Una coyuntura atada a la dinámica brasilera

Argentina y Brasil en el espejo.

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Tarsila do Amaral, Morro da Favela (1924)

“Acá encontramos tal vez uno de los principales temas recurrentes de este libro. El primero es aquél que identifica el más importante desacople de nuestro tiempo como siendo el que existe entre un consenso establecido tres décadas atrás sobre los que es ‘realista’ proponer y pensar en una realidad profundamente transformada. De ahí el rechazo a aceptar el juego que opone lo ‘realista’ a lo ‘utópico’ para, por el contrario, reivindicar la propia Realpolitik [derrotista, agregamos nosotros]: frente al colapso ambiental y la concentración de poder económico y político que tenemos hoy, el realismo de treinta años atrás se tornó irreal, y lo que antes parecía absurdo frecuentemente contiene algo de razonable”

Rodrigo Nunes, Do transe a vertigen. Ensaios sobre bolsonarismo e um mundo emtransicao, Ubu editora, Sao Paulo, 2022, pp. 6

Presentamos a continuación un texto editado de un informe sobre coyuntura nacional llevado adelante en la última reunión de Dirección Nacional de nuestro partido.

Brasil en la encrucijada

En primera vuelta Bolsonaro ganó perdiendo y Lula perdió ganando. Así de simple. La elección de Lula estuvo en los guarismos esperados (48%). Pero resultó ser que Bolsonaro estuvo ocho puntos arriba de lo esperado (obtuvo 43%) traccionando votos que originariamente deberían haber ido a Tebet y Ciro Gómez. Además, en el centro económico y político del país que abarca Belo Horizonte, Rio de Janeiro y San Pablo, a Bolsonaro le fue mucho mejor de lo esperado. Gano Rio, algo esperable, perdió por poco en Belo Horizonte, y dio el batacazo en San Pablo imponiéndose por casi 10 puntos cuando se esperaba que perdiera por una cifra similar (de todas maneras, aun no está resuelto el pleito a gobernador)… Por lo demás, se alzó con la mayor bancada en diputados, hizo una gran elección en senadores y se llevó muchos e importantes gobernadores.

Conclusión: la ola reaccionaria y conservadora llegó para quedarse en Brasil. En pocos años Bolsonaro construyó una fuerza de extrema derecha que recoge una de las tendencias más importantes en obra en el mundo de hoy,que es el crecimiento de fuerzas neofascistas de tipo preventivo en defensa del capitalismo voraz del siglo XXI (neoliberal), y también de valores reaccionarios frente a la tendencia opuesta de modernización de las relaciones humanas y de cuestionamiento creciente (aunque todavía incipiente) al capitalismo y la explotación: “(…) el mayor logro del bolsonarismo fue haber conseguido que todos esos diferentes elementos –militarismo, anti-intelectualismo, empredendorismo, discurso anticorrupción y conservadurismo social- convergiesen en torno a una única figura: el ‘ciudadano de bien” (sic) (Rodrigo Nunes; ídem; 37).

Una fuerza extremadamente reaccionaria y anti obrera que milita día y noche en contra de las “instituciones de la democracia obrera en el seno de la democracia burguesa” como definió Trotsky uno de los rasgos del fascismo propiamente dicho, y que es tanto parlamentaria como extraparlamentaria: su apuesta al uso de los mecanismos institucionales es táctica(si tiene condiciones puede ir al bonapartismo liso y llano, y cerrar el régimen político[1]).

De cualquier manera, también hay que decir –¡es importante afirmarlo y pelearlo en las calles!- que el pleito no terminó. Hay condiciones en Brasil para lo que se llama un “vira voto”(que la elección se de vuelta), porque sigue siendo lo más factible que en segunda vuelta se impongan Lula y Alckmin (aunque esto no está sellado[2]). Es decir: el escenario más factible para la segunda vuelta del 30 de octubre es que Lula se imponga a Bolsonaro. Las primeras encuestas pos primera vuelta están indicando que se impondría 53% a 47% entre los votos válidos (Datafolha, 7/10/22), y si bien es cierto que las encuestas fallaron en la primera vuelta al no captar el voto vergonzante por Bolsonaro, en este caso lo más factible es que Lula se imponga -aunque quizás no por tanta diferencia como indican las encuestas por estas horas, lo que podría abrir un escenario peligroso de desconocimiento electoral bolsonarista[3]-.

Por lo demás, a Lula no se le ocurre ni por chiste convocar a la masa de sus simpatizantes a las calles para darle una respuesta contundente al bolsonarismo y al clima social de cierto miedo que logró instalar[4]: lo suyo es recibir el apoyo por arriba de Tebet (del PDT), y mostrarse con dignatarios eclesiásticos, etc., mientras que el empresariado lo presiona para que defina un posible ministro de Economía comprometido con no tocar el techo de gastos (es decir, que cuide el gasto público), así como con no tocar ni una coma de las contrarreformas llevadas adelante por Temer y el propio Bolsonaro[5].

Yendo incluso más lejos, Lula acaba de cambiar su posición sobre el derecho al aborto mostrándose en un video que dialoga con el más bajo sentido común y muestra su apuesta no solo de girar aun más al centro político sino, lisa y llanamente, de bolsonarizarse, algo repugnante.

Lógicamente, cuanto más próximos estén los guarismos más factible será que Bolsonaro quiera desconocer el resultado; que sus huestes se tiren a ocupar alguna institución pública como en el inicio de 2020 los trumpistas en el Capitolio.

Las fuerzas de Bolsonaro salieron moralizadas de la primera vuelta y en sentido inverso las lulistas se bajonearon. En el resultado tuvo muchísimo peso que el bolsonarismo haya ganado las calles el 7 de septiembre y que el lulismo no haya sido capaz de convocar a una jornada unificada nacionalmente al menos electoral, por no hablar a una jornada de lucha nacional[6]: “(…) de ninguna manera (…) las fuerzas del proletariado revolucionario y de la pequeña burguesía reaccionaria tienen el mismo peso en la balanza de la historia. Aquí el problema se traslada al campo de la política (…) Si el proletariado tuviera una buena dirección el fascismo sería eliminado sin dificultad (…) La fuerza paralizada del proletariado ha asumido la forma engañosa de la ‘fuerza’ de la camarilla bonapartista[7].

Y sin embargo, hay reservas: Bolsonaro acaba de anunciar un brutal ajuste educativo en San Pablo que está provocando una explosión de rebeldía entre el estudiantado universitario. Además, hay que ver si se desencadena –o no- el “vira voto”, que, de ocurrir, podría ser que arrastre más votantes anti-bolsonaro a la segunda vuelta. También podría ocurrir cualquier hecho imprevisto que desate una reacción popular en las calles, habrá que verlo.

En fin, aunque aquí no podemos desarrollar un análisis pormenorizado de la coyuntura brasilera, y los resultados electorales hay que leerlos con el balotaje consumado. Una conclusión desequilibrada, quede por definitivos los resultados de la primera vuelta,sería hoy apresurada: las conclusiones hay que sacarlas con los resultados definitivos, y la elección con todos los pormenores que la rodean -y pueden todavía rodearla-aún no está terminada.

Por lo demás, es evidente que la coyuntura nacional en la Argentina está atada como por mil hilos invisibles a lo que pase las próximas semanas en el país hermano. Si Lula finalmente gana, la coyuntura brasilera virará tibiamente –avaramente- al centro político con el consiguiente impacto en el mismo sentido en la Argentina. Evidentemente, lo contrario ocurrirá si se impone Bolsonaro: la presión reaccionaria sobre nuestro país será enorme. El escenario depende, también, de la diferencia de votos que haya, de si Bolsonaro desconoce la elección, etc., todos pormenores imposibles de prever por anticipado.

Demás está repetir el bochorno político que cometió el FITU un mes atrás al negarse a movilizar el 2 de septiembre cuando el atentado a Cristina Fernández (una posición que defienden algunos escribas ditto “marxistas” que pululan por los blogs), una capitulación política de proporciones agigantadas ahora por el resultado electoral en primera vuelta en Brasil. Recordemos,también, que las principales figuras de dicho frente tomaron a la “joda” los eventos en el Capitolio dos años atrás. Expresan una izquierda demasiado adaptada a las reglas de juego del régimen político. Creen, fervientemente, que “la sangre nunca llegará al río” –un rasgo de pérdida de reflejos revolucionarios.

Finalmente, estamos frente a una gravísima crisis en el trotskismo brasilero. Una crisis histórica que viene arrastrándose hace años y que tiene como centro la corriente que había pasado más o menos correctamente los desarrollos de los años ‘80 (sin capitular a la presión del PT, y sin ser sectarios tampoco): la CS y el PSTU histórico[8]. Una crisis forjada en la doble tensión/presión-amén de las tradiciones poco clasistas, populistas, en el movimiento de masas brasilero- entre el oportunismo y la adaptación y la tensión ultra sectaria (dos maneras unilaterales de medirse con la tremenda presión del lulismo, presión que le “amargó la vida” en las últimas décadas al trotskismo en dicho país[9]).

Por un lado, está la mitad de esa corriente histórica, Resistencia, que han ido cediendo todo en el terreno principista, y se encuentra cada vez más encerrada en la encrucijada de una capitulación que lleva a otra (integración a una coalición de conciliación de clases, federación con la Rede, posibilidad cierta de que integrantes del PSOL ingresen a un eventual gabinete de Lula y Alckmin, etc.[10]).Luego tenemos la segunda mitad,el actual PSTU. Atrapado en un objetivismo feroz combinado con un sectarismo ciego, bordiguista[11], se ha transformando en una fuerza política irrelevante, cosa que no era en el pasado. Sus argumentos son puramente doctrinarios, no explican ni demuestran nada; sólo se afirman algunas consignas en el aire (para verificar esto basta ver la pobreza de sus análisis).

En fin, de una u otra manera, habrá que acometer una refundación del marxismo revolucionario en Brasil.

Un equilibrio inestable

Vayamos ahora a la coyuntura nacional. El equilibrio es fino y delicado, pero no se quebró. No se llegó aún a una hiperinflación (aunque con una inflación del 100% para este año no es un escenario descartable). Es más: el presidente del Banco Mundial acaba de afirmar lo propio: “no se llegó aun a la hiperinflación en la Argentina”…Por la lógica misma de la afirmación,su “aún”, la hiperinflación se ha ido convirtiendo en un escenario factible.

Tampoco hubo una irrupción espontanea masiva desde abajo, aunque las luchas se siguen tonificando sobre todo luego del triunfo en el SUTNA, las movilizaciones de semanas atrás por las paritarias, docentes, estatales, etc., así como tampoco ha irrumpido la derecha en las calles como ocurrió años atrás con banderazos y cosas así.

Estuvo el atentado, eso sí: muy peligroso, pero no terminó de romper el equilibrio sobre todo porque se le respondió a las 12 horas con una movilización masiva a la Plaza de Mayo.

En este equilibrio muy inestable conviven varias tendencias contradictorias: una de ellas es que el mundo trae inestabilidad, no previsibilidad.Esto es muy distinto a los años 90, cuando la Thatcher y Reagan marcaban la tendencia neoliberal, caída del muro, irrumpía la globalización; las cosas tenían una –mala- dirección clara. Hoy el mundo trae imprevisibilidad estratégica. Está todo muy abierto en materia de tendencias contrapuestas aunque el capitalismo neoliberal,evidentemente continúa y se profundiza. En particular en la Argentina, la inestabilidad viene principalmente de dos cosas: primero, de la economía donde hay dos talones de Aquiles que no se resuelven: a) un faltante de divisas permanente y agónico –el plan de Massa es un “regateo de divisas”–, y b) eso trae una brutal inflación que ahora está en el 100%:“un contexto en el cual nadie sabe cuánto es mucho” (como ha señalado con agudeza Jorge Fernández Díaz, periodista de La Nación). Esto llevado a las paritarias significa que pueden decir 73%, 75%,85% o lo que sea, pero nadie sabe qué significa[12]. Cualquier cifra se parece a nada; no hay manera de ganarle a la inflación. A fin de año estará en el 100% y los aumentos salariales -más altos- fueron, más menos, de un 80% (otra nota de La Nación señala que según los analistas, este año se pierde promedio 20 puntos reales contra la misma. Y esto por no hablar de la inmensa pérdida del valor salarial en términos internacionales, es decir, en términos dólar–en términos reales).Los obreros de la Ford argentina, “bien pagos” para el común, ganan 800 dólares promedio, quizás, y un obrero promedio de la Ford en EE.UU. gana 2.500 o 3.000. Nadie gana tan poco en las automotrices del centro imperialista.

En este contexto, está consolidada una economía inflacionaria[13]. Y se vuelve a hablar de que podría haber un “shock” en el verano: convalidar una fuerte devaluación acompañada de medidas de ajuste más profundas para arrancar desde un nuevo piso aprovechándose de la veraniega distracción popular.

De momento, el gobierno quiere inducir una “recesión civilizada” para intentar frenar la escalada de los precios. Pero no está claro que con eso alcance. Massa, por ahora, es sobre todo un “almacenero” que lleva adelante un regateo de divisas (un arbitraje de las mismas), amén de que se presenta como garante del acuerdo con el fondo:la tabla de salvación a la cual se aferra todo el gobierno del FdT.

Sin embargo,dos problemas contrapuestos conviven sin resolverse: a) el desboque inflacionario y b) las relaciones de fuerzas no resueltas. Porque la economía inflacionaria es justamente hija de esa situación: la traducción económica de relaciones de fuerzas no resueltas[14]. La “paz de los cementerios” es la convertibilidad (años 90): se acaban las paritarias, los arbitrajes, todo, domina la desocupación de masas.

También esto remite al debate burgués: hasta cuándo arbitraje y qué condiciones hay para el reviente. Este debate es lo que cruzó todo el conflicto del Sutna, por ejemplo con las declaraciones de Milei, Espert y la Bullrich de “meter bala”, la denuncia de las “mafias sindicales”, la exigencia de “prisión para los que tomaron el Ministerio”, etc.. El clásico mecanismo por el cual “la barbarie en las palabras antecede la barbarie en los hechos” (Mandel).

En el fondo,repetimos, el plan de Massa es garantizar la gobernabilidad de la mano del FMI: ese es su elemento de “estabilidad”. El FMI le pide cumplir, sin ahorcarlo: reducción del gasto público, de subsidios a los combustibles, etc., lo que pide en todo el mundo. El peronismo mantiene el control; son pícaros para hacer política, aunque las cosas amenazan con desbordarse cada día -al cierre de esta nota tenemos la represión al pueblo mapuche, y el escándalo de los encarcelamientos y traslados; y la represión seguida de muerte en el partido de Boca/Gimnasia-. Pero en materia económica, no hay picaresca que valga, no se puede engañar a la materialidad de las cosas. De ahí que la “estabilización” de Massa frente al abismo de dos meses atrás, sea ultra frágil.

Ocurre que las dos bases sobre las que opera el delicado equilibrio que no se termina de romper son, repetimos, endebles: a) una economía sin divisas, inflacionaria;b) una relación de fuerzas que no se termina de resolver. La elección de Brasil va a operar ahí, para un lado u otro: “calma muchachos/as, sigamos arbitrando”, o “salgamos a reventar a los trabajadores” (algo que también divide a Juntos, es evidente[15]).

Un conflicto histórico

La coyuntura está cruzada por varias tensiones donde también se hace presente el tema electoral,aunque todavía no es lo principal[16]. Está cruzada por el ajuste, en parte recesivo y en parte inflacionario (que intenta ser más recesivo que inflacionario con prohibición de pases a planta, aumento de tasas al 100%, arbitraje de divisas, etc.). Está el tema democrático también cruzado ahí, muy ligado a las relaciones de fuerzas. Empieza a colarse el tema electoral sobre todo a partir de la posible eliminación de las PASO, lo que sería ultra progresivo[17]. Y el otro tema es que hay un aumento de la conflictividad: la burocracia no quiere saber nada de convocar a un paro general pero estuvo el Sutna en el centro de la escena por varios días, conflictos de estatales, docentes, ocupación de colegios, etc.

Hay un aumento de la conflictividad que preocupa al gobierno, aunque hay todavía contención. Pablo Moyano alardeando “va a quedar chiquito el conflicto del Sutna” y crecen los disensos en la CGT. Esto se vincula con una ola de fondo que es mundial:la pandemia empieza a quedar atrás y se vuelve a la normalidad. Y eso es una ola profunda. La normalidad es mucho más bulliciosa, con mucha más vida no solo en las luchas, también en la vida social. El mundo es dinámico y hay cosas por derecha y cosas extraordinarias por izquierda también, como la rebelión de las mujeres y popular en Irán o, en otro plano, el histórico crecimiento de las luchas de trabajadores en Europa occidental (sobre todo en Gran Bretaña luego de décadas, y en Francia –aunque esto es más normal). Y esto por no olvidarnos de lo que venimos señalando, las elecciones en Brasil y las consecuencias que puedan tener sobre la región y la Argentina.

En la encrucijada de todas estas tensiones se metió el conflicto del Sutna. Se introdujo, evidentemente, como un vector por la izquierda. ¿Qué es el conflicto del Sutna? Un montón de cosas pero evidentemente un vector por la izquierda: un sector de la clase obrera concentrada puso en vilo al país por una larga semana. Tiene un elemento educativo:“mira la fuerza de la clase obrera; mira si en vez de tres mil fueran treinta mil”. En vez de el “Crespo conducción”, hay que rendirle homenaje a la base. Porque fue la base la que cuando Crespo dijo “me quedo en el Ministerio”,irrumpió y cambió el destino del conflicto dándole un estatus de conflicto político, histórico.

Obviamente, la resultante reivindicativa es más limitada pero igual era muy difícil sacar otro resultado (amén de que en determinados momentos se puso en juego la posibilidad de despidos masivos y la quiebra del gremio recuperado). La discusión del salario es lo más sentido pero lo menos disruptivo. La otra discusión es la verdaderamente disruptiva: la de las horas al 200, porque es una discusión de convenio,una discusión no sobre como compensar la explotación sino sobre como limitarla (reducirla). Crespo habló del“pan para nuestras familias”, lo que está bien, pero habló menos de la espalda que se le rompe todos los días a los compañeros.Para esto, sin embargo, hay que desnaturalizar la condición de asalariado, de explotado, o que sólo se sale para conseguir paliativos, pero claro está, decodificarlo en el gremio –en un gremio dadas las prácticas sindicalistas habituales que le surgen más empíricamente a los trabajadores/as- no es nada fácil[18].

La reivindicación más revolucionaria, las horas al 200%, era muy difícil de lograr, lo sabemos. Sin embargo, el discurso correcto es señalar algo así como que “no la conseguimos pero el gremio está entero, y eso es extraordinario, un inmenso triunfo político. Y lo otro lo seguiremos peleando” (algo que no es lo que dijo Crespo,que habla de “triunfo histórico” a modo de balance. Volveremos abajo sobre esto).

Por otra parte, es evidente que este es sólo el primer acto del conflicto;la cosa no terminó acá. La patronal dejó por escrito en el acta final todo su programa, todo lo que quiere y no renuncia a imponer. Así que el gran logro –¡el logro inmenso!- es que se preservó el gremio: la experiencia del neumático que tiene varias “capas geológicas” que vienen desde el conflicto del 2007/8, que fue el que echó a Wasiejko y la Violeta, y que se puso en juego en este nuevo conflicto histórico y se ganó. Eso es lo extraordinario del resultado de esta lucha histórica[19].

El conflicto trajo un debate burgués estratégico, que también sintoniza con los desarrollos en Brasil: hasta cuándo nos vamos a aguantar estos conflictos,y hasta cuándo nos vamos a aguantar a la izquierda(esto en menor medida).En lo del Sutna se cruzaron el ajuste, las relaciones de fuerzas y el problema democrático, además del problema de la izquierda. Entró en la liza el movimiento obrero y también entró en la discusión la preocupación por el peso de la izquierda en el movimiento obrero (fue tema, más bien preventivo, de discusión de los Gordos con Alberto). La derecha estaba con Milei haciendo una recorrida con Bussi en Tucumán y negando el genocidio(con Milei pidiendo “la lista de los treinta mil desaparecidos”). Hay una frase aguda de Mandel que calza bien para una parte de los desarrollos (para no tomarlos a la joda): “la barbarie de las palabras antecede a la barbarie de los hechos”.Hay que explicarlo, porque la generación joven no lo sabe, no sabe nada del fascismo. Y aunque una de las tendencias en obra hoy es un neofascismo preventivo, la definición es perfectamente aplicable.

De cualquier manera, en la resultante, lo que tenemos es polo y bipolo: el peligro de Bolsonaro en Brasil, por ejemplo, y el conflicto histórico del neumático en la Argentina, desde el otro lado, y todo es así en el mundo. Sería un error impresionista ver solo una de las tendencias, como ver los Ayatolas en Irán y su represión, y no ver la histórica rebelión de las mujeres en dicho país.

Nada está cerrado, todo está abierto

En la izquierda la situación es fluida. El PO está fortalecido en relación al momento de su división.Pero es un partido poroso que ha perdido capilaridad militante. Dirige, en cierto modo, dos frentes de masas: a) el Polo Obrero, que se caracteriza tanto por su masividad como porque no se nota que proyecte dirigentes reales del movimiento, y b) influencia en el SUTNA, aunque de ninguna manera la Negra es una agrupación del PO sino más bien lo contrario (la del PO es una construcción con poco trabajo de base que le hace en gran medida de contrapeso, aunque, lógicamente, muchos de los compañeros que integran la Negra son extremadamente valiosos –hay que ser cero esquemáticos y cero sectarios en este sentido-. Más bien, hacemos responsable al propio PO por no contrapesar el “sindicalismo natural” de muchos compañeros).

El PO poroso y el PTS lloroso, todo el tiempo a la defensiva[20], es lo que define a las dos fuerzas dominantes del FITU en el contexto de una hegemonía no resuelta en la izquierda, aunque este año ha tenido más protagonismo el PO. (Imposible resolver la hegemonía sin una radicalización en la lucha de clases; un elemento que está haciendo crisis en el PTS.)

Nuestro partido, de momento con menor envergadura, es por su calidad política y constructiva, el tercero en discordia: muy dinámico, muy juvenil, con una acumulación incipiente pero creciente y de calidad entre trabajadores (teniendo presente acá la riquísima experiencia del SITRAREPA), y con un entusiasmo inmenso: existe un enorme espacio para nosotros entre el PO poroso y el PTS lloroso y a la defensiva, más allá de los elementos de crisis en el kirchnerismo.¡Un espacio que se verifica en todos los planos en nuestro qué hacer cotidiano y abre la posibilidad de “frentes de masas”!

El partido está a la ofensiva. Somos el partido que más militantes movió en el conflicto del Sutna, lo que fue visible en las vigilias en la puerta de fábrica, en el Ministerio, etc. Y no es solo el SUTNA o mismo el SITRAREPA. El año pasado marcamos el pulso en el Puente Pueyrredón en la pelea de los precarizados, también cortamos este año las vías en Pacífico –un corte ferroviario inédito- junto a los compañeros de Comahue y un sinnúmero de circunstancias donde el partido se muestra muy militante, aguerrido y entusiasta. Todo esto sin olvidarnos de la “guerra” en Filosofía y Letras a comienzos del año contra la política de secta impuesta por el PTS al PO de que no haya frente regalándole el centro de estudiantes al kirchnerismo, un crimen político en el movimiento estudiantil. (En la doble presión entre el PO y nuestro partido, el PTS pierde parámetros de objetividad reflejando impotencia[21]).

En definitiva: la definición más correcta para el SUTNA es que hubo un triunfo político. Es más equilibrado decir que hubo un triunfo político porque los quisieron pasar por arriba y el gremio se mantuvo:no hubo despidos y obtuvieron algunos puntos salariales.

Hay un triunfo político que deja abierta una“guerra de las galaxias”. La campaña por el triunfo no es solo por el triunfo, porque está igual que la coyuntura: el equilibrio es muy inestable y las tendencias no están definidas, están abiertas, y esto es una guerra que recién empieza. Ahora por izquierda un poco por la respuesta al atentado y otro poco por el conflicto; pero están abiertas. Veremos qué pasa en Brasil también, pero ojo, es mixta la coyuntura. Y es un triunfo político; pero si se hace un balance totalmente triunfalista está mal.

Porque esto va a otra batalla;la patronal no sale contenta. Se verá también dependiendo de quién gane las elecciones en la Argentina el año que viene. Entonces hay que tener cuidado para los dos lados: ni para el lado de Wasiejko, para no minimizar lo que ganaron, ni para el lado totalmente triunfalista porque hay que saber que esto no terminó; es el comienzo.

El resultado del conflicto es un punto en la “línea de tiempo” del Sutna que lleva décadas y que forjamos todos;un punto que marca una nueva guerra. Las empresas quieren ir por lo que no obtuvieron, y el triunfo político es que los obreros del neumático no dejaron pasar eso.

También es real que hubo una conducción sindicalista del conflicto que sólo giro sobre el final. Puede ser que el reclamo de horas al 200% no sea lo que más gana la simpatía del resto de los trabajadores, pero depende, porque acá hay mucha precariedad laboral; hay muchas cosas que empatizan con la clase obrera, no solamente el salario, también las condiciones de trabajo; así que ojo al pucho, que el balance sindicalista desarma también.

Expresando el sentimiento de la base, un compañero le dijo a Manuela Castañeira en la vigilia en Fate: “estoy en este conflicto porque los domingos tengo un desgarramiento, vienen mis familiares a comer y yo me tengo que ir de mi casa”. Eso no es un tema salarial, es un desgarramiento personal, la vivencia de ser explotado, de la injusticia, de la dignidad, algo que desborda el sindicalismo habitual. Y remata el compañero: “bueno, si por lo menos me pagan eso al 200, tengo un paliativo”.

A ese convenio hay que hacerlo mierda. Ahora, es difícil, porque son cosas muy profundas, pero va a reaparecer muy pronto. Ahora está todo el orgullo de los compañeros, pero las cosas son concretas, después viene la rutina del día a día. Igual, triunfo político, dignidad, hicimos un entrenamiento para el futuro[22].


Notas

[1]No está claro que tenga esas condiciones, pero podría obtenerlas y/o tentarlas si de una u otra manera logra la reelección.

[2]Es decir, una de las principales conclusiones que dejó la primera vuelta es que Bolsonaro está vivo y podría pelear en pie de igualdad con Lula la segunda vuelta (el resultado de la elección es aún incierto).

[3]Las encuestas fallaron por dos razones (fallaron en relación al voto a Bolsonaro no al de Lula, está claro): a) no captaron el importante voto vergonzante a Bolsonaro creyendo que dicho voto iría a Lula (por el tema de la corrupción, etc.) y b) no vieron el corrimiento electoral que se produjo en los últimos días desde las candidaturas centristas de Tebet y Gómez a Bolsonaro. También hubo –y hay- razones más estructurales para la confusión en las encuestas que tiene que ver que muchos votantes de Bolsonaro tiene menor vida social -son cuenta propistas, “emprendedores”- y se mueven en un espacio público más acotado, razón por la cual no fueron captados.

[4]Este clima de miedo es otra razón de enorme importancia para que toda una franja de indecisos se inclinaron por Bolsonaro sencillamente porque lo vieron como el polo más fuerte en relación a Lula.

[5]Se habla de que Mierelles, ex presidente del Banco Central bajo Rousseff y Temer, y que en el último tramo hacia la primera vuelta se sumó a la campaña de Lula, y que expresó críticas en los medios al “populismo” de ambos candidatos, sea anunciado como potencial Ministro de Economía por Lula antes del balotaje.

[6]El sistemático cretinismo institucional de Lula y el PT es mayor que el de otros casos semejantes en la comparativa: el kirchnerismo argentino, o el MAS boliviano (aunque la capacidad de acción espontanea del movimiento de masas boliviano es incomparable) o lo que solía ser una década atrás el chavismo (hoy completamente degradado).

[7]León Trotsky, La lucha contra el fascismo en Alemania, tomo II, Ediciones Pluma, Buenos Aires, 1974, 12

[8]“Quién colocó en la cabeza de Lula esa idea de Partido de los Trabajadores fueron los trotskistas’ cuenta Fernando Henrique Cardoso. Hay alguna exageración en su formulación, pero tiene alguna base en los hechos. Los trotskistas (…)  tuvieron una importancia en la fundación del PT muy desproporcional a la fuerzas numérica de sus militantes (…) Uno de ellos fue Convergencia Socialista” (Celso Rocha De Barrios, “Os PTs Possíveis. Como foi criado o Partido dos Trabalhadores, nos anos 1970”, Piauí, 192, septiembre 2022).

[9]La conquista de su independencia política como corriente tal ha costado mucho. De ahí que haya sido tan desencaminada la crítica de Valerio Arcary al trotskismo argentino por “autoconstrucción”. Se le puede criticar muchas cosas, pero no que haya conquistado su independencia política como fuerza visible en el panorama político del país (algo que no logró aun el trotskismo brasilero).

[10]Se argumenta que en muchos casos se votó en contra de una u otra decisión. Pero el argumento es incorrecto porque si una organización, como es el caso del PSOL, vota por mayoría, por ejemplo, integrarse en un frente de conciliación de clases, o ingresar a un gabinete burgués, bueno, no queda otro camino que salir de dicho partido para salvar las perspectivas futuras; para no arrastrar por el lodo nuestras banderas.

Por lo demás, dada la irrelevancia del PSOL en la campaña de Lula, y la imposibilidad de cualquier planteo hacia él que sea realistamente transformador, hubiera sido muchísimo más correcto, e, incluso, efectivo, llamar a votar por Lula desde afuera manteniendo la independencia de clases. La renuncia a estos principios jamás podrá hacerse sobre la base de justificaciones de orden legal o cosas así, porque entonces a los principios se los llevaría el viento ante cada coyuntura, en cada circunstancia más o menos exigente…

[11]El bordiguismo, es decir, la corriente inspirada por el marxista italiano Amadeo Bordiga en los años 20 y 30 se caracterizó por posiciones anti electorales y anti sindicales amén de un sectarismo desenfrenado y doctrinario. A favor tuvo que no capituló al estalinismo.

[12]La pelea en defensa de las paritarias es elemental, pero esto no niega que sólo se logra correr por detrás de la inflación. Ocurre que el primer mecanismo es institucional y el segundo surge diariamente de la “espontaneidad” del mercado (de la remarcación diaria furibunda de los precios por parte del empresariado, que, por lo demás, aspiran a que sus precios se mantengan en términos dólar).

[13]La política de Massa de acuerdo de precios y salarios para congelar sobre todo los segundos y suspender paritarias, siquiera llegó a esbozarse de manera clara: explotó antes por los aires.

[14]El mecanismo es la extracción de mayor plusvalía sobre la base de una loca e inalcanzable carrera de precios y salarios.

[15]La discusión en Juntos por el Cambio es muy clara (más bien en el PRO). Por un lado está el sector de Larreta y que busca un consenso corrido hacia la derecha pero consenso al fin y por el otro el de Macri y Bullrich que plantean ir a un enfrentamiento con el movimiento de masas para imponer duras contra reformas por una vía ultra reaccionaria.

Si Larreta puede comulgar con sectores del radicalismo e incluso del Fdt, Macri y Bullrich lo hacen con Milei y Espert y dependerá mucho del resultado en Brasil para donde se inclinen las tendencias en la Argentina o que peso específico tenga cada una de ellas.

[16]Es evidente que el apresuramiento del PTS en lanzar su campaña electoral ha sido una forma de oportunismo político; muchos esfuerzos para ese lado exhibiéndose muy debilitado en todo lo demás (su “vuelco” al conflicto del SUTNA fue de una debilidad pasmosa, por ejemplo).

[17]La defensa del PTS y también del PO de la ley proscriptiva es un escandalo electoralista, una defensa que solo se ejerce en contra del Nuevo MAS porque no existe ninguna otra fuerza política real en el país a la cual la proscripción le haga diferencia. Vergonzosos son en ese sentido los recientes twitts de Myriam Bregman, a-críticos del régimen electoral burgués vigente.

[18]Ese nada fácil, ese comportamiento activo para romper con el sindicalismo puramente reivindicativo, es lo que diferencia un sindicalismo clasista de otro que no lo es.

[19]El PO, corto de memoria histórica, habla como que todo hubiera nacido de un repollo: del triunfo de la Negra en el gremio en 2016. Pero eso no hubiera ocurrido si todo el desarrollo anterior a comenzar por la explosión contra la burocracia Violeta de ocho años antes (se ve que los compañeros no han estudiado la dialéctica hegeliana, que educa que el resultado oculta siempre detrás de sí el desarrollo anterior–y, sin embargo, no puede entenderse sin ese desarrollo).

[20]La propia dirección de este partido reconoció que “sus cuadros están a la defensiva”…

[21] Daría la impresión que el PO tomó nota de este comportamiento equivocado; de que es un error no buscar -en todos los casos que sean posibles, y bajo parámetros que no sean liquidacionistas hacia nuestro partido-, buscar frentes únicos en la izquierda.

Vocea a quien quiera escucharlos que van a ir a interna con el PTS aunque les alertamos que las PASO están a un tris de caerse. De ser así sería extraordinario porque permitiría un barajar y dar de nuevo en la izquierda electoralmente sobre la base de acabar con el usufructuó del FITU de la ley proscriptiva a costa nuestro.

[22]Otro elemento crítico es el problema de la dirección caudillista, carismática, que lo desarrollaremos en otro texto.

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