Rusia-Ucrania: negociaciones de paz estancadas

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  • La delegación ucraniana habría hecho una propuesta de “neutralidad” del país, que podría ser un importante retroceso en sus intenciones de ingresar a la OTAN.

Agustín Sena

Ucrania le propuso al gobierno ruso aceptar la exigencia de mantener un estatus de «neutralidad» con respecto a la OTAN. Así lo informó la agencia de noticias Reuters este martes.

Que Ucrania sea «neutral» es algo bastante ambiguo, pero en principio significaría que deberá renunciar al ingreso en la OTAN (y en cualquier tipo de alianza militar), así como no albergar bases militares extranjeras ni armamento nuclear.

La neutralidad de Ucrania, fundamentalmente su no ingreso a la OTAN, es uno de los objetivos fundamentales de Putin. Así, Rusia podría no perder del todo su influencia en Ucrania, que podría ser un «Estado tapón» entre el este y las potencias occidentales. Otros puntos importantes que deberán discutirse son el estatus de las Repúblicas separatistas del Donbas, controladas por títeres de Moscú, y de la Península de Crimea.

La promesa de «neutralidad» de Ucrania podría ser un primer triunfo de Putin. No obstante, sus alcances son desconocidos y es difícil que lleguen a satisfacer las aspiraciones de Moscú. Podría bloquear el ingreso de Ucrania a la OTAN pero, por ejemplo, no estaría claro si trabaría un ingreso a la Unión Europea. Los acuerdos para ser parte de la UE incluyen cláusulas de seguridad militar común, lo que dejaría en entredicho que cualquier la «neutralidad» anule toda aspiración de alianza militar con el imperialismo occidental.

Un acuerdo empantanado

La «neutralidad» sería el primer punto del acuerdo, de por sí muy difícil.

Otro punto de discusión es el estatuto de las «Repúblicas de Dónetsk y Lúgansk», fronterizas con Rusia. Desde 2014 la zona es disputada entre la oligarquía local pro-rusa y la partidaria de romper con Moscú y echarse en brazos del imperialismo yanqui y europeo.

En las negociaciones de Minsk (tras el Euiromaidán y la anexión de Crimea) Rusia exigió que las Repúblicas del Donbás posean una mayor autonomía con respecto al gobierno central de Kiev. En concreto, la idea de Putin era que dicha región siguiera siendo zona de influencia rusa, pese a no necesariamente dejar de ser parte de Ucrania (como sí sucedió con Crimea).

Al anunciar la invasión, Putin lo hizo amparándose en el reconocimiento de «la independencia de las Repúblicas de Dónetsk y Lúgansk», proclamando así a sus títeres como gobierno legítimo. La separación efectiva de esa región con respecto al Estado ucraniano, desgarrando el país y sometiendo directamente la zona a Moscú, podría ser uno de los principales motivos por los que los bandos no estarían dispuestos a ceder.

Parece poco probable que Rusia acepte un alto al fuego sin garantizarse un control efectivo sobre la región del Donbás.

Según Zelensky, una de las exigencias de su gobierno será el respeto «de la soberanía territorial ucraniana», es decir la no anexión de territorios al Estado ruso o el reconocimiento de la «autonomía» de las autoridades bajo órdenes rusas. Además, los propios alcances de la promesa de «neutralidad», sumamente ambiguos, hacen de ésta negociación algo más que una puesta en escena, pero no mucho más.

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