Don´t look up: ciencia ficción, comedia, y parodia para mirar la realidad a los ojos

0
36

 

  • La película de Adam McKay es uno de los contenidos más vistos tras su estreno en Netflix y cuenta con las destacadas actuaciones de Meryl Streep, Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Cate Blanchet.

Lucía Bohumín

La recién estrenada Don´t Look Up está siendo muy comentada en las redes sociales y no es para menos, la película pone al espectador frente a un drama de ciencia ficción en tono de comedia negra en el que un cometa gigante podría destruir toda forma de vida en el planeta tierra.

Los científicos Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) son responsables de este hallazgo. Tras calcular el tiempo que tardaría en colisionar el cometa con la Tierra acuden al Gobierno de los Estados Unidos en busca de respuestas, donde se les une el Dr. Clayton «Teddy» Oglethorpe (Rob Morgan), jefe de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA. Pero la respuesta que obtienen no es la esperada.

A lo largo del film, los protagonistas se enfrentan a las dilaciones del gobierno, empresarios y medios de comunicación que van desde el negacionismo y teorías conspirativas, hasta la especulación capitalista con el rédito económico que podría extraerse de los metales que componen el meteorito. Los científicos son tomados por locos e incluso perseguidos y amenazados con acciones legales de parte del Gobierno de EE.UU.

Finalmente, cuando la Presidenta de los Estados Unidos, (Meryl Streep) considera que el costo/beneficio de admitir el peligro juega a favor de su carrera política, se decide a contar “la verdad” a las masas, y lo hacen al mejor estilo hollywoodense: con el knowhow del aparato político yankee, elaboran una puesta en escena que los posiciona como héroes de la humanidad al mejor estilo de las películas bélicas, las mismas que buscaron instalar que habían sido Estados Unidos – y no la URSS- los grandes vencedores contra el nazismo.

La puesta en escena muestra a la Presidenta rodeada de seguidores, símbolos militares y nacionalistas, en una evidente parodia al ex presidente Donald Trump. Si se le suma la colaboración de un héroe nacionalista de décimo nivel como el ultrareaccionario coronel Benedict «Ben» Drask (Ron Perlman), el relato de épica estadounidense de salvación de la humanidad ya está casi completo.

Solo falta, como bien hace notar la Presidenta, un grupo que pueda representar y entusiasmar a las grandes mayorías en una cruzada común en defensa del planeta. Como una reflexión metalingüística, la película se mira a sí misma en la elección de protagonistas: la científica milenniall Kate Diabiansky, una mujer joven que permite empatizar a la juventud desencantada con el capitalismo y con “otras minorías”, el Dr. Clayton aporta el rostro afroamericano y el Dr. Randall Mind es un hombre blanco de clase media que nunca había sido escuchado hasta el momento y que se deja atrapar por la fama cuando es presentado como una celebrity en los medios de comunicación. Las tres figuras son utilizadas –y eventualmente descartadas- por el gobierno yankee, y la película también deja una reflexión sobre el efímero y superficial mundo de la fama, que tiene el poder de hacer dudar al científico de sus convicciones cuando, en el cénit de su estrellato, coquetea con la superestrella de TV (Cate Blanchet) y con las apuestas ecocidas de los empresarios como Peter Isherwell, millonario, fundador y CEO de la compañía tecnológica BASH.

La película también parodia los movimientos negacionistas y conspiranoicos del estilo “Nuevo Orden Mundial”, terraplanistas, negadores del cambio climático. Además, esa incipiente tendencia a la polarización entre los movimientos de lucha por abajo y la reacción negacionista de ultraderecha. De ahí que al movimiento #JustLookUp impulsado por la juventud preocupada por salvar el planeta, le siga su contracara reaccionaria #Don´tLookUp, impulsada por la malvada Meryl Streep que brilla en su actuación burlándose con ganas del ex presidente Donald Trump. Se trata de sectores atrasados que son bien utilizados por los gobiernos para no tomar acciones en contra de estos flagelos y seguir pensando en sus propios negocios.

Acá la película toma un gran problema que hemos visto con el transcurso de la pandemia y que tiene que ver con cómo se hace escuchar el discurso científico, qué pasa cuando llega a los grandes medios que tergiversan ese discurso, como lo manipulan los gobernantes, cómo se vuelve accesible a las grandes mayorías, no para paralizarlas del miedo sino para movilizar al conjunto de las fuerzas de la humanidad y poder tomar acciones efectivas.

Paradójicamente, pareciera que cuando la realidad es tan catastrófica solo se vuelve comprensible cuando se la narra con los géneros de la ficción: y esto vale para los millones que miran por la tele la puesta en escena de la presidenta como para algunos de nosotros, personas reales del planeta Tierra que necesitamos de una megaproducción cinematográfica con un reparto cargado de estrellas de Hollywood para mirar la realidad a los ojos.

Sin embargo, la película rápidamente muestra que el discurso de los de arriba siempre va orientado a sus propios intereses. En la escena del bar, Dibiansky explica claramente a ciudadanos de a pie el impacto que tendrá la colisión del cometa sobre la Tierra y alerta sobre los planes ecocidas de los gobernantes. Inmediatamente todos comprenden perfectamente el peligro, aunque esto resulta en el caos y la desesperación.

En este punto, la película es pesimista con respecto al rol que jugarían las grandes mayorías ante una crisis de este estilo. El tono de comedia negra, la elección del hashtag negacionista para el título, y sobre todo el final, buscan funcionar como una alerta mostrando las consecuencias de no estar a la altura de las circunstancias.

Como resultado, un relato de ciencia ficción con la capacidad de despertar a los espectadores, a la población que mira ansiosa por la tele en la película y a nosotros mismos: Don´t Look Up tiene el poder de representar como ficción una situación hiperrealista que todavía muchos no están dispuestos a ver. El planeta está en peligro de extinción.

Pero, como se encarga de mostrar la película, la humanidad sí tiene el poder de detener este proceso.

Esto si deja de confiar en los empresarios de la economía de plataformas y sus delirantes planes de convertir el motivo de la extinción humana en una fuente de ingresos para su empresa. Algo que, de ser posible, serviría solo a la misma minoría multimillonaria de siempre, como bien señalan la joven Dibiansky y el afroamericano Dr. Clayton, que no se comen el verso de los empresarios.

La película denuncia está visión unilateral e irracional de los empresarios y la clase dirigente, que solo buscan oportunidades para sus negocios y basan sus cálculos en especulaciones y algoritmos sin corroboración científica. El film incluso retoma algunas de las críticas explícitamente formuladas hoy en día contra el sistema político estadounidense, que permite por ejemplo la intervención de empresarios en decisiones fundamentales a cambio de sus aportes multimillonarios en campañas electorales.

Esto sucede con el personaje de Peter Isherwell, millonario, fundador y CEO de la compañía tecnológica BASH: una empresa que a través de algoritmos permitiría controlar las emociones humanas e incluso predecir posibles enfermedades y hasta la causa de muerte.

Hay una escena excelente en donde este CEO se ofende de que Di Caprio lo caracterice como un “buisnessman”: en su defensa, Isherwell enumera todos los beneficios y aportes científicos que tiene su aplicación, un verdadero patrimonio de la humanidad que podría predecir enfermedades y, si estuviera al servicio de la salud pública, curarlas. Sin embargo, el rol de la tecnología está lejos de esto en la visión del empresario, que utiliza el algoritmo como un “bálsamo” al estilo del soma de “Un mundo feliz” para bloquear sentimientos de angustia en los usuarios.

El CEO representa claramente el cúmulo de empresarios que han hecho negocios multimillonarios con la catástrofe, tomando como ejemplo la pandemia: las aplicaciones de delivery que precarizan a la juventud o las distribuidoras como Amazon, que condenan a sus empleados a morir trabajando para que su director pueda viajar al espacio. El final de la película apunta directamente contra esta clase parasitaria.

Como dice Leonardo Di Caprio cuando deja la duda atrás y se reafirma del lado de los buenos: ¿Qué importan esos billones de dólares si nos morimos todos?. Una pregunta que viene levantando a nivel mundial el movimiento ecologista y anticapitalista, con el que la película claramente empatiza.

A pesar de este y otros guiños hacia la realidad que vivimos hoy en día – una amenaza para toda la humanidad como el cambio climático o la pandemia misma, el uso de hashtags en la coordinación de movimientos de la juventud, las parodias de Trump e incluso la reflexión metalingüística sobre la industria del cine- podemos encontrar al menos dos grandes diferencias con nuestra realidad en el Siglo XXI:

La primera, que el peligro que amenaza a la humanidad no viene de afuera, de las misteriosas profundidades del espacio: lo que amenaza la vida de millones y la existencia del planeta Tierra como lo conocemos no es más ni menos que el producto del sistema capitalista con sus industrias contaminantes, sus deforestaciones masivas, su completa irracionalidad que pone absolutamente todo, hasta la vida misma, al servicio de las ganancias.

Y la última, aunque no menos importante, que todavía estamos a tiempo de hacer algo para cambiarlo. La película es clara en mostrar que la humanidad tiene las herramientas científicas y tecnológicas, así como el capital humano para detener el curso de este cometa. Solo tendría que sacarse de encima esta capa parasitaria de empresarios preocupados exclusivamente por su propio ombligo.


 

Título original: Don’t Look Up / Año: 2021 / Duración: 138 min.

País: Estados Unidos / Dirección: Adam McKay / Guion: Adam McKay. / Historia: Adam McKay, David Sirota.

Elenco principal: Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jonah Hill, Himesh Patel, Timothée Chalamet, Ariana Grande, Scott Mescudi, Matthew Perry y Tomer Sisley

Música: Nicholas Britell / Fotografía: Linus Sandgren

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí