Protestas en China: los activistas se las ingenian para evitar la represión y la censura

El gobierno utiliza como excusa las medidas contra el Covid para justificar la represión y declarar a las movilizaciones como ilegales.

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La inédita oleada de protestas en China ha redoblado la represión estatal y la censura por parte del gobierno, que intenta evitar que las manifestaciones continúen propagándose.

Según reportan numerosas agencias internacionales en el lugar, la mayoría de las protestas -que se replicaron en varias ciudades- terminaron con cientos de arrestados. Además, algunos activistas que participaron de las movilizaciones denunciaron intimidaciones por parte de la policía en los días posteriores.

El gobierno utiliza como excusa las medidas contra el Covid para justificar la represión y declarar a las movilizaciones como ilegales. China alcanzó un nuevo récord de contagios por Covid-19 los últimos días, por lo que las medidas de confinamiento se han multiplicado.

Este ha sido un factor muy importante que hizo estallar el malestar social, cuya primera expresión había sido el éxodo masivo de trabajadores de Foxconn, primero, y luego directamente las protestas en la fábrica, después. El hartazgo por las draconianas medidas que implica el «covid cero» sirvió como canal de expresión de un malestar más general: bajos salarios, malas condiciones de vida y ausencia de libertades democráticas.

La respuesta del gobierno, sustentada en la censura y la represión, alimentó aún más la indignación popular, que comenzó a buscar mecanismos para sortear la censura, al mismo tiempo que se la denuncia.

Es por eso que el símbolo de la ola de movilizaciones es una hoja en blanco: un cartel que no dice nada y que, precisamente por eso, denuncia la censura sin ser él mismo censurable. Un método de protesta que ya había sido utilizado en las manifestaciones en Hong Kong, en el año 2019.

Las convocatorias -que deben hacerse de la forma más clandestina posible a través de las redes sociales- recuerdan siempre a los asistentes que lleven su cartel en blanco a la protesta. Pero algunos han recurrido a métodos más ácidos y originales, como carteles sarcásticos que «piden» al gobierno «test PCR en cada esquina». Incluso pudo verse algunos con la leyenda «queremos más confinamientos».

El campo de batalla de las redes sociales

Pero la disputa no es sólo en las calles, sino también en internet, lugar fundamental para la difusión y organización de las protestas, teniendo en cuenta que los medios masivos de comunicación son controlados en su mayoría por el gobierno.

En las redes se abrió una especie de juego del gato y el ratón entre los mecanismos de censura del gobierno y usuarios escurridizos que buscan alternativas a para intentar sortear la censura.

En Weibo, una de las redes sociales más populares, similar a Twitter, los hashtags #Urumqi y #Shangai (las dos ciudades con mayores protestas) fueron censurados: una búsqueda de estas etiquetas prácticamente no arrojaba resultados durante los últimos días. También fueron censuradas las palabras «papel blanco» o incluso «A4». Los usuarios recurren entonces a alternativas: reemplazan el «A4» por «A3» o incluyen las referencias a las hojas en blanco en frases aparentemente inocuas que hacen referencia a las protestas de manera velada.

Por otro lado está WeChat, el servicio de mensajería estilo WhatsApp, que no es considerado confiable por los activistas, debido a los sistemas de vigilancia digital con los que cuenta el gobierno chino.

Por eso, muchos usuarios comenzaron a utilizar conexiones VPN para tener acceso a sitios bloqueados en China, como Facebook y, sobre todo, Twitter. Allí, donde las autoridades chinas no tienen control directo, las imágenes de las protestas pudieron llegar al resto del mundo, así como también se organizaron grupos de Telegram para organizar las protestas entre los propios activistas chinos.

Así y todo el gobierno recurrió a métodos menos sofisticados -pero no necesariamente menos efectivos- para tratar de que las imágenes de las protestas no se viralizaran: mediante la utilización de miles de bots en Twitter, «invadió» los hashtags relacionados con las protestas con millones de tweets con pornografía o falsa publicidad de sitios de apuestas, para que los verdaderos tweets que mostraban imágenes de las manifestaciones queden perdidos entre montón de contenido basura.

La oleada de protestas ha adquirido una dimensión que no se veía en décadas, por lo menos desde la masacre de la Plaza Tiananmen en 1989. En las últimas horas, las autoridades chinas anunciaron que se entraba en una «nueva etapa» en relación a la contención de la pandemia, sugiriendo que podrían llegar a relajarse algunas de las medidas de la política de covid cero. Algo que aún está por verse, pero refleja que, a pesar de toda la maquinaria represiva del régimen, la lucha en las calles puede poner nervioso hasta al capitalismo de Estado más brutal.

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