Breves apuntes a dos meses de iniciada la guerra en Ucrania

Los analistas coinciden en que es difícil divisar una perspectiva clara sobre su futuro desarrollo. En este artículo señalaremos algunos elementos coyunturales, para sentar posición sobre una ubicación socialista revolucionaria sobre la misma.

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  1. A dos meses de comenzada la guerra en Ucrania, los analistas coinciden en que es difícil divisar una perspectiva clara sobre su futuro desarrollo. En este artículo señalaremos algunos elementos coyunturales, para sentar posición sobre una ubicación socialista revolucionaria sobre la misma.
  2. Hasta el momento, si bien es muy difícil tener una caracterización precisa, ya que los datos e informaciones sobre la guerra están necesariamente motivados por la utilización propagandística que hacen de los mismos tanto el bando ruso como el proccidental, es sabido que los daños para la población ucraniana son muy costosos: millones de desplazados internos y externos, miles de civiles muertos, ciudades destruidas por completo (por ejemplo Mariupol, con el 90% de su infraestructura aniquilada). Bastante menos se sabe sobre los efectos de las sanciones económicas del imperialismo occidental sobre Rusia, y la opinión publica de su población sobre la guerra.
  3. Se confirma el carácter doble del conflicto[1]: existe, por un lado, una legítima guerra por la autodeterminación ucraniana de su población de a pie (hay cada vez mayores testimonios que avalan el involucramiento de la población civil en la resistencia) frente a una agresión de Rusia -un imperialismo/imperio en reconstrucción[2]– a Ucrania, que intenta pisotear sus derechos democráticos y nacionales. Una guerra desatada por la ambición reaccionaria del nacionalismo gran ruso (recordar que Putin en los primeros días de la guerra afirmó que Ucrania “no tiene derecho a la existencia”) contra una nación históricamente oprimida, que busca posicionarse como actor en el tablero geopolítico con una orientación guerrerista. La agresividad de la invasión, a su vez, otorga elementos de legitimación “democrática” a Zelensky y el imperialismo tradicional. Desde este punto de vista, la genuina pelea del pueblo ucraniano contra la invasión debe ser defendida incondicionalmente por la izquierda revolucionaria, como una “guerra justa” por su autodeterminación, a la vez que delimitándose claramente de la orientación prooccidental y capitalista del gobierno de Zelensky. Este aspecto de la guerra sigue abierto y en desarrollo.
  4. Por otro lado, asistimos a una escalada geopolítica y un conflicto interimperialista entre Rusia y las potencias occidentales, que sin llegar aun a una confrontación militar abierta, constituyen el trasfondo. La política del imperialismo yanqui vía la OTAN de copar el Este europeo luego de la caída de la URSS, choca de frente con el proyecto gran ruso -militar y territorial- de reintroducir a ese país como un actor de peso en la política internacional. Hasta ahora, la conflagración directa es un límite que ninguno de los bandos se ha permitido traspasar. Tanto el imperialismo occidental, como también China (socio mayor en la alianza con Rusia) intentan evitar un escenario de este tipo, que sería un salto en calidad poniendo a la humanidad ante un evento de consecuencias incalculables. Sin embargo, las últimas declaraciones del canciller ruso Sergei Lavrov, sobre la existencia de “un peligro real de Tercera Guerra Mundial”, no despejan el horizonte alrededor de la posibilidad de que una circunstancia así (ya sea provocada o azarosa) pueda existir.
  5. A su vez, nos encontramos frente una lucha por la emancipación nacional “atípica” por parte del pueblo ucraniano. La circunstancia en este caso, en el siglo XXI y en pleno corazón de Europa, tiene que ver con que la legitimidad de la lucha por la autodeterminación está dirigida por una dirección proimperialista y neoliberal como la que encarna Zelensky, apoyado por todas las potencias occidentales. Esto difiere de las luchas de liberación nacional durante el siglo XX, tanto en África como Medio Oriente, donde a la cabeza de la resistencia se encontraban direcciones mayoritariamente “nacionalistas burguesas” que encarnaban diferentes grados de independencia real frente al imperialismo tradicional. Lo mismo cabe para las experiencias no socialistas (pero si anticapitalistas) en Cuba, China y Vietnam, donde revoluciones populares y genuinas se afirmaron en la lucha por la independencia nacional y contra el sometimiento al imperialismo; avanzando incluso en la expropiación de los medios de producción. El carácter pequeñoburgues y guerrillero de sus direcciones, vinculado a una base campesina, sin la clase obrera consciente y organizada en el centro de los acontecimientos con sus organismos y partidos, evitó que la dinámica anticapitalista pudiera abrir un verdadero proceso de transición al socialismo. Este “atipicidad”refuerza aún más la necesidad de una política revolucionaria independiente hacia Ucrania, que logre articular la delimitación del gobierno de Zelensky, con la ubicación de Ucrania en el contexto de la Unión Europea y la OTAN, para sostener la independencia de los dos bandos imperialistas, tanto del ruso como del occidental.
  6. Este carácter anómalo es heredero del lugar ocupado por Ucrania en la Europa del siglo XX, y en particular, a la hipoteca que significa el estalinismo. La experiencia “gran rusa” estalinista, revirtiendolos derechos otorgados ala autodeterminación nacional por la Revolución Rusa en 1917, la brutalidad de la colectivización forzosa (el Holodomor), que dejó millones de muertos en los campos ucranianos, la dureza de una dictadura burocrática que pisoteaba los elementales derechos democráticos, la grisura de la vida económica, etc.; deslegitimó en Ucrania y en todo el Este Europeo las ideas, representaciones y organizaciones de la clase obrera. Con la caída del Muro de Berlín y posteriormente de la URSS, y ante la carencia de una verdadera alternativa socialista, el proceso se inclinó mayormente hacia un régimen capitalista neoliberal, donde se constituyeron diversas oligarquías tanto prooccidentales como prorusas, provenientes de la ex burocracia soviética que se apropiaron de los medios de producción estatizados, imponiendo y fogoneando divisiones territoriales, culturales y lingüísticas que hacen que la cuestión nacional ucraniana sea un verdadero rompecabezas. De este mismo proceso es hija la independencia de Ucrania de 1991, que si bien fue una conquista nacional sentida por su pueblo, inmediatamente fue vaciada por la vuelta al capitalismo y la imposición de un régimen neoliberal que la condenó al carácter de semicolonia de las potencias occidentales y sus organismos de crédito. Luchamos por la autodeterminación de Ucrania como entidad nacional unificada e independiente, con derecho a la autonomía de las regiones que lo reclamen, así como la defensa de las lenguas y los elementos culturales.
  7. El carácter complejo del conflicto generó una serie de posicionamientos en la izquierda revolucionaria, en la mayoría de los casos de características unilaterales y/o campistas. Por un lado, existen las corrientes que lo ubican como un mero conflicto generado por la agresividad de la OTAN al rodear a Rusia, e incluso que ya hablan de la existencia de una Tercera Guerra Mundial. Es el caso tanto del Partido Obrero como de la Tendencia. Ucrania seria una mera pieza en el juego de las potencias; un peón directo que no encarnaría ninguna causa justa. El déficit de esta posición, es que pasa completamente por alto los derechos nacionales y democráticos de la población ucraniana, su derecho a la autodeterminación y resistencia ante la invasión rusa. Una posición semejante expresa el grupo frances PTS a través de Juan Chingo, quien llega a hablar incluso de “cortina de hierro” sobre Rusia como si tratara todavía de un país no capitalista. En el fondo de estas posiciones hay una profunda incomprensión del carácter de la economía y el Estado rusos, que sería alguna forma intermedia o transicional entre el “estado Obrero burocrático” de la URSS y un país capitalista no desarrollado del todo. Esta posición cede a una idea campista, dado que Rusia sería un país relativamente débil donde habría “algo que defender” (Partido Obrero), o evitar la posibilidad de su semicolonización (PTS), perdiéndose de vista su agresión imperial sobre Ucrania.Por otro lado, un conjunto de corrientes, mayoritariamente vinculadas al morenismo (la LIT-CI, el MST e Izquierda Socialista), y también del mandelismo europeo (en este caso más grave aun por tratarse de una corriente cuya sede está en un país imperialista e integrantes de la OTAN, Francia), apoyan correctamente la autodeterminación del pueblo ucraniano, incluso el posmandelismo tiene sensibilidad antiestalinista, pero evitan diferenciarse y ver el rol que ocupa el imperialismo occidental en la dirección del conflicto. Hay una ubicación parcialmente correcta, pero que hace abstracción de la pelea política, estratégica y programática para que los elementos de resistencia nacional no sean capitalizados por el frente único neoliberal y occidental de Zelensky y la OTAN. La OTAN está movilizando ingentes esfuerzos para cooptar el proceso, y ser la abanderada de la “democracia” y las “libertades”. Esta posición es particularmente grave en el mandelismo, repetimos, dado su inserción en países europeos imperialistas.
  8. En estos dos meses de conflicto se vieron dos coyunturas militares distintas. La primera se constituyó alrededor de la invasión, donde la entrada de las tropas rusas desde tres puntos distintos a Ucrania, llevaron al asedio de varias ciudades, y en particular a su capital Kiev. En este momento, la estrategia de Putin pareció apuntar a la caída inmediata del gobierno de Zelensky, acusándolo de “régimen pronazi”, en una suerte de Blitzkrieg que terminó fracasando. La resistencia del ejército y la población ucraniana, sumado al envío de armas de parte de los imperialismos occidentales, lo hizo retroceder. Según varios analistas, en el lado ruso operaron diversos factores en esta circunstancia: una equivocada evaluación de Putin alrededor del estado de ánimo de la población ucraniana, la cual consideraba que podría tener alguna simpatía con la invasión rusa y la remoción del gobierno de Zelensky, y, por derivación, problemas logísticos y de abastecimiento a las tropas rusas ante la eventualidad de tener que enfrentarse durante más tiempo que el previsto a una resistencia encarnizada. El segundo momento, que estamos viviendo en tiempo real, es de un redireccionamiento de la ofensiva hacia el este ucraniano, afirmado en la región del Donbass y Crimea, e intentando establecer un corredor que una ambas zonas con la destrucción de Mariupol y Kherson como emblemas para apoderarse de las zonas portuarias y controlar el acceso marítimo. Esto con la excusa de la supuesta sensibilidad de la población rusoparlante de esa zona, que como destacan la mayoría de los informes, está hundiéndose progresivamente bajo el peso de las bombas y la destrucción de ciudades enteras y ubicándose masivamente en defensa del derecho nacional ucraniano y contra la invasión. Contradictoriamente, en el terreno militar, el ejército ruso estaría obteniendo triunfos en estas zonas. En primer lugar, porque es una zona que las fuerzas militares rusas conocen al dedillo dada la tradición del ejército zarista y el Ejército Rojo. Pero además, porque las características geográficas de una zona mayoritariamente de planicies y más abiertas, complican las posibilidades de resistencia ucraniana, un terreno distinto al de grandes concentraciones urbanas como Kiev, donde el gasto de la invasión lo debía pagar mayoritariamente Rusia con el vuelco de mayores recursos militares y logísticos. También varios informes señalan que, en este territorio, la moral del ejército ruso está mejorando y la de la resistencia ucraniana retrocediendo (obviamente, todo este análisis atado con alfileres porque no estamos en el terreno).
  9. Si bien el conflicto interimperialista se mantiene acotado, hay una ofensiva de las potencias imperialistas, en particular Estados Unidos y Alemania, al redoblar el envío de armas. Si hasta ahora el flujo de armamentos se mantuvo de manera sostenida, eran de carácter mayormente defensivo. La novedad es el envío de armas pesadas (tanques y sistemas antiaéreos), que podría constituir un salto en el conflicto. Con toda la complejidad que implica esto, desde la izquierda revolucionaria debemos rechazar el envío de armas desde países imperialistas dado el peso que le otorga al imperialismo en la dirección del conflicto; quitándole a la guerra su aspecto de legítima lucha por la autodeterminación para convertirlo en una lucha cada vez más cooptada, o por procuración (esta es una tendencia, pero no es la dominante).Estamos por la legitima defensa del pueblo ucraniano y su lucha, promoviendo la movilización independiente en todo el mundo y la búsqueda de vías para asistir en todos los sentidos posibles al pueblo ucraniano de a pie. La resistencia militar y civil, la solidaridad y la movilización del pueblo es masiva y está dando lugar a varios desarrollos independientes como la del sector ferroviario e incluso expropiaciones de alimentos para abastecer a la población civil[3]. Como señala Yuliya Yurchenko,este proceso está cruzado con una conciencia política que tiene enormes contradicciones y complejidades, lo que desafía a que la izquierda revolucionaria consiga estructurar un lenguaje que logre desligar el ideal socialista de la experiencia del estalinismo. En el mismo sentido, nos pronunciamos contra las sanciones económicas y culturales que afecten al pueblo ruso. Cualquier medida que conspire contra la unificación de la clase obrera mundial contra el enemigo de clase, y por la defensa del derecho a la autodeterminación ucraniana y contra el conflicto imperialista, debe ser rechazada de plano.
  10. Los esfuerzos de la izquierda revolucionaria deben estar puestos en evitar esos desarrollos, en la lucha contra las burguesías de los propios países, y en empujar y colaborar en todo lo que se pueda con la resistencia legitima de manera independiente y sin confianza en Zelensky. Por la defensa incondicional del pueblo ucraniano. Fuera el ejercito ruso. No a la OTAN y la Unión Europea. Por una Ucrania obrera y socialista, unificada e independiente, con derecho a la autonomía de las regiones rusoparlantes. Por la asistencia obrera, popular y estudiantil al pueblo en lucha.

 


[1]“Sobre el carácter de la guerra en Ucrania”, de Roberto Sáenz, en izquierdaweb.com

[2]Para ver esta caracterización, remitimos al articulo “Sobre la dinámica de la guerra en Ucrania”, de Roberto Sáenz, en izquierdaweb.com

[3]“La lucha por la autodeterminación de Ucrania”, entrevista a YuliyaYurchenko, por Ashley Smith, en izquierdaweb.com

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