pago, y también como dinero mundial. La recuperación del dinero no depende solamente del triunfo de una reforma limitada al ámbito monetario: es el correlato económico y social del triunfo del bolchevismo en la guerra civil, de la solución momentánea del problema campesino y del incipiente incremento de la producción industrial.

 


[21] Una iniciativa similar había sido propuesta por Trotsky un año antes, en 1920: “Reemplazar la requisa de los excedentes por un descuento proporcional (una especie de impuesto progresivo sobre el ingreso) y establecido de tal modo que siempre sea ventajoso aumentar la superficie sembrada o cultivarla mejor” (Trotsky, 1971, p. 54). En un análisis superficial, Trotsky aparece como uno de los mayores defensores del Comunismo de Guerra. Sin embargo, fue uno de los primeros dirigentes bolcheviques en entender el problema que significaba en el campo y proponer una salida.

[22] 8% para las empresas del estado, 10% para las cooperativas y 12% para los privados.

[23] Chervonetz en singular y chervonetsi en plural.

[24] Nenovsky (2015, pp. 16-19) y Arnold (1937, p. 147) describen una serie de propuestas alternativas para la emisión de una moneda estable. El ala izquierda del bolchevismo, desde las oficinas del organismo de planificación (Gosplan), rechazaba la utilización del oro como parámetro e insistía en la utilización del rublo indexado. Desde el propio Banco del Estado se propuso la emisión de un billete convertible. También hubo propuestas por parte de agentes extranjeros de crear un banco de emisión de capitales foráneos, con respaldo en oro y divisas depositados en bancos del exterior. En particular, esta última propuesta fue rechazada ya que se perdía todo derecho de emisión por parte del estado obrero, y volvía al gobierno revolucionario extremadamente dependiente de capitales extranjeros.

[25] Ver el debate acerca de la crisis de las “tijeras” más adelante.

[26] Según Guidotti y Rodríguez la ley de Gresham aplica a monedas con valor intrínseco, para el papel moneda la buena moneda desplaza a la mala.

[27] El de la Bolsa de Moscú.

[28] Inflación interanual en enero de 1924 de acuerdo a la tabla 9.

[29] En febrero de 1924, cuando el rublo estaba por ser abandonado, la inflación interanual llegó al 58.000% (ver tabla 9).

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