Roberto Sáenz: “Se reabrió la época de crisis, guerras y revoluciones”

Intervención del dirigente de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie en la charla "¿Cómo nos organizamos para frenar a Milei?" en el Cuarto Campamento Anticapitalista del ¡Ya Basta!

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Quiero plantear dos o tres cuestiones en esta intervención. Hay que colocar la discusión sobre el nuevo gobierno de Milei dentro de un marco internacional porque si no queda como “chata”. Los panelistas (Manuela Castañeira y Juan Cruz Ramat) estuvieron muy bien pero hay que colocar sus intervenciones en el contexto de la coyuntura internacional. Hay tres cosas que son importantes para entender lo que pasa en Argentina y otras partes del mundo hoy: la etapa, la coyuntura y los fenómenos políticos y políticos-sociales que están emergiendo.

Se rompió el “equilibrio internacional”

Primero hay que entender la etapa. Este último año estuvimos muy absorbidos por el tema Milei, pero internacionalmente entramos en otra etapa mundial.

Se cerró la etapa anterior, se cerró la etapa internacional de la Pax Americana, se cerró la etapa de la mediación en la lucha de clases y de la estabilidad. Se abrió una etapa mundial de la lucha de clases que tiene varias connotaciones que voy a tratar de desarrollar para darle un elemento internacionalista al panel.

Se abrió una etapa mundial con elementos de vertiginosidad que desborda en ciertos puntos porque está lleno de puntos de conflicto. Es una etapa mundial de la cual Argentina es parte pero que es muy distinta a la que veníamos viviendo, en la que emergen elementos de polarización, elementos “puntiagudos”, filosos, de una manera mucho más clara que en períodos anteriores.

Emerge todo un período político que, en la propia etapa mundial, oscila entre lo reaccionario y lo revolucionario de manera vertiginosa. Y también oscila entre la reacción y la radicalización política de una nueva generación. Es una etapa internacional distinta a la anterior y que por sus lineamientos (aunque arranque por derecha o extrema derecha) es una etapa donde parece reabrirse –de hecho se reabre- la época definida por Lenin de crisis, guerras y revoluciones. Le agregaría barbarie y también reacción.

Es una etapa más radical, más inestable, más vertiginosa, que te saca de la rutina, que te exige. También te desborda en cierto modo, porque la izquierda revolucionaria, la izquierda internacional no es una fuerza de masas, ni siquiera de vanguardia, salvo en algunos países.

Pero no se puede hablar de Milei sin inscribirlo en un contexto internacional. Milei no es un fenómeno argentino, es un fenómeno internacional: es la expresión argentina, la refracción nacional, de un fenómeno internacional. Es uno de los fenómenos que hay en la coyuntura internacional y que explican porqué “todo el mundo” está mirando la Argentina. Para entender el fenómeno Milei hay que entender el período internacional, la etapa internacional. La Corriente posee un texto que es actualísimo en este sentido, que ya planteaba el inicio de una nueva etapa (“Guía de estudio sobre la situación mundial: ha comenzado una nueva etapa”, izquierda web).

La lucha de clases tiene periodización, tiene periodos, no es toda lineal y mecánica, tiene cambios en determinadas circunstancias, cambios estructurales y cambios en las relaciones de fuerzas también, de los dos tipos. Porque la lucha de clases internacional se compone de tres factores: la economía, las relaciones entre Estados y la lucha de clases propiamente dicha. Esos factores se modifican y se puede hablar de otro concepto de Trotsky que es el equilibrio y ruptura del equilibrio: vivimos un mundo donde se rompió el equilibrio internacional. Se rompieron los equilibrios, y en Argentina también. La burguesía intenta romper los equilibrios, y se rompieron en cierto modo los equilibrios con la llegada de Milei. Por eso también lo que decía Manuela, que la discusión política en Argentina es casi día a día y tenemos que correr para no ser desbordados, porque todos los días hay hechos nuevos. Quizás el concepto más totalizador es que hay una ruptura del equilibrio (de la vieja forma de abordar los asuntos).

¿Qué concepto es más importante, el equilibrio o la ruptura del equilibrio? La ruptura. Lenin, en sus Notas Filosóficas a la Ciencia Lógica de Hegel, insiste muchísimo en la dialéctica, insiste muchísimo en que lo revolucionario es la ruptura del equilibrio (los momentos de salto en calidad). Es más fácil decirlo que vivirlo. Para todos es más difícil vivir la ruptura del equilibrio. Porque es desbordante, se te impone. Es como estar encima de un caballo loco, agarrado a las crines, un caballo que no está domado y no tenés ni rienda, ni estribo, ni montura. Y tenés que “agarrarte a las crines” y hacerle “piquete de ojo” para que te deje en paz.

La situación mundial es eso. Hagámosle un “piquete de ojo”, porque es extraordinaria, en un punto va a ser revolucionaria, pero te exige. En la Argentina es un poco también así.

No me quiero referir demasiado a la Argentina porque lo han cubierto bien los compañeros. Después, en la etapa internacional, la ruptura del equilibrio es porque hay un escenario con elementos “catastróficos”, con elementos de desequilibrio.

Por ejemplo la cuestión ecológica, que hay que empezar a abordar más en profundidad. El cambio ecológico es tremendo. Está ya la vivencia cotidiana del problema porque el calor y el frío son insoportables. Es demasiado calor, los compañeros de la Corriente Internacional llegando acá a Buenos Aires decían “qué calor”, “qué humedad”. Está bien, calor tremendo, pero vas a Chicago y está congelado; o sea, todo desequilibrado.

El problema ecológico es un problema enorme. Tomo lo ecológico porque se trata de la relación humanidad-naturaleza[1]. La primera relación básica material es esa. El marxista estadounidense Bellamy Foster, en su libro La ecología de Marx[2] habla de “fractura metabólica”. También hablaba de eso István Mészáros. La fractura metabólica hace a relaciones insanas (destructivas) entre la humanidad y la naturaleza. Estamos al pico de las relaciones insanas entre la humanidad y la naturaleza, y eso es un factor desestabilizador de la vida diaria. Es un factor cotidiano de todas las personas.

En segundo lugar tenemos una nueva situación geopolítica. Se rompió el equilibrio internacional, plantea un conjunto de debates y hay nuevas definiciones. Este nuevo contexto geopolítico es enorme y “molesto”, porque mete la presión de “mirar” las cosas desde el punto de vista de las relaciones entre Estados y no de la lucha de clases.

Y, sin embargo, los enfrentamientos inter-imperialistas y el retorno de las guerras como fenómeno clásico, de las guerras clásicas, se termina combinando con el problema de las revoluciones (lo cual es el costado revolucionario de las cosas).

Tenemos dos grandes conflictos en la actualidad. Una guerra clásica en Ucrania (que, en realidad, son dos conflictos en uno), que en este momento tiene un curso “adverso”, por así decirlo, porque estamos por el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano, cosa que obviamente no representa Putin, pero tampoco representa Zelensky. Hay compañeros/as en la izquierda que se confunden y caen en posiciones campistas: “Viva Rusia porque derrota del imperialismo tradicional”; esto es un grave error. La Rusia de Putin es un Estado híper reaccionario, una suerte de “imperio en reconstrucción”; es un agujero negro luego de la caída del Muro (en realidad desde décadas antes por el rol del estalinismo), es reaccionario homofóbico, es regresivo. Y el imperialismo yanqui también, lógicamente. Nuestra salida no es un imperialismo clásico o un imperialismo con características propias como es Rusia, que es más territorial, sino la emancipación de los explotados y oprimidos. Es otra cosa totalmente distinta, no tiene nada que ver con elegir uno u otro campo imperialista.

En segundo lugar, tenemos una lucha de emancipación nacional que cuenta con todo nuestro compromiso humano y solidaridad como es la del pueblo palestino contra el Estado de Israel. Este es un enfrentamiento, no es una guerra propiamente dicha porque es totalmente asimétrico. Es un enfrentamiento entre el Estado de Israel y el pueblo gazatí, el pueblo palestino, al que defendemos incondicionalmente, aunque no apoyamos políticamente a Hamás. Los de Hamás no son nuestros métodos ni nuestro programa. Nuestros métodos y programas son la clase obrera y socialista y la movilización de masas. Lo defendemos incondicionalmente porque son los representantes del pueblo palestino, pero no los apoyamos políticamente.

Pero, más allá de eso también está el problema de Taiwán, que es un problema nuevo. Taiwán es un problema porque es una isla de China. Pero la sociedad taiwanesa tiene libertades democráticas, conquistas democráticas. Y también es otro foco de posible conflicto militar entre Estados Unidos y China, donde defendemos el derecho a la autodeterminación del pueblo taiwanés, que tiene todo un proceso en la juventud que es progresivo, democrático (como también defendemos el derecho a la autodeterminación de Hong Kong). Pero, al mismo tiempo, no estamos por la independencia porque Taiwán, desde el punto de vista nacional, es parte de China. Estamos a favor de que sea parte de una China revolucionaria y socialista, pero no de la liquidación de su derecho a la autodeterminación por parte del PCCh, que es una burocracia burguesa de un capitalismo de Estado y de un imperialismo en construcción.

Esos conflictos aparecen como geopolíticos y por derecha, pero pueden virar en revoluciones.

El tercer elemento es la situación económica internacional. La vivencia económica ustedes la saben perfectamente, y acá están los compañeros repartidores y del Congreso Mundial de Trabajadores de Plataformas. La vivencia económica es dramática.

Esa vivencia dramática es parte también del ascenso de la extrema derecha, paradójicamente, porque para vivirla desde el punto de vista de izquierda hace falta un ascenso de la lucha de clases internacional. Una vivencia de fragmentación; o sea, de deterioro global de las condiciones de trabajo y de vida, que es un fenómeno internacional. La inflación y toda una serie de elementos. Ahí hay una especie de par dialéctico, que es un problema que es nuevo: entre hiper desarrollo en algunos lugares y la hiper barbarie.

Hay más elementos que no voy a desarrollar porque se hace largo. También se vive una crisis de la democracia burguesa (esto lo retomo más abajo). En síntesis: estamos inmersos en una nueva etapa que expresa como “bi-polo” el recomienzo en la experiencia histórica, que se expresa en los sectores de la juventud, que se expresa en los nuevos sectores que se organizan. La coyuntura es difícil, pero no se puede ver eso solo. Porque acá no hay una valoración solo negativa a la situación mundial, sino que hay elementos de acumulación de experiencia. Hay una nueva etapa que reabrió la época de crisis y guerras, barbarie, revoluciones, reacción. Esta idea de anormalidad, para la cual no es tan sencillo estar preparados, porque venimos de mucha normalidad. Y donde todavía falta una radicalización en la lucha de clases. Y eso no podemos fabricarlo artificialmente desde la Corriente.

El debate sobre el gobierno de Milei  

Luego algunos elementos de la coyuntura. En general, internacionalmente, la coyuntura a priori es difícil. Las corrientes internacionales miran a la Argentina como un laboratorio de la extrema derecha.

Hay fenómenos de crecimiento de la extrema derecha y de resistencia frente a la extrema derecha. La pregunta sería por qué crece la extrema derecha y todavía no crece la extrema izquierda. Pero si crece la extrema derecha, la extrema izquierda va a crecer. O sea, no hay manera de que no crezca (la situación va a rebotar).

La extrema derecha crece por varias razones. Porque todavía hay crisis de alternativas en el movimiento obrero y socialista, porque hay crisis social. Porque hay acción y reacción. Trotsky decía una cosa profunda, importante: la fuerza de la inercia es una de las fuerzas históricas más importantes.

La fuerza revolucionaria es el movimiento feminista, la fuerza revolucionaria es la organización de los precarizados, que no es fácil, y la fuerza de la inercia conservadora es de la extrema derecha. La extrema derecha tiene su pie. Tiene su particularidad, que es, como decía Lukács, un asalto a la razón. Tiene elementos de irracionalidad, de asalto a la razón. Lukács se transformó en un marxista un poco “positivista” (objetivista), pero eso es secundario en este momento. Pero hay un “asalto a la razón”: las ideas de que la tierra es plana, la fe, el prejuicio, todo eso, que pega en los estratos más bajos de la sociedad.

En la coyuntura la polarización es extrema, una polarización que opera sobre la base de un capitalismo cuya base se estrecha, muy de ellos o nosotros.

Por ejemplo, el caso palestino, que igual es muy contradictorio. Sionistas o palestinos. Entonces el Estado de Israel intenta aplastar al pueblo palestino.

Pero al mismo tiempo se abre el debate sobre un solo Estado, donde entren palestinos, israelíes, todos los sectores de la población tengan la nacionalidad o confesión que tengan.

Entonces, la coyuntura es un poco así, es un poco de ellos o nosotros. También la coyuntura argentina tiene elementos así, por eso es un error tomarla de manera facilista (aunque también es un error exagerar). Ahí entra un fenómeno nuevo, que es el fenómeno de las extremas derechas, que es muy desigual. Porque hay extremas derechas que son sólo de palabra y extremas derechas que son más en los hechos.

Netanyahu es una extrema derecha en los hechos. El gobierno de Meloni (en Italia) es un gobierno de extrema derecha más bien en las palabras (aunque ha tomado medidas reaccionarias y antiobreras, evidentemente, además de contra la inmigración).

Milei quisiera ser un gobierno de extrema derecha en los hechos. Quisiera serlo y lo es en el terreno económico social, por así decirlo. Pero no logra -por ahora- serlo a nivel del régimen político. Sin embargo, no deja de ser un peligro. No deja de ser un peligro porque quisiera ser eso, quisiera ser un gobierno de extrema derecha en los hechos. Por eso es desafiante. Por eso no hay que tomarlo en joda. Por supuesto, es un gobierno de extrema derecha que pretende hacerlo en los hechos, que no logra hacerlo; tiene límites (estamos en este Campamento Anticapitalista y no tenemos problemas para estar acá).

El tipo no ha logrado por ahora desbordar el régimen democrático burgués (la caída de la pretendida Ley Ómnibus es eso). El gobierno de Milei es muy contradictorio. Es un gobierno de extrema derecha que pretende ir más allá del límite del régimen, que pretende transformarse en un gobierno bonapartista; o sea, un gobierno por encima de las instituciones, pero no lo está logrando hasta ahora.

El laboratorio de la Argentina es un laboratorio donde empiezan a desarrollarse elementos que podrían hacer girar la coyuntura reaccionaria en pre-revolucionaria. Porque empiezan a desarrollarse elementos de organización independiente por abajo que hay que salir a disputar desde lo orgánico, desde los centros de estudiantes, desde el movimiento de mujeres, desde las y los trabajadores. La jornada del 8 va a ser histórica en la Argentina. Hay que salir de este Campamento a pelear en todas las asambleas, en todos los lugares. Porque el gobierno salió a decir que “no es un proyecto inmediato” y los K dicen que “el problema es el hambre” (que efectivamente es un inmenso problema pero desvía en este combate por un 8M de masas). Pero no, ya está: ya tiraste la mecha al enviar el proyecto de ley para derogar el aborto, hay que tomarlo en serio. Vamos a defender el derecho al aborto.

Porque es una conquista societal. Es una conquista del movimiento feminista. En la globalidad están en juego conquistas económicas, pero también societales. Conquistas globales, cosa que las corrientes en general no entienden porque son economicistas. Son conquistas en el terreno de las relaciones humanas, de la relación entre las personas. En el terreno de lograr un equilibrio mayor, aunque sin la base económica no puede resolverse, entre los géneros. El terreno del patriarcado. El derecho al aborto es una conquista inmensa. Que es parte contradictoria de este fenómeno de la coyuntura y la etapa en la cual estamos.

Es una conquista inmensa, societal, y no es económica. Porque económicamente no hay una igualación entre el hombre y la mujer. Pero societalmente sí hay una inmensa conquista a defender.

La inmensa actualidad del internacionalismo

También por eso son parte de este Campamento los camaradas del NPA. Y está el problema de cómo lograr un diálogo y un reagrupamiento revolucionario, porque la Corriente nuestra es global. El problema no es sólo económico, ni sólo sindical. El abordaje de nuestra Corriente es global. Tiene un abordaje global de los problemas, donde lo económico y sindical y reivindicativo es importantísimo. Pero también son importantísimas todas las conquistas sociales y democráticas. Son una combinación.

Y donde también es importantísimo el balance del estalinismo para no repetir el curso burocrático que pervirtió las conquistas de la Revolución Rusa. Que transformó la propiedad estatizada, la propiedad social, la propiedad colectiva en una propiedad privada de la burocracia. Como afirmaba Marx y planteó desde La Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel (y repetía con insistencia Rakovsky en el debate de los años 20).

¿Qué se pueden llevar los compañeros de la Argentina? Se pueden llevar que la estabilidad de Milei está –por así decirlo- en veremos. Es una lucha. Y es una lucha dura, no es una lucha fácil. Es una lucha que no terminó. Terminó un primer round, pero empezó otro round. Aún con Milei, como decía Manuela, en facetas. Porque ahora va a tallar con todo la crisis social. Milei tiene una ofensiva social, pero si sigue así se va a un choque social.

Y entonces acá entran los elementos de organización independiente, de construcción del partido, este Campamento Anticapitalista que lo hicimos contra viento y marea, etc. La construcción de la Corriente Socialismo o Barbarie es fundamental para poder disputar lo que se viene en la Argentina y el mundo. Que es una disputa dura. No solamente con Milei y con la burguesía y la burocracia que son cómplices de la gobernabilidad. También es una disputa en el seno de la izquierda. Y este Campamento Anticapitalista es una contribución inmensa a lo que viene, que es la reapertura de la experiencia histórica de la revolución socialista en este siglo XXI.


Segunda parte. Cierre

Intervención del dirigente nacional del Nuevo MAS en la charla «¿Cómo nos organizamos para frenar a Milei?» en el Cuarto Campamento Anticapitalista del ¡Ya Basta! [1]

Hay como varias cosas que quedaron pendientes en mi intervención. Espero que no estén aburridos o cansados. Voy a comenzar por los problemas políticos, después algo más sobre la Argentina y alguna cuestión teórica.

Las dos caras del genocidio Gazatí

Primero, una compañera preguntaba por el genocidio Gazatí. El genocidio Gazatí tiene como “dos caras”. Por un lado es un genocidio. Es una circunstancia histórica específica. Genocidio es un castigo colectivo, castiga colectivamente a toda la población Gazatí, y eso es un genocidio. Y junto con eso, que es el castigo colectivo a la población Gazatí y que es a cielo abierto, precisamente como es a cielo abierto, desprestigia al Estado sionista[2].

Desprestigia al Estado de Israel. Está claro que es este Estado es presentado en el “mundo imperialista” tradicional y sus adláteres semicoloniales como un “santuario la población judía”. Pero esta cada vez más claro que, en realidad, no está en discusión si la población es judía, es islámica, es laica o lo que sea desde el punto de vista confesional o nacional.

Es el Estado colonizador de Israel el que está pretendiendo hacer un nuevo desplazamiento poblacional, una nueva Nakba (como se llama al desplazamiento colonial y el genocidio perpetrado por los sionistas a la población palestina autóctona en 1848). La extrema derecha sionista que gobierna hoy Israel (pero que, en realidad, tiene apoyo mayoritario de la poblacion judía-israelí en esta empresa, hasta el momento) busca ganar nuevo territorio colonial apoderándose de la Franja de Gaza. Pero, al mismo tiempo,  está desprestigiándose en todo el mundo. Por ejemplo: está levantando una nueva generación en los Estados Unidos que se moviliza en los campos universitarios, en un muchísimos de lugares, movilizaciones históricas en Gran Bretaña, 300.000, 400.000 personas que no había desde la invasión de Irak de 2003, movilizaciones históricas en el norte del mundo que vuelven a colocar en el centro de la escena la cuestión palestina. Entonces hay una contradicción. ¿Cómo hacer una evaluación global de la dinámica de los hechos? Es muy difícil porque el genocidio es concreto

Y, sin embargo, lo positivo es que está reabriéndose el debate sobre la cuestión palestina. Que es difícil la cuestión palestina. Es muy difícil porque la respuesta a la cuestión palestina, no hay tiempo de discutirlo hoy acá, tiene que ser internacional, tiene que ser global, tiene que afectar a la clase obrera de la región. La clase obrera de la región está muy debilitada. Tiene que dar también base social en la población israelí, que al apoyar al pueblo palestino deje de ser opresora y se solidarice con los oprimidos. Es complejo el problema, muy complejo.

Es un tema complejo que tienecomo ya señalamos, dos caras. Por un lado, es parte de la coyuntura reaccionaria internacional. Esto está claro porque es un genocidio. Pero por otro lado, reabre el debate estratégico sobre la cuestión palestina -que es difícil en una región donde, además, no hay direcciones independientes-. Entonces, nuestra posición no es campista.

No estamos ni con el Estado de Israel, obviamente, ni estamos con Irán. No estamos con Estados Unidos y tampoco estamos con Rusia. Estamos con los pueblos oprimidos de Gaza y Palestina y de Ucrania, aunque no apoyemos sus direcciones.

Estamos por una perspectiva independiente de los pueblos oprimidos de Palestina y del Mundo Arabe en general, por una perspectiva internacionalista, por una perspectiva democrática, obrera y socialista.

El campismo es una de las delimitaciones más importantes en la coyuntura mundial actual. El campismo es elegir por el bando de una potencia. Pero la posición socialista revolucionaria no es campista: estamos por la autodeterminación de los pueblos oprimidos; no nos embanderamos con una potencia u otra.

Queremos la autoemancipación de los explotados y oprimidos. Queremos una Palestina laica, libre y socialista conquistada desde abajo.

Y defendemos incondicionalmente al pueblo palestino, dirija quien dirija, pero no apoyamos a la dirección de Hamas. No es nuestra dirección. No, aunque tampoco igualamos abstractamente los términos de la “ecuación” política.

Por ejemplo, el caso de Lutte Ouvriere en Francia dice “ni Netanyahu ni Hamas”. Pará un poquito. Ni Netanyahu ni Hamas iguala a los dos pueblos. El pueblo opresor con el pueblo oprimido. No es nuestra consigna. Estamos con el pueblo palestino de manera incondicional, dirija quien lo dirija; por la defensa incondicional del pueblo palestino.

Pero al mismo tiempo peleamos por otra dirección que no sea la dirección de Hamas. Por una dirección democrática, obrera y socialista. Por una, tercera, cuarta Intifada.

Una prueba de carácter histórico

Segunda cuestión. Ha habido varias preguntas sobre si la situación política argentina puede virar en pre-revolucionaria.

Por supuesto. Hay una “doble tendencia” en curso en la Argentina –una dinámica abierta, un pronóstico alternativo-. Hay una doble perspectiva en la que hay que ver si la tendencia es a la estabilización de Milei o la tendencia es a la inestabilidad de Milei. Es una pelea abierta.

En este instante daría la impresión, después de la derrota de la ley Omnibus, que la tendencia es más a la inestabilidad de Milei. Sin dejar de ser un peligro.

Sin dejar de señalar que estamos viviendo un ataque feroz desde el punto de vista económico-social contra las condiciones de vida de las masas y las y los trabajadores. Pero sin dejar de ser un peligro, Milei con sus ataques introduce caos en la sociedad.

Abre demasiados frentes de batalla. Y al introducir caos en la sociedad, divide a la burguesía. Porque la burguesía económica está unificada detrás de Milei y la burguesía política quiere la gobernaridad de Milei. Y una situación revolucionaria se compone (genéricamente) de dos componentes señalados por Lenín que es “cuando los de arriba no pueden seguir dirigiendo como vienen dirigiendo, y los de abajo no pueden seguir viviendo como están viviendo”. Ahí se combina la irrupción del movimiento de masas y división burguesa (que es lo que comienza a ocurrir en la Argentina sobre todos desde el punto de vista del personal político de la burguesía).

Y el cálculo burgués es si conviene seguir apoyando a Milei o si crea condiciones de no gobernabilidad que pueden hacer explotar el país (el imperialismo yanquie, el FMI, el Papa, la burguesía económica, todo el mundo apoya abiertamente al gobierno de Milei amén de que la “oposición” patronal a comenzar por el propio kirchnerismo le quieren dar gobernabilidad a toda costa).

Esto es día a día; es difícil. El escenario es complejo y peligroso. Pero es factible que esa dinámica, ese rumbo de choque que plantea el gobierno de Milei, haga explotar el país y cree una situación pre-revolucionaria. Esto está inscripto en la lógica, en la dinámica de la situación. Es la cuestión de que los de arriba no puedan seguir gobernando como hasta ahora, como pretende gobernar, o como pretende gobernar con Milei, y los de abajo no se la banquen más e irrumpan en la escena histórica. Y produzcan una acción: lo que se llama una acción histórica independiente.

Que puede depender de un llamado al paro general de la CGT, pero que lo desborde. Y hay una apuesta a ese desborde (es imprescindible este desborde revolucionario a las direcciones tradicionales). Entonces, una situación pre-revolucionaria es una irrupción, es una emergencia histórica a clase trabajadora y en la cual la izquierda argentina y nuestro partido podemos cumplir un papel de primer orden.

El tipo ataca tanto, tanto, tanto, que puede generar una acción independiente: una entrada histórica de movimiento de masas en la lisa. Todavía no ocurrió, todavía hay acciones de amplia vanguardia, ni siquiera de vanguardia de masas. Pero no me quiero detener mucho en eso. Me quiero detener más en lo conceptual. La burguesía se puede dividir si ve afectada la gobernabilidad, aunque todo sostienen –por ahora- la gobernabilidad. Y puede ocurrir una acción histórica independiente desde abajo, que barra Milei y abra una situación política histórica.

Por otra parte, un compañero del NPA de Francia preguntaba si hay grupos de choque en el país que respondan al mileidismo. El hecho es que por ahora no hay grupos de choque. Lo que hay es, ya se dijo, no voy a detener demasiado en eso, protocolo antirrepresivo (es decir, represión desde el Estado a las acciones callejeras), etcétera, pero no hay grupo de choque, ni Milei tiene la tradición histórica como tiene el Front Nacional, el Resamblement National, por ejemplo en Francia. No tiene esa tradición. En ese sentido, es más frágil. Más frágil, pero al mismo tiempo, menos domesticado también. Menos domesticado. Entonces, al ser más frágil pero menos domesticado hay que ver qué peligro significa el Resamblement National gobernando Francia, por ejemplo. Pero Milei gobernando Argentina es un peligro. No se puede abordar de manera facilista aunque tampoco hay que impresionarse (porque Milei aparece siempre al borde a hacer explotar el país). No terminó la pelea, No echamos a Milei todavía. Recién lleva dos meses de gobierno y hay que echarlo (la olla del descontento popular suma más y más presión).

Porque la pelea de fondo es echar a Milei. Entonces, esa la situación. Que es que hay que echar a Milei. Todavía tiene el apoyo de la burguesía económica, y Milei es Milei (es decir: tiene sus rasgos propios provocadores y anarquizantes). Pero no tiene fuertes raíces sociales; es un fenómeno muy inorgánico.

Entonces, se combina un fenómeno específico en la Argentina. Lo que yo decía en la primera intervención de un gobierno que no es un gobierno “normalizado” dentro de la democracia burguesa, que quiere ser un gobierno con elementos bonapartistas que desborde la democracia burguesa. Pero todavía no lo logra porque tiene mucha fragilidad y porque, como decían Juan y Manu, las relaciones de fuerza en la Argentina no están resueltas.

Entonces, estamos entre esas dos tensiones: la ofensiva gubernamental y las relaciones de fuerzas no resueltas que ya están expresandose y se verá cómo sigue la dinámica.

Los soviets como democracia directa y representación

Había por ahí una pregunta sobre la democracia socialista, la democracia soviética. Soviets, compañeros y compañeras, es democracia directa y representación, las dos cosas. No es sólo democracia directa, no es sólo el Ágora griega. No es que reunimos a los 40 millones de habitantes, levantan la mano y votamos.

Hay una combinación de democracia directa y de representación, porque el soviet vota representantes, lo que pasa es que vota representantes no con voto universal, sino representantes por lugar, por estructura laboral, por estructura estudiantil, etc. Y los representantes en el soviet “general” o en la coordinación o en lo que sea no solamente expresan un mandanto sino que abren una discusión que en cierto modo va más allá de los mandatos propiamente dichos: una discusión política, global, general.

En realidad, el debate no es sólo democracia directa pero tampoco sólo democracia representativa. Porque, además, en los soviets hay un mecanismo, en todos los organismos de coordinación de amplios sectores hay un mecanismo de revocabilidad y de mandato, etcétera. Pero también en los organismos de representación hay un debate político que va más lejos del mandato, se abre un debate político que va más lejos de los mandatos (sino dichos organismos serán una cosa puramente mecánica).

Hay un debate político que va más lejos del mandato porque se empieza a discutir no sólo el mandato, sino sería una democracia puramente mandatada o democracia puramente directa, lo cual no existe en la realidad (rebajaría el carácter politico, global del debate). Entonces hay una combinación de democracia directa y representación. O sea: vos vas a un organismo de representación con un mandato y empezás a discutir otras cosas. Pero al mismo tiempo no son cosas completamente contradictorias, como la democracia burguesa, que te votan y te hacen un cheque en blanco. Los soviets, los organismos de dirección y de coordinación del movimiento de masas, son una combinación de democracia directa y representación. Una combinación dialéctica de ambas cosas. Y la democracia soviética y socialista es eso. La dictadura del proletariado es eso. Una combinación de democracia directa y representación. Son las dos cosas.

Las consignas de transición

Después, la otra pregunta: Manu me dejó lo de las consignas de transición. Las consignas de transición son consignas que te permiten ir hacia el objetivo del poder.

Hacia el objetivo del poder. ¿Qué consignas hay? Esta es muy simple, pero muy representativa. ¿Qué consignas hay en Argentina en este momento que tiene elementos de consignas de transición? Además de las medidas de fuerza (y organización): abajo la Omnibus, abajo el protocolo, abajo el DNU. Tienen elementos que plantean, eventualmente, el problema de abajo el gobierno (aunque de manera indirecta).

Son consignas que recogen reivindicaciones desde abajo, pero que al mismo tiempo te permiten plantear indirectamente lo que querés plantear: que el gobierno de Milei sólo se lo puede derrotar tirándolo abajo. No hay salida gradualista con Milei. Hay que tirarlo abajo. Pero además también, las consignas de transición, efectivamente, incluyen consignas de organización. Consignas de organización y de auto-organización. O sea: lo del paro general activo que desborde a la burocracia sindical, o que la burocracia sindical abra la puerta para un paro general activo, plantea también el problema del desborde y la auto-organización. Las consignas de transición no son sólo palabras: son también organización independiente de la clase obrera, la juventud y el movimiento de mujeres. Es la combinación de las dos cosas, de la consigna política y de la consigna de organización independiente.

Inclinar la vara hacia los intereses partidarios 

Había otra pregunta sobre la lucha de tendencias en la izquierda. Hay que ser implacables en la lucha de tendencias. En la Argentina, la lucha de tendencias es muy distinta que la de Francia, que está dominada por la diplomacia. En Argentina, la lucha de tendencias dura, muy dura. Hay que defender de manera implacable los intereses generales de la clase obrera. Marx decía: “los comunistas nos caracterizamos por una sola cosa, que es, en cada caso, defender los intereses generales de la clase obrera”. Pero eso hay que hacerlo valera de manera implacable, con piquete de ojo, con patada en la cabeza, con cachetazos, porque así son las condiciones de la lucha de clases en Argentina. Hay que salir a disputar las asambleas populares, pero hay que salir a disputar las asambleas populares desde los centros de estudiantes. Hay que hacer un estudiantazo, hay que tomar las facultades, porque no hay presupuesto. Ese es el debate.

Hay que tomar las facultades y hay que arrastrar las asambleas populares a la ocupación de la facultad. Hay que disputar las asambleas populares: lo territorial desde lo estructural. Eso es clásico. Las asambleas populares son re progresivas, pero no son soviets. Está claro: una ocupación de una facultad puede ser una forma soviética. Hay que establecer la unidad obrera estudiantil, esto también es fundamental para este partido. Hay que llevar los estudiantes a la clase obrera, a la puerta de las fábricas. Hay que pelear implacablemente por un Encuentro que también abrace al movimiento feminista. Y hay que lograr que las movilizaciones, que el Nuevo MAS, el ¡Ya Basta! y las Rojas crezcan en el desarrollo de la pelea por la Marcha del 8 de marzo, que puede ser histórica, que va a ser histórica. Y, por supuesto, que viene más atrás la clase trabajadora aunque comienzan a desarrollarse múltiples conflictos por sector. Pero lo que pasa es que ahora pasamos por una coyuntura dominada, sobre todo, por los elementos democráticos, DNU, protocolo, etcétera, pero entrando en marzo se viene todo lo reivindicativo (ya esta última semana de febrero está regada de conflictos por sector aunque la burocracia se está cuidando muy bien de convocar al paro general de 48 horas que balbuceó en algún momento).

El boleto que pasa de 70 pesos a 1.000 pesos. Eso nos va a desbordar a todos, está claro. Pero nuestro abordaje es desde lo orgánico hacia lo inórganico aunque sin desconocer ninguna forma de organización (sería un error completo ser sectarios con las asambleas; hay que disputar su dirección).

Acá no hay ninguna diplomacia. Nuestro criterio socialista es defender los intereses generales. Pero para defender los intereses generales hay que aprender a hacer maniobras. Hay que aprender a no “asustarse” de votar cosas correctas con otras fuerzas (no casarse con nadie ni rechazar por “principios” a nadie). Hay que aprender a bloquear cosas que van en contra de los intereses del partido. Hay que saber combinar dialécticamente los intereses generales de la clase obrera y los intereses del partido. Saber combinar con los intereses propios del partido. No se pueden disolver los intereses propios del partido. Porque si lo disuelves no se puede ganar. Es una dialéctica. Esa dialéctica no es de Marx, es de Lenin. De Marx es la definición de los intereses generales. Pero de Lenin es la definición del partido de vanguardia.

La selección entre elementos de vanguardia y de retaguardia. Eso es el partido. El partido es una selección entre elementos de vanguardia y de retaguardia. Ahora, si vos no hacés valer el interés del partido, no hacés valer el interés de vanguardia. Y no hacés valer tu estrategia. Entonces tenés que hacer valer ambos intereses.  Ambos intereses. Las sectas sólo hacen valer el interés propio, pero sin el partido revolucionario no se puede hacer valer el interés general.

El partido tiene que aprender a hacerse valer en esta nueva coyuntura que tiene rasgos propios de pelea fraticida: tiene que tensar la vara ferozmente para hacer valer el interés partidario, para el interés de la corriente. Si no, es muy difícil ganar esta pelea. Entonces, conceptualmente, que es lo que más me interesa decirles en esta charla, porque los compañeros han estado muy bien en la parte política, es esa combinación de intereses que es ese desarrollo entre Marx y Lenin; la superacion de Lenin a Marx en este punto. Es imposible defender el interés general sin defender el interés específico del partido.

Hay que echar al gobierno de Milei

No es fácil la situación política. No hay todavía una emergencia del movimiento de masas. Hubo un primer decir presente de la clase trabajadora, pero todavía no irrumpió la clase trabajadora (conforme corregimos esta intervención crecen en el país las luchas reivindicativas por sector). Y no hay posibilidad de una lectura facilista del Gobierno de Milei. Es una pelea abierta. Pero bueno, en la coyuntura inmediata hay un cierto impasse político, aunque el traca traca económico sigue con todo.

Es un Gobierno muy, muy, muy agresivo. Dialécticamente, muy frágil también (esa es la astucia de la cosa).

Pero si vos decís, ah, pero es frágil, entonces no es nada, está mal. Es muy, muy, muy agresivo. Más agresivo que Meloni y más agresivo lo que puede llegar a ser el Front Nacional o el Rassemblement Nacional. Pero es frágil también. Entonces, ¿qué decir en el exterior? Hay un combate histórico abierto en la Argentina y que Argentina está en el centro del mundo, en el foco internacional, porque hay un experimento que no es solo argentino sino mundial. Le podemos asestar un golpe a la extrema derecha en la Argentina en la batalla para asestarle un golpe a esta rata inmunda que es Milei.


[1] Sacando el término “hombre”, que a partir del siglo XXI ya no corre, es seres humanos. Y está muy bien que sea así, por la “revolución” del movimiento feminista que hay a nivel internacional. Aunque también hay un intento de contrarrevolución, anti-ilustración y restauracionista contra el movimiento de mujeres y la diversidad sexual.

[2] También hay un libro de Alfred Schmidt sobre El concepto de la naturaleza en Marx, que tiene utilidad pero es más abstracto.

[1] Tanto la intervención como el cierre en el panel xxx en el IV Campamento Anticapitalista del Ya Basta! son prácticamente la transcripción sin corregir de las intervenciones orales.

[2] Ver en esta edición de nuestro suplemento semanal las notas publicadas de Ilan Pappe y Gilbert Achcar a este respecto

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