Alejandra Kollontai: ¿Por qué luchamos?

152 años del nacimiento de Alejandra Kollontai.

0
22

Tomado de marxists

7 de mayo de 1919

(Versión al castellano de Ana Armand desde “What Are We Fighting For?”, en Alexandra KollontaiMarxists Internet Archive)

Es este un interrogante que perturba a muchos, es la pregunta a la que se enfrentan el Ejército Rojo y los obreros y que preocupa a los campesinos. Hace dos años ¿acaso no nos convocaron los comunistas bolcheviques en nombre de la paz? ¿Por qué continúa la guerra? ¿Por qué nos movilizan una vez más y nos envían al frente?

Para responder a esta pregunta hay que entender lo que ocurre a nuestro alrededor, los acontecimientos que se están desarrollando. Tan pronto como los obreros y campesinos tomaron el poder en sus manos, en octubre de 1917, ofrecieron honesta y abiertamente la paz a todos los pueblos. Sin embargo, los obreros de los demás países eran todavía demasiado débiles, y los capitalistas depredadores eran todavía lo suficientemente fuertes como para continuar la guerra. En marzo de 1918, el gobierno soviético, deseoso de alcanzar la paz, firmó con Alemania el desventajoso y oneroso Tratado de Paz de Brest-Litovsk para devolver al labrador al campo, al trabajador a su torno, para salvar la vida de sus ciudadanos libres.

Sin embargo, los depredadores imperialistas no temen a la sangre, y no dan ningún valor a la vida humana. Necesitaban la guerra y por eso la burguesía de todos los países llevaba a cabo desde el exterior repetidos ataques contra la Rusia y la Ucrania soviéticas, mientras que en el interior del país alentaba la acción de los kulaks contra los obreros y los campesinos. Tomó forma un nuevo frente de batalla que no era el de los rusos contra los alemanes o los ucranianos contra los aliados, sino el de los “rojos” contra los “blancos”, es decir, los obreros contra la burguesía.

Qué podía hacer el pueblo? ¿Acaso debería decir: estamos en contra de la guerra, estamos a favor de la paz, y, por lo tanto, si los Kolchak, Denikin y Krasnov nos atacan, no tomaremos las armas? ¿Nos da lo mismo que el capital norteamericano, alemán o ruso nos gobierne una vez más e introduzca entre nosotros el sistema que más le convenga?

Por supuesto que ningún soldado, obrero o campesino del Ejército Rojo que cuente con una mente racional diría algo así.

El campesino pronto se da cuenta de que, si regresa Skoropadsky, junto con los sacerdotes y los terratenientes, ¡será el adiós a la tierra y a la libertad! Una vez más deberá quitarse la gorra ante el policía del pueblo y morirá de hambre mientras los graneros de los terratenientes se llenan de granos de oro.

El obrero comprende que la vuelta al poder de la burguesía significará la vuelta a la falta de derechos, a la explotación del trabajo, la abolición de la jornada laboral de 8 horas y del seguro de paro, que llevará a la expulsión de los obreros de sus luminosas y saneadas viviendas para volverlos a lanzar a los húmedos sótanos. Significaría el regreso a la esclavitud del trabajo asalariado.

El soldado del Ejército Rojo recordaría el régimen carcelario de los cuarteles zaristas, los golpes de los oficiales, los insultos y abusos de los comandantes del viejo orden, la carne podrida para la cena, los robos de los superintendentes militares, y sus manos buscarían instintivamente su fusil protector.

Todo el pueblo trabajador en su conjunto no puede dejar de comprender que ahora la cuestión es si los campesinos y los obreros deben ser los amos de Rusia y Ucrania, o si los sacerdotes,

terratenientes y capitalistas deben volver y colgarse una vez más como una piedra de molino alrededor del cuello del pueblo.

¡Esto no es la guerra, sino el pueblo trabajador que se levanta en defensa de sus derechos, de su libertad y de su misma vida!

No luchamos para anexarnos nuevas tierras o para esclavizar o saquear a otro pueblo, sino para salvaguardarnos de los depredadores capitalistas. Luchamos para asegurar al campesino y a sus hijos la posibilidad de cultivar pacíficamente la tierra, para ofrecerle al obrero la posibilidad no sólo de trabajar en una fábrica o planta, sino de participar él mismo en la organización de la producción, distribuyendo él mismo la riqueza nacional de tal manera que cada uno reciba lo que le corresponde, en lugar de que un hombre lo reciba todo simplemente porque es capitalista y, así, se lleve la mayor parte de la riqueza nacional.

Luchamos para defender el derecho de los obreros y campesinos a dirigir su propia patria. Luchamos para proteger al pueblo contra la posible vuelta de la hambruna y la subida de precios. Luchamos para crear una república fraternal internacional y unida de obreros y campesinos, para destruir a los propietarios privados y a los ricos depredadores, y para poner fin a la guerra de una vez por todas.

Nuestra guerra (la guerra de los rojos contra los blancos) es la revuelta de los oprimidos contra los responsables del derramamiento de sangre. Nuestro grito es y seguirá siendo “¡Guerra a la guerra! ¡En nombre de todos los obreros: larga vida al trabajo productivo y pacífico!

Boletín del Sóviet de Járkov y del Comité Ejecutivo Provincial del Sóviet de Diputados Obreros, Campesinos y del Ejército Rojo

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí