República Dominica construirá un muro en la frontera con Haití

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  • Un nuevo ejemplo de brutal política xenófoba. La crudeza de la vida en el capitalismo de la periferia empuja todos los días a cientos de miles a migrar y sufrir persecuciones policiales.

Redacción

Este domingo, en un acto en la provincia de Dajabón, el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, dio inicio a las obras para la construcción de los primeros 160 kilómetros del muro que levantará en la frontera con Haití. La iniciativa -seguramente inspirada en la del ex-presidente ultraderechista y reaccionario de Estados Unidos, Donald Trump- pretende materializar uno de los símbolos de las políticas xenófobas y racistas de nuestros días.

«En un plazo de dos años, queremos poner fin a los graves problemas de inmigración ilegal, narcotráfico y tránsito de vehículos robados que padecemos desde hace años», anunciaba el mandatario del PRM (Partido «Revolucionario» Moderno) tras concretar su promesa hecha un año atrás en el Congreso.

Lo que elude este discurso es que el flujo migratorio de Haití hacia los países vecinos tiene como principal motor la grave crisis política, económica y social que atraviesa el país. Fue reciente el episodio del magnicidio del presidente, Jovenel Moïse, asesinado el pasado 7 de julio. Cabe recordar que el pueblo trabajador haitiano ha protagonizado una enorme rebelión en 2019 resistiendo contra las políticas que presidentes como este ponen en pie para reventar sus condiciones de vida.

Además, son cientas/os las y los haitianos que cruzan esa frontera a diario, por ejemplo, para ser empleadas/os como mano de obra barata en rubros como la construcción, turismo. También se ven empujados/as a la informalidad, como la venta ambulante, para poder generar ingresos que les permitan subsistir. Así de infame es la respuesta de un político y empresario capitalista como Abinader que se suma a las deportaciones, restricciones para el acceso a la vivienda o a la posibilidad de realizar los trámites correspondientes para su asentamiento legal en el país.

La hostilidad de las clases dominantes dominicanas contra el pueblo haitiano es agitada desde larga data. Podemos remontarnos, por ejemplo, a la «Masacre del Perejil» ordenada en octubre de 1937 por el dictador dominicano Rafael Trujillo. Este ordenó a sus tropas el exterminio y expulsión masiva de la población negra de origen haitiano que residía en el territorio dominicano, particularmente en las fincas agrícolas situadas a lo largo de la frontera entre ambos países.

Si bien esta primera etapa contempla un plazo de 9 meses para levantar el muro de hormigón y metal que tendrá 3,90 metros de alto, el gobierno de Abinader pretende cercar el total de los 380 kilómetros que hacen a la frontera con Haití. Para ello la inversión inicial contempla la cifra de 31 millones de dólares. Las presencia de 170 torres vigilancia y de puertas de patrullaje completarán la infame obra.

Es el propio intendente de Dajabón, Santiago Riverón, quien declaró ante la agencia AFP que «se va a hacer un muro físico. Ahora tenemos que trabajar con el muro en la mente de los militares, que son los que se aprovechan en la frontera y reciben un soborno de 100 o 200 pesos (2 o 4 dólares) para dejar cruzar a los haitianos ilegales a territorio dominicano».

Los muros reaccionarios no atacan la raíz de los problemas, solo exacerban el odio entre las y los de abajo para legitimar la violencia, la represión que ejercen los gobiernos capitalistas contra las víctimas de este sistema explotación y exclusión global.

La criminalización de la inmigración solamente hace más dura la vida y muerte de los cientos de miles de personas que a diario en todo el mundo intentan desesperadamente tener un futuro.

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