El 100% de las madres en teletrabajo tuvo que costear servicios de cuido

Esta modalidad conllevó un traslado de costos de las empresas a las personas trabajadoras, sin que existieran compensaciones adicionales.

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El informe El teletrabajo y uso de plataformas digitales en Costa Rica: una nueva modalidad laboral publicado en febrero y elaborado a partir de información de la Encuesta Continua de Empleo del Inec muestra datos sobre la cantidad de personas en esta modalidad, la cantidad de tiempo que le dedican o los gastos en que han incurrido.

En el tercer trimestre del 2020 se estimaba que el 21,2% de las personas asalariadas teletrabajaban (275 mil). Con respecto al periodo anterior hubo una disminución de 46 mil personas, que dejaron de hacerlo debido a que se cambió su modalidad a exclusivamente presencial. Dentro de ese grupo se encuentran principalmente trabajadores y trabajadoras del sector educativo y de intermediación financiera.

Entre quienes iniciaron a teletrabajar con la pandemia el 60,1% lo hizo exclusivamente desde su vivienda, es decir, transformó por completo su hogar en su centro de trabajo. Otro 21,7% lo hizo parcialmente (alternando su vivienda con la empresa) y el 18% restante retornó a labores presenciales.

De esta forma, para el mismo periodo del 2021 solo 209 mil personas continuaban teletrabajando (13,6%), con una predominancia de mujeres, ya que, estas fueron 110 mil, mientras que los hombres eran 99 mil. La mayoría de las personas (63,6%) teletrabaja de forma habitual (5 a 6 días por semana), el 23,3% entre 3 y 4 días y el 13,1% lo hizo 1 o 2 días.

Las características de estas personas son bastante específicas, ya que, no es una modalidad que pueda ser extensible a la mayoría de los empleos. El 90% de esos trabajos están en el sector servicios, el 64,6% de las personas está en el rango de 25 a 44 años y el 86,4% tenía un nivel educativo universitario (con o sin título).

La encuesta reporta una disminución en ciertos beneficios (e incluso obligaciones) que brindaban las empresas en el formato presencial. Por ejemplo, el 43,4% no recibió en el último año ningún tipo de capacitación sobre las herramientas tecnologías aplicadas en su trabajo y el 42,3% tuvo que valerse de sus propios medios para hacerse con los dispositivos que requería (como computadoras). En esa misma línea, el 54,6% no recibió mantenimiento o soporte técnico para el equipo de trabajo (fuera proporcionado por la empresa o no). Además, el 85% no recibió “servicios médicos como telemedicina, atención médica, o medicamentos total o parcialmente pagados”.

La implementación de esta modalidad de trabajo ha significado un ahorro sustancial para las empresas, debido a la deslocalización de su espacio físico y la consecuente disminución del coste que implica su mantenimiento y los servicios asociados. Esos costos, en una gran parte, han sido asumidos por las personas trabajadoras. El 25,1% ha tenido que “incurrir en gastos personales o del hogar como compra de equipo mobiliario como silla, escritorio entre otros”; el 24,6% “tuvo que incurrir en gastos relacionados con la ampliación de la capacidad y velocidad del internet” y el 21,8% “tuvo que comprar equipo tecnológico como computador, teclado, mouse entre otros”.

Otro elemento relevante es la afectación para las mujeres, debido al rol de cuido que la sociedad les ha endilgado de forma prácticamente exclusiva, ya que, la combinación del teletrabajo y la implementación de la educación virtual de los niños, niñas y adolescentes significó una transposición de espacios y tiempos. Es así como, “en cuanto a las mujeres teletrabajadoras que tienen hijos o hijas en el hogar, se identifica que el 100% requieren servicios de terceras personas para el servicio de cuido de sus hijos e hijas o adultos dependientes o mayores”. Costo que también es asumido por la persona trabajadora.

En el punto máximo de ocupación en teletrabajo apenas un poco más del 20% de la fuerza de trabajo realizaba sus labores de esta forma. Es así como queda claro que este formato de trabajo tan propagandizado por el empresariado no puede ser aplicado masivamente, ya que, la mayoría de los puestos de trabajo requieren algún tipo de presencialidad, de ahí que esté circunscrito principalmente al área de servicios. Además, en la mayoría de las compañías esta modalidad conllevó un traslado de costos de la empresa a la persona trabajadora, sin que existieran formas de compensación monetaria mayores o adicionales a las recibidas previamente.

Si bien es cierto que el 80,2% de las personas encuestadas expresaron que el “el teletrabajo le ha permitido mantener un equilibrio entre su vida personal, familiar y laboral”, este dato debe dar cuentas más de las dificultades de las personas en sus centros de trabajo que de las virtudes del trabajo remoto. Desde una sociedad en la que hay que pasarse la vida trabajando y donde los tiempos de descanso y ocio son reducidos (70% señala como positivo la flexibilización en la jornada y 65% la mejora en la organización de su tiempo libre), hasta evitar jefaturas molestas, sofocantes o acosadoras (64% reporta mayor productividad y 81% satisfacción con sus condiciones), pasando por evitar pasarse horas y horas atascado en las carreteras por un sistema de transporte publico deficiente y una infraestructura en mal estado (para el 94% es importante ese ahorro de tiempo).

El teletrabajo, que en determinados casos específicos representa un beneficio, es en general una opción para grupos determinados de personas ante las precarias y difíciles condiciones de trabajo que el capitalismo impone, es decir, es un remedio casero ante una enfermedad avanzada. Además, y mas importante aún, es una forma de disgregación y desorganización de la clase trabajadora, apartándola del vinculo esencial entre compañeros y compañeras de trabajo, en este sentido, es la fórmula burguesa del siglo XXI para desactivar las potencialidades de organización y lucha.

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