Un día en la vida de un repartidor de Beijing

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  • “Vine a Beijing en mis veinticortos. Le dediqué mi juventud a esta ciudad. Después de tantos años, la ciudad no me dio casi nada a cambio”.

Huang Chenkuang

Wang Haijia es un trabajador de delivery. Es de altura mediana, con pómulos ligeramente altos. Su cara está rojiza por su exposición al clima, lo cual lo hace ver más viejo de lo que es.

Su nombre de WeChat es ‘cazador de sueños’ (zhuí méng rén)

Wang Haijia, hombre, 42 años, de Hebei, trabajador de delivery.


 

Estaba entregando comida en un día lluvioso. Estaba en tal apuro que atravesé varias luces rojas para llegar a tiempo. Al terminar, la app me notificó que me dieron de propina 15 kuai* (2,3 USD). En el camino de vuelta, me sentí cálido a pesar de la lluvia.

Estuve trabajando en delivery por un largo tiempo, la propina no es algo que pase seguido. A veces cuando llego tarde, puedo tener comentarios desagradables de los clientes. Pero la mayoría del tiempo, la gente me trata bien. Algunos clientes hasta me escriben por mensaje que no me apure y que priorice mi seguridad.

Antes de ser repartidor tuve varios trabajos distintos. Dejé la escuela para trabajar en obras de construcción antes de terminar la secundaria. Llevaba ladrillos al principio, y ayudé a levantar paredes más adelante. Me tomó un par de años aprender a hacer trabajos más avanzados como los cimientos de un edificio.

El peligro espera en todos lados en este tipo de trabajo. Estaba sacando unos soportes cuando uno se me cayó en la cabeza, y quedé inconsciente inmediatamente. Me hospitalizaron 2 meses. El accidente me perseguía. No quise trabajar más en obras. Mi vida valía más que la plata que hacía.

Vine a Beijing, primero trabajé de mozo. Después de guardia de seguridad. Era un trabajo aburrido. Estaba ahí parado por más de 10 horas por día. Después fue un restaurante de fideos japoneses por unos años… seguía cambiando entre trabajos hasta que volví a casa para casarme unos años más tarde.

Después de que naciera mi hijo, me quedé en casa para estar con mi esposa e hijo. En casa, había poco para hacer fuera de la fábrica de acero. Y es trabajo duro. Tenía turnos nocturnos regulares en un entorno de trabajo horrible. La paga ni siquiera era buena.

Trabajé ahí dos años. Mientras tanto, mi cuñado trabajaba de repartidor en Beijing. Me sugirió que me le uniese, me dijo que podía tener horarios flexibles y que me pagarían mejor que en la fábrica. Así empecé mi trabajo actual.

Dejo mi casa a las 8 o 9 a.m. todos los días, trabajando hasta las 10p.m. Usualmente como algo a la pasada como jianbing de vendedores ambulantes o de casillas de take-out. Generalmente nos descuentan un par de kuai. Gasto entre 30 a 40 kuai (5-6 USD) en comida por día.

Nuestra paga depende de la distancia. De lo que el cliente y el restaurante pagan por el delivery, la plataforma se lleva una tajada grande. Podemos llevarnos 5 kuai de un trabajo de 15.

También nos tenemos que ocupar de las multas. Llegar tarde es una de las multas más comunes. A veces estás a un par de cuadras de tu destino pero ya es la hora. Si confirmás tu llegada temprano por desesperación, el GPS lo detecta y te pone otra multa. Si no confirmamos se nos aplica la llegada tarde obviamente, con su correspondiente multa.

Todo tipo de cosas pueden detenernos de llegar a tiempo. A veces el cliente dio la dirección o el teléfono erróneos, o el restaurante cambió su ubicación pero el GPS te lleva a la dirección antigua. Pero ninguna ‘excusa’ se permite: si estás tarde, estás multado aunque no tengas la culpa.

Además, cuando los clientes ponen una queja contra nosotros en la plataforma, nos llegan multas. Pueden llegar hasta a 50 kuai por quejas serias. Una mala puntuación en la plataforma te cuesta 3 kuai, pero una review de 5 estrellas no te da nada de recompensa. Es cruel e irracional.

Estamos en el medio. La plataforma nos puede sacar dinero y multarnos; el cliente puede demandar y quejarse de nosotros, el restaurante puede rechazar una orden o ser lento a la hora de dar la comida. Somos les que menos voz y más restricciones tienen.

Las cosas eran más fáciles hace hasta 2 años. Había más plataformas de servicio de delivery. Ahora la industria está dominada por 2 plataformas que retienen todos los recursos. La falta de competencia les garantiza que puedan seguir decreciendo las pagas y recortando los límites de tiempo.

Cuando las cosas van bien, puedo tener 40 o 50 pedidos en un día. Muchos días tengo unos 20 o 30, que es menos de 200 kuai por un día de trabajo.

Cuando las cosas van mal, como cuando tengo quejas de clientes, me siento frustrado y enojado. Me pregunto por qué sigo con este trabajo. Me pregunto si debería volver a casa.

Pero entonces me llega un recordatorio que me despierta: ¿Qué haría si volviera?

Para la gente como yo, nuestro dilema común es que lo que llamamos hogar no tiene trabajo; pero donde hay trabajo nunca va a ser nuestro hogar.

Si pudiéramos elegir, ¿por qué querría estar lejos de la familia? Pero no podemos conseguir un ingreso digno en casa.

Mi hijo tiene 7 años. Va a empezar a asistir a la escuela primaria. Intento darle lo mejor que puedo. Cuento cada centavo que gasto y solo alquilo un lugar que me cuesta 500 kuai (77 USD) el mes. Es probablemente lo más barato que se consiga en Beijing hoy día. No hay nada más que una cama en la habitación. Solo puedo recostarme cuando entro a casa. No tengo bolsos sino varias prendas que tengo en una bolsa abajo de la cama. Me baño en un baño público cercano, que me cuesta 20 kuai por vez, y uso el lavamanos de mi casero para lavarme los dientes todas las mañanas.

Durante el día, estoy muy ocupado para pensar mucho. Pero a la noche antes de dormir los problemas de mi vida aparecen, perturbando mi mente. Pienso en cómo tengo padres que mantener y un hijo que criar. Tengo más de 40 años pero no me siento bueno para nada.

Vine a Beijing en mis veinticortos. Le dediqué mi juventud a esta ciudad. Después de tantos años, la ciudad no me dio casi nada a cambio. No hay nada a mi nombre. Excepto por la cama por la que pago 500 kuai al mes, mis manos están vacías.

*NdT: yuanes

 

Publicado originalmente en SupChina

Traducido por Miki para Izquierda Web.

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