2000-2010: balance de una década de luchas sociales

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  • Balance de un ciclo de lucha antineoliberal desde la rebelión popular contra el Combo ICE y la lucha contra Riteve, hasta la resistencia contra la aprobación del TLC con Estados Unidos.

Victor Artavia

Elementos generales del ciclo de lucha antineoliberal

La primera década del siglo XXI representó un rico laboratorio para la lucha de clases en Costa Rica, en particular tras el estallido de la rebelión popular contra el “COMBO ICE”. Esta pelea marcó el inicio de un ciclo de lucha antineoliberal en el país, el cual contó con otros dos momentos claves: a) la lucha contra el monopolio de RITEVE en agosto de 2004, y b) la resistencia contra la aprobación del TLC con los Estados Unidos, que para efectos del análisis ubicamos entre los años 2005-2007.

¿Por qué argumentamos que peleas tan separadas en el tiempo y por motivos aparentemente distintos, hicieron parte de un mismo ciclo? Debido a que las caracterizamos como episodios diferentes de un mismo proceso de resistencia contra la implementación de la agenda neoliberal en el país, que atacaba directamente los resabios del “estado de bienestar social” estructurado en la segunda mitad del siglo XX.

Lo anterior se demuestra al desentrañar el trasfondo de las consignas que centralizaron dichas luchas: “ICE SI, COMBO NO”; “NO AL MONOPOLIO DE RITEVE” y “NO AL TLC”. Todas son consignas negativas contra la aplicación de políticas que, en mayor o menor medida, representaban golpes directos contra ese modelo de país; que atentaban contra la continuidad del imaginario de la “Suiza Centroamericana” y la estabilidad de las capas medias.

Por otro lado, este ciclo de lucha antineoliberal fue una importante escuela política para cientos de activistas sindicales, estudiantiles y de izquierda, pues durante todo este período el movimiento de masas desarrolló una amplia variedad de métodos de lucha, desde los bloqueos de rutas hasta las marchas multitudinarias. También fue muy importante la conformación de frentes unitarios inter-sectoriales, los cuales reflejaron organizativamente el carácter nacional que alcanzó la resistencia antineoliberal. Finalmente, la derrota del ciclo de lucha antineoliberal con el referéndum del TLC en octubre del 2007 es una parte fundamental de esta experiencia, a condición de que se explique cabalmente en términos políticos.

Desde el Partido Socialista de las y los Trabajadores (PST) [esta es la denominación previa al Nuevo Partido Socialista] elaboramos varios textos de balance poco tiempo después del referéndum, en los que apuntamos importantes valoraciones tácticas para explicar esta derrota. (1) Con el presente artículo queremos avanzar aún más y sintetizar un balance de todo el ciclo de lucha antineoliberal desde una perspectiva estratégica, explicando la que consideramos la causa principal que medió en la derrota de este proceso: la ausencia o pasividad política de la clase obrera, lo que le permitió a la burguesía neoliberal tener un punto de apoyo desde el cual contragolpear al movimiento del NO al TLC.

 

La rebelión popular contra el “Combo ICE”

El estallido del “Combo ICE” el 16 de marzo del 2000 tomó por sorpresa a todos los sectores políticos y sociales del país. En cuestión de días el país entero se encontró inmerso en un ascenso revolucionario sin precedentes en las últimas décadas. La siguiente crónica realizada por un periodista del diario La Nación retrata el clima político que reinó durante los días de rebelión popular: “Por primera vez en décadas el país vio aparecer protestas simultáneas en diferentes puntos del país y con participantes de extracción múltiple…El pasado martes el ministerio de Seguridad Pública reportó al menos 40 acciones de protesta….En la primera crisis social que enfrenta el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, hubo un muerto, gases lacrimógenos, golpes, heridos y detenidos…la policía disparó contra una protesta la madrugada del martes e hirió de bala a cinco personas…Al menos 30 guardias civiles han recibido pedradas, más de 50 estudiantes han sido detenidos momentáneamente y decenas de manifestantes recibieron golpes en las acciones de limpieza policial.” (2)

Desde el ángulo que se mire, las jornadas de lucha contra el Combo marcaron un antes y un después en la historia reciente del país, y en el plano específico de la lucha de clases, claramente implantó nuevas coordenadas para el accionar político del movimiento de masas en los años venideros.

Primeramente porque abrió un período de luchas de alcance nacional, que en determinadas coyunturas se materializó en instancias de coordinación unitarias para todo el movimiento sindical y popular -lo que no debe confundirse con democracia por la base-. En el caso del Combo, a pesar de que hubo una orientación previa de los sindicatos del ICE para buscar aliados en otros movimientos sociales, en realidad el carácter masivo de la pelea se produjo casi de manera espontánea y con poca centralidad organizativa.

Dentro de la amplia gama de sectores que se sumaron a las movilizaciones con las y los trabajadores del ICE, hay que destacar el papel del movimiento estudiantil y sectores del campesinado más empobrecido por los tratados de libre comercio. También se produjo una inserción política de las comunidades, sobre todo en regiones periféricas donde hubo menor peso de las organizaciones formales del movimiento sindical. En cuanto a la clase obrera industrial o agrícola, no hay ninguna fuente que destaque su participación como sector social, lo que evidentemente no niega que hayan participado obreros u obreras en calidad de individuos, algo probable debido al fuerte apoyo popular que tuvo la lucha contra el Combo.

Un segundo aporte político del Combo fue la introducción de métodos de lucha más radicales. De acuerdo al VII Informe sobre el Estado de la Nación (2001), durante los 20 días que duró esta lucha se registraron 274 actos de protesta, para un equivalente de 13,7 actos por día; y de éstos los bloqueos de vías “fueron el acto de protesta más extendido. Se ha podido registrar un total de 103 bloqueos, que representan un 37,6% del total estimado de los actos de protesta. La mayoría de ellos se realizó sin que mediara ninguna directriz por parte del núcleo dirigente central.” (3)

Frente a la fuerza creciente de las movilizaciones y el peligro de un desborde por la izquierda de las direcciones sindicales, el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez abrió negociaciones con los sindicatos del ICE con la mediación de los rectores de las universidades estatales, la Defensoría de los Habitantes y la Iglesia Católica. Finalmente se acordó el retiro temporal del “Combo ICE” y la creación de una “Comisión Mixta” entre diputados, gobierno, sindicatos y sectores sociales. A pesar de que fue una negociación inconsulta y que sus alcances estuvieron muy por detrás de la fuerza de las movilizaciones, el resultado del Combo fue una derrota del gobierno y un triunfo parcial del movimiento de masas.

En síntesis, el Combo ICE reflejó los alcances y limitaciones propios de toda rebelión popular. Su impronta popular y de espontaneidad le imprimió gran fuerza a las movilizaciones, pero esto no bastó para avanzar en un cuestionamiento más global del régimen político costarricense: la amplia coalición de organizaciones -sindicatos, organizaciones comunales, pastorales, estudiantiles y ecologistas- amasó una fuerza social capaz de revertir una decisión legislativa apoyada por el Poder Ejecutivo.(…) Pero, por otra parte, la movilización de fuerzas sociales se desvaneció tan rápidamente como surgió (…) El movimiento “anti- Combo” fue capaz de forzar nuevamente un empate político, pero no de tomar la iniciativa.” (4)

 

La pelea contra el monopolio de Riteve

En 2002, el estado costarricense otorgó el monopolio de la revisión técnica vehicular a la empresa Riteve, lo cual generó un malestar generalizado debido a los altos costos y estándares de calidad establecidos arbitrariamente por la empresa. Esto propició la conformación del “Movimiento Cívico Nacional” (MCN), que surgió como una alianza entre sectores de pequeños empresarios –campesinos, transportistas y dueños de talleres mecánicos- y la Asociación Nacional de Empleados Públicos y PrivadosANEP-.

De esta manera, para agosto de 2004 se desarrolló el segundo momento clave en el ciclo de lucha antineoliberal, en esta ocasión bajo la consigna inicial del rompimiento del monopolio privado de Riteve. Contra todo pronóstico inicial, lo que en principio era una pelea sectorial se transformó en un proceso de lucha nacional que con el pasar de los días sumó a más sectores, al tal punto que su agenda de reivindicaciones incorporó la exigencia de un aumento salarial para el sector estatal y la oposición al TLC con los Estados Unidos.

Por esto, caracterizamos que la lucha contra Riteve actuó como una bisagra política en el marco del ciclo de lucha antineoliberal, pues marcó la transición de la pelea reivindicativa a la lucha contra el TLC y el modelo de país que éste imponía. Junto con esto, durante este proceso fue mucho más explícita la política de alianzas entre sectores de las capas medias para enfrentar la implementación de la agenda neoliberal, tanto en el plano reivindicativo como en el organizativo: “La principal característica del 2004 fue el establecimiento de alianzas entre organizaciones de la sociedad civil para sumar demandas y realizar acciones colectivas en conjunto. Este tipo de estrategia se utilizó en el 40% de los actos de protesta o expresión colectiva en el 2004, mientras en el 2000 esa proporción fue de 16%” (5)

Lo anterior fue determinante en cuanto a los rasgos sociológicos que mostraría el proceso de lucha antineoliberal desde este momento hasta su finalización con el referéndum del TLC. Según los datos brindados en el XI Informe Estado de La Nación (2005), durante el 2004 los sectores que tuvieron mayor participaron en acciones colectivas fueron los trabajadores (centralmente del sector público) en un 41% de las veces, seguidos de las cámaras empresariales con un 15% y los grupos de vecinos en un 10% de las acciones colectivas. Finalmente están los vendedores informales, quienes protagonizaron el 6% de las acciones colectivas durante ese mismo año.

En cuanto a los métodos de lucha, las jornadas contra Riteve terminaron por confirmar que los bloqueos de rutas fueron asimilados como parte del “bagaje político-cultural” de la lucha de clases en el país. A lo largo de todo el 2004, la protesta social se expresó bajo las siguientes modalidades: a) un 42% de las veces como declaración pública; b) un 30% como acciones de calle, y c) específicamente como bloqueos en un 18% de las ocasiones.

La finalización de esta coyuntura de lucha se produjo con la firma (inconsulta por la dirección del MCN) de un ridículo acuerdo, donde el gobierno del presidente Abel Pacheco “se comprometió a flexibilizar las reglas de la revisión técnica, a aumentar en un 0,5% adicional los salarios del sector público y a tomar nota de la oposición al TLC”. (6)

 

2005-2007: el movimiento del NO al TLC y el cierre de un ciclo en la lucha de clases nacional

Desde nuestro enfoque, el movimiento contra el TLC tuvo su primera actividad de calle con la movilización del 17 de noviembre del 2005, cuando 75 mil personas atendieron el llamado de la Coordinadora Nacional de Lucha contra el TLC (CNL de ahora en adelante) para marchar por las calles de San José. Anteriormente hubo otras actividades contra el TLC, pero ninguna alcanzó tal magnitud ni fue convocada por una instancia tan representativa como la CNL, donde confluyeron todos los sectores sindicales y populares del país que estaban contra el acuerdo comercial.

A partir de este momento el ciclo de lucha neoliberal entró en una de sus fases más políticas, pues todos los sectores sociales del país se posicionaron a favor o en contra del TLC. Esto determinó una experiencia para todo un sector de la vanguardia sindical, estudiantil y popular de ese entonces, que se desarrolló al calor de discusiones sumamente políticas sobre el modelo de país de la burguesía neoliberal y las propuestas alternativas desde el movimiento del NO.

Un ejemplo muy sintomático de la politización de la vanguardia contra el TLC, fue la inédita movilización del 8 de mayo del 2006, donde alrededor de 8 mil personas –centralmente del movimiento estudiantil universitario- concurrieron a la marcha contra la toma de posesión presidencial de Oscar Arias, quien para ese momento era la figura política central de la burguesía neoliberal para imponer el tratado comercial. Esto no es un dato menor, considerando que un traspaso de poderes es una actividad muy simbólica dentro de una sociedad como la costarricense, donde la “democracia burguesa” tiene un peso enorme en el imaginario político-social. Pero dada la politización y crecimiento de la vanguardia contra el TLC, la “fiesta democrática” se convirtió en una jornada de lucha más contra el TLC.

Junto con esto, el movimiento del NO representó un salto cualitativo en las formas organizativas que asumió el movimiento de masas costarricense. Por ejemplo, se institucionalizó a la CNL como la instancia de coordinación sindical y popular que de hecho conducía la pelea. También dentro de la CNL se elaboró un esbozo de “huelga general”, que tuvo un ensayo logístico con las jornadas del 23 y 24 de octubre del 2006 con una marcha nacional en San José que reunió a 50 mil personas, a la vez que se realizaban bloqueos y movilizaciones en otras regiones del país. (7)

Ante el crecimiento del movimiento del NO y sus constantes demostraciones de fuerza a través de movilizaciones multitudinarias, sectores de la burguesía costarricense –a favor y en contra del TLC- comenzaron a mostrar preocupación ante un posible desborde por la izquierda del proceso de resistencia antineoliberal, que por las condiciones de la coyuntura política podía llegar a ser más radical que el Combo ICE. Por esto a inicios del 2007 se conformó el “Frente Nacional de Apoyo” (FNA), compuesto por las principales figuras burguesas opuestas al TLC –como Rolando Araya y Ottón Solís-, y otras personalidad académicas -como Eugenio Trejos, rector del ITEC-.

La entrada en escena del FNA marcó un punto de quiebre para el movimiento del NO, pues las dirigencias sindicales demostraron sus limitaciones políticas al ceder totalmente la conducción política del movimiento de masas a las figuras de este frente burgués, bajo la argumentación de que no eran sindicalistas que podían ser estigmatizados por la prensa burguesa. Las repercusiones políticas de este cambio en la conducción política de la lucha fueron patentes en la marcha del 26 febrero del 2007, donde más de 150 mil personas se movilizaron contra el TLC bajo la consigna central del FNA: exigir la convocatoria a un referéndum para dirimir el futuro del tratado comercial.

Esto provocó que el gobierno de los Arias y los sectores de la burguesía neoliberal implementaran la trampa del referéndum, trasladando la lucha contra el TLC de las calles a las urnas electorales, bajo las reglas impuestas por las instituciones democrático-burguesas que controlaban los mismos sectores que impulsaban el TLC. Y aunque la disputa electoral no fue tan fácil como esperaron los sectores del SI al TLC, durante todo el proceso hicieron valer sus condiciones de clase dominante para volcar la balanza a su favor –el “memorándum del miedo” y Wikileaks lo confirmaron-.

Pero la causa estructural de la derrota del proceso de lucha contra el TLC fue la ausencia de organización sindical y política de la clase obrera agrícola e industrial en el país, lo cual le permitió a los sectores hegemónicos de la burguesía contragolpear al gigantesco movimiento del NO. Y esta discusión se torna totalmente real al analizar el accionar de la clase obrera durante el día del referéndum: atendió las órdenes de sus patrones de votar dócilmente por el SI al TLC. Incluso hay relatos de trabajadoras y trabajadores de plantaciones agrícolas que fueron obligados a fotografiar su voto con la cámara del teléfono celular y luego presentarlo ante sus patrones –ver documental “Santo fraude”.

 

Las tareas estratégicas para el movimiento sindical y la izquierda

El balance político global de todo el ciclo de lucha antineoliberal es que el sindicalismo estatal y los movimientos sociales de las capas medias y populares, no tuvieron la fuerza suficiente para derrotar la implementación de la agenda neoliberal en Costa Rica, impulsada por los sectores hegemónicos de la burguesía nacional y transnacional. Esto no debe interpretarse como un desprecio por el esfuerzo humano y político que muchos sectores y dirigentes colocaron a disposición de todas estas peleas, pero insistimos en que es fundamental extraer las conclusiones estratégicas que nos permitan corregir los errores o debilidades para evitar nuevas derrotas.

Tras la guerra civil de 1948 la burguesía construyó un país “idílico” para sí misma, en el cual la clase obrera fue cercenada de sus derechos políticos más elementales, entre éstos la capacidad de organizarse y defenderse de sus patrones. Y desde nuestra perspectiva, es contra este modelo sindical impuesto por el figuerismo y perpetuado por burguesía en general que el movimiento sindical y la izquierda deben pelear. De lo contrario persistirán los elementos estructurales que mediaron en la derrota del ciclo de lucha anti-neoliberal, además de que se profundizará la crisis que arrastra el sindicalismo estatal. Sólo para ilustrar esto, basta señalar que mientras en 1995 la tasa de sindicalización en el país era del 14,7%, para el 2009 cayó hasta el 8,3%.

En esta perspectiva estratégica trabajamos quienes hacemos parte del PST y la colocamos a debate ante las organizaciones sindicales, la izquierda y el activismo independiente.


Notas

1. Ver el texto “Después del Referéndum ¿Qué sigue?”, disponible en la revista digital de Socialismo o Barbarie (www.socialismo-o-barbarie.org). Del mismo destacamos nuestra caracterización del referéndum como una trampa de la burguesía para sacar la lucha contra el TLC de las calles y controlarla en el ámbito electoral.

2. “Descontento saltó a las calles”. Mauricio Herrera. Lunes 27 de marzo, 2000. www.nacion.com

3. VII Informe sobre el Estado de la Nación. Capítulo V: Fortalecimiento de la democracia.”, pág. 216 (pdf).

4. VII Informe sobre el Estado de la Nación. Capítulo V: Fortalecimiento de la democracia.”, pág. 220 (pdf).

5. XI Informe Estado de La Nación, Cap. 5 (Fortalecimiento de la democracia), pág. 247.

6. Ídem. La negrita es nuestra.

7. Aclaramos que nuestra caracterización es que nunca existió una verdadera intención por parte de las principales direcciones sindicales para materializar la huelga general contra el TLC.

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