Introducción

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  • El 15 de enero de 1919, en medio de la reacción contra la revolución alemana, agentes de los Freicorps (bandas de matones proto-fascistas que funcionaban con el aval del gobierno socialdemócrata) asesinaron a Rosa Luxemburgo, principal dirigente de la izquierda revolucionaria en Alemania.

Victor Artavia

Introducción

El 15 de enero de 1919, en medio de la reacción contra la revolución alemana, agentes de los Freicorps (bandas de matones proto-fascistas que funcionaban con el aval del gobierno socialdemócrata) asesinaron a Rosa Luxemburgo, principal dirigente de la izquierda revolucionaria en Alemania. Literalmente le partieron el cráneo a culatazos cuando la sacaban del hotel donde la tenían recluida; acto seguido, la subieron a un automóvil donde acabaron con su vida con un disparo en la cabeza. Por último, su cuerpo fue arrojado al canal Landwehr de Berlín, donde encontraron su cadáver hasta el 9 de mayo en avanzado estado de putrefacción, el cual apenas pudo ser reconocido por su vestimenta y un pendiente de oro.

Empezamos esta historia por el final, porque la forma brutal en que asesinaron a la revolucionaria polaca refleja el odio de clase que la burguesía profesaba contra esta mujer, pequeña de estatura, pero gigante por la agudeza de su pensamiento y dedicación completa a la revolución. Esto lo expresó magistralmente Bertolt Brecht en un poema que escribió en enero de 1919, mientras buscaban su cadáver en Berlín: “La Rosa roja ahora también ha desaparecido/Dónde se encuentra es desconocido/Porque ella a los pobres la verdad ha dicho/Los ricos del mundo la han extinguido.”

Trascurrieron más de cien años desde su asesinato, pero su obra y pensamiento no se extinguió y, por el contrario, muchos de sus aportes teóricos retoman vigencia ante los nuevos desarrollos de la lucha de clases. No es para menos, pues Rosa hace parte del más destacado grupo de cuadros revolucionarios del siglo XX, a la altura de nombres como Lenin y Trotsky, quienes protagonizaron uno de los más transcendentales pasajes revolucionarios de la historia, lo cual les permitió realizar enormes aportes al pensamiento estratégico del marxismo.

Por esto, no dudamos en afirmar que el estudio de la obra de Rosa Luxemburgo es una tarea fundamental para el relanzamiento del socialismo revolucionario en el siglo XXI. En este sentido, hacemos nuestras las palabras de Lenin sobre el inconmensurable valor de su legado, cuando señaló que:

“Rosa Luxemburgo se equivocó respecto de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su análisis del menchevismo; se equivocó en la teoría de la acumulación de capital; se equivocó en junio de 1914 cuando, junto con Plejanov, Vandervelde, Kautsky y otros abogó por la unidad de bolcheviques y mencheviques; se equivocó en lo que escribió en prisión en 1918 (corrigió la mayoría de estos errores a fines de 1918 y comienzos de 1919 cuando salió en libertad). Pero, a pesar de sus errores fue –y para nosotros sigue siendo- un águila. Y no sólo los comunistas de todo el mundo venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (…) serán manuales útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo. ´Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana es un cadáver putrefacto`: esa frase hará famoso el nombre de Rosa Luxemburgo en la historia del movimiento obrero”.[1]

Con esta investigación queremos rendir un homenaje crítico a su obra, rescatando sus principales aportes al marxismo revolucionario, a la vez que balanceando a fondo sus errores o déficits teórico-políticos. En términos generales, el principal déficit de Rosa fue queno trascendió el marco filosófico de la socialdemocracia y la II Internacional;quedó atrapada en una visión de la historia marcada por el fatalismo optimista y un reduccionismo con respecto a la elaboración de la consciencia socialista por parte de la clase obrera, la cual concibió como objetivamente revolucionaria en la lucha contra el imperialismo y donde el partido revolucionario ocupó un papel secundario.

Lo anterior empañó su legado teórico con muchos claroscuros, los cuales van desde sus importantes contribuciones sobre la relación entre estrategia y táctica o su síntesis del parlamentarismo revolucionario, hasta elementos regresivos como su incomprensión del partido de vanguardia leninista, sus posiciones sectarias con relación a consignas democráticas orientadas para sectores oprimidos no proletarios (como la reforma agraria o el derecho a la autodeterminación de las naciones), entre otras. Estas desigualdades teórico-políticas explican el lamentable fracaso del “luxemburgismo” durante la revolución alemana, lo cual sepultó su pretensión de erigirse en una alternativa entre la bancarrota de la socialdemocracia contrarrevolucionaria y el bolchevismo revolucionario (al cual respetaba, pero con el que difería en muchos temas).

En este sentido, nuestro abordaje de Rosa no es académico o desinteresado, por el contrario, lo realizamos desde la trinchera militante del trotskismo y, específicamente, a partir de la síntesis estratégica de la corriente Socialismo o Barbarie (SoB), como parte de un esfuerzo para la formación de las nuevas generaciones militantes.


[1] Vladimir Lenin, apéndice B a Rosa Luxemburgo, obras escogidas (tomo II), de Rosa Luxemburgo (Bogotá: Editorial Pluma, 1979), 334.

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