Gaza: las bombas de Israel destruyen «el templo de los libros»

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  • Redujeron a cenizas miles de libros clásicos de distintas disciplinas, literatura árabe y universal, como el Corán, manuales escolares, pasando por traducciones de obras de William Shakespeare o Fiódor Dostoievvski.

Redacción

La barbarie sionista también tiene como blanco el acceso a la cultura.

El carácter barbárico de la ocupación tiene muchos rostros además del genocidio, la segregación y hostigamiento que lleva a cabo hace 70 años el estado sionista de Israel. Su presencia en territorio palestino no sólo se basa en la violencia sistemática directa, el despojo de los bienes y medios de vida, como el agua, de la población palestina.

Negar el acceso y posibilidad de un desarrollo cultural propio también es parte del intento de privar al pueblo palestino de las cosas bellas y más elementales en medio del infierno de la ocupación. En los últimos ataques dentro de los edificios bombardeados estaban un inmueble de seis plantas en donde se ubican bibliotecas y otros centros educativos, como el de la Universidad Islámica de Gaza.

La librería Al Mansour, conocida como «el templo de los libros, fue otro lugar emblemático de la ciudad que destruyeron en los primeros días de mayo las bombas del Ejército sionista. En ese lugar había cerca de 100 mil libros que se fueron atesorando en sus cuarenta años de existencia. Han reducido a cenizas libros clásicos de distintas disciplinas, así como de la literatura árabe y universal, como el Corán, manuales escolares, pasando por traducciones de obras de William Shakespeare o Fiódor Dostoievvski.

Mosab Abu Toha, un poeta y fundador de la biblioteca Edwar Said decía al respecto «Al Mansour es más que una librería, es también una editorial que publicaba autores de Gaza. Los manuscritos eran impresos en Egipto, algunos libros volvían a Gaza, pero otros se quedaban en Egipto y circulaban en el mundo árabe. Ello permitía levantar el bloqueo a Gaza mediante la literatura».

El dueño de la librería, junto a los escombros.

Lugar de encuentro, lugar de resistencia y ventana que entre una taza de café y otra,  permitía dialogar con el mundo, con historias y escapar un ratito de la cotidianeidad marcada por la violenta ocupación. Imaginen que en ese contexto los miles de libros que se acuñaron durante años no resultaron de fácil acceso en medio de las restricciones que imponen el bloqueo y la ocupación.

Una joven palestina, Yara Eid, que migró al Reino Unido recordaba en sus redes: «La librería cambió mi vida solía ir allá con mi madre y comprar pocos libros y esperar tan ansiosamente el próximo mes para que mi mamá me comprara más. En mi habitación en Gaza todavía tengo cientos de libros que con pasión me quedé leyendo hasta las cinco de la mañana. Esos libros cambiaron mi vida y muchas vidas de palestinos en Gaza».

Y agregaba «Una de las primeras cosas que tenía la intención de visitar cuando regrese a Gaza es este hermoso lugar, pero ayer las bombas israelíes lo quitaron de la existencia como si admitieran que nuestros libros, nuestras esperanzas y sueños son una amenaza».

Este ataque al acceso, el diálogo con la cultura universal y la difusión y expresión de la propia por parte del pueblo palestino muestra ese ejercicio tan burdo que en otros momentos de la historia ensayaron los más cruentos regímenes dictatoriales y totalitarios. Esos que se exhibían queriendo demostrar su poder y profunda ignorancia cuando quemaban libros en hogueras.

Pero esos actos no son más fuertes que la lucha de las y los palestinos. No solo hay en curso una campaña de donaciones para reconstruir la librería, la lucha contra la ocupación también sigue en pie. El sueño de construir una Palestina libre tendrá más capítulos y desafíos por delante que las nuevas generaciones se sumarán a escribir. Y eso es algo que las bombas en 70 años no lograron destruir.

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