Aun cuando aumentó la participación de las mujeres en el mercado laboral la mayoría se mantiene a distancia de los asuntos políticos, ya sea por la doble jornada o porque se considere que el ámbito político es prioritariamente masculino.

De forma recurrente, las mujeres expresan que una de las principales dificultades que enfrentan para participar plenamente en los sindicatos consiste en no contar con tiempo suficiente, y cuando lo hacen es a costa de una triple jornada (en el trabajo, en el sindicato y en el hogar) que resulta agotadora. El trabajo doméstico y su conciliación con el trabajo remunerado y la actividad sindical no son a la fecha un eje de acción ni son temas puestos a discusión en el diálogo del sindicato con otros actores sociales, y usualmente no están incluidos en las negociaciones colectivas o en demandas gremiales.

La incorporación de las mujeres en el liderazgo sindical es vital en la política y estrategia del movimiento sindical para su fortalecimiento democrático, de su representatividad y de su futuro como actor sociopolítico.

Históricamente la alianza entre el movimiento feminista y sindicatos de la organización condujo a cambios para incluir el enfoque de género en la educación y también en el seno de las organizaciones sindicales. Actualmente ese vínculo es casi inexistente, aunque se requiere para enriquecer la agenda sindical con propuestas y luchas por los derechos de las mujeres.

La mayoría de las críticas expresadas por las mujeres respecto a los sindicatos se refieren a la distribución de los roles: se espera que las mujeres se hagan cargo de las tareas domésticas. También, se critican las actitudes machistas y violentas hacia las mujeres.

Por estatuto las organizaciones sindicales cuentan con secretarías de la mujer, normalmente compuestas exclusivamente por mujeres, que tiene como objetivo atender problemas específicamente femeninos en el ámbito laboral, promover mejores condiciones de trabajo para las mujeres y potenciar la participación de las mujeres en la organización sindical.

Es importante no perder de vista evitar caer en el error de limitar la participación sindical de la mujer en estructuras sindicales específicas. El objetivo fundamental es transformar las organizaciones sindicales actuales, fuertemente masculinizadas; cambiar el modelo de hacer sindicalismo por otro que facilite el acercamiento a las mujeres.

Estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han confirmado que, si bien la participación de mujeres varía de país a país, la presencia femenina en los sindicatos ha aumentado de forma sostenida durante los últimos cuarenta años, superando incluso el número de hombres que se están afiliando actualmente.

No obstante, esta incorporación va más allá de un mero incremento numérico de mujeres en las filas de los sindicatos. Ante la magnitud de los retos que enfrenta y las exigencias de la agenda de igualdad, el movimiento sindical requiere de un cambio de paradigma que coloque a las mujeres en pie de igualdad y en la primera línea de las decisiones.

Esta nueva perspectiva implica garantizar el derecho de las mujeres a su participación política dentro de los sindicatos, la integración de sus preocupaciones específicas en el ejercicio de su libertad de la asociación sindical, la inclusión de la prevención de la violencia de género como uno de sus ejes rectores y el reconocimiento del trabajo remunerado y no remunerado que realizan las mujeres.

Reflexión:

¿Qué acciones pueden implementar los sindicatos para la promoción de la igualdad de género dentro de los mismos, y para garantizar el ejercicio de la libertad sindical de las mujeres sin discriminación ni violencia?