El reconocimiento de España, Irlanda y Noruega de un Estado palestino

Las movilizaciones masivas internacionales por Palestina (que incluyen acampes y ocupaciones en más de 200 universidades de EEUU, Europa, Latinoamérica, Asia y Oceanía) comienzan a impactar sobre el tablero de la diplomacia europea.

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Las movilizaciones masivas internacionales por Palestina (que incluyen acampes y ocupaciones en más de 200 universidades de EEUU, Europa, Latinoamérica, Asia y Oceanía) comienzan a impactar sobre el tablero de la diplomacia europea. Si bien el imperialismo europeo y (sobre todo) yanqui sigue financiando en distintas medidas el genocidio, varios gobiernos occidentales se están viendo forzados a repudiar públicamente la política genocida de Netanyahu y sus secuaces.

«Los palestinos tienen un derecho fundamental e independiente a tener su propio Estado. Tanto israelíes como palestinos tienen derecho a vivir en paz en Estados separados», declaró en las últimas horas el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre. «No puede haber paz en Medio Oriente sin una solución de dos Estados».

Es cierto que la posición adoptada por los gobiernos noruego, español e irlandés no deja de ser un gesto simbólico con pocas consecuencias inmediatas. La llamada «solución de los dos Estados» es, por otro lado, un viejo fetiche del centrismo diplomático. No es imaginable la existencia paralela de dos Estados en el contexto de una ocupación militar y colonialista como la que ejerce el Estado sionista en territorio palestino desde 1948.

Con los Acuerdos de Oslo en los 90′, supuestamente se había avanzado en la creación de un Estado palestino. Pero los «acuerdos» fueron poco más que ficción. Constituyeron la «Autoridad Nacional Palestina» -supuesto gobierno de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este- dejando en manos de Israel todo el control de las fronteras, los derechos de circulación, etc. Obtener autoridad real como Estado fue dejado para un futuro sin fecha fija a cambio del reconocimiento oficial del Estado de Israel, que continuó sin interrupciones con su política de limpieza étnica y colonización. Luego, simplemente dejaron de reconocer incluso al ficticio «Estado Palestino».

No pueden igualarse, como pretenden varios diplomáticos y gobiernos capitalistas «progresistas», los derechos de una nación oprimida y de un Estado ocupante, colonial. La única solución posible al problema palestino radica en el cese al fuego, el fin de la ocupación israelí y la edificación de un único Estado palestino democrático. La experiencia así lo demuestra.

Aún así, el reconocimiento diplomático al Estado palestino expresa un cambio en el termómetro de la opinión pública internacional. Y la presión aumenta sobre otros gobiernos como los de Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Hace pocas horas, el premier británico Rishi Sunak fue increpado en el Parlamento sobre el asunto palestino, luego de que la Corte Criminal Internacional pidiera una orden de captura sobre Netanyahu. En Norteamérica, Biden atraviesa cada vez mayores problemas para justificar el sostenimiento del genocidio y no logra sofocar las protestas. Incluso en los gobiernos locales, como la alcaldía de Nueva York, se vieron protestas y escraches contra funcionarios pro – Israel.

Miles y millones de personas están tomando conciencia en tiempo real del genocidio sionista y comienzan a reclamar activamente un punto final al fuego. Allí es donde radica la única posibilidad de poner fin al genocidio: en la movilización masiva de los sectores democráticos a nivel internacional.

Justamente por esa razón es que el Estado israelí dio claras muestras de nerviosismo ante la decisión de Irlanda, España y Noruega. Netanyahu llamó a consultas a sus embajadores en eso tres países. Según medios internacionales, el premier israelí les brindará una «reprimenda» y los obligará a ver «un video en el que se ve cómo varias mujeres soldado israelíes fueron secuestradas el 7 de octubre».

«La historia recordará que España, Noruega e Irlanda decidieron conceder una medalla de oro a los asesinos y violadores de Hamás, que violaron a adolescentes y quemaron a bebés», dijo el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Israel Katz. Todas sus declaraciones son mera continuidad de la propaganda genocida, que intenta que se identifique en la consciencia de la gente los derechos de todo un pueblo con el temible «terrorismo».

Estas declaraciones son una muestra de la impotencia sionista ante el repudio internacional. Se repiten una y otra vez las mismas calumnias destinadas a igualar a los palestinos con «terrorismo» y reducirlos a la categoría de «animales humanos», dignos del exterminio.

Pero la narrativa sionista ha quedado presa de los hechos. La circulación masiva de imágenes y registros audiovisuales en tiempo real le reveló la realidad de la situación en Gaza a millones de personas. Mientras avanza el genocidio se multiplican las imágenes aberrantes de soldados israelíes cazando y exterminando a civiles palestinos, las denuncias de campos de concentración y tortura de civiles palestinos e incluso de robo y traslado clandestino de cadáveres, de saqueo de morgues en hospitales palestinos. Ese es el rostro verdadero del sionismo.

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