Alexander Rodchenko, fotógrafo revolucionario

Para Rodchenko el mundo comunista era algo totalmente nuevo que requería de un código visual inédito. Sus fotografías buscaban ser el nuevo lenguaje icónico bolchevique.

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Articulo de Oscar en Fotos

Aleksander Mikhailovich Rodchenko (San Petersburgo 1891-Moscú 1956) era de origen modesto, hijo de un artesano teatral y una lavandera.[1] En 1905 se muda con sus padres a Kazán, casi 1600 kilómetros al sureste de San Petersburgo. Abandona su aprendizaje como técnico dental para matricularse en la Escuela de Bellas Artes de Kazán bajo la tutela de Nikolái Feshin y Giorgi Medvédev.[2] Ahí conoce a Varvara Stepanova quien habría de convertirse en su esposa y compañera por toda la vida.

Alexander Rodchenko se convertiría eventualmente en fotógrafo, sin embargo en la primera parte de su vida artística estaría más ligado a la pintura, la escultura y diversas manifestaciones del diseño como el industrial o el gráfico. Adoptaría la fotografía en una etapa más bien adelantada de su carrera artística.

Un mundo de vanguardias

Para comprender la hondura, estilo y aportaciones de Rodchenko es necesario hacer un desvío hacia la tecnología, los factores políticos y las vanguardias en Rusia a principios del siglo XX.

A veces podría pensarse que con la llegada de las redes sociales, la televisión por fibra óptica, el teléfono celular o la fotografía digital la tecnología es el epítome de nuestro nuevo milenio. Empero la tecnología había generado una de las revoluciones más importantes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y había sido mucho más profunda de lo que podemos imaginar hoy.

Tendemos a olvidar que cuando se presentó el invento de la fotografía en la Academia de Ciencias de París (1839) el medio de transporte más rápido del mundo eran las palomas mensajeras. Aún no se había inventado el ferrocarril, ni la máquina de vapor, hacían falta décadas para la llegada del telégrafo. En unos cuantos años la tecnología invadió el mundo de manera sin precedente. La máquina invadió el imaginario colectivo y la esfera artística formó parte de su ámbito de influencia.

Sin embargo el avance no era exclusivamente tecnológico: La propia invención de la fotografía había dejado en entredicho la función de la pintura y puesto de cabeza al arte en general. Si el nuevo medio era capaz de hacer una copia insuperable de la realidad ¿Dónde quedaba la pintura?

La respuesta estuvo en la aparición de las vanguardias artísticas. Entonces el logos, el raciocinio, se incrustó en el arte. El cubismo analítico inicia una nueva forma de de-construcción de los aspectos visuales de la realidad. Vanguardistas como Marcel Duchamp llevarían al logos a su culmen en el cuestionamiento mismo del arte.

El Suprematismo de Kazimir Malévich

Composición Suprematista (1916) Kazimir Malévich

En Rusia Kazimir Malévich inicia el movimiento Suprematista hacia 1915, donde lo fundamental es llegar al absoluto de la forma, el color, la línea en el inefable universo de la geometría. El Suprematismo llevaba al extremo la simplificación abstracta para llegar a un hecho artístico no figurativo. Malévich aglutinó a diferentes artistas en el grupo denominado Supremus que incluía a Lissitzky, Popova y Rodchenko.

El propio Malévich calificó las esculturas y pinturas de Rodchenko como un arte en construcción. Por su parte, Vladimir Tatlin comienza a trabajar desde un planteamiento artístico originado en la producción asimilada a la idea de la fabricación en serie y la mecanización “Tatlin y sus seguidores más directos, desde planteamientos formalmente abstractos, apuestan por un arte productivista, dado su interés en la búsqueda de la creación de una cultura artística obrera.”[3] “Bajo el lema «el arte a la producción», los artistas iban a ir a las fábricas modernas para crear diseños fabricados en serie, ya que el nuevo orden social exigía nuevos materiales y formas.”[4] El Manifiesto Productivista de 1921 también gritaría: “«¡Abajo el arte, viva la técnica»”[5]

El arte es para burgueses

Mientras tanto por entonces (1915-1916) el imperio de los Romanov iba en caída libre: el Zar Nicolás II había cometido gravísimos errores que iban desde mandar soldados sin armas a luchar contra Alemania en la I Guerra Mundial, no atender los crecientes problemas obreros y agrícolas hasta dejar al mando del gobierno diario a su esposa. El Domingo Sanguinario sería un momento especialmente grave cuando se abate a tiros una manifestación pacífica que se dirigía al Palacio de Invierno (residencia imperial del Zar).

En 1915 Rusia era un polvorín en espera de que Lenin prendiera la mecha con su fósforo bolchevique en una mano y El Capital de Marx bajo el brazo. Era un complejo clima de tecnología, hambre, intelectualidad y arte. 

Arte, técnica, capital y producción

Artistas como Naum Gabo, Antoine Pevsner, El Lissiztky y el propio Rodchenko comienzan a desarrollar ligas entre la técnica, el capital, la producción y la construcción. Los artistas forman parte de un todo, de una nueva sociedad junto con los científicos y técnicos para sumarse a las luchas agrarias y obreras. Los artistas se convierten en creadores, en auténticos productores (productivismo) y de ahí en constructores (constructivismo) de realidades visuales.

“El constructivismo fue un arte consistente en objetos construidos sin referencia a un tema. Eran elementos abstractos, frecuentemente tecnológicos creados por el hombre.”[6]

Los constructivistas llegaron al extremo de no considerarse artistas, incluso de percibir el mero término como insulto. “Querían destruir el arte por completo, no como un gesto nihilista: Pensaban que habían creado algo mejor para reemplazarlo.” [7]

Alexander “…concibió al artista como un ingeniero y la obra de arte como un diseño impersonal, casi científico, como un edificio o una máquina. Se deducía que el ego del artista no tenía cabida en la obra de arte. Rodchenko utiliza una regla para dibujar líneas y aplica la pintura al lienzo mecánicamente, para que nada de su personalidad las contamine.”[8]

Gereon Sievernich, definió a Rodchenko como un “experimentador e ingeniero visual de su época.”[9]

La atracción por el mecanismo y la máquina fueron cruciales en la concepción del mundo en los inicios del siglo XX. Esta fascinación también aparecería en Estados Unidos. Las siguientes fotografías de Rodchenko fueron un precedente importante al trabajo de Margaret Bourke-White o W. Eugene Smith. Alexander Rodchenko.

Esta nueva percepción de la manifestación visual se contrapone a las ideas tradicionales de Arte que, en la mente constructivista, forman un complejo mezcladillo de misticismo-religión donde la pintura-pictorialismo-representación-realismo son una suerte de perversión contrapuesta a la pureza de la abstracción.

Era tal el fervor por distanciarse de las nociones artísticas tradicionales que Rodchenko se afeitó la cabeza en algo que “Formaba parte del esfuerzo por rechazar las ideas bohemias sobre el artista como dilettante de pelo largo y situarse del lado del proletariado y su trabajo productivo.”[10]

¿Adiós a la pintura?

A la revolución artística vanguardista se suma la política. Si las revoluciones de 1917 le dieron a Rusia una nueva sociedad, los artista habrían de darle una nueva visión, una nueva construcción para mirar de forma distinta al mundo. Y en la época de la producción y la técnica ¿Qué mejor instrumento y medio que la fotografía?

Si la pintura era burguesa, la fotografía era popular. La figuración mentía y, en cambio, la fotografía era la abstracción paradójica más grande: aparentemente igual a la realidad, pero absolutamente distinta. No es raro que Lissiztky entendiera la potencialidad de la fotografía y que Rodchenko le diera un lugar de privilegio en el arte.

Si en tiempos de Baudelaire se había visto a la fotografía como sirvienta y a la pintura como emperatriz, en el marco revolucionario las criadas se enaltecían y la señores se sobajaban.

Rodchenko dice adiós a la pintura justo en el momento en el que había logrado adelantarse al expresionismo abstracto que aparecería en Estados Unidos dos décadas más tarde en el trabajo de artistas como Mark Rothko.

“Con una lógica inexorable, [Rodchenko] dijo adiós a la pintura con un tríptico sorprendente que consta de tres paneles monocromáticos, en el que aplica la pintura de manera uniforme, de borde a borde, sin modulación. Ahora no hay representación, ni espacio, ni profundidad y poca o ninguna textura. Lo más sorprendente de todo: La superficie de la imagen es idéntica a la del plano de la imagen, algo que no se vería en el arte hasta el minimalismo de la post-guerra en los EE.UU.”[11]

En este clima las escuelas de arte y diseño (VkhuTEMAS) creadas por el estado se convirtieron en un bullicioso núcleo de la vida artística soviética y fueron un adelanto de lo que sería la legendaria Bauhaus en Alemania. “Tatlin, Malevich, Kandinsky, Marc Chagall, Lyubov Popova, Varvara Stepanova, Rodchenko, El Lissitzky y otros enseñan en las VkhuTEMAS de nueva creación, Svomas y otras escuelas de arte, donde fueron pioneros de innovadores métodos pedagógicos que influirían en la Bauhaus.”[12] A la larga esta influencia también acabaría llegando a Estados Unidos llevada por László Moholy-Nagy. 

El arte con función social

“Los artistas soviéticos se plantearon una y otra vez la pregunta de qué tareas podía realizar un artista para servir la revolución y cómo podían otorgar al arte un papel social más concreto.”[13]

Las posiciones se polarizaron. “Algunos marxistas, encabezados por Tatlin y Rodchenko, pidieron la abolición del objeto de arte, que además consideraron como una mercadería del pasado burgués. Creían que los artistas debían salir de sus torres de marfil y construir el nuevo estado socialista, al servicio de la revolución, codo a codo con el obrero.”[14]

Rodchenko firma como co-autor el Manifiesto Constructivista “donde se convoca a todos los artistas para que se dediquen a servir a la nueva sociedad creada por la Revolución Rusa de 1917.”[15]

En el mundo de Alexander el arte debía tener, necesariamente, una función social. “Rodchenko renunció pronto a un arte «puro» en beneficio de la creación de un lenguaje visual al servicio de la sociedad.”[16]

Naum Gabo y Atoine Pevsner, relevantes artistas del constructivismo, defendían una línea más adherida a la estética tradicional y buscaban el arte por la forma pura. Sus ideas no cabían en medio del Sóviet por lo que terminaron saliendo de Rusia. Este hecho resultó paradójicamente afortunado, pues gracias a la salida de Lissiztky, Gabo y Pevsner pudieron llevar la influencia del constructivismo ruso a la Bauhaus y el movimiento De Stijl.

“[El constructivismo] Fue una importante influencia temprana en el movimiento moderno europeo, y se convirtió en una fuente de inspiración permanente para artistas y diseñadores occidentales a través de la enseñanza de los emigrados constructivistas.”[17] La influencia e importancia del constructivismo en el arte contemporáneo ha llegado a la “abstracción, el arte pop, op art, minimalismo, expresionismo abstracto, el estilo gráfico del punk y post-punk, brutalismo, postmodernismo, hi-tech y el deconstructivismo.” [18]  Ha sido tan grande la influencia del constructivismo que incluso ha llegado hasta nuestros días imbuido en el diseño de las interfaces digitales de software.[19] El constructivismo permanece en nuestra cultura de manera tan omnipresente como invisible.

Lenin se apoya en el constructivismo

Tras las revoluciones de Febrero y Octubre de 1917 Rusia estaba aún lejos de crear un estado definitivo y una situación pacífica. En 1918 se gestó una guerra civil entre bolcheviques y mencheviques que devino en el triunfo del Ejército Rojo de Lenin. Al iniciar la década de 1920 había una nueva sociedad, pero no necesariamente una colectividad bien cohesionada.

“Los líderes comunistas enfrentaron, tras la Revolución, el reto de la reconstrucción de Rusia de un imperio feudal a un estado bolchevique moderno. Lenin vio el arte progresista como un tema toral. Entre 1917 y 1922 apoyó la alianza más profunda de la historia entre un gobierno y las vanguardias artísticas.”[20]

Y es que al tiempo que los alemanes trataban de enfrentar la existencia moderna, “…los rusos -en medio de disturbios políticos y socio-económico de la posguerra- buscaban un  arte acorde a  su sociedad totalmente nueva, uno que expresara esa fe utópica en el potencial del «nuevo hombre» creado, pensaban, por la revolución de 1917.”[21]

Lenin entendió que sería muy difícil educar a una población iletrada con índices de analfabetismo del 70%. Las manifestaciones visuales serían poderosos vehículos de educación pero sobre todo para indoctrinar. Y de todos los medios, no había ninguno que igualara las capacidades de la cámara fotográfica.

“La fotografía era un nuevo medio de comunicación esencial, y uno ideal para la «propaganda de agitación». Podía unificar la nación y promulgar los ideales revolucionarios a una población mayoritariamente analfabeta.”[22]  El propio Lenin había sugerido durante la guerra civil “…que cada uno de sus soldados debía portar no sólo un arma, sino también una cámara.”[23]

La fotografía se erige entonces como el medio par excellence de la revolución: “…las imágenes comunicaba lo que las palabras no podían, y lo más importante para un régimen que se basaba en la propaganda de masas: Se creía que la fotografía registraba la verdad.”[24] “Se trata de imágenes eficaces que expresan el ideario soviético y contribuyen a enaltecer el nuevo régimen socialista, utilizando un medio mecánico, la fotografía, fruto de la producción industrial.”[25]

Tanto para los artistas como para el propio sistema, la fotografía se convierte en el medio ideal que mezcla arte y tecnología (mecánica, ingeniería, química, óptica) al tiempo que trastoca el carácter único y atesorado (burgués) de la pintura para poder producir (productivismo) piezas reproducibles en un cierto sentido industrial. La cámara es una auténtica máquina fotográfica y el artista se convierte en el operador de dicho aparato. La sociedad se convierte en la fábrica y el imaginario es el resultado de toda la operación fabril.

El ideario constructivista se encuentra en forma perfectamente consonante con el régimen de Lenin. “Por primera vez en la historia, los intereses de la vanguardia y los de la élite gobernante de un país eran idénticos. Ambos vieron las artes, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para dar forma a la sociedad.”[26]

De modo que los artistas se convirtieron en una clase revalorada que además asumía su papel igualitario en la nueva sociedad bolchevique. Las renuncias a la burguesía habían sido un gran acierto.

Rodchenko, renacentista bolchevique

Como dijimos anteriormente, Alexander Rodchenko ha pasado a la historia como uno de los más grandes maestros de la fotografía, pero se inició en este medio hasta 1922 cuando ya era un pintor y escultor experimentado.

Rodchenko trabajó el diseño en sus vertientes industriales, textiles y gráficas. Esta multiplicidad de intereses le erigió en un auténtico espíritu renacentista con ideología bolchevique.

Fue precisamente en el diseño gráfico donde se topó inicialmente con la fotografía. En un principio no hizo fotos, sino que las utilizó para la creación de carteles.

“En el campo del cartelismo, Rodchenko se interesó, entre 1922 y 1924, por los montajes fotográficos que habían inventado los dadaístas berlineses como una práctica contracultural del momento bélico y su fracaso.”[27]

Los fotomontajes de Rodchenko eran “auténticos poemas visuales repletos de sugerencias. Con ellos alienta las corrientes constructivistas y roza los influjos dadaístas. Además, como tratan de alejarse del arte por el arte con hábito tildado a la burguesía, buscan acercarse al sentir de las clases más populares y terminan publicándose en las páginas de periódicos y revistas.”[28]

El fotomontaje es, de hecho, el arte de la conexión.[29] Paradójicamente la industria publicitaria capitalista tiene una gran deuda con los fotomontajes constructivistas: “Esa eficacia para transmitir un mensaje convertirá el fotomontaje en el medio de expresión mejor adaptado para servir a la creación de un «arte publicitario» que, tras el traslado de las vanguardias europeas a Estados Unidos, se desarrollará en la New Bauhaus de Chicago.”[30] La influencia de los fotomontajes de Rodchenko llegan hasta la obra posmodernista de Barbara Kruger y sus famosas combinaciones de fotografía y texto.

Hoy damos por sentada la combinación de textos icónicos y literarios, es decir palabras y fotos, sin embargo una parte fundamental de su origen viene de los tratamientos que impulsó Rodchenko en sus fotomontajes. Desde los anuncios publicitarios hasta las portadas de revistas estamos viendo de una u otra manera la influencia de este artista soviético. De Moscú a Times Square y de Berlin a Tokio buena parte de nuestra visión posmoderna ha sido moldeada con ayuda del constructivismo.

La primera serie de fotomontajes de Rodchenko se remonta a 1923: son 11 cuadros, plenos de intención narrativa, [31] basados en el poema Pro Eto (Sobre esto) de Vladimir Maiakovski.

En sus fotomontajes Rodchenko empleaba fotografías halladas que recortaba en franjas como los dadaístas. Su trabajo se incluyó en revistas como Daesch y Lef. [32]

“Proyectó gran número de carteles de propaganda para el Estado y el Partido y también para las películas de Vertov y de S. M. Eisenstein, como El acorazado Potemkin.”[33]

El parteaguas

Finalmente Alexander es seducido enteramente: “En 1924 Rodchenko decidió tomar él mismo las fotografías de sus fotomontajes y esto posteriormente fue decisivo para su carrera como fotógrafo experimental.”[34]

Inicialmente utilizó una cámara “…Lochim rusa con un objetivo francés Berthiot y que sacaba negativos de 9×12 centímetros”[35] pero “Al visitar París en 1925, Rodchenko compró dos cámaras portátiles de 35 mm y comenzó a fotografiar la ciudad desde ángulos extraños y puntos de vista poco ortodoxos. A partir de estos primeros experimentos se desarrolló un estilo basado en perspectivas extremas tomadas desde arriba o desde abajo, así como intensos primeros planos. Nadie había visto algo igual.”[36]

Es digno de mención que en dicho viaje conoció a Picasso quien, por supuesto, le dejó una profunda huella. Incluso llega a explicarle por carta a su esposa Varvara Stepanova: “Después de conocerle, creo que cambiaré mi enfoque técnico por uno más artístico.”[37]

El formato portátil de las cámaras de 35mm le brindó versatilidad inusitada: “Con la Leica, se dedicó a capturar la línea en composiciones fotográficas como rejas, escaleras, cables eléctricos, esquinas, máquinas, transformándolos en su particular fábrica de líneas constructivistas en las que la naturaleza de los materiales de la luz y el color se oponía al misticismo y el simbolismo.”[38]

Rodchenko quedó perdidamente enamorado de la fotografía, la consideró “…el medio perfecto para descubrir el mundo de la ciencia, el de la técnica y el medio ambiente material de la humanidad contemporánea.”[39] En suma, para él “…sólo la cámara es capaz de reflejar la vida contemporánea.»[40]

El punto de vista se convirtió en una de sus primeras experimentaciones y, a la larga, su sello personal: “Algunas fotos que hizo acostado de espaldas en el suelo debajo de su bloque de apartamentos para que el edificio pareciese tambaleante y delgado, sus balcones y escaleras de incendios convertidos en formas semi-abstractas. Otras fueron hechas desde arriba, la transformación de una mujer subiendo las escaleras en una composición de la severidad modernista.”[41]

Las imágenes fotográficas de Rodchenko iban más allá de un mero registro de la realidad: “…eran verdaderas composiciones geométricas autónomas que determinarían la sensibilidad y el estilo internacional de Rodchenko.”[42]

Vistas, ángulos, escorzos

Henri Cartier-Bresson escribió en Fotografiar del natural que «A menudo oímos hablar de los «ángulos de toma de vistas» cuando los únicos ángulos que existen son los ángulos de la geometría de la composición. Son los únicos ángulos válidos y no los que se consigue el tipo que se tumba en el suelo para «efectos u otras extravangacias.»[43]

Es importante recordar que “…todas las vanguardias rusas buscaron usar el espacio de modo dinámico.”[44] Por eso no es de extrañar la experimentación de Rodchenko con puntos de vista inusuales.

Él mismo explica:

“En fotografía existe el viejo punto de vista, el ángulo de visión de un hombre que está de pie sobre el suelo y mira en dirección recta hacia adelante, o como lo denomino, hace «planos de ombligo»…Combato este punto de vista, y lo seguiré combatiendo, junto con mis colegas de la nueva fotografía.Los planos de ángulo más interesante son hoy los de «hacia abajo desde arriba», o «hacia arriba desde abajo» y sus diagonales.” [45]

Rodchenko rememora: «…cuando vi por vez primera la torre Eiffel en París, desde lejos no me gustó nada. Pero cuando pasé a su lado en autobús y vi por las ventanas las fajas de hierro que iban hacia arriba, hacia la izquierda y hacia la derecha, este ángulo de visión me ofreció una impresión de su masa y su construcción; desde el ombligo se consigue sólo un bello cuadrito, como los de las postales, ya bastante conocidas.»[45b]

Desde las tomas picadas y contra-picadas tan agudas que terminan convirtiéndose en ángulos de toma cenit o nadir el lenguaje visual de Rodchenko apela a una “fiesta de formas oblicuas, líneas perpendiculares, escorzos muy marcados…”[46]

Existe un componente político y social en el empleo de estos ángulos: “se trata de «enseñar a la gente a ver las cosas bajo un nuevo aspecto, es indispensable fotografiar los objetos habituales que les son familiares desde ángulos totalmente inesperados.»”[47]

Para Rodchenko el mundo comunista era algo totalmente nuevo que requería de un código visual inédito. Sus fotografías buscaban ser el nuevo lenguaje icónico bolchevique. Era una argamasa  de  belleza visual e ideología. A los ojos del bolchevique el comunismo estaba imbuído de virtud y belleza en contraposición al vicio y deformidad de la burguesía. La fotografía podía y debía generar una nueva estética, pura (suprematismo), mecánica (constructivismo), abstracta (cubismo). Se trataba de  angulaciones extremas, puntos de vista superiores o inferiores (paradigmas) construidos en un código visual (sintagma) consecuente con un modelo que podía restablecer la armonía y el equilibrio al mundo (comunismo). Para Rodchenko  “Las perspectivas fuera de lo común, los primeros planos y los ángulos de visión dinámicos tenían que agrandar el campo de la conciencia del ciudadano.”[48]

Los retratos de Rodchenko

En el retrato utiliza, además, planos fragmentados que al ser combinados con los inusuales ángulos “convierten en héroes a sus modelos y se ponen al servicio del propaganda del «productivismo».”[49] Rodchenko ensambla sus retratos en una composición antagónica a las típicas convenciones y “dispara con ellos hacia los criterios de la lógica para inculcar pensamientos revolucionarios.”[50]

En un primer momento la fotografía de Rodchenko podría parecer efectista. “Ciertamente algunas de las fotografías más brillantes de Rodchenko dependen de la dislocación radical del punto de vista.”[51]  Sin embargo como todas aquellas fotografías que han trascendido y superado la prueba del tiempo, sus obras contienen mucho más que un ángulo inusual. Sus retratos son un ejemplo claro.

Incluso algunos críticos califican una fotografía de la madre de Rodchenko, quien sostiene unos anteojos y frunce el ceño para leer,  como una de sus mejoras obras. “Todas sus considerables dotes están presentes. […] El arte aquí se oculta. […] Es una especie de credo.”[52]

Aunque trabajaba activamente el fotomontaje, no era amigo del retoque.  “Rodchenko apenas recurrió a la manipulación en el cuarto oscuro; prefería la presentación directa del objeto, por lo general desde un ángulo inusual, parte de lo que consideraba la tarea del periodismo para librarse del yugo de la pintura.”[53]

Víctima de la revolución

La muerte de Lenin significó el declive del apoyo estatal para el constructivismo. José Stalin, nuevo líder de la Unión Soviética, adoptaría una forma peculiar de entender la revolución: “…cuatro años después de la muerte de Lenin (1924), la nueva política económica fue revocada. Inició el plan quinquenal de Stalin: un programa de industrialización y colectivización forzada. Esto fue acompañado de una revolución cultural que insistió en el realismo en las artes, reafirmó la retórica de la lucha de clases y marcó el comienzo de un clima de miedo y venganza.»[54]

Para 1930 el realismo socialista se convertía en el estilo impuesto por el estalinismo. “Era el tipo de trabajo metafórico e infestado de narrativas contra el cual Rodchenko había vociferado.”[55]

Estos gestos burgueses habían sido ridiculizados por Rodchenko desde 1923. Kirsanov declara que “A menudo se alude al ascetismo de la izquierda artística […] Fue un ascetismo de la simplicidad, un ascetismo de la línea recta que puso fin a la ornamentación. Nuestro alejamiento del ascetismo ha conducido a la proliferación de un arte de clase media a gran escala.”[56]

Si las posturas constructivistas iban de la mano con el discurso leninista, el realismo socialista lo haría con Stalin.

En 1930 Rodchenko funda el grupo Oktyabr (Octubre)[57] sin embargo se formaría tan solo un año después la contraparte Rossiiskoe ob’edinenie proletarskikh fotoreporterov (Sociedad rusa de fotógrafos proletarios, o ROPF) que “…promulgaba una fotografía narrativa de propaganda más abierta, posición que se convirtió en la ortodoxia soviética, y Rodchenko [recibió] cada vez más ataques por su supuesto esteticismo.”[58]

El debate se intensificó: “En un manifiesto de la Asociación Octubre de 1931, probablemente escrito por Rodchenko, se denunciaba a los pintores naturalistas y el gusto por «el patriotismo de postín expresado por humeantes chimeneas y trabajadores idénticos con hoces y martillos.»”[59]

Si Rodchenko se había convertido en el paladín constructivista de la fotografía social, su talento visual se transformó en su propio talón de Aquiles: “…Tretiakov criticó a Rodchenko por su excesivo interés en la estética: hacía fotografías impresionantes con poco contenido social.”[60]

El realismo socialista y los Fotógrafos Proletarios resultaron aún más radicales que el propio Rodchenko en cuanto a la función social del arte. En el constructivismo había una autenticidad estética e ideológica ausente en el realismo socialista. Como todo lo que rodeaba a Stalin, el arte se impregnó de un revanchismo utilitarista. Aunque no faltarían artistas convencidos, la búsqueda por salvar el pellejo se convirtió –como ocurre frecuentemente en los totalitarismos- en moneda de cuño corriente.

Para Rodchenko el estalinismo fue una desafortunada combinación de auges y declives: por una parte el creciente interés de este fotógrafo en los aspectos visuales y estéticos de su fotografía y por otra parte en un desinterés total por lo que tuviera un valor propagandístico de utilidad para Stalin.

Se le imputaba que sus fotografías se parecían a las de modernistas extranjeros. «El fotógrafo fue acusado de «formalista burgués». La motivación de Rodchenko y su energía pictórica fueron impulsados por la utopía comunista, pero sus fotografías eran innegablemente similares a las de Moholy-Nagy y Renger-Patzch.”[61] Hubo un momento en el que “La revolución traicionó a Rodchenko, quien fue atacado de crímenes ideológicos por la Asociación de Fotógrafos Proletarios”.”[62]

“Bajo Stalin, la creciente ortodoxia cultural y política acosó al artista bajo acusaciones de formalismo.”[63]

El mundo del fotógrafo se vino abajo: La escuela “VkhuTEMAS fue clausurada, y Rodchenko y Stepanova vivieron precariamente gracias a alguna asignación de  fotoperiodismo propagandístico. Realizó en Moscú competencias deportivas, desfiles oficiales, obras de teatro así como comisiones para La URSS en Construcción, publicación dedicada a promover los logros soviéticos.”[64]

Alexander fue afortunado pues no sufrió el destino de otros opositores a Stalin.

Para sobrevivir tuvo que cambiar radicalmente de estilos y sujetos para capturar más “«hechos socialistas» tomados en lugares de trabajo.”[65]

El nuevo régimen no quería que el pueblo viera el mundo de una forma distinta, ni tampoco deseaba que los ciudadanos comunes se convirtieran en héroes. En la Unión Soviética solamente se toleraba una forma de individualismo: la de Iósif Stalin. Incluso “…era peligroso reconocer la fama y talento individuales, a menos que de alguna manera pudieran ser identificados con la causa trabajadora.»[66]

“A principios de los años 30 las autoridades  no requerían de personalidades, sino personas que pudieran ser dirigidas […] Rodchenko insistió en «fotografiar a los individuos de manera individual», lo cual no encajaba.”[67]

Rodchenko encontró en el teatro y el circo medios de escape “donde uno podía expresar su individualismo, sin temor a las represalias del Estado.”[68]

Los artistas se vieron imposibilitados a trabajar libremente debido a una ley de 1933 que exigía un permiso del gobierno para hacer fotografías en la calle.[69]

El BBK 

Rodchenko obtuvo una comisión para fotografiar la construcción del  Belomorsko-Baltíyskiy Kanal (BBK o Canal del Mar Blanco-Báltico). En la obra se empleaba a presos políticos del GULAG. Miles de presos del orden común y perseguidos políticos murieron durante la empresa. Rodchenko realizó su trabajo fotográfico: “Yo estaba perdido y sorprendido. Me dejé llevar por el entusiasmo: Me olvidé de mis sorpresas creativas. Yo simplemente estaba fotografiando. No pensaba en el formalismo.”[70] Sin embargo todo el proceso le significó un «duro golpe espiritual.”[71]

Adiós a la fotografía

Rodchenko tuvo más suerte que algunos de sus amigos en Lef: Sergei Trtyakov acabó en un campo de trabajo en 1937 y Gustav Klutsis fue arrestado y ejecutado un año después.[72]

Para 1940 Rodchenko estaba sumido en la depresión: pobre, hambriento y enfermo, siempre amenazado ante la posibilidad de algún nuevo ataque político. Escribió desesperado en su diario: «Creo que he vivido mi vida sin sentido alguno y descuidamente. Al acercarme a la  vejez me he convertido en un excéntrico que no necesita a nadie y no es interesante para nadie. No aguardo nada,  no tengo ninguna esperanza». [73] 

En 1942 abandonó la fotografía para retomar la pintura.[74] Pasó tres años siendo lo que él mismo llamaba “un hombre invisible”. [75]

Alexander Mikhalovich Rodchenko murió en 1956, el mismo año en el que el nuevo Premier Nikita Jruschov denunció los crímenes de Stalin contra la Unión Soviética.

Alexander Rodchenko, fotógrafo revolucionario

La obra de Alexander Rodchenko cambió profundamente el arte en general y se ha dicho que sin él “la fotografía moderna sería completamente diferente y casi irreconocible.”[76]

Si bien los vanguardistas soviéticos preconizaban la muerte de la pintura de caballete, Rodchenko crea su propio concepto de revolución visual donde “Busca alumbrar nuevos criterios artísticos para una sociedad que rompe y rasga con el pasado.”[77]

Este fotógrafo soviético “…bascula la línea del horizonte y trastoca la perpendicularidad impuesta por la más elemental ley de la gravedad. Estos matices preñan sus fotografías con una técnica que deja atrás el equilibrio y la regularidad del rectángulo y pone en juego la geometría del rombo, la diagonal y los trazos oblicuos. Sus imágenes incentivan la imaginación y abre nuevas vías a la construcción icónica. No es de extrañar, por ello, que su figura se erija, con las de Alfred Stieglitz, Moholy-Nagy, Man Ray, Renger-Patzsch e incluso Edward Weston, como la de uno de los padres de la fotografía moderna.”[78]

Aunque siempre han saltado a la vista sus ángulos inusuales Rodchenko fue más allá en sus fotografías. Incluso “…su uso innovador de las luces y la sombras influyó en el cineasta Serguéi Eisenstein.”[79]

Aunque no lo parezca a primera vista, la estética contemporánea está impregnada de su influencia e impacto. La obra de diseñadores, fotógrafos y cineastas han asimilado de tal manera su estilo como artista que su dialecto se ha convertido en “práctica diaria de los medios de comunicación y la publicidad, y parte de el lenguaje visual de la vida moderna.”[80]

Rodchenko creía firmemente en el valor de la fotografía como una forma artística propia que no requería de referencia alguna con la pintura. Su escisión con el pictorialismo fue total y contribuye decisivamente a la creación del lenguaje fotográfico como expresión autónoma con sus propios elementos de valoración formal. “Con su acercamiento original, audaz e innovador, ha roto toda relación con los antiguos procedimientos de la fotografía”[81]

Steve Yates explica que las innovaciones fotográficas de Rodchenko “siguen siendo un paradigma [y] han ayudado a sentar las bases de las tecnologías digitales del siglo XXI en el arte fotográfico posmoderno.”[82]

“El dilema de la creación de arte innovador, que también resulte accesible para las masas está aún por resolverse.”[83]

Con la caída del muro de Berlín quedó en entredicho el comunismo con su estéril sacrificio de millones de personas. Los ideales que construyeron una unión de sóviets en respuesta a las graves injusticias del zarismo parecieron dar por los suelos. Sin embargo Peter Conrad atina cuando afirma  que “Las revoluciones cambian temporalmente la forma de dirigir al mundo, pero alteran permanentemente la forma de verlo. ”[84]

Precisamente en esta alteración radica la revolución de Rodchenko. Líderes fueron y vinieron, pero la prístina visión de Alexander influyó y alteró las expresiones del arte visual que conocemos hoy desde las portadas de revistas o los carteles de películas hasta la consolidación de la fotografía como una forma de expresión artística emancipada.

Alexander Rodchenko se escabulló durante años mendigando migajas del Estado y con el recelo del acoso que le resoplaba a cada paso.

El 14 de marzo de 1934 escribió en su diario:

“Quiero tomar algunas fotografías genuinamente increíbles, que nunca hayan sido hechas antes. […] Imágenes que sean simples y complejas a la vez, que deslumbren y abrumen a la gente […] Debo lograr esto para que la fotografía pueda ser considerada una forma de arte.» [85]

Desde el siglo XXI podemos decirle, tovarishch Rodchenko: lo logró, realmente lo logró.

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