Para el Frente Amplio el FMI si es una opción

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  • Según declaraciones de Sofía Guillén para el Frente Amplio hay escenarios donde si apoyarían la intervención del FMI en el país.

Johan Madriz

La fracción electa del Frente Amplio designó a la economista Sofía Guillén como la jefa de fracción para el primer periodo de la próxima legislatura. Esta será la segunda bancada mas grande de ese partido y esta compuesta por “personas del partido”, según se autodenominan. Con esto dan a entender que no se presentarán las divisiones y desatinos de la fracción del 2014-2018 y que representarán la fidedigna posición partidaria. ¿Veamos cuál es?

Un asunto central en las discusiones políticas nacionales y del cual el FA ha expresado una política terrible es sobre el acuerdo con el FMI. Su programa electoral solo mencionó el acuerdo tangencialmente en una ocasión y guardó un vergonzoso silencio sobre el tema de la deuda. Esto es reforzado con las declaraciones de la vocera de la fracción, que como tal deben entenderse armonizadas con la línea política del partido y, aunque se expresen a título personal, hacen parte de las reflexiones y discusiones que realizan a lo interno.

En una entrevista con la Nación, Guillén comentó que “nosotros desde hace rato venimos diciendo que, con o sin FMI, aquí no se trata de pedir más préstamos para paliar el problema, porque eso es como echarle agua a un canasto. Al final del día, siempre vas a necesitar más plata porque no arreglaste los problemas estructurales”.

La solución al problema fiscal del país, efectivamente, no puede ser seguir endeudándose tal como lo está realizando el gobierno, cual si fuera una tarjeta de crédito, para pagar compromisos anteriores. En el país se requiere una reforma fiscal progresiva que se centre en gravar las grandes empresas y fortunas, que sea el gran capital el que cargue la crisis que provocó. El sistema fiscal, actualmente, recae principalmente sobre impuestos al consumo que afectan a quienes menores ingresos tienen, mientras que las ganancias son protegidas bajo las excusas de la “seguridad jurídica”, “crear un buen ambiente de inversiones” o “asegurar una buena rentabilidad”.

Hay una critica correcta a las medidas del gobierno que no atacan las condiciones estructurales que en primer lugar crearon el déficit y que son las mismas que tienen en la pobreza, el desempleo y la precariedad de cientos de miles de personas. Pero es un equivoco no apuntar al plan pactado con el FMI como la expresión de ese ajuste ni profundizar en las causas de la deuda, por lo que al final de cuentas su deducción no es cuestionarlas, sino proponer soluciones dentro del marco institucional burgués.

Posteriormente, los periodistas le preguntan que si “¿hay un desacuerdo fundamental contra el acuerdo con el Fondo?”, a lo que responde: “bueno, con la agenda que planteó el gobierno de Carlos Alvarado y la mayor parte era regresiva y claramente había una oposición. Mi postura individual es que a nosotros, esta Asamblea Legislativa, este Gobierno saliente, nos condujo a un momento en el que, por falta de liquidez, fue a tocarle la puerta al FMI, pero nos condujo ahí. Yo creo que necesitamos garantizar liquidez para no necesitar al FMI. Es decir, si vos me preguntas a mí, yo diría que no debería ser la primera opción”.

De estas declaraciones se debe entender que para el Frente Amplio hay escenarios donde si apoyarían la intervención del FMI en el país y dependerían del desarrollo de las finanzas públicas. Esto es sumamente grave porque denota el abandono de las posiciones de izquierda (o mínimamente progresistas) y su giro al centro del espectro político, tal como insistentemente repitió su excandidato presidencial, José María Villalta, en el recién pasado proceso electoral.

Pero, el tema con el FMI no se circunscribe a un aspecto técnico-económico, como lo pretende hacer ver la burguesía nacional (y parece que también el FA), sino que conlleva un trasfondo político. Asumir un programa con este organismo implica aceptar un plan de ajuste sobre los sectores populares para asegurar que las grandes empresas continúen amasando grandes fortunas y que a los capitalistas especuladores tenedores de la deuda se les pague hasta el ultimo céntimo. Por eso, en un texto anterior señalábamos que “la oposición a una institución imperialista como el FMI, que donde coloca un billete provoca un tsunami de pobreza, debería ser un principio básico de sectores de izquierda, sin embargo, parece que [en el FA] se creyeron la predica de la institución de que ya no son el martillo ajustador que eran en los ochenta y noventa”.

Por otro lado, no basta con tener una critica al plan de ajuste en abstracto (en el papel), hay que demostrarlo y pelearlo con acciones. Su actuación como una “oposición constructiva” únicamente le hace el juego al gobierno para que este aplique a raja tabla las medidas que el FMI y la OCDE le exigen. Cada vez se expresan más como un proyecto meramente electoralista que no tiene un asidero real en la lucha en las calles. Muestran “un sistemático posicionamiento adaptado a la institucionalidad, tienen extremado cuidado en acoplarse a las reglas de la burguesía. Sacrifican el papel que deberían tener como una oposición beligerante que desnude continuamente la podredumbre del régimen capitalista y que se posicione desde y para los intereses de los sectores explotados”.

Esto lo podemos notar, nuevamente, en las declaraciones de Guillen. Al preguntársele sobre los proyectos de ley sobre los que está trabajando, cualquiera esperaría que se refiera a los temas que son prioridad para su partido y que aborden temáticas de urgencia nacional. En una agrupación que se reivindica como defensora de los derechos de los sectores trabajadores, se esperaría que estos proyectos atañan a bajar el costo de la vida, gravar a las grandes empresas, frenar y revertir los ataques a los salarios, la generación de empleo o el acceso a vivienda. Pero Guillen se limitó a responder que trabaja sobre proyectos para frenar las “puertas giratorias” (la salida de funcionarios de una institución para entrar a otra), tema relacionado a la corrupción, que es muy sentido por la mayoría de la población ante los recientes escándalos, pero no como para colocarlo en ese nivel de importancia.

Esta degradación de su política invariablemente tiene que ver con su alejamiento de la acción combativa. Por ejemplo, durante las enormes protestas de finales del 2020 en rechazo al acuerdo con el FMI ni José María Villalta, ni el FA como partido, estuvieron presentes y, más bien, llamaron explícitamente a desmovilizar y sumarse a las mesas de dialogo establecidas por el gobierno, que terminaron siendo una trampa para descomprimir la agitación social mientras por debajo de la mesa pactaban con el Fondo. “De esta forma, la principal organización de “izquierda” –al menos así lo referencia un sector de la población– rehusó apoyar y orientar un movimiento de lucha contra el FMI –una reivindicación progresiva y antimperialista–, dejando el camino libre para que fuera dirigido por figuras burguesas como Corrales y otras de la pequeñoburguesía –como Célimo Guido y el MRN”.

Incluso, en ese momento Sofía Guillen como asesora de APSE planteó la renegociación del acuerdo. En la entrevista señaló que “en realidad, el Frente Amplio siempre ha tenido mucha vocación de dialogo y yo misma he pasado por procesos de dialogo entre diferentes sectores en la discusión de la reforma fiscal. Yo fui asesora técnica del movimiento social y sindical y nos reunimos con el Gobierno y los representantes del Gobierno intentando encontrar puntos en común”. De esta forma, deciden deliberadamente privilegiar las negociaciones con el gobierno a fomentar y fortalecer la organización en las calles. Además, pensar que puede haber un acuerdo progresivo con el FMI es desconocer su historia, esencia y objetivos como garante e impulsor del capitalismo mundial.

De esta forma, en estos momentos el Frente Amplio no configura una alternativa real para los sectores explotados. Hay una vacancia de representación política por izquierda para la clase trabajadora y eso es aprovechado por la burguesía y el gobierno para plantar golpe tras golpe sin prácticamente ninguna resistencia. Es por esto por lo que hay que construir una alternativa anticapitalista que se oponga al FMI, que diga no al pago de la deuda, que plantee la derogatoria inmediata de la regla fiscal y que luche por impuestos a las grandes empresas y fortunas. Al mismo tiempo, es necesario levantar una campaña nacional de lucha contra el ajuste y el FMI para que la crisis la paguen los ricos.

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