Tambores de guerra entre Rusia y Ucrania

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  • Crecen las tensiones y amenazas de guerra entre Rusia y Ucrania.

Renzo Fabb

Para el Presidente estadounidense Joe Biden, el frente externo no descansa. Luego de la desastrosa derrota y retirada en Afganistán, ahora otro tema candente de las relaciones internacionales emerge en la agenda diplomática, esta vez amenazando nada menos que la estabilidad en Europa. Cuando todavía no cumple un año de mandato, Biden ahora se embarca en el complejo conflicto entre Rusia y Ucrania.

Es que el desplazamiento de miles de tropas rusas a la frontera común con Ucrania en las últimas semanas ha reavivado fuertemente las tensiones, en un conflicto que, recordemos, llegó a desatar la guerra en el año 2014. El cese de hostilidades sólo produjo el congelamiento temporal del conflicto, pero de ninguna manera su resolución.

La Casa Blanca y la UE denuncian las «provocaciones» de Putin tras su decisión de movilizar a unas 90.000 tropas en los últimos meses. Pero no son más que acusaciones cruzadas con Moscú, quien denuncia a su vez la avanzada del gobierno ucraniano hacia el Este, incumpliendo los acuerdos de Minsk de 2015, así como la visita y el asesoramiento al ejército ucraniano por parte de importantes generales de la OTAN, sobre todo británicos.

La escalada tomó alto voltaje verbal. Una de las principales voceras del bloque «occidental» fue la Presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien calificó las maniobras militares de Moscú como «cínicos juegos de poder geopolítico».

Las tensiones llevaron a que Biden y Putin tengan que celebrar un cónclave (virtual) para intentar apaciguar un poco las aguas, realizado el pasado martes. Según las comunicaciones oficiales de ambas partes, no parece que la reunión haya servido para mucho: EE.UU. amenazó con que, en caso de una agresión militar rusa en Ucrania, tomaría fuertes sanciones económicas como la prohibición a los grandes bancos de comprar bonos de deuda rusos. Además, alineó a su tropa de aliados europeos para incrementar la presión sobre Moscú, haciendo que Reino Unido y Francia se sumen a la presión diplomática contra Putin.

El flamante Primer Ministro alemán, Olaf Scholz, inauguró su mandato con una advertencia hacia Putin: si Rusia invade Ucrania, las sanciones afectarían al gasoducto Nord Stream II, actualmente en construcción, que prevé incrementar las exportaciones de gas ruso a Alemania. Con todo, los alemanes no están como para darse el lujo de cortar toda relación con el país transcontinental: el 40% del gas natural que consume Alemania proviene de Rusia. De hecho, desde el aumento de las tensiones en el conflicto el precio del gas en la zona euro se ha disparado entre un 5% y un 7%. No es gratis enfrentarse a Rusia.

Por su parte, Putin reiteró la exigencia de que se respete lo que se considera su «zona de influencia», y denunció los intentos velados -y no tanto- de avanzar con la incorporación de Ucrania a la OTAN. Luego de la destitución del Presidente ucraniano Yanukóvich en 2014, Rusia anexó la península de Crimea, y las fuerzas pro-rusas mantienen presencia en el este del país, fundamentalmente en Donetsk y Luhansk, la parte industrial de Ucrania que históricamente ha tenido una fuerte influencia política y cultural rusa, desde cientos de años antes de la incorporación de ese país a la URSS.

En los últimos meses, los bombardeos por parte del ejército ucraniano a zonas estratégicas del este pro-ruso se han intensificado y la violencia ha vuelto a escalar. Las provocaciones belicosas de Putin tienen su contracara en el intento del imperialismo yanqui de avanzar sobre Ucrania a través de la OTAN, considerado por Rusia como una «línea roja» y una amenaza directa a su país. En la previa a al reunión entre ambos, Biden había dicho que «no acepta las líneas rojas de nadie».

Luego del descrédito en que cayó el Presidente Demócrata producto del fracaso en Afganistán, Biden no puede permitirse otra «retirada estratégica» de EE.UU., mucho menos a manos de un rival como Rusia. Por eso, es de esperar que, en caso de que las tensiones continúen o incluso aumenten, si la violencia al interior de Ucrania se recrudece, el imperialismo yanqui tienda a tomar cartas en el asunto. Por supuesto, hay muchos «pasos intermedios» por los que pasar antes de pensar en una intervención militar directa. Empezando por el armamento y el apoyo al ejército ucraniano y al gobierno (algo que de hecho ya sucede), pero también actuando de manera más o menos indirecta a través de sus aliados de la OTAN.

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