Carta desde la cárcel

Carta desde la cárcel de Boris Kagarlitsky. Intelectual y activista de marxista y de izquierda residente en Rusia, fue preso por el régimen de Putin por oponerse a la guerra en Ucrania y al régimen de Moscú.

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Traducción de Sin Permiso

No es la primera vez en mi vida. Con Brezhnev me encerraron, con Yeltsin, me golpearon y me amenazaron de muerte. Y esta es mi segunda detención con Putin. Cambian los que están en el poder, pero la tradición de meter entre rejas a los opositores políticos, por desgracia, se mantiene. Pero la voluntad de muchas personas de hacer sacrificios por aquello en lo que creen, por la libertad y los derechos sociales permanece inalterable.Creo que mi actual detención puede considerarse un reconocimiento de la importancia política de mis declaraciones. Por supuesto, habría preferido que se me reconociera de forma algo distinta, pero todo a su tiempo. En los cuarenta y tantos años transcurridos desde mi primera detención, he aprendido a ser paciente y a darme cuenta de lo voluble que es la fortuna política en Rusia.No es malo el tiempo en la República de Komi, donde me encuentro ahora por voluntad del destino y de los investigadores del FSB [Servicio Federal de Seguridad], y en la cárcel no está todo mal organizado. Así que estoy bien. Por desgracia, todavía no me permiten hacer uso de los libros que me traje. Los están revisando por si son extremistas. Espero que al estudiarlos amplíen los censores sus horizontes. Uno de los libros trata sobre la situación de las universidades modernas, y lo escribió Sergei Zuev, antiguo rector de la Shaninka [Escuela de Ciencias Sociales y Económicas de Moscú], que también estuvo en la cárcel. El otro trata de la historia de la II Guerra Mundial.

Me permiten recibir cartas. Y ya son muchas. Y es posible responderlas. En este sentido, se hace más fácil estar encerrado hoy que con Brezhnev.

La comida también es mucho mejor. Hay un tenderete en el que es posible depositar dinero en una cuenta propia. La lista de artículos del puesto no es peor que la de algunas tiendas de distribución. No obstante, los precios son más elevados. Hasta se puede pedir comida en la cafetería de la prisión. El menú es bastante bueno. Sin embargo, no hay microondas para calentar la comida.En general, se puede vivir. La única cuestión es cuánto va a durar esto.  Pero no es sólo problema mío. Millones de personas de todo el país piensan lo mismo. Compartimos un mismo destino, no importa dónde estemos ni en qué condiciones nos encontremos.Es difícil entender desde el televisor de la celda lo que está realmente sucediendo. Pero, de todos modos, nos contarán las noticias importantes. Recuerdo cómo en 1982, en la prisión de Lefortovo, esperábamos todos los días con interés el diario Pravda, orlado de luto, para que nos lo metieran por la bandeja-ranura de la celda.

La experiencia de los últimos años, al parecer, no invita demasiado al optimismo. Pero la experiencia histórica es en su conjunto mucho más rica y da muchos más motivos para albergar expectativas positivas. ¿Recuerdan lo que escribió Shakespeare en Macbeth?

«Larga es la noche que jamás da con el día».

Boris Kagarlitsky

P.D. Muchas gracias a todos los que se han solidarizado conmigo, a los que exigen mi liberación, a los que escriben cartas a la cárcel. Por supuesto, es necesario pedir la liberación de todos los presos políticos. Sucederá tarde o temprano. Y por alguna razón, creo que más pronto que tarde.


Para firmar una petición exigiendo la libertad de Boris Kagarlitsky: https://freeboris.info

Boris Kagarlitsky es un historiador y sociólogo que vive en Moscú. Es un prolífico autor de libros sobre la historia y la política actual de la Unión Soviética y Rusia y de libros sobre el surgimiento del capitalismo globalizado. Catorce de sus libros han sido traducidos al inglés. El libro más reciente en inglés es «De los imperios al imperialismo: el estado y el ascenso de la civilización burguesa» (Routledge, 2014). Kagarlitsky es el editor en jefe de la revista en línea en ruso Rabkor.ru (Correspondencia Obrera). Es director del Instituto para la Globalización y los Movimientos Sociales, ubicado en Moscú.

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