• Luego de años de una enorme lucha, finalmente el movimiento de mujeres conquistó la legalización del aborto. Un enorme paso adelante en la lucha por los derechos de las mujeres.

Las calles aledañas al Congreso, los transportes públicos, las esquinas aleatorias de las ciudades del país, prácticamente todos los puntos del país se vieron teñidos de verde. Los pañuelos se pudieron ver por días y semanas y años en los cuellos de jóvenes y mayores, de pibas que recién comienzan su vida política con un reclamo más y más sentido.

Es que en un país cada vez más secularizado, en el que el oscurantismo clerical pierde año a año cada vez más su control sobre las vidas y las cabezas de la gente, marcado por las luchas de los de debajo de manera sostenida desde el 2001, ya no pueden seguir gobernando siglos ya pasados.

Argentina en particular fue el epicentro de uno de los eventos de impacto internacional que le dieron impulso a la ola feminista de esta década con el #NiUnaMenos. Luego se sucedieron los paros internacionales de mujeres, las movilizaciones por el derecho al aborto, el crecimiento exponencial de los Encuentros Nacionales de Mujeres… generaciones enteras nacen a la vida política al calor de la lucha de las mujeres desde hace años.

Las Rojas y el Nuevo MAS cumplieron un rol de vanguardia, a veces casi en soledad, en esta pelea histórica. En 2011 llevaron como consigna de campaña electoral la pelea por este derecho mientras buena parte de la izquierda decía que era “piantavotos”. En el Encuentro Nacional de Mujeres del año siguiente, 2012, plantearon una movilización nacional para el 1 de Noviembre a un año de la caída del proyecto por responsabilidad del gobierno. Inmediatamente después, se plantaron en la puerta del hospital Ramos Mejía cuando los oscurantistas intentaban que se le niegue a una mujer el acceso al aborto no punible. Fue allí que Manuela Castañeira se convirtió en referente indiscutible de esta pelea, por haberse plantado en esta pelea cuando todavía no era masiva. Desde entonces es referente indiscutible en la izquierda argentina.

Todos los pilares del régimen político (sus instituciones y partidos políticos) estuvieron en contra de la legalización del aborto hasta último momento. Basta recordar el 1 de noviembre de 2011, cuando el ala más “progresista” de toda la política capitalista argentina –el kirchnerismo bajo CFK-, fue responsable de que el proyecto se cayera, postergando su discusión por casi 7 años. La movilización del movimiento de mujeres y los sectores populares que simpatizan con él fue la que obligó al régimen a acomodarse a una marea incontenible.

La conquista del derecho al aborto es un inmenso paso en que las mujeres dejen de ser ciudadanas de segunda, en que tengan el poder de decidir sobre sus cuerpos y sus vidas. Se trata, también, de un nuevo paso atrás de la Iglesia Católica, un paso adelante en su pérdida de poder sobre el Estado y su gobierno. No es poco.

Millones miran a la Argentina ahora. Cientos y miles de mujeres se movilizaron en diversos puntos del mundo en apoyo a la lucha de las mujeres argentinas. Sucede que mientras en Argentina el movimiento de mujeres alcanza este histórico triunfo, los gobiernos de la nueva derecha a nivel internacional intentan forzar exactamente hacia el lado contrario: restringiendo el aborto en Polonia, los derechos LGBT en Hungría, etc. La votación del derecho al aborto en nuestro país es un golpe a todas las fuerzas reaccionarias que vienen creciendo y enfrentando las luchas de los de abajo en todos lados, es un impulso enorme hacia adelante para quienes enfrentan a gobiernos como el de Bolsonaro, Trump, etc.

Las pibas festejan en todo el país. Se lo han ganado. Intentarán negarles su triunfo, querrán sacarlas de las calles, buscarán desorganizarlas. Lo que no podrán hacer es borrar de sus memorias lo que es un hecho, un triunfo que no podrán arrebatarles: acaban de escribir una página en la historia.