No es un accidente, es un Estado ausente

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Por Johan Madriz

Este lunes un gran incendio afectó 1.800 metros cuadrados del asentamiento El Pochote en Barrio Cuba en el sur de la capital. Fueron destruidas 70 casas, afectando a unas 300 personas y al menos unas 90 son menores de edad.

Esta tragedia se produce en uno de los barrios más proles de la capital con una población mayoritariamente de trabajadores y trabajadoras. La ubicación de las casas (en una colina), el hacinamiento, los materiales de construcción y la falta de agua fueron factores determinantes para que las llamas se propagaran rápidamente y sin control.

Más allá de las causas fortuitas del fuego todos los elementos que potenciaron su poder destructivo son responsabilidad de un Estado que es de y para los de arriba. Es un Estado que excluye a la mayoría de la población y empuja a los de abajo a situaciones de precariedad y pobreza. Esta desdicha es culpa del capitalismo y las políticas de ajuste que desmejoran las condiciones de vida de la clase trabajadora. ¿Cuántas noticias se escuchan de incendios que destruyen mansiones? Ninguna.

Los diferentes gobiernos de turno desde hace décadas han relegado la problemática de la vivienda a un segundo plano. El aumento en el desempleo, la pobreza y la desigualdad provocan que cada vez sea más difícil acceder a una vivienda en buenas condiciones, empujando a miles de personas a los asentamientos informales. Son casas hechizas (construidas de a poco y con el sudor de la frente) que no cumplen los estándares constructivos esenciales ni básicas condiciones de seguridad, además, usualmente están ubicadas en terrenos de alta peligrosidad como lo son las laderas de montañas o las riberas de ríos.

Según la Encuesta Nacional de Hogares al 2018 existe un déficit de 32 mil viviendas, 281 mil no están en buenas condiciones y un 2% del total se encuentra en asentamientos informales[i]. A esto se le suma una nula planificación urbana del país que permite la construcción desordenada y según los intereses de las empresas desarrolladoras que, demás está decir, solo construyen viviendas de medio y alto ingreso.

Otro elemento de este caos es el sobreuso de las fuentes de agua por urbanizaciones exclusivas de acceso limitado y empresas, hoteles y clubes que utilizan grandes cantidades de líquido relegando a un segundo plano el consumo humano. Según Acueductos y Alcantarillados (AyA) tres de cada diez personas son afectadas por el desabastecimiento. En este caso, no había disponibilidad de agua debido a los recurrentes cortes del flujo que se dan en gran parte del área metropolitana. De hecho, el AyA tuvo que desviar el suministro de otros sectores para atender la emergencia.

Todas están condiciones prometen agravarse en cuanto se profundice la aplicación de las medidas de contención del gasto incluidas en el Plan Fiscal, reducción del presupuesto para desarrollo social, regla fiscal, etc. De esta forma es una medida de extrema necesidad luchar contra el ajuste del gobierno Alvarado y suspender el pago de la deuda que consume el 40% del presupuesto nacional, para destinar parte de esos recursos a un programa masivo de construcción de viviendas gestionado en conjunto con las comunidades.

[i] Referencia en http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=12720

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