
La presencia afrodescendiente en Costa Rica se remonta a la época colonial, cuando los africanos esclavizados fueron llevados al país para trabajar en las plantaciones y en diversas labores. Aunque la cantidad de personas esclavas en el país fue pequeña (se estima que entre 1607 y 1824 hubo unos 2480), la estratificación social por el color de la piel establecido por la monarquía española pasó a formar parte del “pacto social” nacional.
Por esto, el racismo institucional en Costa Rica tiene raíces profundas en su pasado colonial y postcolonial. Durante la época de la colonización, la élite dominante promovió una ideología racial que estableció jerarquías basadas en la ascendencia y el color de piel. Los colonizadores europeos se ubicaron en la cúspide de esta jerarquía, mientras que las poblaciones indígenas y africanas esclavizadas fueron sometidas a un trato discriminatorio y explotador.
La abolición de la esclavitud en 1824 no marcó el fin del racismo en el país. Aunque se eliminaron formalmente las cadenas de la esclavitud, las estructuras socioeconómicas y políticas continuaron favoreciendo a la élite blanca. La oligarquía cafetalera, en su afán por modernizar y desarrollar el país, marginó a las poblaciones afrodescendientes e indígenas y les negó oportunidades de acceso a la educación, la tierra y la participación política.
En el siglo XIX se “importan” personas negras de Jamaica para la construcción del ferrocarril. Esta población se asentó en la región Caribe del país constituyendo una comunidad con un idioma, costumbres, tradiciones y visiones del mundo propias. Es hasta después de la fundación de la Segunda República (1948) que se les brinda la ciudadanía, situación justificatoria para que el gobierno estableciera políticas de “asimilación” que les prohibía, entre otras cosas, la enseñanza de su idioma.
A lo largo de los años, la comunidad afrocostarricense ha llevado a cabo valientes luchas para enfrentar la discriminación y lograr la igualdad. Durante la década de 1940, se formaron organizaciones afrodescendientes que buscaban la representación política y la mejora de las condiciones de vida de la comunidad. En la década de 1970, se lograron avances significativos en la lucha por la igualdad, con la aprobación de leyes que reconocían y protegían los derechos de las personas afrocostarricenses. A pesar de estos logros, persisten desafíos en áreas como la representación política, la equidad educativa y el acceso a oportunidades económicas. Además, la discriminación y el racismo siguen siendo problemas en la sociedad.
El racismo institucional hacia las personas negras en Costa Rica es una realidad que tiene profundas raíces históricas. La herencia de la discriminación racial persiste en las estructuras institucionales y en la estructura social. Es fundamental reconocer y abordar este problema de manera integral, promoviendo la equidad, la justicia y el respeto a la diversidad cultural. Solo a través de la educación y la lucha, con un esfuerzo consciente y continuo, se podrá erradicar el racismo y construir una sociedad inclusiva, independientemente de su origen étnico o racial.