Argentina: La potencialidad histórica del paro del 24 de enero

El guión de gobierno de Milei está sobre la mesa. En tres semanas el gobierno ha llevado adelante un ataque veloz, reaccionario y global contra las y los trabajadores.

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El guión de gobierno de Milei está sobre la mesa. En tres semanas el gobierno ha llevado adelante un ataque veloz, reaccionario y global contra las y los trabajadores: la devaluación y otras medidas macroeconómicas de Caputo, el protocolo anti protesta de Bullrich, el DNU 70/2023 (que entró en vigencia el 29 de diciembre a excepción del capítulo laboral por aplicación de una medida cautelar) y la Ley Ómnibus (“Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”), los DNU 84/2023 y 77/2023 sobre los empleados estatales que deja en la calle  en forma inmediata 7000 trabajadores y en pone al resto de la planta transitoria bajo revisión cada 90 días. A lo que se sumaría próximamente un nuevo DNU complementario del primero «para la eliminación de leyes obsoletas», el cual aún no se ha conocido.

Es un ataque anarquizante que avasalla al régimen político por la vía bonapartista. Quita los parámetros habituales, las costumbres, los derechos adquiridos, las conquistas democráticas pero también los pisos mínimos aceptables de condiciones de vida logradas con sus más y sus menos, la organización de la sociedad pretendiendo someter a los de abajo a las leyes del mercado sin más, a la vez que también afecta a los propios aliados del gobierno que han salido a rechazar parcialidades de la contrarreforma.

Pero de la hoja de ruta trazada, sólo algunas medidas han tenido aplicación, lo cual nos obliga a hacer un seguimiento fino de qué cosas se van concretando y cuáles no. El guión arrancó con los ajustes macroeconómicos y las medidas que no dependen más que del poder ejecutivo, como fue la devaluación o la liberación del precio de la Nafta que tuvo un reciente aumento del 27% (84% de aumento acumulado en 3 semanas) y que puso el precio del combustible a 1 dólar (blue) el litro en Argentina contra 0.94 en Estados Unidos. O el aumento de boleto para el GBA a $74 de mínimo (aunque aumentará mensualmente) , cuando se había dicho que debería costar arriba de los $300 y hasta $600, lo cual es un índice que hay áreas sensibles y de efecto inmediato para las y los trabajadores que de ser avasallados sin medir, podrían generar un repudio generalizado. Junto con esto, los despidos en el Estado, aún acotados a la no renovación de contratados durante el 2023 y de cara a lo cual han habido respuestas iniciales fundamentalmente en los ámbitos donde intervienen agrupaciones y sectores independientes ante la dirección burocrática de ATE que pretende fragmentar la pelea lugar por lugar, cuando no enfriar y dejar correr.

Este guión ha encontrado una rápida respuestas en el terreno de la lucha de clases empezando por el 20 de diciembre, día en que se desafío por primera vez el protocolo anti protesta por parte de la izquierda y los movimientos sociales sumada a la reacción espontánea y la movilización masiva en diversas concentraciones urbanas del país para repudiar el anuncio del DNU por la noche. Junto con esto la movilización del 27 de diciembre convocada por la CGT sin paro, que abrió la puerta a la importante participación independiente de trabajadoras y trabajadores, además de la izquierda y los movimientos sociales. A lo cual se ha sumado un anuncio de enorme importancia: la convocatoria de la CGT para el 24 de enero a un paro de 12 horas y concentración en la Plaza de los Congresos.

Una convocatoria que ya se prepara desde las iniciales asambleas populares y culturales surgidas en distintos lugares del GBA y desde distintos lugares de trabajo, que pone la posibilidad y el desafío de transformarse en una jornada histórica. Para eso será clave tanto defender la convocatoria contra cualquier intento de modificación de fecha por parte de la burocracia sindical (más allá que Daer ha insistido con que la fecha está ratificada) y con las consignas de rechazo al DNU, el protocolo anti protesta y la Ley Ómnibus rechazando cualquier intento de negociación de reforma parcial, lo cual dejaría las medidas en el terreno reaccionario de Milei, así como organizar la asistencia masiva y exigir que el paro se extienda por 24 horas.

En esta carrera de tiempos entre el arrebato del gobierno para aprovechar el capital político del 56% de los votos, la rápida respuesta aún de vanguardia pero que dialoga con la experiencia en curso de un sector social de masas que aún deposita alguna expectativa en Milei, también aparecen los tiempos institucionales que por estos días parecen meterle un rebaje a la prisa oficialista.

En un doble rol de habilitar (el curso reaccionario de las medidas vía institucional) y restringir (su aplicación directa y rápida sin modificaciones como pretendería el gobierno) la justicia y el parlamento empiezan a tener parte en la dinámica política. Por estas horas la Cámara de Trabajo dio lugar dos medidas cautelares  presentadas por la CGT por un lado, y la CTA por otro, que impiden la aplicación del capítulo 4 referido a reformas laborales, un revés para el gobierno que suspende la aplicación de los ataques laborales hasta una definición de la justicia sobre el carácter inconstitucional del DNU o su aceptación.

Junto con esto los tiempos parlamentarios parecen alargarse, tanto por las dificultades para conformar las comisiones parlamentarias que deberían discutir las Leyes del paquete Ómnibus y el carácter minoritario del gobierno en ambas cámaras, como por el tiempo que supone el tratamiento de más de 600 artículos en el periodo de sesiones extraordinarias (convocados por el Poder Ejecutivo) y que salvo un sector del oficialismo, la mayoría opina que no podrá completarse para el 31 de enero (fecha final de esas sesiones, de no resolverse debería continuar luego aunque las mismas pueden extenderse todo febrero). Sumemos a las dificultades del oficialismo que algunas medidas parciales de mega proyecto de Ley, como por ejemplo la ley de desregulación pesquera, ha generado la oposición de gobernadores e intendentes del PRO, aliados del gobierno, ante el perjuicio que tendría para las economías regionales y el empleo (sin nombrar la afectación de la soberanía sobre los recursos y el territorio, además de la barbarie ecológica a la que abren la puerta tales medidas).

A esto hay que sumarle el tratamiento del DNU para lo cual deben conformarse dos comisiones bi camerales (8 diputados aún no confirmados y 8 senadores que ya fueron designados por Villarruel) que acepten o rechacen el tratamiento del DNU. Y una vez aceptado pasaría al tratamiento de cada cámara. Por la vía parlamentaria sólo el rechazo de ambas cámaras daría por tierra con el decreto. La simple aprobación de una cámara, así como el no tratamiento por parte de ellas daría por vigente al mismo. Los tiempos para el tratamiento del del DNU son más acotados, además que el mismo como dijimos anteriormente ya se encuentra vigente (salvo en el capítulo laboral) desde el 29 de diciembre. Pero como dijimos anteriormente, también el DNU desde el punto de vista de la pretendida liberalización del conjunto de la economía (salvo casos sensibles pero puntuales como los contratos de alquileres y otros) parece empantanado hasta lograr una definición institucional respecto de su validez o nulidad.

Sumemos a esto el desafiado protocolo anti represivo del cual también podemos afirmar (en base a la experiencia del 20 de diciembre por la tarde y por la noche, del 27 de diciembre en tribunales, y por otros eventos menores) que ha tenido aplicación muy restringida y sólo cuando las movilizaciones o manifestaciones se van diluyendo, o son desde el inicio pequeñas o medianas. Cuando la masividad gana la calle, y sobre todo cuando esa masividad incorpora a sectores orgánicos de la clase trabajadora, el protocolo cae en un limbo sin aplicación, al menos hasta lo que la experiencia indica. Así mismo agreguemos que tampoco ha afectado de momento libertades políticas, ni ha tenido como objeto a partidos o figuras. Todo lo cual no significa que se haya derrotado el protocolo, ni que la intentona reaccionaria no pretenda afectar libertades democráticas. Pero insistimos en la importancia que tiene en este momento medir centímetro a centímetro los efectos reales de cada uno de los anuncios para no regalar nada ni regalarse.

Se ha abierto una carrera de tiempos entre el apuro y los manotazos bonapartistas del gobierno, las mediaciones institucionales tanto de la justicia como del parlamento, y la lucha de clases con los elementos crecientes de organización asamblearia independiente (que han surgido por barrios, por estructuras laborales y ámbitos como la cultura, o las iniciales respuestas en ámbitos laborales sobre todo del Estado de cara a la parada del próximo 24 de enero). Son tres elementos en tensión entre lo que pasa por arriba y el procesamiento que ya arrancó en la vanguardia amplia por abajo y que crece. Una tensión que remite a la contradicción entre el nivel de ataque del gobierno y los atributos reales para llevarlos hasta el final, en un camino que pareciera anunciar un choque social de proporciones históricas.

Las contradicciones y la necesidad de una irrupción histórica independiente

El gobierno de Milei ha lanzado un plan de guerra contra los trabajadores. Pero entre la declaración del plan y su aplicación hay una contradicción que tiene que ver con los recursos que tiene para concretarlos. Esta contradicción, que remite en última instancia (pero no únicamente) a las relaciones de fuerzas entre la burguesía y las y los trabajadores (y quienes son oprimidos bajo el capitalismo) abre dos caminos posibles en un país plagado de crisis: un camino reaccionario con el intento de conformar un régimen bonapartista como aspira abiertamente Milei (basta mirar el DNU y la Ley Ómnibus con las que pretende apropiarse de las funciones políticas tanto de la ´burguesía política´ y la burocracia sindical,  como  también expropiando los derechos de organización y de protesta a las y los trabajadores).

Y otro camino que (lejos del facilismo que expresan corrientes como el PTS que fueron de las más erráticas en relación al “fenómeno” Milei y las tareas políticas que se desprendían) podría abrir lugar a un periodo pre-revolucionario. Para lo cual serán imprescindibles varias pruebas. Lograr embretar y presionar a las direcciones sindicales burocráticas para que convoquen y efectivicen paros activos contra Milei; la conquista de sectores de masas que tienen que hacer su experiencia (experiencia  propia que es insustituible) con el gobierno en el que aún tienen confianza, sin ser sectarios como hace un sector del peronismo y kirchnerismo para tapar sus responsabilidades durante los últimos 4 años y más.  A la vez que extender la autoorganización y la actividad de sectores de vanguardia que junto a la izquierda y las organizaciones de los trabajadores  puedan conformarse como un polo de atracción alternativa para la mayoría absoluta de los trabajadores y trabajadoras del país. Y por esta vía crear las condiciones necesarias para la irrupción masiva histórica e independiente, es decir una acción conciente (o crecientemente consciente) que desborde a la burocracia sindical y al conjunto de las instituciones del régimen con la conformación de organismos propios junto a los partidos de izquierda y organizaciones de los trabajadores.

En el medio de estas dos perspectivas opuestas, la dinámica del ataque puede dar lugar a un choque social, tanto si los zarpazos reaccionarios de los paquetes de medidas son finalmente avalados institucionalmente ya que su aplicación generaría respuestas lugar por lugar (en lugares de trabajo, universidades y secundarias, en la juventud, en el movimiento de mujeres, en sectores de derechos humanos y ecológicos, etc),  como si la respuesta a los ataques anunciados y en curso tomará la delantera como apostamos a que ocurra el 24 de enero.

Acá es importante dar cuenta que entre sectores burgueses existe preocupación por la gobernabilidad del país. Si es cierto que el arco gran empresarial de la burguesía apoya las pretensiones del gobierno, sobre todo en lo que respecta a ataques a los trabajadores y otras leyes y modificaciones fiscales (como el fin de la doble imposición para empresas o holdings radicados en paraísos fiscales como Luxemburgo) que favorecen al sector más concentrado de la burguesía autóctona, hay que dar cuenta que existe preocupación en sectores políticos burgueses porque el gobierno lleve al país a un nuevo estallido, en un país que viene del fracaso tanto de Macri como del peronismo (al cual no lo damos por terminado como dicen también de manera facilistas partidos como el PO). Todo un sector político burgués teme que Milei lleve al país a un choque de clases que haga rebotar el país hacia la izquierda.

Junto a esa preocupación, para un sector variopinto de los representantes políticos de la burguesía, también ocupa un lugar el desafío bonapartista de Milei al régimen, no sólo en un sentido “democrático general”, sino en el sentido de la usurpación del rol político que supone la suspensión del parlamento y la concentración de poderes que exige. Los pone en guardia en la defensa de intereses propios, como es la dirección política de los asuntos del país junto con sus privilegios como parte del aparato del Estado. Algo similar ocurre con la burocracia sindical que se ve obligada a actuar por presión por abajo, pero también en defensa de los propios intereses, como ocurre con la quita de las cuotas sindicales que figura en el DNU, cuotas compulsivas a afiliados y no afiliados que conforman una caja suculenta, por poner solo un ejemplo. Presiones de sectores con intereses irreconciliables con los de las y los trabajadores, pero que nos abren ventanas para la intervención como ocurrió en 27 de diciembre y como podría ocurrir de manera redoblada el 24 de enero produciendo eventualmente desbordes (habrá que ver finalmente cómo se da la convocatoria y el intento de controlar en los hechos, pero es factible que si la asistencia es muy masiva hayan elementos de desborde).

24/1 el desafío de transformar el paro en una jornada histórica

La convocatoria al paro y concentración por parte de la CGT ha sido ratificada de momento por Daer, luego de la aplicación de la cautelar por parte de la Justicia Laboral. ATE nacional (Aguiar)  y capital (Catalano) han realizado plenarios que ratifican el llamado al paro y movilización para el 24. Las direcciones de las CTA´s (que cumplieron un rol vergonzante el 27/12 en tribunales con una movilización raquítica en medio que los trabajadores estatales son los primeros atacados por Milei) también han ratificado la convocatoria. Pero no sólo las cúpulas sindicales han ratificado la jornada.

Por abajo en distintas asambleas populares (aún iniciales pero de importancia), en las asambleas de Cultura coordinada por “Unidxs por la cultura”  contra el ataque de Milei en la que tienen participación trabajadoras y trabajadores de todo el arco cultural que se ha extendido a distintos lugares de GBA (con centro en Caba, La Plata, zona Sur del gba, entre otras), y en los ámbitos de trabajo, en todos lados se discute el 24 de enero como una fecha organizadora a la que hay que confluir. Una fecha que hace de punto de concentración de todos los sectores (trabajadoras y trabajadores, asambleas, la juventud, el movimiento de mujeres, sectores democráticos y de derechos humanos, movimientos sociales, además de la izquierda) que condiciona la la burocracia de la CGT ante cualquier intento de modificar la fecha, y le mete presión por movilizar masivamente. En este sentido, es de mucha importancia que cada sector movilice con el claro rechazo al conjunto de las medidas de contrarreforma tanto del DNU como la Ley Ómnibus, en el marco que la ley antiprotesta (que también hay que rechazar) quedaría nuevamente desafiada de hecho.

La asistencia masiva podría dar lugar a una jornada histórica contra Milei, en la que la más mínima provocación por parte del gobierno podría generar un desborde a la contención de las burocracias sindicales. En ese sentido, la tarea del momento es presionar y alentar la organización y la asistencia para evitar el chaleco de fuerza que intente poner las conducciones sindicales a la movilización, en la triple tensión que tienen entre la presión por abajo, la defensa de los propios intereses burocráticos, y el cuidado de la gobernabilidad. Y junto con esto, mantener la exigencia de que el paro anunciado para el 24 con movilización a plaza de los Congresos se mantenga y se extienda de 12 hs a 24 horas para facilitar la mayor concurrencia posible.

En este marco, la izquierda organizada en distintos espacios de coordinación, tenemos el desafío de lograr una campaña previa al 24 que recorra fábricas y ámbitos laborales del Estado, junto todos los sectores afectados por la ofensiva reaccionaria, además de funcionar como polo independiente en el marco de una jornada de unidad de acción.

El rol organizador de nuestra militancia

La vuelta de la lucha de clases ha impreso una dinámica mayor a la experiencia con el gobierno, con la salida de los sectores de vanguardia que ya habían rechazado a Milei en las elecciones. Si aún nos encontramos en un momento de ataques reaccionarios y bajo una coyuntura reaccionaria, la orientación de defensa activa tiene un terreno más extendido y que nos permite organizar la mayor participación para el 24 de enero. Una jornada que de transformarse en histórica podría abrir una crisis de gobierno, además de ganar a sectores masivos de la sociedad para el rechazo a los ataques reaccionarios y el zarpazo bonapartista.

Es clave relegar toda especulación a un cuarto plano y guiarnos por los hechos, los “testarudos hechos” diría Lenin, para seguir al milímetro los tiempos de la política. No confundir los tiempos reales con los deseos o preocupaciones es clave en un periodo en que los cambios de frentes, las curvas y contracurvas de la situación política, están a la orden del día y los plazos de la experiencia masiva tienen que decantar.

En este marco, la convocatoria al 24 nos permite jugar un rol organizador para ir a la jornada con todas las fuerzas. Cada militante de nuestro partido debe cumplir y aspirar a cumplir un rol organizador que permita la movilización desde los diversos espacios (asambleas populares, de cultura, espacios laborales, etc), así como impulsar la profundización de la auto-organización independiente como son las asambleas (espacios de frente único) , que junto con la disputa por los espacios orgánicos (sindicales en manos de la burocracia, que nos obliga a la combinación de exigencia/denuncia/unidad de acción/ y frente único) son abono elemental para la apuesta estratégica a la irrupción independiente e histórica de las y los trabajadores.

Previo al 24 de enero, las asambleas en defensa de la cultura en las que venimos participando activamente llaman a una asamblea conjunta en plaza congreso para el 20 de enero. Esta fecha ha sido ratificada en distintos espacios (no sólo culturales sino también en asambleas populares iniciales)  y que podría ser una primera experiencia de asamblea unificada masiva, cuestión que impulsamos y en la que participaremos de cara a la jornada del paro general.

Junto con esto la juventud del ¡Ya Basta! se prepara con todo para el 4to Campamento Anticapitalista, que será otro ámbito organizador. Pero también la dinámica de la respuesta en las calles abre posibilidades para invitar a las y los jóvenes de diversas edades (estudiantes y también trabajadores) a organizarse junto a nuestro partido para lo que viene. En un verano que recién arranca y en el que ha mermado la dinámica por arriba, el 24 pone un punto de concentración por abajo que puede significar el comienzo del año, y un mojón para una perspectiva de contraofensiva.

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