Ucrania: una mirada alternativa sobre el Donbass

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  • Ucrania: una rebelión oligárquica en el Donbass.

 Zbigniew Marcin Kowalewski

Zbigniew Marcin Kowalewski, es redactor en jefe adjunto de la edición polaca de Le Monde diplomatique, es autor de numerosos trabajos sobre la historia de la cuestión nacional ucraniana, publicados entre otros por la Academia nacional de las ciencias de Ucrania. Reproducimos este artículo originalmente publicado en Monde diplomatique– Edycja polska, n° 12 (106), diciembre 2014, http://monde-diplomatique.pl/LMD106/. Su traducción al francés fue publicada en Inprecor n° 611, en enero del 2015 http://ks3260355.kimsufi.com/inprecor/article-inprecor?id=1701 La traducción del idioma original fue realizada por Jan Malewski. A su vez, el artículo del francés fue traducido por Luz Licht.

 

Setenta y cinco personas perdieron la vida en el Maidán de Kiev el 20 de febrero de 2014. Al día siguiente, el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, insistió: «Si no firman el acuerdo, tendrán un estado de excepción y el ejército en las calles. Estarán todos muertos. » Los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania se hicieron eco de sus palabras. El trío de líderes de la oposición ucraniana acabó cediendo ante esta presión. Aunque temían lo peor -tenían mucho miedo a la reacción del Maidán- aceptaron el acuerdo con Yanukovych. Este tendría que seguir siendo presidente hasta diciembre, hasta las elecciones presidenciales anticipadas.

Las élites políticas occidentales respiraban: la revolución podría ser conducida por la vía institucional, donde no dejaría de empantanarse. Pero inmediatamente hubo una primera sorpresa. Las tropas del Ministerio del Interior y la policía reaccionaron a este acuerdo como si fuera una capitulación de Yanukovych. A toda velocidad, presos del pánico, abandonaron el campo de batalla, privando en los hechos al régimen de sus fuerzas de seguridad. Cada vez más policías se cruzaban al bando del Maidán.

Al mismo tiempo, el Maidán consideraba que eran los líderes de la oposición los que habían capitulado. En la oscuridad, por encima de las cabezas de una multitud enorme y muy enojada, en medio de un mar de velas encendidas, los manifestantes desfilaban los ataúdes con los restos de los asesinados. Arseni Yatseniouk, Vitali Klytchko y Oleh Tiahnybok informaban sobre las negociaciones y defendían el acuerdo. El Maidán reaccionó con un grito hostil. Tiahnybok habla, tratando de controlar el estado de ánimo de las masas.

El comandante de una de las compañías de autodefensa de Maidán, Volodymyr Parassiouk, de 27 años, se abre paso entre la multitud, sube corriendo al podio, toma el micrófono y pronuncia un breve discurso lleno de emoción que, desde las primeras frases, quedará grabado en historia: “No somos miembros de ninguna organización, somos simplemente el pueblo de Ucrania. (…) Nosotros, la gente sencilla, les decimos a nuestros políticos que están ahí, detrás de mí: ¡basta de Yanukovych, basta! – no será presidente por todo el año. ¡Tiene que largarse antes de las 10 hs de mañana! El Maidán truena, afirmando su apoyo entusiasta. “Nuestros líderes le están dando la mano a este asesino. ¡Vergüenza! «Vergüenza», grita la multitud. “Si mañana a las 10 hs no presentan una declaración que diga que Yanukovych debe renunciar, ¡atacaremos con las armas en mano! ¡Lo juro! » [1] El acuerdo firmado hacía unas horas se acababa de esfumar. Al enterarse de lo que estaba sucediendo en sus fuerzas armadas y en el Maidán, Yanukovych huyó de Kiev antes de la medianoche en helicóptero. Su régimen acaba de caer.

Es imposible controlar las verdaderas revoluciones populares. Estas se sorprenden a sí mismas. En esto reside tanto su gran fuerza como su sorprendente debilidad. Lawrence de Arabia, que sabía un poco sobre revoluciones, escribió que sus participantes “son hombres peligrosos, porque pueden representar su sueño con los ojos abiertos, para hacerlo posible” [2]. Las revoluciones no tienen en cuenta las relaciones de fuerza. El Maidán, al decidir romper definitivamente las relaciones coloniales que unen a Ucrania con Rusia desde hace trescientos años, y al volverse hacia la Unión Europea, midió sus fuerzas de acuerdo con sus aspiraciones. Sin embargo, el imperialismo ruso, muy deteriorado tras la desintegración de la Unión Soviética, pudo renacer[3]. Para Rusia, restaurar su dominio sobre Ucrania tiene una importancia estratégica primordial; de allí el contraataque inmediato.

El contraataque del Imperio

Rusia se apoderó de la República Autónoma de Crimea y de la base naval de Sebastopol -el Guantánamo de Rusia- aprovechando la increíble debilidad militar de Ucrania. En 1994, esta tercera potencia nuclear en el mundo por entonces, fue convencida, por Estados Unidos y Gran Bretaña al igual que Rusia, de renunciar a sus armas atómicas a cambio de un trozo de papel sin valor, como resultó ser veinte años después, el denominado Memorándum de Budapest[4]. Posteriormente, tras los esfuerzos del senador Barack Obama, apoyado por el Congreso y el presidente George W. Bush, Ucrania permitió a los estadounidenses destruir gran parte de sus arsenales de armas convencionales[5]. Por lo tanto, Rusia pudo proceder con la anexión de Crimea casi sin disparar un tiro.

Temiendo un conflicto con Rusia, las élites políticas y mediáticas occidentales legitimaron la anexión: casi nadie cuestionó el anuncio de que el 83% del electorado habría participado en el referéndum de anexión. La idea fue clara: incluso si hubo falsificaciones, la población de habla rusa es, en cualquier caso, la mayoría en Crimea, y se sabe por qué opción se pronunciaron. Los medios internacionales guardaron silencio sobre los datos radicalmente diferentes proporcionados por los líderes de los tártaros de Crimea. No dieron a conocer el informe de Evgueni Bobrov, publicado por el Consejo para el Desarrollo de la Sociedad Civil y los Derechos Humanos dirigido al Presidente de la Federación Rusa. Bobrov reveló que “en Crimea, según varias fuentes, del 50 al 60 % de los votantes votaron a favor de la incorporación a Rusia, para una participación general del 30 al 50 %; el pueblo de Crimea votó no tanto por la incorporación a Rusia, como por acabar -en sus palabras- con ‘la arbitrariedad de la corrupción y el dominio de los ladrones de Donetsk potenciados’” por el régimen que acababa de ser derrocado, es decir, por la oligarquía del Donbass[6]. Oligarquía es el término popular en Ucrania para el capital monopolista local.

El coronel ruso Igor Girkin, futuro «Ministro de Defensa de la República Popular de Donetsk», conocido como Strelkov, participó en la anexión de Crimea. Él dice: «Estaba claro que esto iba a limitarse solo a Crimea. Crimea, como parte de Novorossiya (Nueva Rusia), es una conquista colosal, un brillante en la corona del Imperio Ruso. Pero una Crimea sola, cortada por istmos y un estado hostil que los controla, no es lo mismo. Cuando el poder ucraniano se estaba desintegrando ante nuestros ojos, constantemente veíamos representantes de la región de Novorossiya llegando a Crimea queriendo repetir en casa lo que sucedió en Crimea.»[7]  Novorossiya es el antiguo nombre colonial usado para el sureste de Ucrania. Con el renacimiento del imperialismo ruso, notamos el resurgimiento de los nombres imperiales: Novorossiya (Nueva Rusia) y Malorossiya (Pequeña Rusia, para designar otra región de Ucrania, Galicia-Volhynia).

El bastión del capital monopolista

Después de varios siglos de dominación colonial, Ucrania es el país europeo más desequilibrado regionalmente. El Donbass, adyacente a Rusia, un importante centro de la industria pesada -la región del carbón y el acero- es el principal bastión del capital monopolista. Desde el punto de vista del grado de concentración del capital, supera con creces a otras regiones. Dos académicos de renombre que estudian la restauración del capitalismo en el Donbass, Vlad Mykhnenko y Adam Swain, han advertido durante mucho tiempo que las percepciones predominantes de esta región «son, al menos en parte, el producto de una visión colonial Occidentalocentrista tanto en el liberalismo tradicional como en la tradición marxista.»[8]. Ya que, « a través del prisma de la nacionalidad, la ideología y la geopolítica, este país se divide en un ‘este’, supuestamente dominado por una nomenklatura hostil al mercado, influenciada por el legado de la ideología antioccidental soviética y de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y un “oeste”, que supuestamente representa la forja de la identidad nacional ucraniana y está dominado por fuerzas políticas reformistas, pro-occidentales y antisistema »[9].

Sin embargo, la investigación comparativa de dos antiguas regiones industriales estructuralmente similares en Europa central y oriental indica que el capitalismo tiene un carácter mucho más neoliberal en el Donbass que en la Alta Silesia, en el sur de Polonia; sin embargo, Silesia es una región integrada en la Unión Europea neoliberal. Mykhnenko demuestra que, en términos relativos, por supuesto, «el generoso sistema de bienestar de Silesia, junto con el alto nivel de gasto en salud y otros beneficios sociales, ha producido una mejora constante en los indicadores de desarrollo humano en esta región». Por el contrario, el dramático declive en muchos indicadores clave de longevidad y desarrollo humano que ha sufrido el Donbass poscomunista ha sido causado por la reducción permanente en el gasto en salud y otros beneficios sociales y, más en general, por el papel relativamente pequeño del Estado en el sistema de protección social.»[10]

El capital monopolista depredador -la mayor parte del cual se formó en el Donbass en un abrir y cerrar de ojos con la ayuda de medios de acumulación políticos, criminales y otros mecanismos extraeconómicos- se ha unido a fines de la década de 1990, bloqueando el acceso a esta región a otros capitales competidores, y tomó el poder político allí a través del Partido de las Regiones. A cambio de apoyar al presidente Leonid Kuchma (1994-2005), este capital obtuvo para el Donbass, es decir para sí mismo, una gran autonomía económica e importantes privilegios. Es la única región ucraniana que se ha beneficiado de tales prebendas. “Esto solo es posible porque las élites locales cooperan entre sí para defender sus superganancias, [las que] a su vez crean las condiciones materiales iniciales que permiten que estos grupos de élite penetren gradualmente en la administración estatal. Aunque la región es económicamente autónoma de hecho, no hay presiones para una mayor autonomía política, ya que las élites centran su atención en la expansión económica más allá de las fronteras de la región.[11]

Esto tuvo lugar en los primeros años del siglo XXI. Uno de los mejores especialistas occidentales en la historia del Donbass, Hiroaki Kuromiya, incluso aseguró que el Donbass era capaz de adelantarse a las demás regiones en cuanto a «la aceptación de los valores de la Europa capitalista y democrática»[12], en otros palabras, de asumir la tarea de llevar a cabo reformas neoliberales en todo el país.

La toma del poder central

En 2004, la expansión del capital monopolista donbassiano condujo a su primer intento de hacerse del poder central. El intento consistió en falsificar las elecciones para asegurar la presidencia de Ucrania para su representante político, Yanukovich, candidato del Partido de las Regiones. El estallido de la «Revolución Naranja» lo impidió, pero por un período de tiempo bastante corto. Empleando métodos de investigación muy sofisticados, Mykhnenko determinó que «la composición de clase de una u otral región fue el factor decisivo en el éxito electoral de [Viktor] Yushchenko en 2004», ya que «la victoria del campo naranja estuvo asegurada por la mayoría de los votos obtenidos en las regiones menos burguesas del país”. Por otro lado, Yanukovych obtuvo el apoyo de los votantes especialmente donde “la clase urbana de los capitalistas es la más importante”[13].

Nueve años más tarde, el apoyo popular a la ‘Revolución de la Dignidad’ de Maidán fue muy similar en todas las regiones al de la ‘Revolución Naranja’. A fines de enero de 2014, este apoyo era muy fuerte en el occidente (80%), significativo en el centro del país (51%), débil en el sur (20%) y muy débil en el este (8%, es decir, diez veces menos que en occidente). Por otro lado, el apoyo al régimen de Yanukovych fue fuerte en el este (52%), más débil en el sur (32%), muy débil en el centro del país (11%) e insignificante en el oeste (3%,  o sea, diecisiete veces menos que en el este)[14].

Sin embargo, el hecho de que el apoyo a la revolución que derrocó el dominio del capital monopolista del Donbass fuera más fuerte donde la burguesía era más débil, no allanó el camino al poder para ninguna fuerza política con un programa radical, una alternativa al capitalismo neoliberal. Por el contrario, la “Revolución de la Dignidad” ha abierto el camino al poder a otras fuerzas políticas neoliberales, representando capitales mucho menos concentrados y mucho más divididos políticamente. Las reflexiones sobre por qué sucedió esto serán estériles si no tomamos como punto de partida una circunstancia decisiva: a saber, que las revoluciones no generan fuerzas políticas anticapitalistas. Solo pueden poner a tales fuerzas a la cabeza, lo que solo es posible cuando estas existen y se materializan no en la imaginación de los activistas, sino en la realidad de los movimientos sociales.

La rusificación de Donbass

“Desde la década de 1940 hasta la primera mitad de la década de 1980, la aparente internacionalización de la sociedad enmascaró una política de rusificación planificada, que gradualmente formó un imaginario del Donbass como una “región de habla rusa”[15]. En la Ucrania independiente, esta política fue aplicada por las autoridades oligárquicas regionales. En los años 1970-1989-2001, el porcentaje de ucranianos que consideraban el idioma ucraniano como su lengua materna cayó del 79 % al 59,6 % en la provincia de Donetsk, luego al 41,2 %, y en Lugansk del 87,5 % al 66,4 % y luego al 50,4 %. %. Hoy, en las ciudades de Donetsk y Lugansk, los ucranianos constituyen menos de la mitad de los habitantes, incluidos aquellos de habla ucraniana que son apenas el 11,1% en la primera ciudad y el 13,7% en la segunda. Por otro lado, en el campo, los ucranianos constituyen una mayoría muy clara -73% en las dos regiones- y en su mayoría usan el ucraniano como lengua materna. En la actualidad, casi el 40% de los habitantes de las dos regiones son rusos[16].

“En la estructura lingüística del medio urbano se observa el mantenimiento por inercia de la influencia de los procesos etnolingüísticos de la era soviética, marcados no sólo por la migración masiva de rusos, sino también por su transformación en minoría dominante, mientras que los ucranianos se estaban convirtiendo en una especie de masa étnica, mayoritaria pero dominada[17]. Pero esta influencia no se debió sólo a la inercia. Del mismo modo que en la Unión Soviética –donde los grandes centros urbanos fueron el terreno principal de la política colonial de rusificación de las periferias– el poder oligárquico persiguió, tras la caída de la URSS, una política activa de reproducción ampliada de la imagen del Donbass como una región rusificada inclinada hacia Rusia.

El Donbass tiene una importancia muy grande en la geopolítica de la dominación del imperialismo ruso sobre Ucrania, así como sobre toda la extensión occidental de este «Mundo Ruso», concebido a la manera de los monárquicos ortodoxos, las Centurias Negras y los Guardias Blancos. Hace unos años, el historiador ucraniano Youri Nikolaets planteó el problema de forma muy explícita y clara. Escribió:

“En las condiciones actuales, el Donbass, como zona fronteriza entre Ucrania y Rusia, se ha convertido de hecho en una de las variantes de la expansión del país líder que es la Federación Rusa. Este país está jugando activamente la carta de la “identidad donbassiana” para resolver algunos de sus problemas políticos, económicos y sociales mediante la expansión de su esfera de influencia en los territorios ucranianos. La “cuestión lingüística”, asociada a la expansión de la lengua rusa y la imposición del imaginario de un “Donbass eternamente ruso”, se convierte así en uno de los medios para desestabilizar Ucrania.

Sin embargo, parece que en el ámbito económico la parte rusa está más interesada en controlar la industria siderúrgica que en la extracción de combustibles fósiles. Porque la industria minera requiere subsidios significativos, y la rentabilidad de la extracción de carbón en el Donbass ya se cuestionó en la época de la URSS. Por otro lado, el control de las acerías es una fuente de ganancias y permite ampliar las esferas de influencia en los territorios ucranianos. Por esta razón, lo más probable es que la población rusa de esta región vuelva a ser rehén de los intereses de los líderes políticos de la Federación Rusa, cuando, debido al precio del gas ruso, la competitividad de las empresas industriales ucranianas disminuya y el nivel de vida de la población descienda. Es entonces cuando se podrá crear la sensación de un peligro que amenaza la estabilidad social del estado ucraniano, – con la ayuda de consignas populistas como «hermandad de las naciones eslavas», «apoyo a la población rusa» en Ucrania o «desarrollo de las esferas del uso del idioma ruso” para frenar la ucranización del Donbass – y provocar un conflicto entre las poblaciones ucranianas del este y el oeste del país[18].

La “contra” oligárquica

La “contra del Donbass” – tal término es particularmente apropiado para la rebelión oligárquica en el Donbass, ya que recuerda singularmente el movimiento armado contrarrevolucionario patrocinado por los Estados Unidos en Nicaragua después del derrocamiento del régimen de Somoza. Los barones del Partido de las Regiones y magnates industriales comenzaron a movilizar a esta «contra» ya durante el Maidán, con el fin de impedir la extensión del movimiento hacia el Donbass y fortalecer el aparato de represión de las milicias – los tristemente célebres «titushki» – enviados a Kiev. Se lanzó una campaña de propaganda con el apoyo de los medios del régimen ruso, hegemónicos en esta región, sobre el peligro proveniente de los “nazis, fascistas y banderistas” del Maidán, sobre el cual se propagaron noticias aterradoras. El Partido Comunista de Ucrania (PCU), bastante influyente en el Donbass, enloqueció francamente a la gente con réplicas de la retórica nazi sobre los guetos judíos: el Maidán –“blanco por fuera, negro por dentro”– sería como los guetos negros de Estados Unidos: un semillero de parásitos ociosos.

Citamos esta infame propaganda: “Enormes montones de basura, todo tipo de infecciones y enfermedades hasta ahora desconocidas para la medicina: este es un rasgo característico de la vida en los guetos. Sus habitantes no trabajan en ningún lado, y solo reciben dinero por deambular sin rumbo por las calles. Justifican su negativa a trabajar por el hecho de que ya no son esclavos. Allá, en Estados Unidos, tenemos grafitis que representan a Martin Luther King. Aquí en casa: los retratos de Tymoshenko y Bandera. Aquí como allá, se visten con lo que las almas caritativas les han dado. En casa, como al otro lado del océano, todo este lío lleva el simpático nombre de “democracia”. Pero en nuestro caso tenemos más democracia. Al menos en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, la policía a veces allana estos lugares y simplemente dispara a unos cuantos negros enardecidos. (…) Incluso los vendedores de piel oscura en los mercados de segunda mano de Kiev parecen un poco más civilizados que nuestros “hermanos de piel clara” de las regiones occidentales del país, que se han reunido en Maidán. “Blanco” por fuera, pero “negro” por dentro[19]. Nada hay de sorprendente en esta explosión de racismo: el PCU es un partido colonial.

Tras la caída del régimen de Yanukovich, es decir, tras la pérdida del poder del Estado por la élite política y económica del Donbass, esta última entró en pánico. El capital monopolista del Donbass  decidió refugiarse en su bastión, a fin de preservar el poder al menos allí: imponer la autonomía, en este caso política, de la región, apoyarse en el imperialismo ruso y, si fuese necesario, organizar la secesión con el apoyo militar de este último. Sabemos cuál ha sido el rol de Rinat Akhmetov, magnate industrial de Donetsk y el oligarca más pujante en Ucrania: « La República popular de Donetsk fue su proyecto », reconocía abiertamente Rousskaya Vesna, en el sitio de internet de los separatistas[20]. Uno de los dirigentes de la rebelión, Pavel Goubariev, reconocía sin inconvenientes a los medios rusos qué rol había jugado el Partido de las Regiones para tramar todo de la mano de Akhmetov: « En todas las ciudades, vimos aparecer  dirigentes de la llamada milicia popular voluntaria. Y el partido del poder, nuestros oligarcas orientales (…) comenzaron a trabajar con los activistas de la milicia. Es sabido que dos tercios de esos activistas fueron pagados por el oligarca Akhmetov. Un número muy pequeño de personas se mantienen fieles a nuestro ideal, sin embargo, ellos toman el dinero igualmente. ¡Todo el mundo toma el dinero! »[21]

En la región de Lugansk, la rebelión fue inspirada por Aleksandr Efremov, brazo derecho de Yanukovych al interior del Partido de las Regiones y hombre de intereses tan vastos como oscuros. Cuando estuvo al frente de la región, en los años 1998-2005, organizó quiebras masivas de empresas y provocó un profundo descalabro económico y social[22]. Fue Valery Bolotov – su antiguo chofer, guardaespaldas y supervisor de los « kopanki » (minas de condiciones en extremo precarias excavadas por los poabladores pobres en pozos cerrados), el cual rindió tributo a su patrón –, quien devino uno de los líderes de la rebelión y el « primer ministro de la República popular de Lugansk » en sus comienzos. La « contra » y los servicios especiales rusos, quienes pasaron a la acción,  tenían necesidad de elementos más combativos que los burócratas del Partido de las Regiones y del PCU. Es por esto que, el movimiento separatista rápidamente ha caído en manos de la extrema derecha nacionalista rusa instalada desde hace tiempo en el Donbass. Estos han sido a su vez apoyados por sectores de la extrema derecha llegada en gran número desde Rusia.

El 6 de abril, a la cabeza de algunas miles de personas traídas en micros, los separatistas tomaron por asalto la oficina de los Servicios de Seguridad ucranianos en Lugansk, donde se hicieron de 1300 kalashnikovs, guardados allí no se sabe por qué. Este no fue sin embargo el punto de partida de la primera fase de la rebelión, ya que « prácticamente, es nuestro destacamento el que se ha lanzado a conducir el impulso de esta guerra, el cual se mantiene todavía », decía Strelkov quien, en aquel momento, a la cabeza de un destacamento de 52 personas, ingresó de Rusia a Ucrania y se instaló en Sloviansk. Este monárquico – partidario de la restauración de un imperio ruso ortodoxo, típico mercenario de las guerras coloniales y periféricas, que combatió en Transnistria, en Bosnia a lado de los nacionalistas serbios y en Chechenia, y que figura en la lista de los criminales de guerra elaborada por la asociación rusa Memorial – tiene la costumbre de decir: «Fui yo quien impulsó la expansión de la guerra » en el Donbass[23]. Algunas semanas después de su arribo a Sloviansk, se pronunciaba públicamente en un dramático discurso diciendo que no había allí ningún levantamiento popular ni movimiento de masas separatista, y que los habitantes del Donbass no querían sumarse a las filas de los rebeldes[24].

Desde su puesto de « ministro de Defensa », Strielkov no logró formar más que un embrión del comando o del estado-mayor de la rebelión, esto restando atributos a los diversos comandos y formaciones armados que actuaban por su propia cuenta. A pesar del apoyo de Rusia, la rebelión no pudo sostenerse más que gracias a la extraordinaria debilidad del ejército ucraniano, el cual – en tanto que fuerza combatiente y no solamente una institución burocrática – se constituyó prácticamente en los combates; gracias también a la falta de experiencia de la guardia nacional y de los batallones de voluntarios; pero sobre todo, como principal motivo, gracias a la increíble incompetencia, la inercia y la corrupción de los aparatos militares.

Las noticias que provienen de los campos de batalla, hablan de los soldados heridos a quienes se les intentaba detener la hemorragia con papel higiénico, no siendo esto más que la punta del iceberg. Los relatos dan cuenta de soldados que carecen de formación, hambrientos, en zapatillas, desprovistos de chalecos antibalas, de vendajes, de ayuda médica, estando compuestos los frentes por voluntarios abnegados miembros de asociaciones independientes. El ministerio de Defensa y el estado-mayor central son denunciados constantemente por el tráfico a gran escala ligado al material y los equipamientos militares que faltan en el frente, o por fraudes consistentes en inflar los precios de los suministros para que los generales puedan llenarse los bolsillos. Estas instituciones mienten sin cesar sobre el estado del equipamiento de las tropas y su aprovisionamiento, sobre la disposición de los batallones en el frente, sobre el número de las víctimas. Ellos mienten cuando dicen que ellos están evacuando a cientos de heridos, que los refuerzos están llegando, que se ha logrado sacar a las tropas que estaban siendo acorraladas, que se han entregado las armas antitanques, comida, chalecos, ropas de abrigo, y así sucesivamente.

Un programa de defensa nacional

Sin embargo, las fuerzas armadas ucranianas han conseguido poco a poco obtener victorias. A comienzos de julio, Strelkov, a último momento y casi milagrosamente, logró escapar del asedio en Sloviansk con su brigada de cientos de miles de combatientes; esto pese a la orden categórica de Moscú de no abandonar la ciudad bajo ningún motivo. Hubo un avance hacia Donetsk, donde las tropas separatistas que estaban allí estacionadas no aseguraron defensa alguna. « Si nos quedamos en Sloviansk, entonces Donetsk caerá en una, máximo dos semanas. Por el contrario, gracias al hecho de que hemos salido, y que la situación era desesperante los últimos días, pudimos retener Donetsk durante 40 días, hasta el arribo de los “permisionarios”.»[25]  Los «permisionarios», son las tropas rusas, llamadas así porque se trataría, según las autoridades rusas, de soldados que, aprovechándose de sus licencias y sobre todo para ir a la playa, hicieron un viaje al Donbass para hacer la guerra. De 30 a 40 mil de esos « permisionarios » pasaron ya por el Donbass, combatiendo en las unidades militares regulares.

La agresión rusa de agosto de 2014 salvó al movimiento separatista, pero Moscú les puso a cambio una condición, a saber, que Strelkov debía hacerse a un lado, con esto los separatistas cumplieron dócilmente. El rol de los mercenarios, de los jefes de cohorte y de los aventureros llega a su fin, en adelante podrían devenir héroes del llamado « Mundo ruso », y por lo tanto, ser peligrosos para el Kremlin. Es por esto que, los aparatos del Estado ruso volvieron gradualmente a tomar en sus manos el poder militar en el Donbass, así como el poder político.

La antigua posesión colonial lleva en solitario una guerra tan inesperada como apabullante, que le ha sido declarada por una gran potencia. Los llamados desesperados, demandando la ayuda militar de Occidente, dejan pocos resultados. Si Ucrania puede contar con alguien, es probablemente sólo con los pueblos que, en el pasado, han sufrido la dominación del imperialismo ruso, y que hoy se sienten nuevamente amenazados. El problema, sin embargo, es que es poco probable que Ucrania logre defenderse por mucho tiempo, de tal forma que su suerte está en manos de un poder que representa los intereses de la burguesía y que realizaría radicales reformas neoliberales.

Querer buscar el apoyo y la salvación acercándose a las grandes potencias imperialistas occidentales no es más que la repetición de un error ya conocido, el cual ya cometió Tadeusz Kościuszko en 1794, dirigiendo a los gobiernos occidentales una proclamación estéril, diciendo que « los Polacos quieren liberarse del yugo de Rusia y apelo a la ayuda contra esta potencia, la cual, si lograra tomar ventaja, haría estallar el equilibrio de toda Europa». Sin embargo, no había entonces en Europa ninguna señal de ese equilibrio al cual Kościuszko hacía referencia[26].

El programa de defensa nacional que podría ser eficaz sería un programa que se corresponda con los intereses más sensibles de la mayoría de la sociedad ucraniana. El poder actual, desde el punto de vista de su carácter de clase, no está en condiciones de elaborar tal programa. Maurycy Mochnacki nos ha dejado un señalamiento en cuanto al punto de partida a partir del cual se podría trabajar sobre un programa: « hay que apoyarse en lo sucesivo sobre el movimiento de masas, sobre la acción de todo un pueblo, más que sobre un ejército regular»[27].


Notas

[1] Iakchtcho zavtra do 10.00 ne bude vidstavky Ianoukovytcha – Maïdan pide na zbroynyi chtourm,  www.dailylviv.com, 21 de febrero de 2014.

[2]  TE Lawrence, Les Sept piliers de la sagesse, Paris, Laffont, 1993, p. 15.

[3] Voir ZM Kowalewski, Impérialisme russe, http://blogs.mediapart.fr/blog/stefanbekier/171214/imperialisme-russe.

[4]  Voir D. Gibbs, Why Ukraine Surrendered Security: A Methodological Individualist Approach to Nuclear Disarmament, The Agora : Political Science Undergraduate Journal, n° 2, 2012.

[5] Voir D. Matrosko, Flashback : Senator Obama Pushed Bill That Helped Destroy More Than 15,000 Tons of Ammunition, 400,000 Small Arms and 1,000 Anti-aircraft Missiles in Ukraine, www.dailymail.co.uk , 5 de marzo de 2014.

[6] Problemy jiteleï Kryma, http://www.president-sovet.ru/ , 5 mai 2014. Voir PR Gregory, Putin’s “Human Rights Council” , Accidentally Posts Real Crimean Election Results, www.forbes.com , 5 de mayo de 2014.

[7] A. Prokhanov, I. Strelkov, Kto ty, “Strelok”? , Zavtra, 20 de noviembre de 2014.

[8] A. Swain, V. Mykhnenko, The Ukrainian Donbas in “Transition” , in: A. Swain (ed.), Re-constructing the Post-Soviet Industrial Region : The Donbas in Transition, London-New York : Routledge, 2007, p. 40.

[9]  V. Mykhnenko, A. Swain, Ukraine’s Diverging Space-Economy : The Orange Revolution, Post-Soviet Development Models and Regional Trajectories , European Urban and Regional Studies, n° 2, 2010, p. 146.

[10]  V. Mykhnenko, The Political Economy of Post-Communism : The Donbas and Upper Silesia in Transition, Saarbrücken : Lambert Academic Publishing, 2011, p. 189.

[11] E. Kovaleva, Regional Politics in Ukraine’s Transition : The Donetsk Elite , in: A. Swain (ed.), op. cit., p. 65.

[12] H. Kuromiya, Donbas – The Last Frontier of Europe ? , in: O. Schmidtke, S. Yekelchyk (eds.), Europe’s Last Frontier ? Belarus, Moldova, and Ukraine between Russia and the European Union, Basingstoke : Palgrave Macmillan, 2008, p. 111.

[13]  V. Mykhnenko, Class Voting and the Orange Revolution : A Cultural Political Economy Perspective on Ukraine’s Electoral Geography , Journal of Communist Studies and Transition Politics, n° 2/3, 2009, pp. 278, 280.

[14] KMIS (Kyiivs´kyi Mijnarodnyi Instytout Sotsiolohiyi), Stavlennia v Oukrayini ta Rossiyi do aktsiy protestou v Oukrayini , www.kiis.com.ua , 28 de febrero de 2014.

[15]  YO Nikolaets, Posselens´ka strouktoura nasselennia Donbasu (Etnopolititchnyi aspekt dynamiky), Kiev, IPiEND im. IF Kourassa NAN Oukrayiny, 2012, p. 166-167.

[16]  OY Kalakura, Movni praktyky i etnitchna samoidentifikatsiya nasselennia Donbasu , Naukovi Zapyssky Instytoutou Politytchnykh i Etnonatsionalnykh Doslidjen´ im. IF Kourassa NAN Oukrayiny, n° 5 (61), 2012, p. 47-49.

[17]  V. Sklar, Vidminnosti v etnomovniy strukturi nasselennia oblasnykh tsentriv ta sils´kogo nasselennia pivdnia ta skhodu Oukrayiny , Oukrainoznavtchyi Almanakh, vol. 5, 2011, p. 42.

[18]  YO Nikolaets, op. cit. p. 186.

[19] M. Kuzmienko, “Bielye” snarouji, “tchornye” vnoutri , Komunist, 17 de enero de 2014.

[20]  A. El-Miourid [A. Nesmiyan], Akhmetov v zasade, vyjidaet – kogda je roukovodstvo DNR natchniet dopouskat´ serioznye ochibki , Rousskaya Vesna, 26 mayo de 2014.

[21]  Y. Sneguirev, Nariad moutchenia primeriat´ ne khotchou, Rossiïskaïa Gazeta, 12 de mayo de 2014.

[22]  Anti-Corruption Action Centre, Yanukovich’s Assets : Oleksandr Yefremov , www.yanukovich.info/oleksandr-efremov/ , 28 de enero de 2014.

[23]  A. Prokhanov, I. Strelkov, op. cit.

[24]  Voir ZM Kowalewski, Ukraine : des gardes blancs russes dans le Donbass , http://blogs.mediapart.fr/edition/les-invites-de-mediapart/article/300614/ukraine-des-gardes-blancs-russes-dans-le-donbass .

[25]  A. Prokhanov, I. Strelkov, op. cit.

[26]  F. Rychlicki, Tadeusz Kościuszko i rozbiór polski, Cracovie : editado por el autor, 1871, p. 179. Tadeusz Kościuszko (1746-1817), héroe nacional polaco, influenciado por las ideas de la Revolución francesa. En 1794, dirigió la insurrección, aplastada sangrientamente, contra la ocupación y la segunda partición de  Polonia por Rusia y Prusia. Anteriormente, participó en la guerra de independencia de los Estados Unidos, donde fue promovido a brigadier general.

[27]  Maurycy Mochnacki, Powstanie narodu polskiego w roku 1830 i 1831, vol. I, Poznań, Księgarnia JK Żupańskiego, 1863, p. 11. Maurycy Mochnacki (1803-1834), militante y periodista político, uno de los teóricos del romanticismo polaco, pianista, dirigió el movimiento revolucionario tras la insurrección polaca de 1830-1831 contra la dominación rusa.

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