Apuntes críticos sobre el balance del estalinismo (Primera parte)

Los problemas del objetivismo en el análisis de la URSS.

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I

INTRODUCCIÓN

El ascenso y consolidación del estalinismo en los años veinte y treinta del siglo pasado, generó un intenso debate en la izquierda internacional sobre el carácter de la URSS, debido a las profundas transformaciones –económicas, sociales y políticas- que experimentó el Estado soviético en poco más de una década.

Las filas de la Oposición de Izquierda Internacional –y posteriormente la IV Internacional[1]– no fueron la excepción, pues, en su interior, hubo tensiones y rupturas sobre la postura a seguir ante el fenómeno de la burocratización estalinista. Por ejemplo, a finales de los años veinte, cuando Stalin operó un giro ultraizquierdista con la colectivización forzosa del campo y la industrialización acelerada –el llamado “tercer período”-, un sector capituló alegando que la burocracia soviética implementaba el programa económico de la Oposición de Izquierda, sin reparar en la forma autoritaria como se llevaron a cabo esas medidas.Posteriormente, a finales de los años treinta,una minoría dentro del Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos –principal sección de la IV Internacional en ese momento-,asumió una política anti-defensista con relación a la URSS,es decir, rehusaron defender a la URSS en caso de un eventual enfrentamiento militar con otras potencias imperialistas.

Trotsky analizó al estalinismo en diferentes artículos y libros a lo largo de casi dos décadas, por medio de los cuales dio cuenta del proceso de burocratización y sus repercusiones sobre la URSS; un fenómeno novedoso e imprevisto para las corrientes socialistas revolucionarias previo a la revolución de 1917.A causa de eso,sus textos presentan ángulos y acentos diferentes, los cuales responden al momento cuando se escribieron y, también, a los debates dentro de las filas del joven movimiento trotskista. Así, cuando polemizó con los sectores que capitularon al giro ultraizquierdista de Stalin, enfatizó en la relación entre las tareas, la forma en que se realizaron y los sujetos sociales que ejecutaron las medidas (el qué, el cómo y el quién)[2]; en cambio, cuando se enfrentó con los anti-defensistas, reafirmó la defensa incondicional de la URSS en caso de una agresión militar imperialista (una posición totalmente correcta), pero, al calor del debate, “torció mucho la vara” y se deslizó hacia posicionamientos objetivistas sobre la teoría del Estado.[3]

Con este trabajo nos proponemos tres objetivos. En primer lugar, destacar los puntos fuertes del análisis de Trotsky sobre el fenómeno de la burocratización, particularmente en lo que concierne a las innovaciones teóricas y la riqueza metodológica que desarrolló en La revolución traicionada. Seguidamente, dar cuenta de sus puntos débiles a la hora de sopesarlos efectos de la burocratización en la URSS; en concreto, abordaremos críticamente su caracterización de Estado obrero degenerado, la cual, a nuestro modo de ver,fue correcta en tanto trató de reflejar la involución del Estado obrero soviético, pero fue rápidamente superada por la experiencia histórica con el salto cualitativo de la contrarrevolución estalinista (lo cual Trotsky no pudo procesar debido a su asesinato).Por último, retomar su legado teórico para repensar el balance de la burocratización, lo cual implica apoyarse en los aspectos más avanzados de su análisis para ahondar en la comprensión de la contrarrevolución estalinista y sus consecuencias duraderas en la ex URSS -y colateralmente en los países del Este europeo- y, de esta manera, extraer lecciones estratégicas para relanzar el socialismo revolucionario en el siglo XXI.

II

LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA: INNOVACIONES TEÓRICAS Y PUNTOS CIEGOS

Sin duda alguna, entre la vasta obra teórica de Trotsky sobre el estalinismo, La Revolución Traicionada (1937) constituye su trabajo más balanceado y desarrollado, en el cual realizó un estudio a profundidad de la URSS, la cual asumió como una formación social sin precedentes históricos y, a partir de ese criterio, planteó una serie de definiciones abiertas y sin negar las contradicciones que marcaban su carácter social. A lo largo de esta obra desplegó lo mejor de su razonamiento dialéctico; aplicó las herramientas teóricas del marxismo revolucionario para comprender un fenómeno concreto, cuyo desenlace estaba sujeto a los avatares de la lucha de clases en la URSS y a nivel internacional.

Un análisis innovador, dinámico y concreto

La revolución rusa cosechó una enorme simpatía entre la clase trabajadora y sectores de izquierda a nivel mundial. Debido a esto, en los años subsiguientes a la insurrección,proliferado la literatura de los llamados “amigos” de la URSS (particularmente en la década del treinta), en su mayoría compuesta por obras descriptivas y aduladoras del “milagro” ruso bajo la conducción “infalible” de Stalin. Trotsky se refirió a estos libros como la escuela internacional del “bolchevismo para uso ilustrado de la burguesía” o “socialismo para turistas radicales”.[4]

En este contexto, la aparición de La Revolución Traicionada -escrito en 1936 y publicado un año más tarde-fue un punto de quiebre, pues constituyó la primera investigación marxista seria sobre el desarrollo de la URSS hasta ese momento, cuyo objetivo era apreciar críticamente la realidad social del país tras veinte años de revolución.

Para llevar a cabo esta tarea, Trotsky movilizó al conjunto de categorías heredadas por el marxismo para comprender un fenómeno profundamente novedoso, que, además, estaba ausente del horizonte teórico de los clásicos: una revolución obrera que reconstruyó un Estado y, más complejo aún, degeneró a manos de una burocracia, la cual, al cabo de unos años, expropió el poder a la clase obrera.[5]

Vale recordar que, antes de la revolución rusa, el proletariado tuvo en la Comuna de París (1871) su más elevada experiencia histórica, pues, por un lapso de tres meses, erigió un gobierno obrero revolucionario. Su prematuro aplastamiento militar a manos de la tropas francesas y prusianas impidió profundizar esta experiencia, pero, aun así, sirvió como una primera referencia concreta sobre los contornos del poder bajo el control de la clase obrera, los cuales Marx sintetizó en su folleto La Guerra Civil en Francia, en el cual concluyó que la Comuna hizo realidad la aspiración de un gobierno barato y, más importante, la describió como “la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo”.[6] Junto con esto, legó enormes enseñanzas a las futuras generaciones revolucionarias sobre las dificultades de instaurar un poder obrero;en particular, aleccionó sobre la ferocidad de la contrarrevolución burguesa y la necesidad de oponer una resistencia tenaz para derrotarla.[7]

Pero la corta existencia de la Comuna no preparó sobre los“peligros profesionales del poder”(término acuñado por Rakovsky al respecto de la burocratización de la URSS), lo cual explica la ausencia de herramientas teóricas –y de alertas políticas- sobre el tema a lo largo del siglo XIX. Sería hasta inicios del siglo XX cuando la generación de Rosa, Lenin y Trotsky,afrontó el fenómeno de la burocratización dentro del movimiento obrero y socialista en diferentes escalas; en el caso de Rosa,lo hizo como parte de sus combates contra el aparato conservador y reformista del PSD alemán -por ejemplo en Huelga masas, partido y sindicatos de 1906-, mientras que, a Lenin y Trotsky, les correspondió enfrentar la burocratización en un plano muchísimo más complejo, a saber, la progresiva degeneración de la revolución rusa con el Partido Bolchevique en el poder.[8]

Todo lo anterior, permite apreciar la magnitud de la tarea que asumió Trotsky con La Revolución Traicionada: interpretar en tiempo real el proceso de burocratización liderado por la camarilla estalinista, estableciendo sus efectos sobre la estructura social de la URSS. Esto requirió apoyarse en la elaboración marxista sobre teoría del Estado, pero dada la complejidad del caso en cuestión, tuvo que innovar muchísimo en su enfoque.

Trotsky analizó a la URSS como una formación social concreta, con la particularidad de que no se asentaba sobre un modo de producción estabilizado. A raíz de eso, su abordaje se alejó de esquematismos históricos o categorías lógicas abstractas; desarrolló un método que, como destaca Artous, es una muestra de “dialéctica en acción”, pues contrastó todo el andamiaje teórico del marxismo con la experiencia de la primera revolución que se planteó la transición del capitalismo al socialismo.

A partir de este ángulo, precisó que,el desarrollo de la URSS, no era lineal y, por el contrario, lo describió como muy contradictorio y no armonioso. Para explicar eso, Trotsky retomó un criterio clásico del marxismo y lo contrapuso con la realidad soviética de ese momento, lo cual podemos sintetizar en dos puntos:

  1. La dictadura proletaria es un puente entre la sociedad burguesa y el socialismo, en la cual el Estado tenderá a extinguirse con la progresiva supresión de las diferencias de clase (postulado teórico de Marx y Engels).
  2. En la URSS cristalizó un “Estado burocrático”, el cual no tiene la menor intención de agonizar y, además, persiste la desigualdad social entre las clases sociales, incluso a lo interno del mismo proletariado (experiencia histórica concreta).

¿Cómo explicar, desde el marxismo revolucionario, que se produjera esa situación tan compleja e inesperada para los fundadores del comunismo?Para responder esta pregunta, Trotsky postuló el “doble carácter” del Estado soviético y, retomando los señalamientos de Lenina inicios de los años veinte, señaló que la URSS era un “Estado burgués sin burguesía”, pues,aunque se expropió a los capitalistas, en su seno prevalecían las normas de reparto burgués -particularmente con las diferencias salariales-, pero, al mismo tiempo, era socialista porque defendía la propiedad colectiva de los medios de producción. Así, concluyó, la fisonomía final de la URSS resultaría de la relación/tensión dinámica entre las tendencias burguesas y socialistas, lo cual se dirimiría en el terreno de la lucha de clases.

Asimismo, para Trotsky ese “doble carácter” de la URSS explicaba la contradicción entre el carácter estatizado de la propiedad que, aunque representaba una medida anticapitalista progresiva y era un punto de apoyo determinante para realizar la transición al socialismo, al mismo tiempo estaba bajo posesión de la burocracia estalinista a partir de su control del Estado:

La propiedad del Estado no es la de ´todo el pueblo  ́ más que en la medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado. Por el contrario, mientras el Estado soviético se eleva más sobre el pueblo, más duramente se opone, como el guardián de la propiedad, al pueblo dilapidador, y más claramente se declara contra el carácter socialista de la propiedad estatalizada.[9]

Este señalamiento de Trotsky es de suma importancia, pues deja en claro que no existe una relación mecánica –u objetiva- entre la expropiación capitalista con la transición al socialismo, dado que, entre ambos puntos del camino, median las relaciones políticas dentro de la esfera estatal. En otras palabras, no hay automatismo en la transición, pues, como el mismo Trotsky señaló, cuando se trata de una sociedad no capitalista “el carácter de la economía depende completamente del poder”[10].

En el caso soviético, este criterio remitía directamente a evaluar el peso de la burocracia y sus repercusiones socio-políticas en una formación social inédita y en desarrollo. Para Trotsky, el estalinismo era algo más que una simple burocracia, pues se transformó en la única capa social privilegiada y dominante en la URSS (es decir, expropió el poder a la clase obrera), a partir de lo cual estableció relaciones enteramente nuevas entre ella y las riquezas estatizadas de la nación.

Lo anterior, devino en una forma muy particular de diferenciación social, pues, aunque desde el punto de vista de la propiedad de los medios de producción no existía ninguna diferencia entre “el mariscal y la criada” o “el director del trust y el peón”, en los hechos la minoría privilegiada de la burocracia se apropiaba del trabajo ajeno, lo cual iba en detrimento de las condiciones de vida de las masas obreras y campesinas soviéticas.

Por todo lo anterior, para Trotsky el carácter social de la URSS aún no estaba resuelto por la historia y, antes que brindar una definición cerrada de su estructura social, la caracterizó como una sociedad intermedia entre el capitalismo y el socialismo, la cual estaba atravesada por enormes contradicciones por la gestión burocrática del poder. Esto lo sintetizó bajo la categoría de “Estado obrero degenerado”, con la cual pretendió reflejar el “doble carácter” de la URSS y los peligros que acechaban a la revolución, pues el estalinismo sentaba condiciones para el retorno del capitalismo, ya fuera directamente por una contrarrevolución burguesa–de la mano de la guerra imperialista que se avecinaba-, o por la necesidad de la burocracia de estabilizar sus privilegios sociales con la restauración de las relaciones de propiedad burguesas.

Desde nuestra perspectiva, esta categoría fue superada por la experiencia histórica (sobre eso profundizaremos más adelante), pero ilustra la riqueza metodológica de Trotsky por adecuar la teoría marxista a la realidad concreta para fundamentar la acción revolucionaria, lejos de las formas del pensamiento dogmático, tal como lo expuso en la parte final de La Revolución Traicionada:

En nuestro análisis tememos, ante todo, violentar el dinamismo de una formación social sin precedentes y que no tiene analogía. El fin científico y político que perseguimos no es dar una definición acabada de un proceso inacabado, sino observar todas las fases del fenómeno y desprender de ellas las tendencias progresistas y las reaccionarias, revelar su interacción, prever las diversas variantes del desarrollo ulterior y encontrar en esta previsión un punto de apoyo para la acción.[11]

¿Dónde está la burocracia?

Dar cuenta de la burocratización fue un primer paso para comprender el fenómeno. Pero explicarlo a fondo –e insistimos, en tiempo real- fue una tarea mucho más compleja, en la cual Trotsky hizo importantes avances, pero también adoleció de un “punto ciego”, tal como señala Artous.

De acuerdo a este autor, el revolucionario ruso tenía claro que la burocracia estructuró su poder desde el control mismo de la producción, pero, contradictoriamente, lo ignoró a la hora de medir sus consecuencias sobre el tipo de Estado que erigió el estalinismo. Por el contrario, situó la burocracia exclusivamente en la esfera de la distribución, asumiéndola como un factor externo a la organización de la producción y del trabajo. Para mayor claridad, veamos esta cita de Trotsky de un artículo de 1937, donde expuso esa caracterización:

Por el contrario, si la burocracia se vuelve más poderosa, autoritaria, privilegiada y conservadora, esto significa que en el estado de los trabajadores las tendencias burguesas crecen a expensas de las socialistas; en otras palabras, esa contradicción interior que hasta cierto punto se alberga en el estado de los trabajadores desde los primeros días de su aparición no disminuye como lo exige la ´norma`, sino que aumenta. Sin embargo, mientras esta contradicción no pase de la esfera de la distribución a la de la producción y no destruya la propiedad nacionalizada y la economía planificada, el estado continúa siendo un estado obrero.[12]

Trotsky definió a la burocracia como un “órgano burgués” dentro de la URSS, cuyo objetivo era defender el “derecho burgués” para resguardar los privilegios de una minoría. Esto era consecuencia del bajo desarrollo de la producción soviética, la cual no permitía satisfacer las necesidades de consumo de toda la población, pero sí alcanzaba para garantizar la existencia de una burocracia privilegiada. A causa de esto, se produjo una contradicción en la economía soviética, pues el crecimiento de la producción reforzó “los rasgos burgueses y no los socialistas del Estado”, lo cual, a su modo de ver, constituyó el punto de partida de la burocracia estalinista:

La autoridad burocrática tiene como base la pobreza de artículos de consumo y la lucha de todos contra todos que de allí resulta. Cuando hay bastantes mercancías en el almacén, los parroquianos pueden llegar en cualquier momento; cuando hay pocas mercancías, tienen que hacer cola en la puerta. Tan pronto como la cola es demasiado larga se impone la presencia de un agente de policía que mantenga el orden. Tal es el punto de partida de la burocracia soviética. ´Sabe` a quién hay que dar y quién debe esperar.[13]

Entonces, en la visión de Trotsky, la burocracia es un gendarme que surge en el mismo momento que se forman las colas, donde se posiciona como la autoridad del Estado que se encarga de “administrar”la desigualdad en provecho de una minoría; no presenta ningún vínculo directo con el control de los medios de producción y, en consecuencia, es un factor externo a la planificación económica.Aunque en varios pasajes del libro detalla los efectos nocivos de la burocracia dentro del mundo del trabajo, nunca establece una relación directa entre la burocratización y la organización de la producción, limitándose a denunciar las medidas autoritarias en la industria y señalar los límites de la “planificación administrativa”.[14]

En consecuencia, abordó el fenómeno de la burocratización desde los problemas de escasez y penurias materiales de la población; un enfoque muy reducido para explicar los desarrollos de una formación social tan específica como la URSS, donde se expropió al capitalismo y se proyectó una transición al socialismo (bloqueada por el estalinismo).

A raíz de esto, otros aspectos quedaron por fuera de su campo de visión, en particular uno muy importante a la hora de caracterizar las contradicciones de la sociedad soviética: la estatización no suprimió automáticamente la separación entre la clase obrera y los medios de producción.[15]

Según Artous, este “punto ciego” de Trotsky impidió que extrajera todas las conclusiones de su análisis; por ejemplo, ignoró la instauración del “despotismo de fábrica” en la URSS. Esta categoría fue planteada por Marx con relación al surgimiento del trabajo colectivo en el capitalismo, que, acompañado de la pérdida de propiedad en el sentido jurídico, devino en la separación entre las tareas de concepción y organización del trabajo con respecto a las de ejecución, dando como resultado una jerarquización del proceso laboral.

Algo similar sucedió en la URSS, donde la burocracia se erigió como la “inteligencia universal” de un Estado que controlaba todos los medios de producción y, por consecuencia, de la organización del trabajo, el cual reglamentó bajo formas burguesas de explotación. La estatización no generó automáticamente el control obrero sobre las industrias y, por el contrario, sí reprodujo variantes de poder similares al despotismo de fábrica.

Trotsky expuso muchos de esos aspectos en su investigación; denunció que la burocracia aguijoneaba a los obreros en las fábricas, a pesar de lo cual el rendimiento del trabajo era sumamente bajo, por lo cual reintrodujo el trabajo a destajo (llamado movimiento Stajanov), al cual calificó como un “sistema de superexplotación sin coerción visible” creado por los capitalistas y adoptado por el Kremlin. A pesar de eso, al momento de generalizar la situación de la clase obrera dentro de la URSS, calificó la apropiación del plustrabajo social por parte de la burocracia como una forma de expoliación, es decir, una extracción parasitaria y no sistemática:

Si traducimos, para expresarnos mejor, las relaciones socialistas en términos de Bolsa, los ciudadanos serían los accionistas de una empresa que poseyera las riquezas del país (…) Los ciudadanos, sin embargo, participan en la empresa como accionistas y como productores (…)Los ingresos teóricos de un ciudadano se forman, pues, de dos partes: a + b, el dividendo más el salario (…) Mientras que el peón no recibe más que b, el salario mínimo que recibiría en idénticas condiciones en una empresa capitalista, el estajanovista y el funcionario reciben 2a + b, o 3a + b, y así sucesivamente (…) En otras palabras, la diferencia de los ingresos no sólo está determinada por la simple diferencia del rendimiento individual, sino por la apropiación enmascarada del trabajo de otros. La minoría privilegiada de los accionistas vive a costa de la mayoría expoliada.[16]

¿Por qué Trotsky designó la “apropiación enmascarada del trabajo de otros” como una forma de expoliación y no de explotación? La respuesta más explícita la encontramos en un texto posterior, donde expuso que, si fuese explotación en el “sentido científico del término”, eso implicaría que la burocracia tendría un “futuro histórico como clase dirigente indispensable de un sistema dado de economía”; por ese motivo, insistió en calificarlo como un “parasitismo merodeador”. [17]

Opinamos diferente a Trotsky en este aspecto, para lo cual contamos con la ventaja de la distancia histórica, gracias a la cual podemos valorar el desarrollo de la URSS bajo el control del estalinismo hasta finales del siglo XX. En una sociedad en transición al socialismo persiste el “principio de explotación”, pues el trabajo aún es una mercancía que se intercambia por un salario; el desarrollo de las fuerzas productivas no puede garantizar que, a cada persona, se le asigne una porción de la riqueza social según sus necesidades, por lo cual la distribución se rige bajo los criterios del derecho burgués. Pero, a diferencia de lo que acontece bajo el sistema capitalista, la extracción del plusvalor es un tributo colectivo y consciente, el cual está en función del progreso general de la clase obrera y al servicio de consumar la transición, por lo cual se transforma en una autoexplotación o explotación mutua.[18]

Ahora bien, esto varió en la URSS tras el ascenso y consolidación del estalinismo, lo cual dio paso a la instauración de una nueva forma de explotación –no orgánica y sumamente inestable- al servicio de la acumulación burocrática, la cual se extendió por más de medio siglo tras el asesinato de Trotsky, indicador de que fue un fenómeno mucho más profundo y sistemático que un “parasitismo merodeador”.

III

ESTADO OBRERO DEGENERADO: UNA CATEGORÍA SUPERADA POR LA EXPERIENCIA HISTÓRICA

Con la definición de Estado obrero degenerado, Trotsky trató de restituir la dinámica particular de la URSS en el plano de la teoría marxista. Retomó la formulación que Lenin planteó en los años veinte cuando definió al Estado soviético como obrero, pero con deformaciones burocráticas debido al atraso heredado por el zarismo y el capitalismo ruso. A criterio de Trotsky, esas deformaciones que, en tiempos de Lenin eran una “reliquia” del pasado, entrados los años treinta mutaron a partir de nuevas condiciones históricas desfavorables para la revolución, transformándose en un “tremendo factor histórico” que provocó la degeneración del Estado obrero.[19]

En razón de lo anterior, actualizó la definición de Lenin con la formulación de Estado obrero degenerado, dando cuenta de la profundización de la burocratización en la URSS. Esto lo hizo sin dejar de lado que era una categoría abierta y dinámica debido a la inestabilidad del régimen estalinista, pues nunca consideró que la burocracia fuese una capa social “portadora de historia” con posibilidad de consolidar un modo de producción, un atributo que relacionaba directamente con una clase social estructurada económicamente y con capacidad de construir hegemonía,como la burguesía o el proletariado.[20]

Aunado a esa concepción teórica, recordemos que, desde mediados de los años treinta, Trotsky pronosticó que se aproximaba una nueva guerra mundial; un evento que desencadenaría una situación mundial de crisis y revoluciones, donde apostaba a la caída del estalinismo producto de una revolución política (o la restauración burguesa por la vía de una contrarrevolución fascista).

En este marco, la definición de Estado obrero degenerado cumplía una funcionalidad política determinante en ese momento, pues, a la vez que daba cuenta de la “monstruosa degeneración” acaecida bajo el estalinismo, también reconocía la vitalidad de una revolución social colosal y de dimensiones históricas, cuyo Estado –a pesar de la degeneración estalinista- aún era un instrumento de la clase obrera, lo cual preparaba las condiciones para luchar por una “genuina emancipación de los trabajadores” y liquidar a la burocracia y la desigualdad social.[21]

Por ello, Trotsky fue muy cauteloso a la hora de abordar las implicaciones de la burocratización sobre el carácter del Estado soviético; no podía aventurarse a brindar definiciones cerradas, las cuales enterraran una revolución que aún podía estar viva y, de esta manera, desubicar políticamente a la Oposición de Izquierda (y posteriormente a la IV Internacional).Recalcó  que no era fetichista con respecto a la teoría y, por el contrario, sostuvo que debía actualizarse si así lo exigieran los hechos históricos, pero -recordando la “experiencia lamentable de los viejos revisionistas” de la II Internacional- insistió en que era necesario “sopesar en nuestras mentes diez veces más la antigua teoría y los nuevos hechos antes de atrevernos a formular una nueva doctrina”.[22]

Dicho lo anterior, ¿qué balance se puede hacer de la definición de Trotsky de la URSS como un Estado obrero degenerado? Fue correcta en tanto procuró caracterizarla involución del Estado obrero soviético a manos de la burocracia, pero fue rápidamente superada por la experiencia histórica con el salto cualitativo de la contrarrevolución estalinista a finales de los años treinta y durante la segunda guerra mundial, lo cual provocó un cambio en el carácter social de la URSS, la cual se transformó en un Estado burocrático.Si bien desde una perspectiva de “larga duración” atinó en que el estalinismo no podría garantizar un modo de producción estable, también es cierto que, tras el asesinato de Trotsky en 1940, la burocracia continuó al frente de la URSS por otros cincuenta años.

Lo anterior, invita a revisar los análisis y pronósticos de Trotsky en torno al estalinismo, pues no fue un fenómeno tan efímero como lo visualizó en los años treinta; su inviabilidad histórica no anuló su desarrollo político a lo largo del siglo XX.[23]

La segunda guerra mundial y el fortalecimiento del estalinismo

Empecemos señalando un aspecto histórico: la segunda guerra mundial (1939-1945) fue muy diferente a lo previsto por Trotsky, que, seguramente, tenía en mente un conflicto similar a la primera guerra mundial (1914-1918). Ambas guerras estallaron por la pugna entre las potencias imperialistas para redefinir la hegemonía mundial; pero las similitudes llegan hasta ahí, pues la segunda fue en extremo compleja, debido a la confluencia de varios tipos de conflictos a escala nacional o regional. Por eso, al mismo tiempo que fue una contienda inter-imperialista (definición principal), también contuvo guerras de liberación nacional -o movimientos de resistencia- contra la ocupación nazi, que, en algunos casos, dieron paso a revoluciones sociales anticapitalistas (como sucedió en Yugoeslavia).

Con respecto a la URSS sucedió algo muy particular, pues la Alemania nazi desató una guerra de exterminio a partir de 1941,librando un genocidio contra los pueblos que encontraron en su avance en el Este europeo y el territorio soviético. Esta masacre industrializada, sustentada en la idea nazi de conquistar el Lebensraum-el “espacio vital” del pueblo alemán-, jugó a favor del estalinismo, pues bloqueó la posibilidad de que las tropas nazis concertaran acuerdos con sectores opositores a la burocracia en las repúblicas soviéticas, lo cual restó puntos de apoyo a la guerra anticomunista de Hitler.[24]

Producto de lo anterior, el “Ejército Rojo” estalinista se transformó en la única opción de resistencia ante la barbarie nazi y su guerra de exterminio para cientos de millones de personas en el Este europeo y las repúblicas soviéticas, lo cual potenció la contraofensiva militar de la URSS y la victoria en Stalingrado, batalla que marcó el inicio del retroceso militar del ejército nazi y dio paso a un ascenso revolucionario internacional. Fue una conquista histórica para la humanidad, pero, contradictoriamente, librada en clave nacionalista y no socialista por la burocracia soviética que, en adelante, consolidó su poder al frente de la URSS e, incluso, extendió las relaciones de producción burocráticas a los países del Este europeo, donde inicialmente fueron recibidos como libertadores, aunque a la postre expoliaron a los países del Glacis e instauraron regímenes autoritarios a su imagen y semejanza.[25]

En suma, Trotsky atinó en su pronóstico del advenimiento de una nueva guerra mundial desde mediados de los años treinta, pero la misma presentó una dinámica muy compleja e inesperada, dando como resultado un fortalecimiento del estalinismo como dirección política de la URSS y del “movimiento comunista”internacional. Su asesinato en agosto de 1940, impidió que pudiera actualizar su análisis de la guerra y dar cuenta de las tendencias contradictorias que surgieron durante su desarrollo, las cuales depararon una situación muy diferente a la prevista inicialmente, pues el estalinismo consolidó su poder y conquistó un prestigio enorme entre el movimiento de masas internacional. Ambos factores posibilitaron la persistencia de la burocracia por varias décadas más, aunque fuese sobre la base de un sistema de explotación inestable y no orgánico de la clase obrera.

Complejidades en la caracterización social de la URSS

En términos generales, los análisis de Trotsky sobre la estructura social de la URSS se caracterizaron por ser dinámicos y profundamente dialécticos. Es el caso de La revolución traicionada, en la cual rehusó dar definiciones cerradas y, por el contrario, remarcó que,el carácter social de la URSS, estaba sujeto a los desarrollos de la lucha de clases a nivel nacional e internacional. Eso dota al libro de una enorme riqueza teórica y metodológica, amén de que contenga algunos “puntos ciegos”, tal como expusimos anteriormente.

A pesar de eso, en varios de sus artículos presenta ángulos contradictorios –algo comprensible en una obra en constante desarrollo-, principalmente a la hora de sopesarla compleja relación entre el fundamento económico y la superestructura político-revolucionaria.

Por un lado, Trotsky fue categórico al señalar que no existía ningún automatismo en la transición al socialismo y, con mucha agudeza, mantuvo que, para avanzar en esa ruta, era preciso la interrelación de tres elementos: la planificación estatal, el mercado y la democracia soviética.[26]Con esta formulación, dejó en claro que, mientras la burocracia estalinista estuviera en el poder, era imposible que la economía de la URSS tuviera una orientación correcta, pues el “subjetivismo burocrático” –es decir, el repudio de las causas objetivas y la imposición de metas voluntaristas en los planes quinquenales- socavaba la relación armónica de esos tres elementos, lo cual generaba desproporciones entre las ramas económicas.[27]Es un enfoque donde estructura y superestructura sostienen un vínculo estrecho en la fase de transición.

Por otra parte,Trotsky fue muy cauteloso a la hora de precisar los efectos inmediatos de la contrarrevolución estalinista sobre el Estado soviético, pues no quiso aventurar caracterizaciones que dieran por muerta la revolución y, con ello, desubicar a la Oposición de Izquierda (un razonamiento que nos parece sensato y políticamente correcto para el momento).Por tal motivo, hasta el momento de su muerte sostuvo que la URSS era un Estado obrero degenerado, producto de la imposición del régimen burocrático sobre una estructura social fundada en las conquistas anticapitalistas de la revolución, tal como expuso en un artículo de 1935:

En el lapso que se extiende desde la conquista del poder hasta la disolución del estado obrero en la sociedad socialista las formas y métodos del gobierno proletario pueden sufrir marcados cambios, determinados por el curso interno y externo de la lucha de clases (…) es correcto hablar de la dictadura personal de Stalin. Pero esta usurpación pudo realizarse y mantenerse sólo porque el contenido social de la dictadura de la burocracia está determinado por las relaciones productivas creadas por la revolución proletaria. En este plano podemos decir muy justificadamente que la dictadura del proletariado encontró su expresión distorsionada pero indudable en la dictadura de la burocracia.[28]

Esta cita evidencia el “punto ciego” de Trotsky, que, al considerar a la burocracia como un factor externo a la producción y circunscrita a la esfera de la distribución, no se percató de la transformación radical que experimentaron las “relaciones productivas creadas por la revolución proletaria” bajo el estalinismo. A raíz de eso, por momentos disoció en extremo la base económica del régimen político y, peor aún, estableció una relación distorsionada entre la dictadura de la burocracia y la del proletariado. Eso constituye un error grosero en su análisis, pues ignoró un factor decisivo para un Estado que se reclama obrero: la imposición del absolutismo burocrático se hizo a costa de la expropiación política del proletariado, el cual en los hechos perdió el poder sobre “su” Estado y quedó sometido a los mandatos de una casta que controló el aparato estatal como si fuera su propiedad privada.

Más allá de ese error, Trotsky nunca perdió el abordaje dialéctico del fenómeno de la burocratización, lo cual reflejó en la forma dinámica en que asumió sus caracterizaciones. En ese mismo artículo que acabamos de citar dio muestra de eso, pues, a la vez que definió a la URSS como un Estado obrero a pesar del régimen estalinista, fue categórico al señalar que eso configuraba una situación profundamente inestable, ya que era imposible construir el socialismo sin la unidad de la base económica con el poder socialista. Además, insistió que esa contradicción se resolvería en el corto plazo, dado que preveía la inminente caída del estalinismo:

El inevitable colapso del bonapartismo stalinista cuestionará inmediatamente el carácter de estado obrero de la URSS. Una economía socialista no se puede construir sin un poder socialista. El destino de la URSS como estado socialista dependerá del régimen político que surja para reemplazar al bonapartismo stalinista.[29]

Con esta formulación Trotsky restableció la unidad entre la economía y el poder político, aunque la proyectó para un futuro cercano, concretamente ante las perspectivas revolucionarias que contraería la nueva guerra mundial (lo cual explicamos en el acápite anterior). Desde esa postura articuló su análisis del estalinismo que, aunque dinámico e innovador, también tuvo contradicciones, siendo que, en unas ocasiones priorizó las relaciones de propiedad para determinar el carácter social de la URSS, pero, al mismo tiempo, señaló que las contradicciones generadas por el régimen burocrático eran incompatibles con el mismo Estado obrero como tal.

Este brevísimo recorrido expone la complejidad que representó caracterizar un proceso de tales dimensiones históricas en tiempo real, ante lo cual Trotsky siempre fue muy precavido y adecuó sus caracterizaciones a los cambios en la situación concreta; una tarea compleja por encontrarse en el exilio, la escasez de información veraz por la manipulación de las estadísticas por parte del estalinismo y, también, por el virtual exterminio de la militancia de Oposición de Izquierda en la URSS. En todo caso, desde nuestro punto de vista hay un elemento que se desprende al estudiar sus textos sin anclarse en ningún dogmatismo: en su análisis la categoría de Estado obrero degenerado es altamente inestable y, por tanto, transitoria, pues nunca previó que pudiera consolidarse como una forma de régimen para una sociedad en transición al socialismo.

La pelea contra los anti-defensistas condicionó la discusión sobre la URSS

A lo anterior, se sumaron las peleas que Trotsky libró contra sectores anti-defensistas, lo cual condicionó algunos de sus textos sobre la naturaleza social de la URSS, pues,en el marco del debate, jerarquizó excesivamente las relaciones de propiedad como criterio de caracterización.

Este énfasis es recurrente en los años treinta, lo cual coincide con el salto en calidad que experimentó el proceso de burocratización y, en consecuencia, cuando se hizo más patente la barbarie que contrajo la contrarrevolución estalinista. Por ejemplo, durante esa década se produjo la hambruna (1932-1933) derivada de la colectivización forzosa en el campo, la cual se cobró la vida millones de personas (las estimaciones varían entre cuatro y seis millones de muertes); también, tuvo lugar el “Gran Terror” (1936-1938), una campaña de purgas donde la burocracia exterminó a toda la “vieja guardia” bolchevique, los sectores de oposición y a un gran número de obreros y campesinos en razón de su nacionalidad o procedencia étnica.[30] A todo eso, se sumaron las traiciones del estalinismo en el extranjero, como sucedió en la guerra civil española (1936-1939), la cual fue precedida por la orientación ultraizquierdista en Alemania que, al bloquear el frente único con la socialdemocracia, dividió a la clase obrera y allanó el camino para el ascenso al poder del nazismo en 1933.

En ese contexto, en los años treinta surgieron muchos grupos “comunistas disidentes” en Europa, los cuales rechazaron la tutela de Moscú, pues consideraron que el estalinismo traicionó los ideales de la revolución bolchevique.[31]Pero el anti-estalinismo no fue sinónimo de claridad política y estratégica; por lo general, esos grupos disidentes formularon especulaciones desequilibradas y peligrosas. Fue el caso de sectores izquierdistas[32] que, a partir de los exacerbados rasgos autoritarios y sanguinarios del estalinismo, caracterizaron que la URSS mutó hacia una variante de capitalismo de Estado similar al fascismo; en función de ese análisis asumieron una postura anti-defensista, es decir, rechazaron defender a la Unión Soviética en caso de que se produjera una agresión militar por parte del imperialismo, escenario altamente probable ante la inminencia de la segunda guerra mundial.

Trotsky se opuso rotundamente a los anti-defensistas (una posición totalmente correcta), pero, al calor del debate, “dobló el palo” en exceso hacia los criterios objetivos para caracterizar la formación social soviética bajo el estalinismo.[33]Esto resultó evidente en el proyecto de tesis sobre la cuestión rusa de 1931, donde planteó como un “deber elemental e indiscutible de todo obrero revolucionario” la defensa de la URSS ante eventuales ataques imperialistas y de la contrarrevolución a lo interno del país, a la vez que cerró toda posibilidad para que las tendencias izquierdistas adhirieran a la Oposición de Izquierda Internacional. Además,para rebatir la caracterización de la URSS como una variante de capitalismo de Estado con rasgos fascistas, enfatizó en las relaciones de propiedad para dar cuenta de las especificidades del régimen social soviético:

El carácter social de un régimen social está determinado, sobre todo, por las relaciones de propiedad. La nacionalización de la tierra, de los medios de producción industrial y de intercambio, con el monopolio del comercio exterior en manos del estado, constituyen los fundamentos del orden social de la URSS.[34]

Es un enfoque unilateral, con el cual Trotsky soslayó la centralidad del factor político en la transición, es decir, la democracia soviética como mecanismo primordial para garantizar el ejercicio real del poder por parte de la clase obrera. Si bien esta definición no se corresponde con el conjunto de su elaboración teórica -principalmente con sus posiciones más acabadas en La revolución traicionada-, en ese momento le resultó útil para diferenciarse de los izquierdistas y, de esta forma, darle un fundamento más sólido a su política defensista de la URSS. Junto con eso, para el momento en que Trotsky publicó ese documento (abril de 1931), todavía faltaba recorrido para que la contrarrevolución estalinista modificara el carácter social del Estado soviético, lo cual consideramos cristalizó para finales de esa década (este punto lo veremos más adelante).

Posteriormente, este debate se replicó en una escala mayor en las filas de la IV Internacional, pues una minoría dentro del Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos,se declaró anti-defensista y, aunque su postura partía de una denuncia correcta del carácter contrarrevolucionario de la firma del pacto Ribbentrop-Mólotov y la invasión a Polonia, erróneamente concluyeron que no había que defender a la URSS en caso de un eventual enfrentamiento militar con otras potencias imperialistas.[35]

Junto con esto, los anti-defensistas del SWP caracterizaron que la URSS dejó de ser un Estado obrero y se transformó en una variante del colectivismo burocrático. Esta tesis fue formulada originalmente por Bruno Rizzi, para quien el socialismo resultó un proyecto fallido –una especie de utopía emancipadora- porque la clase obrera fue incapaz de erigirse como clase dirigente y establecer un nuevo orden social, por lo cual el capitalismo sería sucedido por una nueva forma de dominación clasista y no por una sociedad sin explotación. Eso dio como resultado una perspectiva histórica profundamente escéptica, en la cual se combinaba la desmoralización ante la contrarrevolución estalinista con un fatalismo histórico donde era imposible –y absurdo- luchar por construir el socialismo.

En el fondo, los anti-defensistas reflejaban la presión de la opinión pública burguesa imperialista en los Estados Unidos contra la revolución rusa, ante la cual capitularon y eso dio paso a una progresiva ruptura con el marxismo revolucionario.

Lo anterior, desató un fuerte intercambio de Trotsky con los dirigentes de la fracción anti-defensista (Burham, Abern y Shachtman), a los cuales recriminó que relegaban a un segundo plano un hecho objetivo determinante: la URSS era una formación social no capitalista producto de una revolución social colosal y, aunque para ese entonces eran notables los efectos de la contrarrevolución estalinista, era un proceso en pleno desarrollo que aún no estaba consumado. Esos textos posteriormente se publicaron bajo el título de En defensa del marxismo[36], con el problema de que, en algunos pasajes de la obra, Trotsky nuevamente abordó el carácter social de la URSS a partir de las relaciones de propiedad y, por ende, desvinculó mucho la economía de la política:

¿Qué significa ´Estado obrero degenerado` en nuestro programa? (…) el sistema de la economía planeada, sobre los fundamentos de la propiedad estatal de los medios de producción, se ha conservado, y continúa siendo una conquista colosal de la humanidad(…) Por eso, basamos nuestra política primero y por encima de todo, sobre nuestro análisis de las formas de propiedad y de las relaciones de clase. Un análisis más detallado y concreto de los factores de la ´super-estructura`, sólo es posible para nosotros sobre esa base teórica.[37]

Al darle primacía a la nacionalización de los medios de producción para caracterizar socialmente a la URSS, Trotsky dio la impresión de confundir estatización con Estado obrero a contramano de su abordaje en La revolución traicionada y en otros textos de los años treinta, donde reiteró que la expropiación del capitalismo – una medida anticapitalista progresiva y necesaria- no daba paso a una transición automática hacia el socialismo.De hecho, en algunos pasajes relegó el análisis crítico de la planificación estalinista, la cual se limitó a calificar como “un sistema de economía planeada” y, más adelante, reiteró que, “en último análisis, a través de los intereses de la burocracia, en una forma retorcida, se reflejan los intereses del Estado obrero.”[38]

Diferimos totalmente de esta afirmación, pues soslaya que la planificación de la URSS estuvo al servicio de la acumulación burocrática y, por tanto, se hizo sobre las espaldas de la clase obrera, bloqueando la transición al socialismo (un hecho que contradice el supuesto carácter “obrero” de dicho Estado). Por lo demás, en este punto Trotsky se contradijo con lo que planteó en otros artículos sobre la economía soviética, por ejemplo, cuando señaló que, el elemento central de verificación del plan, se realizaba a partir de los músculos y los nervios de los obreros y el estado de ánimo político de los campesinos.[39]

Asimismo, en ciertos tramos Trotsky disoció en extremo la relación entre política y economía en el marco de un Estado obrero en transición al socialismo, relativizando el tipo de régimen correspondiente a la dictadura del proletariado, como si fuera un Estado burgués donde la economía se reproduce de forma automática y, por tanto, las formas del régimen político son más dúctiles (sobre eso profundizaremos a continuación).

Como apuntamos previamente, en este punto Trotsky tuvo idas y venidas, aunque siempre fue muy balanceado a la hora de utilizar la noción de Estado obrero degenerado como un fenómeno altamente inestable y transitorio; pero, bajo la presión de la polémica con los anti-defensistas del SWP, en varias cartas se inclinó excesivamente hacia los factores objetivos para defender el carácter obrero de la URSS, con el inconveniente de que fue asesinado poco después de escribirlas y, por tanto, no tuvo tiempo de corregir algunas extrapolaciones en sus afirmaciones antes de que fueran publicadas. Lastimosamente, los textos de En defensa del marxismo fueron muy difundidos dentro del movimiento trotskista –facilitado por su exposición esquemática y breve-, lo cual marcó mucho la visión del proceso de burocratización y del estalinismo en particular.

 


[1] Durante gran parte de la batalla contra la burocracia estalinista, el movimiento articulado alrededor de Trotsky se consideró como una fracción dentro del Partido Comunista y de la III Internacional, por lo cual adoptaron el nombre de Oposición de Izquierda para el caso de la URSS y Oposición de Izquierda Internacional en tanto centro coordinador de las agrupaciones en otros países, cuyo objetivo era reformar el régimen político impuesto por la burocracia. Esto varió cuando se produjo el ascenso al poder de Hitler en 1933 sin ningún tipo de resistencia desde el PC alemán -por la política ultraizquierdista del estalinismo-; ante esa derrota histórica, Trotsky concluyó que era necesario impulsar una nueva internacional y, en consecuencia, formalizar la ruptura con los partidos comunistas en cada país, lo cual daría paso a la conformación de la Liga Comunista Internacional y, posteriormente, de la IV Internacional en 1938, con la tarea explícita de luchar por la revolución política en la URSS –destruir el régimen burocrático y mantener las bases sociales creadas por la revolución de Octubre- y la revolución socialista en los países capitalistas.

[2] De acuerdo a Rousset, la colectivización forzosa y el giro industrializador se produjo tras la ruptura del acuerdo con el ala derecha de Bujarin, por lo cual el gobierno de Stalin perdió el apoyo del campo. Ante esto, la burocracia comprendió que, la única forma de mantener el poder político en adelante, era apropiándose de todo el proceso económico y, de esta forma, desarrollar la industria estatal (bastante mermada por la guerra civil y la NEP) y ampliar la base social del régimen. En este contexto, Stalin desató una guerra en el campo para colectivizar en cuestión de meses las tierras, lo cual provocó una serie de rebeliones campesinas y hambrunas en varias zonas del país –particularmente en Ucrania-. Ver ZbigniewKowalewski, Cómo se formaron y funcionaron las relaciones de explotación en el bloque soviético, en https://vientosur.info/como-se-formaron-y-funcionaron-las-relaciones-de-explotacion-en-el-bloque-sovietico/  (Consultada el 15 de diciembre de 2021).

[3] Más adelante analizaremos el debate de Trotsky con los anti-defensistas, lo cual –a nuestro modo de ver- condicionó algunos de sus textos a darle excesiva primacía a las relaciones formales de propiedad para determinar el carácter social de la URSS estalinista. Para profundizar sobre el debate con los capituladores al giro ultraizquierdista de Stalin, recomendamos la lectura de Deutscherismo y estalinismode Roberto Sáenz.

[4]León Trotsky, La Revolución Traicionada (Fundación Federico Engels: Madrid, 2001), 40. Un caso excepcional fue el libro de André Gide, Regreso de la URSS (1936), el cual tuvo un enorme impacto en el mundo cultural francés, por constituir la primera obra crítica de la URSS de un reconocido escritor de izquierda (fue brevemente simpatizante comunista). Entre otras cosas, Gideexpuso las enormes colas de la población trabajadora ante las tiendas para conseguir productos básicos, denunció la represión cultural y la persecución contra las personas homosexuales. Este libro le valió un fuerte rechazo y ataques por parte del estalinismo francés.

[5]AntoineArtous, “Trotsky y el análisis de la URSS”, en https://izquierdaweb.cr/teoria/trotsky-y-el-analisis-de-la-urss/ (Consultada el 05 de diciembre, 2021).

[6] Carlos Marx, “La guerra civil en Francia”, tomo II, Obras escogidas en tres tomos (Editorial Progreso: Moscú, 1976), 233-236. Entre los aspectos que Marx destacó, podemos mencionar los siguientes: la conformación de la Comuna a partir de los consejeros municipales electos por sufragio universal en sus distritos; la unidad del poder ejecutivo y legislativo en dicho organismo; la revocabilidad inmediata de los representantes electos; la supresión de los privilegios económicos por ejercer cargos públicos, los cuales serían remunerados con salarios de obreros; supresión del ejército y policía permanentes; entre otros.

[7] Lenin remarcó que, uno de los principales errores de la Comuna, fue la “excesiva magnanimidad del proletariado”, en referencia a su reticencia de lanzar una ofensiva militar contra el gobierno contrarrevolucionario atrincherado en Versalles, lo cual facilitó que éste se reorganizara y, posteriormente, desatara una masacre contra la clase obrera parisiense. Asimismo, cometió el error de no proceder con la “expropiación de los expropiadores” (por ejemplo, la Comuna no tomó los bancos). A todo eso, se sumó el aislamiento de la Comuna con respecto al resto del país, lo cual debilitó las posibilidades de éxito de la insurrección en París. Ver Vladimir Lenin, Enseñanzas de la Comuna, en https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1908/marzo/23.htm (Consultada el 30 de marzo).

[8] En el caso de Lenin, percibió el problema en sus etapas iniciales y se dispuso a enfrentarlo, pero murió prematuramente en enero de 1924. Por su parte, Trotsky pudo apreciar el desarrollo del estalinismo hasta 1940.

[9] Trotsky, La Revolución Traicionada…, 203. A propósito de esta cita, es necesario recordar que, desde un punto de vista finalista, el marxismo es profundamente anti-estatista, pues el objetivo de la lucha por el comunismo es la supresión de las clases sociales y, por ende, la extinción del Estado en tanto aparato represivo de una clase dominante.

[10] Ídem. 202.

[11] Ídem. 215.

[12] León Trotsky, ¿Ni un Estado Obrero ni un Estado Burgués?, en  https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro5/T09V113.htm (Consultada el 25 de enero de 2022).

[13] Trotsky, La Revolución Traicionada…, 118.

[14] Ídem. 88.

[15]Artous, Trotsky y el análisis de la URSS.

[16]Trotsky, La Revolución Traicionada…, 205.

[17] León Trotsky, En defensa del marxismo (El Yunque Editorial: Buenos Aires, 1972), 5-6.

[18] Roberto Sáenz, “La dialéctica de la transición socialista”, Socialismo o Barbarie n° 25(2011), 144-146.

[19]Trotsky, ¿Ni un Estado Obrero ni un Estado Burgués?Entre las condiciones adversas que afrontó la URSS figuran la extenuante guerra civil, la derrota de revoluciones europeas –en particular la alemana- y el consecuente aislamiento del Estado soviético.

[20]Denis Berger, “Sobre los estados antiobreros”, en La naturaleza de la URSS (Editorial Fontamara: Barcelona, 1978), 95-97.

[21] León Trotsky, El estado obrero, termidor y bonapartismo, en https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro4/T06V127.htm  (Consultada el 25 de enero de 2022).

[22]Trotsky, ¿Ni un Estado Obrero ni un Estado Burgués?Lastimosamente, la mayoría de corrientes trotskistas se tornó fetichista con relación a las definiciones abiertas de Trotsky sobre el carácter social de la URSS, las cuales asumieron de forma dogmática y, por tanto, rehusaron contrastarlas ante los hechos desde la segunda posguerra hasta la actualidad.

[23]Al respecto, es útil recordar el debate de Lenin con el izquierdismo sobre la vigencia de la democracia burguesa, en el cual señaló que, si bien desde la perspectiva histórica ésta había sido superada por la experiencia de la democracia obrera en los Soviets, no sucedía lo mismo con respecto al tiempo de la política, pues aún era vigente para la enorme mayoría de la clase obrera mundial y, por tanto, era necesario que las organizaciones revolucionarias no asumieran una posición anti-electoral sectaria e infantil. Esta dualidad –o desincronización- entre la temporalidad histórica y la política, nos parece útil para comprender la persistencia del estalinismo por siete décadas (si datamos su origen a mediados de los años veinte del siglo XX), un desarrollo contradictorio para un fenómeno sin viabilidad en la larga duración.

[24] Roberto Sáenz, “Causas y consecuencias del triunfo de la URSS sobre el nazismo”, Socialismo o Barbarie n° 27 (2013), 226-238. Sobre el malestar entre la población soviética hacia el gobierno de Stalin –particularmente en el campo- en los años treinta, sugerimos la lectura de nuestro artículo A propósito de «Terror y utopía»: Estalinismo, planificación burocrática y terror.

[25] Sobre el avance del Ejército Rojo estalinista en Europa del Este, las expectativas que generó entre sectores del movimiento obrero y la política de clausura de todo rasgo de independencia política de la clase obrera en los países ocupados, sugerimos la lectura de nuestro ensayo Democracias populares y resistencia obrera: una aproximación histórica a los Estados burocráticos del Glacis (1945-1956).

[26] León Trotsky, La economía soviética en peligro, enhttps://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro2/T03V218.htm (Consultada el 25 de enero del 2022).

[27] León Trotsky, La degeneración de la teoría y la teoría de la degeneración. Problemas del régimen soviético, en https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro3/T04V212.htm (Consultada el 25 de enero de 2022).

[28]León Trotsky, El estado obrero, termidor y bonapartismo. En https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro4/T06V127.htm  (Consultada el 25 de enero de 2022).

[29]León Trotsky, El estado obrero, termidor y bonapartismo. En https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro4/T06V127.htm  (Consultada el 25 de enero de 2022). Este texto es de 1935, por lo que Trotsky todavía se refiere a la URSS como un Estado obrero; el calificativo “degenerado” lo incorporó en La revolución traicionada en 1937. Tiene una enorme riqueza metodológica, pues su eje es actualizar la caracterización del estalinismo como fenómeno contrarrevolucionario y dar cuenta de un error en la caracterización previa, lo cual Trotsky explica a partir de la constante evolución del proceso de degeneración estalinista, ante lo cual la actitud marxista es estudiar, corroborar hipótesis a la luz de la experiencia y rectificar cuando sea necesario. Desde nuestra corriente asumimos este “consejo” de Trotsky y, por eso, no repetimos como loros sus caracterizaciones sobre un fenómeno que se extendió por medio siglo luego de su asesinato.

[30] Karl Schögel, Terror y Utopía. Moscú en 1937 (Barcelona: Acantilado, 2014), 120-140 y 725-778. De acuerdo a este autor, entre 1937 y 1938 murieron dos millones de personas a consecuencia del “Gran terror”: unas 700 mil por fusilamientos y el resto por las pésimas condiciones en los campos de concentración y las prisiones. Porcentualmente, eso significó que, el 1,66% de la población soviética entre los 16 y 69 años fue arrestada, mientras que, un 0,72%, resultó asesinada; una verdadera masacre para un país que no estaba en guerra.

[31] Andy Durgan, Comunismo, revolución y movimiento obrero en Cataluña 1920-1936. Los orígenes del POUM (Laertes, Barcelona: 2015), 16-19.

[32] El izquierdismo –también denominado ultraizquierdismo- fue una tendencia dentro del movimiento revolucionario europeo –particularmente en Alemania- que tomó fuerza tras el triunfo de la revolución rusa en 1917. Broué la definió como una corriente que pretendía forzar el curso de los acontecimientos, rechazaba cualquier tipo de compromiso, pregonaba un maximalismo simplista y un utopismo impaciente.  Lenin y Trotsky confrontaron las tendencias izquierdistas en el seno de la III Internacional, las cuales impulsaron la estrategia de la ofensiva permanente que condujo a fuertes derrotas a los jóvenes partidos comunistas. Pierre Broué, Revolución en Alemania (1917-1923) Tomo II (Ediciones IPS: Buenos Aires, 2020), 293-313.

[33] Toni Cliff, en su brillante trabajo sobre Lenin, explicó el estilo polémico del revolucionario ruso con la frase “doblar el palo”: asirse del eslabón más débil de la cadena en determinada coyuntura, sobre el cual golpeaba como un martillo para ganar la lucha de ese momento y, superado el problema, “doblar el palo” hacia otro asunto relevante en la nueva situación. Era un método efectivo para ganar batallas concretas, pero también dio paso a ciertas formulaciones unilaterales (algo que Lenin aceptó, por ejemplo, con partes del ¿Qué hacer?). Por ese motivo, señala que, cuando se cita a Lenin en temas de táctica y organización, es necesario explicar a qué problemas concretos se enfrentaba en ese momento. El mismo criterio aplica con Trotsky, en particular cuando se trata de la caracterización social de la URSS y la teoría del Estado, terreno en el cual se vio presionado por los anti-defensistas en varias ocasiones durante los años treinta, ante lo cual “dobló el palo” hacia las relaciones de propiedad. La gran mayoría de corrientes trotskistasobvian ese aspecto y, por el contrario, se conforman con recitar fragmentos de sus textos sin reparar en el contexto de los debates.

[34] Trotsky, Problemas del desarrollo de la URSS.

[35] Producto de dicho pacto, la URSS y la Alemania nazi invadieron Polonia y se repartieron su territorio, una medida que Trotsky criticó, pues, aunque supuso la expropiación de la burguesía en los territorios bajo control soviético, se realizó a partir de una intervención militar extranjera y, peor aún, independiente de las ideas y sentimientos del proletariado internacional. Esto, señaló Trotsky, era una consecuencia de la ideología del “socialismo en un solo país” de Stalin, con la cual no se podía construir relaciones de solidaridad entre el proletariado mundial, pues toda la política exterior de la URSS estaba sometida a los intereses de la burocracia. A pesar de eso, sostuvo que era necesario defender las conquistas de la revolución ante eventuales ataques militares del imperialismo, aunque sin abandonar la crítica y pelea revolucionaria contra el régimen estalinista.

[36] Los artículos compilados en esta obra fueron escritos entre setiembre de 1939 y agosto de 1940. Aunque el libro tiene elementos valiosos (como el análisis de la expropiación burocrática en Polonia), Trotsky se tornó muy esquemático en lo referente a la teoría del Estado, lo cual, a nuestro modo de ver, se comprende como parte de la fuerte polémica. El libro se publicó en 1942, por lo que Trotsky no pudo editar los textos previamente (recordemos que fue asesinado en agosto de 1940).

[37]Trotsky, En defensa del marxismo…, 104-106.

[38] Ídem. 110.

[39]Trotsky, Problemas del desarrollo de la URSS.

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