El régimen iraní condenó a muerte y ejecutó a un manifestante. Se trata de Mohsen Shekari, acusado de «incendio de un edificio gubernamental, perturbación del orden público, reunión y conspiración para cometer un delito contra la seguridad nacional», así como también de «enemigo de Dios y corrupción en la tierra» según el sitio web oficial del poder judicial iraní.

La muerte de Masha Amini, la joven kurda arrestada, torturada y asesinada por la Policía de la Moral por «vestimenta inapropiada», desató una ola de protestas que pusieron en jaque al régimen teocrático de los Ayatolás. Mohsen Shekari es la primera persona condenada a muerte por participar en la rebelión.

El proceso judicial del acusado ha estado muy probablemente plagado de arbitrariedades ya que el régimen busca intimidar a la población con esta ejecución y con las ejecuciones que probablemente le continúen. No hay muchos datos del juicio ya que no fue público, pero se sabe que este conoció su veredicto el 1 de noviembre. La Corte Suprema aseguró la ejecución de la pena tras rechazar un recurso el 20 de noviembre. Las autoridades judiciales aseguran que se declaró culpable de haberse peleado y de haber desenfundado «su arma con la intención de matar, de provocar terror y de perturbar el orden y la seguridad de la sociedad».

Un régimen ultrarrepresivo

Según Iran Human Rights (ONG con sede en Oslo, Noruega) hay al menos 20 manifestantes que enfrentan actualmente cargos que podrían conducir a la pena de muerte. Ademas, según esta ONG, al menos 326 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad como consecuencia de la brutal represión a las protestas, entre estas 43 niños y 25 mujeres.

Más de 2.000 personas han sido acusadas, casi la mitad de ellas en Teherán, desde que comenzaron las manifestaciones, según las cifras judiciales. Según Naciones Unidas hay alrededor de 14.000 personas detenidas por las protestas, mientras que la organización con sede en Noruega sube esta cifra a 18.000.