Se acelera la inflación y ya se “comió” los aumentos salariales

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  • ¿Están dispuestos los empresarios a “socarse la faja” y obtener un poquito menos de ganancias, o, ese cuento de austeridad solo aplica para la clase trabajadora y sus salarios?

Johan Madriz

El INEC informó que el índice de precios al consumidor aumentó interanualmente a octubre un 2,50%, una de las cifras mas altas en la ultima década. En lo que va del año la variación ha sido de 1,96% y solo en octubre fue de 0,49%, confirmando un proceso de aceleración en el aumento de los precios en los últimos tres meses. Por su parte el Banco Central (BCCR) proyecta, en el escenario más positivo, que al final del año la inflación se ubique en un 2,7%.

Esta suba en la inflación hace parte un fenómeno internacional impulsado, principalmente, por el crecimiento de la economía en Estados Unidos. “Aparece en el horizonte la posibilidad de una recuperación económica importante y, con ella, el riesgo de ‘recalentamiento’ de la actividad que conduzca a una suba significativa de la tasa de inflación”[i].

El BCCR le achaca el aumento a las grandes presiones inflacionarias a nivel internacional y específicamente a tres factores: “el incremento de los precios de las materias primas, el aumento en el costo de los fletes y en el tipo de cambio, hacen que los precios de los bienes importados, sobre todo las materias primas puestas en Costa Rica y denominadas en colones, hayan venido creciendo”[ii].

Uno de esos factores es especialmente importante: la acelerada depreciación de la moneda. En los últimos meses el colon ha perdido mucho terreno frente al dólar, contrayendo la capacidad adquisitiva. Según el BCCR hay cuatro elementos para explicar esto. El primero es un incremento en las necesidades de divisas de las instituciones, principalmente de las operadoras de fondos de pensiones, para aumentar las inversiones en el exterior. Es decir, una fuga de capitales para ser invertidos en el extranjero.

El segundo componente es la mayor demanda de dólares por parte del gobierno para pagar el servicio de la deuda en esa moneda, es decir, cada día el salario vale menos y alcanza para menos porque el gobierno privilegia invertir recursos en el pago de una deuda que en nada ha beneficiado a los sectores populares. Un argumento adicional para plantear que no hay que seguir pagando un dólar más.

Por otro lado, hay un aumento en los precios de los bienes importados, impulsado por las subidas en los precios del petróleo y de las operaciones logísticas. Finalmente, hay un proceso de colonización de los créditos del sector privado debido, principalmente, a las bajas tasas de interés.

El banco estima que los factores externos estarían presionando los precios hasta mediados del próximo año. “El análisis hasta ahora es que esos factores van a ser temporales, transitorios, pero ciertamente pueden durar más de lo que se estimaba inicialmente”[iii]. Así, mantienen abierta la posibilidad de que se extiendan por mas tiempo. Aun así, se conserva la meta de inflación de entre 2% y 4%.

De esta forma, entre líneas, la institución lanza una advertencia: los precios van a seguir aumentando, máxime que habría una contención en el sector productor que pronto seria trasladada al sector consumidor.

Rodrigo Cubero, presidente del BCCR, explica que el índice de precios al productor de la manufactura comenzó a subir en junio de 2020 y desde entonces ha aumentado 10 puntos porcentuales (p.p.), alcanzando la cifra máxima en setiembre de este año cuando llegó al 11,03%. Mientras tanto en ese mismo periodo el índice de precios al consumidor aumentó 1,78 p.p.

De esta forma, las empresas productoras estarían absorbiendo la mayor parte del aumento de precios y eso se explicaría porque en un mercado tan pequeño y saturado como el nacional las empresas prefieren defender su posición de mercado (manteniendo los precios) que proteger sus márgenes de operación. Pero esta situación no la pueden soportar indefinidamente, de ahí el aviso que lanza Cubero “si las presiones en los costos fueran muy persistentes o duraderas, no se puede descartar un traslado del aumento en los precios al productor hacia los precios al consumidor final”[iv].

En este escenario, el planteamiento de las autoridades monetarias es que en el corto plazo la inflación aumentaría aún más aceleradamente por el traslado de los costos que supuestamente han aguantado las empresas hacia el consumo final. Esto sucedería a menos que las presiones internacionales se redujeran y ese no parece ser el escenario.

Lo que no señalan las autoridades es que “los márgenes de ganancias son más altos en Costa Rica que en la mayoría de los países de la OCDE”[v], según muestra el “Estudio Económico sobre Costa Rica 2020” de ese organismo. De esta forma las empresas tienen un muy buen colchón para soportar esas fluctuaciones.

Una publicación del Banco Central determinó que, en el sector comercial, se redujeron los márgenes del comercio (diferencia entre el costo de la mercadería y el precio final de venta) de 27,5% en 2019 a 22,2% en 2020. A modo de ejemplo, en el área de alimentos (algo esencial) el margen varió de 29,9% en 2019 a 26,9% en 2020 y en productos químicos y farmacéuticos fue de 20,1% a 19,1%. Aun con esa reducción el margen es enorme para que el empresariado le pueda hacer frente a los costos de producción y que aun mantengan ganancias.

La pregunta es ¿están dispuestos los empresarios a “socarse la faja” y obtener un poquito menos de ganancias, o, ese cuento de austeridad solo aplica para la clase trabajadora y sus salarios? La respuesta es negativa, las ganancias son la finalidad última y más sagrada del empresariado. Incluso, como forma de “compensación” se han elevado los niveles de explotación, con lo cual se afecta el empleo, de ahí que ya se hayan recuperado los niveles de producción prepandemia pero no los de empleo. Así lo expresó Alonso Elizondo, director ejecutivo de la Cámara de Comercio: “creemos que algunos puestos de trabajo no se van a recuperar porque los canales de comercio electrónico vinieron a sustituir gran parte de las ventas que se dejaron de percibir durante la pandemia, y eso se opera sin tanto personal y es parte de la realidad que estamos viviendo”[vi].

Otro elemento importante para tener en consideración es el de la reduflación. Esta es una táctica de “arquitectura del precio del paquete”, que en palabras sencillas significa mantener el precio de un producto, con el mismo empaque, pero con menor cantidad. Esta es una forma frecuente del empresariado para hacerle frente a procesos inflacionarios, sin tocar los precios al consumidor y mantener sus niveles de ganancias. Diferentes autores señalan que una vez normalizados los precios las cantidades no recuperan su composición inicial. Si bien en Costa Rica no existe ningún estudio al respecto, no se puede descartar su uso.

De esta forma el impacto del aumento en la inflación repercute directamente en la capacidad de compra de la clase trabajadora. El país tiene un alto costo de la vida y bajos salarios. El 50% de las personas que trabajan en el sector privado gana menos de ₵400 mil mensuales y unas 164 mil personas ganan menos de ₵250 mil al mes.

A esto se le suma un congelamiento salarial que ha durado años y que, en términos reales, significa una reducción de los salarios. Por ejemplo, el “aumento” salarial para el sector privado del 2021 fue de solo 0,30% y para el 2022 de 2,09%, lo que quiere decir que estos ajustes ya fueron consumidos por el aumento en la inflación.

El índice de precios al consumidor también funciona como una referencia para otros elementos que repercuten en los ingresos disponibles. Tal es el caso del impuesto sobre los combustibles que se actualiza trimestralmente según ese indicador y que, aunque tiene un techo de 3%, su aumento impacta directamente en la globalidad de precios. Otro ejemplo es el de los alquileres, pues estos pueden aumentar según la inflación de los últimos 12 meses, en este caso el techo de un 10% y de materializarse puede borrar de un plumazo el “aumento” salarial.

Finalmente remitimos a las palabras del economista marxista Marcelo Yunes. “La inflación no es (sólo) cosa de burócratas detrás de escritorios en bancos centrales, sino también una función de la explotación del trabajo humano. Las tasas de interés no se deciden atendiendo (sólo) a fórmulas aprendidas en la universidad, sino también en respuesta a presiones sociales que se materializan en personas desempleadas, salarios insuficientes, desiertos demográficos y flujos inmigratorios. La economía no es (sólo) matemática; es, como siempre dijimos los marxistas, también, y fundamentalmente, lucha de clases. Enhorabuena si la nueva situación creada por la pandemia empieza a poner eso de manifiesto con más claridad; no ya para los privilegiados que toman decisiones, sino para los millones que puedan salir a las calles a cuestionarlas”[vii].


[i] “¿Vuelve la inflación global?”. En www.izquierdaweb.cr

[ii] “Mayor inflación es inminente para consumidores, pero presiones están contenidas en productores”. En www.elfinancierocr.com

[iii] “Rodrigo Cubero: factores que presionan la inflación al alza podrían ser más duraderos de lo estimado”. En www.elfinancierocr.com

[iv] Ídem ii

[v] “Costa Rica es un país caro y con baja productividad. Afirma OCDE”. En www.semanariouniversidad.com

[vi] “Comercio bajó sus márgenes para sostener ventas durante el 2020”. En www.nacion.com

[vii] Ídem i

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