La vacuna AstraZeneca se desarrolló en un 97% con fondos públicos, pero la patente es privada

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  • 170 ex dirigentes mundiales y premios Nobel entregaron una carta Joe Biden para pedir la suspensión temporal de las patentes. Lo consideran necesario para acabar con la pandemia.

Eliana Berton

Un estudio realizado por investigadores de la organización independiente “Alianza de Universidades por las Medicinas Esenciales en el Reino Unido”, evidencia que menos del 3% de los costes de investigación que han hecho posible el desarrollo de la vacuna AstraZeneca provinieron de la industria farmacéutica. El mayor porcentaje de los 120 millones de euros que se invirtieron provinieron del Gobierno del Reino Unido (45 millones) y la Comisión Europea (30 millones), mientras el resto procedía de entidades también financiadas con fondos públicos (centros de investigación) y fundaciones que apoyan la investigación científica.

Los autores del estudio declaran en un comunicado que “Han sido la inversión pública y la colaboración internacional las que han traído las vacunas frente al virus”. El trabajo de investigación, avanzado este jueves por el diario británico The Guardian y pendiente de ser revisado por pares antes de su publicación en una revista científica, luego de rastrear entre cientos de millones de ayudas públicas destinadas a investigar en las últimas dos décadas localiza las que han hecho posible el desarrollo de la vacuna, en el que también ha participado la Universidad de Oxford. Dicen también que “Han sido la inversión pública y la colaboración internacional las que han traído las vacunas frente al virus”.

El sistema de patentes impide que otros productores que no sean los titulares de las licencias puedan fabricar vacunas, lo cual según críticos de este sistema retrasa la administración de las mismas. El hecho de que casi toda la inversión para desarrollar un vacuna sea de origen público pone en cuestión uno de los argumentos utilizados por la industria:la necesidad de patentes (que pueden durar de 10 a 20 años, según el caso) para recuperar las fuertes inversiones y riesgos que asumen en el desarrollo de los fármacos.

Esta prueba fortalece y coloca en el centro a nivel internacional el debate sobre la liberación de las patentes, para que las dosis de las vacunas lleguen de manera más rápida a la totalidad de la población mundial. En un escenario donde 9 de cada 10 dosis son dadas en los países ricos mientras que los más pobres tienen que esperar meses o años, expertos afirman que aumenta el riesgo de sigan surgiendo nuevas cepas del virus que anulen la eficacia de las vacunas ya administradas.

En este contexto es que 170 personalidades mundiales, entre ellos los ex presidentes del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González, el expresidente francés, François Hollande o el ex primer ministro británico Gordon Brown, enviaron este jueves una carta al presidente de los Estados Unidos pidiendo la suspensión temporal de estas licencias. Para ellos esta suspensión conformaría “una etapa vital y necesaria para acabar con la pandemia”.

La OMC tradicionalmente ha sido el foro en el que los países ricos, donde tienen su sede las grandes farmacéuticas, defienden los intereses del sector. La investigadora Irene Bernal proveniente de Salud por Derecho, entidad que aboga por el acceso universal a los fármacos y el fin de las patentes, explica que “…la exención de las patentes la están paralizando en este organismo un grupo muy reducido de gobiernos, entre ellos Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Suiza y Japón. Sin este veto, y liberando el conocimiento para producir las vacunas, nuevos actores podrían incrementar la producción mundial”.

Sin embargo, la Unión Europea no considera que la escasez de vacunas se solucione con la suspensión de las patentes, sino que relaciona este problema con una “insuficiente capacidad de producción”. Para la UE la mejor manera de incrementar la producción de las vacunas es una propuesta surgida en el seno de la OMC llamada la tercera vía, planteada a principios de marzo por diez países, entre ellos Australia, Canadá, Chile y Colombia. Mediante la misma impulsan las llamadas “licencias voluntarias” que son acuerdos entre farmacéuticas para que las titulares de las patentes puedan ceder la producción de más dosis a otras compañías.

Además, la patronal farmacéutica Farmaindustria se posiciona explicando que “Según los datos disponibles, la producción en 2021 ascenderá a entre 9.000 y 12.000 millones de dosis, lo que debe ser suficiente para inmunizar al menos al 70% de la población mundial antes de fin de año”.

Pero a pesar de estos datos y supuestas soluciones intermedias ante la desigual distribución de las vacunas y la falta de dosis en los países más pobres, la entidad Salud por Derecho ve la fórmula de la OMC como un “movimiento defensivo del sector ante sus fallos de los últimos meses y una solución que no ataca el problema de raíz, que es el obstáculo que las patentes suponen para que vacunas y otros medicamentos lleguen a todos los que los necesitan”.

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