La rebeldía no es de la derecha

La nueva derecha populista y el análisis de la intelectualidad de izquierda.

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En estos últimos años asistimos a una nueva discusión. Frente al avance de personajes populistas de derecha, resurgir de ideas fascistas, y demás que han atraído a un gran sector de la población, sobre todo joven; por esta causa se empezó hablar de que la rebeldía se expresaba por derecha, de que la derecha era la disruptiva, antisistema, etc. Nada más falso, no se puede ser de derecha y antisistema, uno no se rebela contra algo pidiendo más o profundizar lo mismo. Esto mismo se ha discutido en torno al fascismo de mediados del siglo XX, algunos hablaban de revolución conservadora (como si esto fuese posible).

Y es que estos personajes que han salido a la arena política últimamente, no proponen ningún cambio de fondo, no son ni antisistema ni rebeldes. Han logrado hacerse oír, han llegado a gobernar como Trump u Orban, pero no han transformado nada, y muchas veces sus discursos no son ni aplicables a la realidad, son más bien utopías reaccionarias. Es verdad que son escuchados en todas partes del globo, han arrastrado tras de sí a sectores jóvenes que buscan algo nuevo, pero es difícil de precisar si toda su base es fascista o de ultraderecha. Más allá de esto, ha dado aire a grupos que si son declarados fascistas o antiderechos, que se han envalentonado, tomado la palabra y quieren ver a las minorías oprimidas, a los socialistas muertos, y demás. Pero, repito, es difícil ver que tanto ocupan dentro de estos movimientos[1], todavía son fenómenos que se están delimitando.

Más que nada, hay que encender las alarmas, porque estos movimientos pueden decantar a fascismos más clásicos, sin mencionar el nuevo envión que reciben los grupos que llevaban años esperando la ocasión de ir contra los derechos conquistados. Pero por ahora son fenómenos en formación, que expresan más la bronca de la gente que una idea claramente fascista, incluso habría que ver que tan derecha. Es un que se vayan todos, pero esta vez por derecha y dejando la puerta abierta a procesos de derecha. No hay que impresionarse, ni quedarse a mirar[2].

Además, el mundo ha mostrado que todavía la bronca también se expresa por izquierda, incluso jóvenes. Porque no solo existe Vox, antes que eso se formó PODEMOS, no solo esta Aurora Dorada, también se formó Syriza, en Sudamérica hubo levantamientos de jóvenes en Chile, Colombia y Brasil con resultados variados (Chile incluso llegando a reformar la Constitución). Pero lo bueno de esta discusión, es que pone sobre la mesa la discusión de como enfrentar los problemas actuales, quien es el culpable de estos, y fortalecer las ideas de izquierda.

Es por eso que junto a la bibliografía que trata de entender que es esta nueva derecha[3], ha surgido una bibliografía que trata de discutir y poner en pie una alternativa más de izquierda, donde podemos encontrar autores variados, pero todos reconocidos internacionalmente como Harvey, Zizek, Chomsky, y más[4].

La crisis

¿De donde viene toda esta bronca? ¿Por qué cada tanto en partes del globo estallan rebeliones? Podemos decir que el neoliberalismo es el culpable más visible, pero que el sistema capitalista ya está causando demasiados problemas también. Hoy atravesamos una crisis ecológica que está llegando a niveles extremos, una crisis social que es generada por el propio sistema en la búsqueda de la ganancia, y en lo económico una crisis laboral que ya no es solo la falta de trabajo.

Harvey nos introduce en las primeras dos[5], desde una óptica claramente marxista, sin ambages. El sistema capitalista busca la ganancia, para ello genera una producción y consumo que excede la capacidad del planeta; basura, contaminación, extracción sin límites, solo para saciar su sed de ganancia. El planeta ya no resiste. Pero además, Harvey nos muestra otra cara, la lógica del consumo lleva a que todo se piense para generar ganancias, y toma el ejempló que él como geógrafo trabaja: las ciudades. “Cada vez más, la urbanización consiste en construir ciudades en las que las personas puedan invertir, y no en desarrollar entornos en los que se pueda vivir decentemente”[6], nos habla de la falta de tiempo, y hasta le llama la atención que el transporte no haga estallar a Nueva York.

Al autor cuando habla de consumo, se le olvida que además de problemas ecológicos provoca una desigualdad cada vez más grande. La pandemia ha demostrado lo lejos que están muchos sectores, incluso de países considerados ricos, de la tecnología. En Argentina esa brecha nos llevó a una crisis educativa gigante.

La crisis ecológica, a pesar de que algunos la nieguen, debe ser tomada por cualquier salida que se proponga de izquierda. Es llamativo, que ni siquiera haya mención a ella en algunas reflexiones de Chomsky o que Zizek apenas la nombre en uno de sus últimos trabajos. Pero la juventud lo toma como uno de los problemas más urgentes, y ha tomado relevancia mundial a raíz de Greta Thunberg. Dentro de un programa realmente rebelde, es un punto importantísimo[7], que además la juventud lo tiene muy presente y se vuelve cada vez más presente para el resto. Llegando incluso algunos a hablar de que ya podría ser tarde.

El tema del consumo no es menor tampoco, más que el consumo, habría que hablar de su consecuencia, la desigualad, que como dice Harvey, se ve claramente en las ciudades, no solo por el acceso a las viviendas, sino por los espacios de recreación, las posibilidades de estudiar y el consumo cotidiano. Cada vez más la brecha es más grande, mientras algunos mendigan un celular salen nuevos que exceden cualquier salario normal, mientras las villas se amplían y la juventud de clase media se ve condenada a alquilar otros acumulan casas, en educación la brecha es cada vez más grande entre las “buenas y malas” escuelas. Los autores pierden de vista este punto, y esto genera estallidos de bronca, a Harvey debería decir que le llama la atención el transporte, no solo porque es malo sino también porque es caro, y una presión más al bolsillo.

El consumo está generando una doble crisis, ecológica y de desigualdad. Lo primero se expresa en el calentamiento global, la desforestación y demás; lo segundo en condiciones de vida y laborales cada vez más extremas y que hoy generan huelgas como las de EEUU y Corea del sur.

Junto a estas crisis, hay que mencionar, y en esto Fraser es categórica, una crisis laboral que avanza de la mano de la flexibilización. Fraser nos habla de los Mcempleos para describir la situación, sobre todo de los jóvenes[8]. Es sabido las condiciones que imperan en el mercado laboral actual en el mundo, ya que lo que describe Fraser para EEUU también corre para Sudamérica. En el mejor de los casos en los empleos en blanco abundan las cifras en negro y los ataques a los derechos, pero la mayoría son terciarizados, monotributistas o contratados, o sea que no se tiene vacaciones pagas, licencias, sindicatos y demás. El gran ejemplo hoy en el mundo son los trabajadores de las aplicaciones como Glovo, Uber y demás, que básicamente “no trabajan para nadie” pero una empresa se lleva todas las ganancias, mientras el “no empleado” no tiene seguro, jubilación, vacaciones y ningún derecho elemental.

Estas condiciones están naturalizadas, ya a todos les parece normal que uno trabaje en estas condiciones, pero la juventud está empezando a ver las cosas como son, y se están cansando de este manoseo constante. Muchos trabajadores terciarizados o de estas plataformas están peleando por mejores condiciones[9] e incluso contra el fin de sus contratos que en la práctica significa que son despedidos.

La juventud en general es la que está empezando a levantar su vos, porque es la más perjudicada, es la que ve que el mundo está cada vez peor, la que trabaja en peores condiciones y vive mal. Y su bronca se expresa por todos lados, en Argentina no solo es Milei, son los trabajadores que salen a pelear, los que se suman a la izquierda, a los que se movilizan contra el cambio climático, la mega minería y las granjas porcinas, es la marea verde, es la verdadera rebeldía que pelea por un mundo mejor.

En medio de estas crisis, que se yuxtaponen, hay algunas discusiones que aparecen en varios autores de cómo debe la izquierda organizarse. Zizek lo dice bien claro: “Que no nos vengan más con el cuento de que vivimos en una sociedad posclasista”[10], y es que se ha hablado mucho de que ya no hay clases, pero esto no es más que tapar el sol con la mano. La verdad es que la clase obrera ha cambiado, ya no es el sujeto clásico descripto por Marx hace más de cien años, pero no ha desaparecido, sino que se ha transformado. El capital no es sonso y ha buscado formas de dividir y segmentar a la clase obrera, para restar fuerzas y poder gobernar sin problemas.

La flexibilización de la que hemos hablado, los Mcempleos de Fraser, son la forma de esta clase obrera del siglo XXI. No es ni más ni menos revolucionaria que antes, ni menos obrera, ni más ni menos nada. Es la clase obrera del siglo XXI, mezcla de trabajo formal en blanco, con distintos segmentos flexibilizados, empleo informal o en negro; una clase obrera industrial, pero también más ligada a los servicios (sector económico que más se ha desarrollado y por lo tanto que hoy aporta más trabajadores que antes); una clase obrera transnacionalizada incluso (los call center que trabajan en un país pero atienden reclamos de otro país por ejemplo) producto de un capital transnacional y un mundo globalizado.

Es el desafío de la izquierda, sin desconocer que sigue siendo “la clase obrera” el centro de nuestra política, lograr tener un programa y una política que tienda a unir a esta clase que hoy es más heterogénea que hace unas décadas. La izquierda tiene que lograr traspasar esos segmentos en que hoy se divide, traspasar las fronteras incluso. El trabajador en blanco tiene que comprender que el contratado o monotribustista también es un camarada y no un enemigo que le saque el trabajo. La izquierda tiene que ponerse al servicio de superar las divisiones que, si bien hoy son normales, están siendo puestas en entredicho.

Pero, para poder entablar esta pelea, hay que volver a poner en pie la idea de comunismo, de socialismo, volver a revitalizar esta idea que quedo maltrecha después de la caída del muro de Berlín. A decir de Badiou: “Hoy en día, “marxismo” es también el nombre de una derrota”[11]. Es verdad que ha habido toda una campaña global, para dejar mal paradas las ideas de izquierda, al punto que comunista es casi un insulto. Incluso parte de esa izquierda ha aceptado esa derrota, sin mucho balance obviamente, y dejado de lado ideas relacionadas al socialismo, simplemente para no caer mal ante el votante o las masas. Un poco de esto es de lo que se queja Zizek de la centroizquierda, que le cede constantemente a la derecha para no quedar “pegado” a la izquierda[12].

Esta crisis del socialismo, ha provocado una crisis de alternativa, que se ve constantemente en todos los trabajadores o los jóvenes que, por miedo a cuestiones clásicas como los partidos o incluso los sindicatos, no ven la forma o la necesidad de organizarse. Tampoco se ve al socialismo como una alternativa a la realidad en que viven.

En gran medida, para superar esta crisis, es necesario hacer un balance del siglo XX. Es necesario sacar conclusiones de que se hizo mal, que fueron las revoluciones, quienes estuvieron a la cabeza de los procesos; si queremos revitalizar la idea de socialismo, no podemos hacer como el mismo Badiou y simplemente decir: “Los partidos comunistas se volvieron instituciones en las cuales proliferaban los arribistas. En los países socialistas los militantes se convirtieron poco a poco en cuadros administrativos serviles…”[13].

Stalin o Mao no eran arribistas, ellos abandonaron la idea un de un socialismo internacional que hubiera evitado esa burocratización. Fueron ellos los que llevaron al socialismo en un solo país y la traición a otros procesos que le habrían dado aire puro a la izquierda del siglo XX. Ellos ahogaron al socialismo, transformándolo en una idea servil y burocrática, y para ello eliminaron de la peor manera y persiguieron a quienes pensaban diferente. Las revoluciones dejaron a los trabajadores en segundo plano, y los administradores en primer lugar.

Sin dudas hay que revivir la idea de socialismo, pero hay que discutir que socialismo revivimos. ¿un socialismo internacionalista que tenga a la clase obrera[14] como centro? ¿o un socialismo reducido a un solo país burocrático y con el partido burocrático a la cabeza?

Junto a la idea de socialismo, y en relación a su crisis, también ha pasado a ser mala palabra partido y sindicato. Las nuevas relaciones laborales y los ataques o balances errados, han hecho que los partidos de izquierda y los sindicatos en general hayan pasado ser algo viejo e inservible.

Fraser, Badiou y demás, por suerte, buscan volver a poner estas organizaciones en un lugar central, porque ya la historia ha demostrado que no se puede sostener una experiencia política con organizaciones “light”, amorfas, etc.

Tras la caída del muro de Berlín y con un balance errado del “socialismo real”, fueron muchas las personas relacionadas a la izquierda que sacaron la conclusión de que gran parte del problema era la forma partido de organización. A partir de ahí, partido pasó a ser sinónimo de dictadura, de no discusión, de aplastamiento, y muchos jóvenes se arrimaron a ideas antipartido de izquierda, lo que llamamos “horizontalismo”. Con el tiempo todas estas experiencias han decantado a movimientos que se han vuelto más de centro o formaron partidos más de centro, pero no pudieron poner en pie alternativas reales más allá del ámbito universitario.

Los sindicatos han recibido más el ataque de la política burguesa, siempre son culpables de todo, aunque los dirija una burocracia patronal. Se ven como lugares donde algunos roban y viven sin trabajar, una organización que impide el avance de la economía pidiendo derechos, etc. El neoliberalismo se ha encargado de llevarlos a su mínima expresión, al punto que las nuevas formas de manos de obra no son sindicalizadas y hasta se prohíbe su participación.

La idea de partido ha logrado avanzar un poco, los jóvenes españoles que se rebelaron terminaron formando PODEMOS (más allá de las críticas que podamos hacer), y hay experiencias de partidos que crecen en lo electoral. Las nuevas generaciones ya no traen la carga de los viejos PC, y eso permite que los partidos de izquierda no sean mal vistos dentro de la vanguardia (aunque sobrevivan resquemores), he incluso que estas mismas nuevas generaciones se sumen a formar nuevos partidos es un buen augurio. Pero la cuestión de los sindicatos viene más atrás, los ataques constantes durante los últimos 30 años y la ayuda que prestan las traicioneras direcciones burguesas, ayudan a que la palabra sindicato sea sinónimo de corrupción, atraso y traba.

Superar estos límites, volver a poner en pie los sindicatos (no por enamorarnos de una forma específica) dentro de las nuevas generaciones, y sobre todo dentro de las nuevas formas de relación laboral, es fundamental. La organización es la única forma que permite el avance de las luchas, las conquistas y las experiencias. Para esto, al igual que el socialismo, hay que sentarse a hacer balances, y militar la construcción de organizaciones. Hasta ahora no ha surgido nada mejor que los sindicatos para la clase obrera, pero no hay que cerrarse a otras formas. Trabajar para revitalizar estas organizaciones, dará nuevo impulso a la lucha de los trabajadores.

Otra idea que hay que volver a poner en pie, es contra quien luchamos. Porque si bien muchos autores hacen análisis muy buenos sobre cómo está el mundo hoy, sus salidas suelen desconocer que la lucha es contra el sistema en su conjunto. Hay que volver a poner a en pie que la salida es anticapitalista, antisistema, no solo decirse socialista y dar la pelea por un mundo mejor, porque un mundo mejor puede ser un “capitalismo con rostro humano”, es el posibilismo en el que caen muchos, es la salida reformista de Syriza, que además siempre terminan adaptándose y ni siquiera dando la pelea por las reformas que pregonan.

Fraser en su libro “¡Contrahegemonía ya!”, hace una descripción muy interesante sobre los bloques hegemónicos dentro del neoliberalismo. Nos habla de un neoliberalismo progresista y otro reaccionario. Son dos conceptos interesantes que han dado que hablar, sobre todo el primero. El bloque hegemónico reaccionario es el formado por Trump (Fraser solo habla de EEUU), un bloque que combina una distribución económica muy desigual, con una política de reconocimiento reaccionaría. O sea más desigualdad entre pobres y ricos, con políticas en contra de minorías sexuales, étnicas y demás. El otro concepto, el bloque neoliberal progresista (que tanto les dolió a feministas y otros), es una combinación de políticas económicas regresivas neoliberales, pero con una alianza con movimientos sociales que representan a minorías, que tienen una lógica liberal de superación individual y demás. A decir de Fraser: “El bloque neoliberal progresista conjugaba un programa económico expropiador y plutocrático con una política meritocrática liberal de reconocimiento”[15], “Para que el proyecto neoliberal triunfara, había que presentarlo en un nuevo envase , darle una atracción más amplio y vincularlo con aspiraciones emancipatorias no económicas”[16].

Esto segundo es muy interesante para pensar la centroderecha, que ha dejado de ser tan conservadora a nivel social. Ya no es la de mediados de siglo que a la destrucción de los Estados de Bienestar le oponía no solo liberalización sino programas sociales reaccionarios de principio a fin. Ahora podemos verla a favor de las minorías sexuales o étnicas (incluso algunos pueden estar a favor del aborto), pero siempre con lógicas de fondo reaccionarias, aborto para el que pueda pagar o respeto a la homosexualidad blanca de clase media emprendedora y liberal. Al PRO, por poner un ejemplo, ya no le importa la sexualidad de sus dirigentes, siempre que demuestren que se puede salir adelante individualmente, sin impuestos y con flexibilización. El clásico ejemplo de que cualquiera (sea mujer, homosexual, negro o latino) mejorar trabajando y con esfuerzo, la mentira del “somos todos iguales con las mismas oportunidades”[17].

Pero más allá de esta descripción y análisis, Fraser nos brinda una salida poco atractiva. Como dijimos más arriba, algunos autores pierden de vista que la lucha es contra el sistema, Fraser es una. Luego de hacer una buena descripción de la crisis actual, la mano de obra y los bloques de poder, nos dice que la salida es captar la base del bloque del neoliberalismo reaccionario (Trump) y ganarlos para un verdadero bloque progresista. En el libro puede quedar la sospecha si esto no significa apoyar a Sanders, pero leer otras no nos sacamos las dudas[18].

Al perder de vista que la lucha es contra el sistema, como también le pasa a Zizek, caemos en estas cosas. Sanders no puede ser la salida, es como la experiencia de Syriza en Grecia o Podemos en España, Castillo en Perú si queremos estar más cerca. Todas experiencias que se ve que nunca pasaron del discurso a los hechos cuando llegaron a posiciones de poder. Experiencias que podemos ubicar a la izquierda del bloque neoliberal progresista (siguiendo la línea de Fraser), pero que en ningún caso estuvieron cerca de transformar parte de la herencia neoliberal. El Kirchnerismo nunca realizó reformas al sistema laboral, impositivo o cualquier “columna” del modelo neoliberal, solo retardo un poco su avance como en el caso de la reforma laboral, aunque esta siguiendo avanzando lentamente[19]. No son la salida de nada, no hay que perder de vista estas experiencias que han cerrado caminos más que abrirlos.

Zizek también tiene ese problema, y Chomsky, partiendo de un pesimismo importante sobre el fenómeno Trump cae en lo mismo. Este último autor, quizás demasiado impactado por el triunfo de Trump, meses antes del intento de reeleción, cita autores que hablan de posible guerra civil ye incluso que si era reelegido peligraba la democracia[20]; hubo amenazas de Trump en este sentido, pero nunca paso de bravuconadas como la mayoría de las cosas que prometió. Esto no significa menospreciar lo que Trump hizo, dejo una semilla, la ultra derecha fascista salió a las calles y no solo en EEUU, posibilitó el crecimiento mundial de estos movimientos. Pero por ahora, Trump es un perro que ladra y no muerde, hay que combatirlo para que deje de ladrar y no pase a morder.

De Chomsky si podemos rescatar una idea, que nos permite volver a lo mismo; la necesidad de poner en pie una verdadera salida antisistema. Las constantes promesas no cumplidas de los progresistas y el dejar avanzar al neoliberalismo, ayudaron a que diversos personajes (bonapartismo de derecha, deberíamos decir) aparecieran como los salvadores del mundo de clase media o trabajador; “Las consecuencias en gran parte del mundo no son sorprendentes: ira generalizada, resentimiento, desprecio por las instituciones políticas, mientras que los principales problemas económicos se mantienen ocultos a la vista gracias a una propaganda eficaz. Todo esto proporciona un terreno fértil para los demagogos que pueden ser tu salvador mientras te apuñalan por la espalda…[21]. Por esto nuestra lucha es contra el sistema desde una perspectiva socialista, el reformismo ha fracasado, no es la salida.

Luego de repasar a diversos autores de izquierda, nos queda claro que todos coincidimos en que el mundo ya no soporta más este sistema basado en la ganancia a costa de cualquier cosa; y que las personas ya no soportan más el modelo neoliberal de extrema flexibilización. Pero la salida a esto es superar la crisis de alternativa, revitalizar las ideas de socialismo y comunismo; volver a poner en pie organizaciones de trabajadores que superen los límites de la clase trabajadora actual, que permitan relanzar la lucha contra el sistema y sus consecuencias sociales, económicas y ecológicas. La pelea, y la verdadera rebeldía, es luchar contra este sistema capitalista depredador que ya no tiene nada que ofrecer más que salvajismo. Por eso más que nunca: “Socialismo o Barbarie”.


[1]  Solo para mencionar, pero Hitler mando a matar el día de su ascensión a la cúpula de las SA en la conocida noche de los cuchillos, el sector más rabiosamente nazi. La mayoría de las veces el discurso es más radical que la práctica en estos movimientos.


[2]
  Un hecho para tener en cuenta, Vox quiere armar una especie de internacional de derecha (como la llama Chomsky) convocando a otros sectores de Sudamérica entre otros.

[3]  En Argentina de la mano de Enzo Traverso

[4]  Un ejemplo son las colecciones de Siglo XXI que viene editando en el marco de la Biblioteca de Pensamiento Socialista, y la editorial de Clacso en el marco de la Biblioteca Masa Crítica.

[5]  Harvey, David: “Razones para ser anticapitalista”, Editorial Clacso, BSAS, 2020.

[6]  Op cit, página 64.

[7]  Y no es casualidad que estos nuevos movimientos de derecha sean negacionistas.

[8]  Fraser, Nancy: “¡Contrahegemonía ya!, editorial Siglo XXI editores, 2019, BSAS. Página 23.

[9]  En el mundo hay una pelea por lograr mejores condiciones de trabajo en estas empresas, en Argentina hace poco se formó el SiTraRepA, un gran avance, y hasta hubo reuniones internacionales para organizar un paro global.

[10]  Zizek, Slavpj: “La nueva lucha de clases, los refugiados y el terror”, editorial Anagrama, 2016, Barcelona.

[11] Badiou, Alain: “Qué entiendo yo por marxismo”, Editorial Siglo XXI editores, 2019. Página 70.

[12]  En el libro citado de Zizek podemos encontrar muchas quejas al moralismo de ciertos sectores de la centroizquierda que solo sirve para fortalecer a la derecha.

[13] Badiou, Alain: op cit página 70.

[14] Clase obrera que es bien diferente a la del siglo XX, pero sigue siendo la clase social que debe encabezar el combate contra el capitalismo.

[15]  Fraser, Nancy: op cit página 27.

[16] Fraser, Nancy: op cit página 29.

[17] Incluso sirve para pensar movimientos como el Kirchnerismo, que nunca sacaron los pies del plato neoliberal aunque tampoco se reconozcan neoliberales.

[18] Fraser en https://latfem.org/neoliberalismo-progresista-debate-fraser-vs-brenner/, que además sirve para discutir y pensar más el concepto de Neolibaralismo Progresista.

[19] Hoy el ejemplo de Toyota, antes los empleos de las plataformas digitales y educación con planes estilo FINES.

[20] Chomsky, Noam: “Internacionalismo o extinción”, Biblioteca Masa Crítica de Clacso, 2020. Incluso el pesimismo lo vemos en el título que parafrasea el lema “Socialismo o Barbarie”.

[21] Chomsky, Noam: op cit página 42.

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