Herramientas para pensar la dinámica del sistema

Marx, Trotsky y Mandel. Artículo aparecido por primera vez en la Revista Socialismo o Barbarie 30, octubre del 2016.

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Al cierre de esta edición, un conjunto de incertidumbres pesa sobre la situación internacional. Lo más coyuntural remite al triunfo de Donald Trump en las elecciones en EEUU y la posibilidad cierta de que revierta el consenso globalista imperante en el mundo desde el final de la segunda guerra. Esto se entronca con un problema más de fondo: las perspectivas de la economía mundial cuando se han cumplido ocho largos años desde el comienzo de la crisis en 2008. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué la economía no repunta? ¿Cuál es el futuro de la mundialización cuando, triunfo de Donald Trump y Brexit mediante, parece haber sonado la hora del retorno del proteccionismo, del nacional imperialismo?

El hecho de que la crisis no se haya reabsorbido, que el debate económico esté referido a las circunstancias que están haciendo posible el largo estancamiento de la economía mundial, suma interrogantes acerca de las perspectivas generales del sistema. Esta realidad de mediocridad económica persistente se combina con una coyuntura política internacional corrida hacia la derecha. Este dato se ha confirmado en todas las regiones del mundo: desde el mundo árabe, pasando por Europa occidental y oriental, y llegando a Latinoamérica y China, consumándose globalmente con el triunfo de Trump.

La continuidad de la crisis económica mundial, el enrarecimiento de las relaciones entre los Estados (ver texto en esta misma edición) y la creciente polarización social y política que se está viviendo entre las clases, aunque sin que se haya manifestado todavía un salto en la actividad de la clase trabajadora, han decantado una coyuntura donde los desarrollos han ido hacia la derecha.

Si la lucha de clases y los fenómenos políticos tienen una suerte de movimiento pendular (sobre todo cuando se rompen determinados equilibrios), es de esperar que en un futuro próximo un péndulo que se había inclinado demasiado hacia la derecha rebote hacia la izquierda. Esto en la forma de una radicalización política que si hoy todavía no está, mañana podría colocarse a la orden del día: “El 9 de noviembre de 1989 fue el momento en que se dijo que la historia había terminado. El combate entre el comunismo y el capitalismo había llegado a su fin. Después de una titánica batalla ideológica que abarcó las décadas de la segunda posguerra, los mercados abiertos y la democracia liberal occidental reinaban sin contestación. En la madrugada del 9 de noviembre de 2016, cuando Donald Trump cruzó el umbral de los 270 electores (…), esa ilusión quedó destruida. La historia ha vuelto… y cómo” (The Economist, 12-11-16).

Lo que pretendemos en este ensayo, entonces, es aportar herramientas conceptuales para pensar la dinámica general del sistema como fenómeno concreto; un fenómeno cuya evaluación requiere de la combinación de instrumentos económicos, históricos y políticos vinculados, en última instancia, al desarrollo de la lucha de clases.[1]

Para este objetivo recurriremos a un examen crítico de las herramientas legadas por el marxismo, que exigen la intersección entre las leyes generales del sistema y los concretos desarrollos históricos que están ocurriendo bajo nuestros ojos: “La relación entre las leyes generales de movimiento del capital –como fueran reveladas por Marx– y la historia del modo de producción capitalista, constituye uno de los problemas más complejos de la teoría marxista (…). [Esto] implica ‘un análisis en dos niveles, deductivo e inductivo, lógico e histórico’ (…) [que] representa la unidad de esos dos métodos (…). Por ese mismo movimiento, se torna evidente la diferencia entre el método reduccionista del materialismo vulgar, en el que desaparece la especificidad concreta de los objetos individuales, y el método materialista dialéctico (…). Todo El capital de Marx está permeado por una incesante oscilación entre el desenvolvimiento dialectico abstracto y la realidad material y concreta de la historia (…). El modo de producción capitalista no se desenvuelve en medio de un vacío, sino en el ámbito de una estructura socio-económica específica (…). Sin el papel que las sociedades y economías no capitalistas, o apenas semicapitalistas, desempeñaron y continúan desempañando en el mundo, sería prácticamente imposible comprender los trazos específicos de cada estadio sucesivo del modo de producción capitalista (…). Por este motivo, la integración de teoría e historia, que Marx realizó con tamaña maestría en los Grundrisse y El capital, nunca más fue repetida con éxito” (Mandel 1985: 7-15).

En este ensayo intentaremos llevar adelante esta compleja combinación de leyes generales y desarrollos histórico-concretos para dar cuenta de la dinámica del sistema cuando promedia la segunda década de este nuevo siglo[2].

 


[1]  Recomendamos leer este texto junto con nuestro anterior “Perspectivas del capitalismo al comienzos del siglo XXI” (2012), que aborda una serie de cuestiones complementarias a las que desarrollaremos aquí.

[2] Como me señalara agudamente Valerio Arcary en una ojeada a una primera versión de este trabajo: “Concuerdo en que la clave para el tema debe ser la historización. En terminología marxista, historizar es comprender que la evolución económica es indisociable de la lucha de clases. Depende de la confrontación entre revolución y contrarrevolución a escala mundial”.

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