Deforestación récord en el Amazonas enciende las alarmas en el mundo

Estudios recientes muestran que la destrucción de la selva tropical avanzó en los últimos 10 meses un 54% más que en el período anterior. Científicos advierten que de sostener este ritmo de destrucción ambiental, los efectos sobre el llamado “pulmón del planeta” serán irreversibles.

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El Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Iamazonía) publicó recientemente un alerta por los altos niveles de deforestación que se están llevando adelante en la selva amazónica. En los últimos diez meses se perdieron más de 450 mil hectáreas de selva natural, motorizados por la expansión de la frontera agroganadera, especialmente en Brasil.

Paradojas del capitalismo tardío, en momentos en que la crisis ecológica se pone en el centro de la escena internacional con manifestaciones incluso de los propios científicos que elaboran los informes para la ONU exigiendo a los gobiernos respuestas urgentes, en el Brasil de Bolsonaro el agronegocio expande sus fronteras, poniendo en riesgo uno de los principales reguladores climáticos del mundo, sólo para embolsarse unos buenos dólares.

La Amazonía vs. Bolsonaro

La Amazonía cuenta con la mayor selva tropical del mundo, de aproximadamente 550 millones de hectáreas que engloba una biodiversidad inconmensurable, alberga más de 3300 territorios indígenas reconocidos formalmente y es uno de los principales reguladores climáticos en Sudamérica y el mundo. Se trata de un invaluable patrimonio natural, ecológico y cultural de toda la humanidad.

Sin embargo año tras año son noticia los incendios fuera de control, los atropellos sobre la población originaria y el avance de las topadoras y tractores que llevan adelante los empresarios del campo brasilero. La ganadería, la agricultura extensiva y la tala de maderas exóticas para exportación son los campeones del negocio en la selva más grande del mundo, alimentados por la impunidad bolsonarista y la sed de dólares.

Hay también razones políticas que explican este nuevo salto en la deforestación. Por un lado está el alza en los precios de los commodities motorizada por la guerra en Ucrania, que irrumpe los mercados europeos -y en consecuencia los de todo el mundo-. Pero también se avizora la posibilidad de un cambio de gobierno en Brasil y los empresarios quieren aprovechar a gozar hasta el último segundo de impunidad bolsonarista.

Los efectos climáticos de esta avanzada sostenida los vivimos en toda la región, con la sequía prolongada que es está experimentando en toda la zona centro-sur de Sudamérica, que a su vez genera mejores condiciones para nuevos incendios forestales. En Argentina lo vivimos de cerca con la ola de calor el verano pasado, los incendios fuera de control en Corrientes y la bajante histórica y sostenida del Río Paraná.

Las vaquitas son ajenas

Aunque es cierto que la ganadería para consumo humano es la principal causa de la deforestación del Amazonas, haríamos bien en elevar la mirada más allá de nuestros propios platos para comprender realmente la raíz del problema. O tal vez debamos mirar con mayor atención quien se llena el plato y quién no.

En los últimos años Brasil se ha convertido en el campeón indiscutido de la exportación de carne, casi duplicando el saldo exportador de EE UU. Sin embargo el consumo de carne en ese país, al igual que ocurre en Argentina, viene cayendo de manera sostenida hace años, producto principalmente del empobrecimiento general de su población.

La producción agropecuaria no responde a una mayor demanda de carne de la población brasilera sino en primer lugar al enorme negocio que supone producir a precios sudamericanos para vender en dólares en los mercados externos, principalmente China y EE UU. Es la dependencia económica la que motoriza la profundización de modelos extractivistas, ultracapitalistas y completamente negligentes con el ambiente, la salud y las poblaciones.

Está en las raíces de este sistema capitalista la destrucción de la naturaleza, y en su división imperialista del trabajo entre los países somos los dependientes quienes tenemos que pagar la cuenta de sus negocios. Pero en Argentina, Brasil y todo el mundo, crece de la mano de la juventud la conciencia que es necesario enfrentar al capitalismo y transformar este sistema de raíz si queremos tener un futuro.

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