Cierre de Alunasa: el madurismo aplicando las peores tácticas patronales

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  • Es un vivo ejemplo de la dictadura patronal que enfrentan las personas trabajadoras, es la misma lógica capitalista que impera en cualquier otra empresa nacional o transnacional.

Johan Madriz

La empresa Alunasa cerró operaciones el pasado 16 de noviembre, tras el despido de todos los trabajadores y las trabajadoras. Esta es una empresa manufacturera de productos de aluminio que es parte de la Corporación Nacional de Aluminio de Venezuela, que le pertenece al Estado venezolano. Como tal, el gobierno de Nicolas Maduro es el responsable por su funcionamiento.

La empresa alega que el cierre se debe a la falta de liquidez y materia prima producto de las sanciones impuestas por el gobierno estadounidense, lo cual es una realidad. El gobierno yanqui utiliza las sanciones comerciales como forma de presión política, pero estas medidas, generalmente, no cumplen su objetivo y por el contrario sumen a la población civil, a la clase trabajadora particularmente, en la miseria. Es el mismo modus operandi que utilizan contra Cuba. Este es un accionar criminal del imperialismo que rechazamos y denunciamos.

En setiembre la empresa le solicitó al Ministerio de Trabajo la autorización para suspender los contratos de 90% de la planilla, sin embargo, no fue facultada. En respuesta, se paralizaron las labores y se les otorgo a los trabajadores y las trabajadoras un “permiso con goce de salario”. Pero los salarios nunca llegaron. Se les engañó durante dos meses y medio con la esperanza de retomar sus puestos de trabajo y el pago de lo adeudado. En ese tiempo las familias debieron buscar formas para subsistir y gracias a la colaboración comunal se organizaron redes de apoyo con alimentos y otros víveres.

Posteriormente, se les convocó a la fábrica, con la sorpresa de que serían despedidos. Según José Luis Rosales, presidente de la seccional sindical de ANEP en la empresa, “regresamos y resulta ser que desde el inicio notamos movimientos raros. Habían abogados en carros lujosos vestidos de traje entero, no eran de aquí evidentemente. Había mucha seguridad privada por todo lado, empezaron a llamar a los gerentes y a la gente de recursos humanos e inmediatamente nos dijeron que nos iban a despedir a todos”.

Desde ese momento se establecieron las acciones legales correspondientes contra la patronal, pero esta ni siquiera se ha presentado al proceso conciliatorio para lograr un acuerdo para el pago de los salarios y prestaciones legales. Entonces, estamos ante una empresa que le miente a sus trabajadores y trabajadoras, les deja sin salarios, les despide en medio de un operativo de intimidación y se reúsa a pagar las prestaciones.

Estos trabajadores y trabajadoras exigen que se les pague lo que corresponde, lucha que hay que dar en todos los frentes y no solo en el ámbito legal. La lucha en los tribunales es solo una parte del proceso y el ámbito que está en función de las empresas. Las direcciones sindicales que solo orientan en ese camino son timoratas y legalistas. El terreno de la clase trabajadora es en las calles luchando no solo por el reconocimiento de los salarios adeudados sino exigiendo su derecho a trabajar, estas personas necesitan su empleo, que es su fuente de ingresos.

El gobierno venezolano, que mal utiliza y mancha el titulo de socialista, optó por tomar la vía clásica de las patronales para utilizar su “derecho” a dejar sin trabajo a decenas de personas. Es un vivo ejemplo de la dictadura patronal que enfrentan las personas trabajadoras, es la misma lógica capitalista que impera en cualquier otra empresa nacional o transnacional. Una opción que le carga a la clase trabajadora el peso de las sanciones. El de Maduro no es un gobierno socialista, ni está en función de los sectores trabajadores. No se puede denominar así a un régimen que no tuvo ningún reparo en aplicar las mas viles practicas patronales para dejar en la calle y sin salarios a 176 trabajadores y trabajadoras.

Hay que superar las amarras que representan el reformismo y el progresismo, que tarde o temprano, terminan adaptándose al régimen y vendiendo a la clase obrera. Por esto es necesario fortalecer a la izquierda anticapitalista que cuestione al reformismo, a las burocracias sindicales y a las patronales. Es en la lucha política en las calles que los sectores trabajadores ganan sus batallas.

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