10% más rico tiene el 50% de la riqueza, mientras los salarios están por debajo de hace 10 años

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  • El 1% más rico del país acumula el 20% de todos los ingresos, mientras tanto los salarios reales son ₵45.400 más bajos que en 2010.

Johan Madriz

La concentración de riqueza en pocas cuentas bancarias es un rasgo cada vez mas grotesco en el capitalismo costarricense y la pandemia, como con muchos otros elementos, potenció la profundización de las desigualdades y la explotación de los sectores trabajadores.

El pasado diciembre se presentó en Paris el Reporte Mundial de Desigualdad 2022, dando a conocer los datos para el país. El informe señala que el 1% mas rico acumula el 20% de los ingresos y si se amplía al 10% superior de la escala estos tienen el 50% de la riqueza nacional. Por otro lado, el 50% de las personas más pobres agrupan únicamente el 10% de los recursos.

La información sugiere que Costa Rica está a tono con sus pares en la región, donde la desigualdad es la tónica, sin embargo, según el Banco Mundial el país está dentro de los primeros diez a nivel mundial con mayor concentración de ingreso en el quinto quintil (20% más rico), mientras que la OCDE nos coloca en el primer lugar dentro de sus miembros en desigualdad de ingresos.

Esta es una expresión de un país que esta diseñado para que los grandes capitalistas tengan privilegios y ventajas que aseguren la generación de ganancias. Un ejemplo es el sistema tributario que esta sustentado en impuestos indirectos. Los dos principales impuestos, en cuanto a recaudación, son el de renta y el IVA, en ese orden. El primero recaudó ₵2,06 billones en 2021, con un aumento de 1,07%. Este impuesto lo pagan asalariados, independientes y empresas. Por su parte, el IVA lo pagan todas las personas que compran bienes y servicios y el año pasado representó ₵2,03 billones, con un crecimiento de 25,64%. Uno es sobre ganancias y otro sobre el consumo, lo que genera una mayor carga sobre quienes menos tienen.

Otro ejemplo de esto son las condiciones laborales y salariales. Para todas las personas trabajadoras es conocido que una cosa es lo que dice el Código de Trabajo y otra lo que se vive en la empresa. La dictadura patronal aprovecha las altas tasas de desempleo para imponer disposiciones arbitrarias. Además, hay una transformación legal producida durante las últimas dos décadas con lo cual han venido atacando y retrocediendo en los derechos laborales, como las jornadas, la tercerización, la negociación colectiva, la organización sindical, la huelga y los ajustes salariales. Es la configuración de un ambiente de “seguridad jurídica” para contratar mano de obra al menor costo posible.

Al respecto, el estudio Desempleo, pobreza y desigualdad en Costa Rica durante la pandemia por el Covid-19: Consideraciones para una recuperación resiliente de la Academia de Centroamérica muestra como la pandemia afectó en mayor medida los ingresos de las personas trabajadoras mas pobres. En 2019 los deciles 1 y 2 (los más pobres) recibían el 3% del ingreso por trabajo, mientras que los deciles 9 y 10 concentraban el 50,5%. Para el 2021 los primeros bajaron al 2,8% y los segundos subieron al 50,9%. De esta forma, quienes mas ganan ya recuperaron los niveles de ingreso prepandemia e, incluso, el 10% los superó.

Los datos brindados por el INEC también dan evidencia de esto. En noviembre de 2020 el ingreso promedio mensual de las y los trabajadores cayó interanualmente 8,26% al colocarse en ₵422.400. Este es el registro más bajo en términos nominales desde 2014 y en términos reales desde el 2010. Desde ese momento hasta la fecha el indicador ha mejorado progresivamente por lo que la burguesía ya imprimió grandes titulares indicando que los salarios ya se recuperaron, sin embargo, eso no es cierto.

Hay que tener en consideración que este dato es un promedio de salarios. Como se señaló arriba los salarios más altos representan más de la mitad del total, lo cual distorsiona hacia arriba la cifra y esconde las desigualdades. Lo cierto es que el 50% de las personas asalariadas del sector privado gana menos de ₵400 mil al mes. Una evidencia de la distorsión del indicador es que los niveles de empleo no avanzan al mismo ritmo que los ingresos ni que la producción. Se estableció un nuevo piso de desempleo cercano al 14%, lo cual presiona los salarios en general hacia abajo. Por su parte, la tasa neta de participación (quienes trabajan o están buscando un empleo) también se estancó, mientras en setiembre pasado fue de 61% en noviembre fue de 59,9%. Además, la informalidad aumentó (es de 44,8%) en un proceso de traslado de puestos desde el sector formal. Este factor también presiona negativamente los salarios ya que en la informalidad generalmente se reportan menores remuneraciones.

Al tener en consideración los efectos de la inflación se puede asegurar que en realidad los salarios son menores. Para noviembre de 2021 el ingreso promedio mensual de las y los trabajadores fue de ₵462.400, esta cifra es nominalmente superior a un año antes en ₵40.000 pero si se calcula a valor presente con respecto a 2019 es ₵14.600 menor. Si se hace el mismo ejercicio, pero comparado a noviembre de 2010 (cuando el salario promedio fue de ₵507.800), el resultado es que el salario promedio actual es ₵45.400 menor. Esta brecha continuará ampliándose en cuanto existe un proceso inflacionario que alcanzó el 3,30% durante 2021 y que parece se extenderá por buena parte de este año. Además, hay un ajuste de carácter político con respecto a los ajustes salariales. En el sector publico el gobierno decretó el completo congelamiento de los salarios mientras resuelve el déficit fiscal, y en el sector privado los ajustes son miserables y por debajo de la inflación (para todo el 2022 se decretó un 2,09%).

Finalmente, hay un componente de género en la distribución del trabajo y el salario. Una reciente investigación del Colegio de Ciencias Económicas determinó que durante la última década la desigualdad salarial de genero fue constante y equivalente a un 11%. Por su parte el Estado de la Nación 2021 determinó la brecha en un promedio de 10% entre 2001 y 2019. Además, la persistencia de una mayor cantidad de trabajo no remunerado realizado por las mujeres (35 horas y 49 minutos semanales) constituye una jornada adicional sin reconocimiento salarial.

Costa Rica se encuentra en medio de un proceso de ajuste que esta recargando el peso del déficit fiscal sobre los hombros de la clase trabajadora. Mientras la producción ya se recuperó e incluso superó los niveles previos al confinamiento, el empleo y los salarios van muy atrás. Esto se explica por un aumento en los niveles de explotación de la mano de obra mediante salarios bajos y mayor carga laboral, empleando una menor cantidad de personas. Además, se destruyeron una gran cantidad de empleos formales que en las estadísticas son reflejados en el aumento de la informalidad. Estos elementos contribuyen a la implantación de una “nueva normalidad” con más pobreza y desigualdad. Ante este escenario es urgente luchar contra las medidas de ajuste del gobierno y el plan de austeridad fiscal del FMI para que sean los grandes empresarios y las fortunas las que carguen con el peso de la crisis.

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