El Programa de Transición del progresismo

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  • Un encandilamiento recorre el mundo… del progresismo. Algunas apostillas sobre “Ante lo desconocido, la pandemia y el sistema mundo” de Ignacio Ramonet (1).

Por Guillermo Pessoa

Brevísima biografía del autor (seguramente incompleta): especialista en geopolítica y estrategia internacional y consultor de la ONU, actualmente imparte clases en la Sorbona de París. Desde 1990 hasta 2008​ fue director de la publicación mensual Le Monde Diplomatique. Actualmente dirige el Le Monde diplomatique en español.

Es lo que podríamos llamar un verdadero Programa de Transición del Progresismo (2). Ramonet no se propone crear partido alguno (si bien como agudamente señalaba Gramsci, las revistas y periódicos SON un partido, a su manera) no se priva en su nota de partir de un análisis objetivo de la coyuntura (lo más extenso de la misma), luego “levanta” algunas consignas/tareas para el momento (ese “puente de reivindicaciones transitorias”, como las llamaba Trotsky) y todo eso ligado a una estrategia política que explicita claramente. Lo cual no deja ser un mérito. Efectivamente la pandemia sacudió todo y puso más aún sobre el tapete, lo que las rebeliones populares venían adelantando: un cuestionamiento al capitalismo del siglo XXI. Eso sí, esa estrategia es una epifanía/encandilamiento para todos los progresistas que en el mundo han sido.

No vamos a fatigar al lector. Sólo algunas apostillas.

En cuanto al marco “objetivo”, el consultor de la ONU denomina a la pandemia que estamos padeciendo “un hecho social total”. En sus palabras:

A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de « hecho social total », en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.

La descripción (que no olvida señalar la ola de protestas masivas que existían en varias regiones del planeta antes del COVID 19), abunda en señalamientos medianamente correctos: el rol de la OMS y los laboratorios privados, los estados que cercenan libertades y digitalizan nuestras vidas y se roban entre ellos, la crítica mordaz a impresentables como Trump o Bolsonaro y algunos otros señalamientos más cuestionables, como el elogio para Maduro y su actuación “brillante” ante la pandemia, lo mismo para el gobierno cubano, partiendo de hechos reales pero sin beneficio de inventario alguno. No somos ingenuos: observen dónde se publica la nota.

También dice lo siguiente:

Millones de empresarios y de trabajadores se preguntan si morirán del virus o de la quiebra y del paro (…) Lo que está realmente en causa es el modelo de producción que lleva decenios saqueando la naturaleza y modificando el clima. Desde hace lustros, los militantes ecologistas vienen advirtiendo que la destrucción humana de la biodiversidad está creando las condiciones objetivas para que nuevos virus y nuevas enfermedades aparezcan. La pandemia nos obliga también a interrogarnos sobre el modelo económico-comercial dominante.

Creemos que aquí la aritmética le juega una mala pasada al catedrático español: millones de trabajadores y millones de empresarios ¿?. No hace falta ser Einstein para darse cuenta la desproporción. Reconocemos que después señala que “algunos” empresarios aprovechan para despedir laburantes, etc, etc. No dice que los Estados (incluso aquellos que él defiende) salvando discursos emotivos no hacen nada en concreto para impedir esto. ¿Cuántos de esos “algunos empresarios” están presos? Ninguno.

“Interrogar al modelo económico comercial dominante”, como escribe Ramonet (¿y político, no?) no es otra cosa que “el capitalismo neo liberal globalizado”. Entonces lo que “tenemos que hacer” (¿quiénes? nos preguntamos: “la gente, el pueblo” vocablos gratos al progresismo) es bregar por un nuevo Plan Marshall, financiado por un impuesto a lo “Tobin” para que el Estado atienda las desigualdades que “el modelo económico” causó y causa (3).

Conforme a lo anterior, aparecen algunas consignas y reclamos que resultan pertinentes: sistema de salud público y universal que cuente con fondos para la compra de insumos y protección a los médicos y enfermeros, renta universal básica para aquellos que no obtienen ingresos, control de precios, entre otros. Digamos que la pandemia obligó a ciertas medidas, tibias, en esa dirección. Parte del programa del demócrata Sanders ha sido puesto en el tapete por algunos gobiernos jaqueados por su horrible papel en la crisis. Ramonet liga lo anterior a una estrategia política que es la que sigue:

Esta traumática experiencia debe ser utilizada para reformular el contrato social y avanzar hacia más altos niveles de solidaridad comunitaria y mayor integración social. En todo el planeta, muchas voces reclaman ahora unas instituciones económicas y políticas más redistributivas, más feministas y una mayor preocupación por los marginados sociales, las minorías discriminadas, los pobres y los ancianosEl concepto de ‘seguridad nacional’ debería incluir, a partir de ahora, la redistribución de la riqueza, una fiscalidad más justa para disminuir las obscenas desigualdades, y la consolidación del Estado de bienestar. Se desea avanzar hacia alguna forma de socialismo.

No es ingenuo. Sabe que dicho “programa” requerirá de movilizaciones sociales para que éstas lleguen a buen puerto (nuevamente omite cualquier especificación mayor al respecto en cuanto a los sujetos de las mismas). Movilizarse entonces para “reformular el contrato social” que sirva para consolidar “el Estado de bienestar y el bien común”. Ese es su norte. Hasta podemos denominarlo socialismo si queremos o alguna forma de éste (sic).

Otro sí decimos. El director de Le Monde Diplomatique en español no sólo que no es ingenuo sino que tampoco desconoce la historia contemporánea. Pero la recorta y falsea. Dice sentirse pesimista, pues luego de todas las pandemias “el mundo” siguió como antes era y los pérfidos gobernantes volvieron a engañar a las masas (perdón: “a la gente”, escribe él). Oigámoslo:

Pensemos en lo que ocurrió con la pandemia de la «gripe de Kansas» (mal llamada «española) que se extendió a todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920. ¿Quién la recordaba antes de la plaga actual, aparte de algunos historiadores?¿Y qué pasó después? ¿Europa y Estados Unidos construyeron acaso la ‘sociedad justa’?… La respuesta es: no. Las promesas se desvanecieron. Un manto de amnesia recubrió el recuerdo. La gente prefirió lanzarse a vivir la vida con un apetito desenfrenado en lo que se llamó los «felices años veinte» (the roaring twenties). Una euforia artificial y alienante que acabaría estrellándose, diez años después, contra el crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión… En aquel mismo momento, en Italia, una doctrina nueva llegaba al poder. Estaba destinada a tener mucho éxito. Su nombre: el fascismo… ¿Se repetirá la historia?

Sin ahondar: entre 1918 (antes en verdad) y la irrupción de los fascismos, tomamos España post guerra civil también, el mundo vivió guerras y revoluciones como nunca antes, además de la primera experiencia de un gobierno obrero y de campesinos pobres de la historia. La irrupción de los fascismos (fenómeno multicausal, claro) tiene a esos elementos como ineludibles para explicarla y comprenderla.

¿Se repetirá la historia?, se pregunta el líder de ATTAC. Si la historia completa es la que (someramente) acabamos de señalar, ¡bienvenidas sean las revoluciones acaudilladas por los trabajadores! Eso sí, la disyuntiva no se reduce, como él cree, a “fascismo o Estado de bienestar refundado”. Apostamos a otra más abarcadora, totalizadora y aunque parezca increíble, mucho más realista que no es otra que Socialismo o Barbarie. Mientras tanto, que los “progres” sigan encandilándose con peces de colores. Aclaramos, eso sí: acompañaremos las movilizaciones por reivindicaciones necesarias que la realidad plantea y esperamos contar con ustedes para llevarlas a cabo, como su “gurú” en su extensa nota acaba de plantear. Segunda aclaración: para nosotros, socialistas revolucionarios, las mismas serán un puente para la verdadera solución del problema: un gobierno de trabajadores y el pueblo.


Notas:

1: El artículo completo puede leerse en el sitio web Cuba debate.

2: El Programa de Transición para la revolución socialista (tal es su título completo) fue un texto escrito por León Trotsky en 1938, y constituye uno de los trabajos fundacionales de la IV Internacional que el exiliado revolucionario ruso junto a otrxs militantes acababan de crear.

3: Someramente dicho, el Plan Marshall fue un plan de ayuda monetaria y financiera que los EEUU brindaron fundamentalmente a Alemania Occidental, (el país germano se había dividido tras los acuerdos post Segunda Guerra Mundial entre las potencias vencedoras) y el Impuesto Tobin es una propuesta, recibida con reticencia, indiferencia y poca aceptación dentro de la UE, que busca gravar las transacciones financieras. Recordemos que al día de hoy, Ramonet es el presidente de honor de ATTAC, un organismo internacional creado a fines del siglo pasado que brega por la aplicación de dicha tasa o impuesto. ¿El círculo se cierra, no?

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