Turquía prepara un nuevo ataque contra los kurdos en Siria

En medio de la conmoción geopolítica que significa la guerra en Ucrania, el gobierno turco parece haber visto una oportunidad para extender su influencia. Erdogan intenta ganar el apoyo de EEUU y la OTAN para reavivar su política de opresión nacional sobre el pueblo kurdo.

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Una vez más, se enciende la alarma de una incursión militar turca en Siria. Tras varias semanas de comentarios y gestos en esa dirección por parte de Erdogan, el jueves pasado la tensión se transformó en choques cuando 16 kurdos fueron abatidos por las tropas turcas en el norte de Siria.

Desde 2018, Erdogan domina una franja de 150 kilómetros de largo por 30 de ancho en el norte de Siria, en la zona fronteriza con Turquía. Sin embargo, el gobierno turco ya ha dejado en claro que su intención es extender esa zona de dominio todo a lo largo de la frontera turca.

En los últimos días estas intenciones se concretaron en un supuesto plan para «maniobras militares»: tomar dominio de las zonas de Manbech y Tel Rifaat, al norte y noreste de Aleppo, la ciudad siria más poblada y epicentro de la guerra civil.

Un complicado rompecabezas

Turquía tiene dos problemas a la hora de extender su dominio su control del norte sirio: Rusia y Estados Unidos. Ambas potencias tienen presencia e intereses en la región.

Rusia es aliada estratégica del gobierno sirio de Al Assad, y uno de los principales socios comerciales de Siria. Desde 2018, tropas rusas y sirias están presentes en la zona de Manbech por un acuerdo con las fuerzas kurdas nucleadas en las YPG (Unidades de Protección Popular). Estas últimas son una organización del tipo milicia que expresa la autodefensa del pueblo kurdo tanto de las fuerzas de Al Assad como de las fuerzas invasoras turcas.

Estados Unidos, por otro lado, es oponente geopolítico del régimen de Al Assad (y de Rusia, obviamente), aliado militar y estratégico de Turquía a través de la OTAN y, al mismo tiempo, aliado militar de las YPG en la guerra contra el Estado Islámico.

Este complicado rompecabezas geopolítico de alianzas e influencias es el que Erdogan intenta manipular y forzar para ampliar su influencia militar y política en Siria. Son dos las «oportunidades» que el gobierno turco espera aprovechar.

Por un lado, el posible debilitamiento de militar y logístico de Rusia en la zona por la tensión de la interminable guerra en Ucrania. Por el otro, Erdogan espera obtener un «cheque en blanco» del imperialismo yanqui y la OTAN a cambio de admitir a Suecia y Finlandia en la OTAN. Turquía marcó estos dos países como poco bienvenidos por dar asilo habitual a migrantes kurdos.

El propio Erdogan dejó esto muy en claro en sus declaraciones públicas. «Veremos quién apoya las medidas de seguridad legítimas de Turquía, veremos quién intenta ser un obstáculo. La postura de Turquía respecto al ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN no es oportunismo sino una cuestión de principios de lucha contra el terrorismo» señaló el mandatario al anuncia la operación en Siria.

Jugando con fuego

En resumen: Erdogan espera utilizar la debilidad rusa y su influencia dentro de la OTAN para forzar un cambio de relaciones de fuerza entre los actores de la situación siria. Ya varios analistas han señalado lo «oportuna» que podría ser una incursión de este tipo para el gobierno turco. Erdogan enfrenta un año de encuestas bajas y una inflación por encima del 70%. La idea sería lanzar una campaña de nacionalista alrededor de la incursión siria para mejorar la imagen interna del gobierno. Pero puede que esto no sea tan simple.

En primer lugar, Erdogan deberá forzar a EEUU a dar su visto bueno en momentos en que ninguna aventura militar parece ser bien vista en la opinión pública internacional. La negativa de la OTAN a movilizar tropas a Ucrania (aún si hay apoyo logístico y armamentístico) son un reflejo de esto.

Aún si logra esto, quedará por verse el destino de la incursión militar en sí misma. Las YPG son milicias con una probada experiencia militar y raigambre popular en la región. Al mismo tiempo, esta organización señaló su predisposición a una alianza táctica con las fuerzas de Al Assad para responder a cualquier incursión turca.

En todo caso, una incursión turca en la región (de la dimensión que sea) significaría un ataque imperialista sobre la población kurda. Y, sobre todo, sumaría nuevos desangramientos y miserias a un país desgarrado por ya una década de guerra civil.

Cuando se mueve una pieza en un tablero tan complejo como el sirio, plagado de fuerzas reaccionarias y conflictos internos, es difícil ver dónde terminará el movimiento. De realizar su incursión, Erdogan podría salir victorioso o derrotado. Pero nada bueno podría venir para la población kurda ni para las masas sirias.

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