El gobierno de Meloni quiere borrar nuestra verdadera historia

Se trata de una involución cultural que intenta eliminar la historia de lucha y resistencia antifascista porque ya está trabajando para cultivar otra reaccionaria que la substituya.

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Articulo de sinpermiso

Se acerca el 25 de abril: el Día de la Liberación, la primavera de nuestra democracia renacida tras 20 años de feroz dictadura mussoliniana, después de una guerra desatada por el nazi-fascismo. Una fiesta nacional, popular y fundacional que ya se vio atacada en la primera década del 2000, cuando los paradójicos liberales berlusconianos quisieron purgarla de toda “mancha” comunista rebautizándola como Día de la Libertad, en lugar de Día de la Liberación.

Por aquel entonces, bastó que “il Cavaliere” se anudara al cuello el pañuelo partisano en un anuncio televisivo para que todo el mundo alabara su brillantez y respirara aliviado. Aquel torpe intento revisionista fracasó, pero sólo se pospuso para más adelante.

Ahora, la peor derecha de Europa, actualmente en el poder en Italia, sigue adelante por ese viejo camino. Meloni y los suyos lo intentan de nuevo, enarbolando las banderas gemelas de Patria y Familia. Pretenden cortar las raíces antifascistas de la República, desfigurando la cultura constitucional del país.

Pretenden limpiar las relaciones sociales de las “impurezas” modernistas, borrando los derechos civiles y negando la emancipación sexual de hombres y mujeres.

Debemos ser conscientes de que estas derechas avanzan con un plan cuidadoso, una inteligencia lúcida y una arrogante actitud de superioridad. Están actuando como si su victoria electoral y el apoyo popular (bastante limitado por la marea abstencionista) pudieran bastar para desligar al gobierno y a las instituciones del pacto antifascista sobre el que se construyeron y substituirlo por un nuevo régimen anti-antifascista.

El revisionismo del presidente del Senado sobre el ataque partisano de Via Rasella a las tropas alemanas el 23 de marzo de 1944 (“Un episodio nada glorioso: los partisanos no mataron nazis, sino a una banda musical de jubilados”, declaró) se produjo pocos días después de que el primer ministro reformulara la masacre de las Fosas Ardeatinas que los nazis llevaron a cabo como represalia (“335 italianos inocentes masacrados sólo por ser italianos”).

Estos son dos ejemplos cristalinos del capullo revisionista que encubre el núcleo duro del negacionismo. Si los asesinados en represalia por el ataque de Via Rasella eran simplemente “italianos” (revisionismo), entonces los antifascistas y los judíos no eran las víctimas previstas de los nazis, por lo que tales víctimas no existían en absoluto (negacionismo). Y si los soldados de Via Rasella no eran torturadores nazi-fascistas, sino sólo una “banda de música”, entonces quienes les atacaron no eran antifascistas, al fin y al cabo, sino terroristas comunistas.

Por lo demás, dejando a un lado a los políticos de segunda fila que utilizan las palabras de Mussolini sobre el asesinato de Matteotti para disfrazarse de guerreros políticos, hace poco vimos un ejemplo de negacionismo en acción por parte de un Ministro de Educación que tiene una habilidad única para canalizar el viejo Ministerio mussoliniano de Cultura Popular para una nueva era.

Tras el ataque de cariz fascista a un grupo de estudiantes de secundaria, reprendió sin contemplaciones y públicamente a un director que era “culpable” de pedir a los estudiantes que estuvieran atentos a la protección de la democracia en la escuela y que se levantaran contra la violencia fascista, y que incluso se atrevió a citar palabras de Gramsci (“Odio a los indiferentes”).

Se trata de una involución cultural (en la escuela, en la historia, en los símbolos republicanos, en las relaciones familiares) que desemboca en un plan de revisión institucional para tener un “padre”, o una “madre”, de la patria elegido directamente, una figura que sería tanto más fuerte cuanto más débil fuera la unidad nacional, fragmentada entre pequeñas patrias regionales.

Este grupo de poder no tiene intención de desechar las sombras del pasado, y no está intentando que la gente olvide de dónde viene. Intenta eliminar nuestra historia porque ya está trabajando para cultivar otra que la substituya.

 

il manifesto global, 10 de abril de 2023

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